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El �piquetero orgulloso� va a juicio por coacción

El 5 de mayo de 2000, Emilio Alí lideró un grupo que entró a un local de Casa Tía de Mar del Plata. Hoy comienza el juicio, con marchas de apoyo al preso.

La suerte de Emilio Alí comenzará a decidirse hoy. A las 9, los jueces Reinaldo Fortunato, Enrique Aníbal Ferraris y Rodolfo Guimarey abrirán en Mar del Plata la primera audiencia del juicio oral por los cargos de “coacción y extorsión” que pesan sobre el dirigente barrial de 25 años. El juicio empezará casi un año después del 5 de mayo de 2000, cuando más de cien personas –en el marco de un paro general decretado por la Central de Trabajadores Argentinos (CTA) y la CGT Rebelde– ocuparon una filial marplatense de Casa Tía en reclamo de alimentos. Por ese episodio, Alí fue querellado de oficio por el fiscal Alfredo Deleonardis y posteriormente detenido por orden del juez de garantías Marcelo Riquert. Desde hace 10 meses, se encuentra preso en la celda 15 del pabellón 9 de la Unidad Penal XV de la cárcel de máxima seguridad de Batán.
El proceso empezará con protestas y expresiones de solidaridad con el titular de la Unión de Vecinos Organizados (UVO), una organización adherida a CTA. Durante toda la jornada de hoy, por ejemplo, el edificio de Tribunales, en Almirante Brown y Tucumán, estará rodeado por manifestantes de la CTA, ATE, Federación Agraria, Actores, Asociación Bancaria, Suteba, entre otros. A ellos se les sumarán los vecinos de Alí, que organizarán una radio abierta, y 200 desocupados liderados por Raúl Castells, que estuvo preso por los mismos cargos que Alí.
El juicio oral durará cinco días y puede terminar con la absolución de Alí, o con su regreso definitivo a prisión con una condena de entre 5 y 15 años. Noventa testigos declararán en una semana. Los primeros serán los empleados y el gerente de Casa Tía que estaban trabajando el día de la toma del local. Además de ellos, serán citados como testigos trabajadores, desocupados, dirigentes de la Corriente Clasista y Combativa (CCC) y del movimiento Teresa Rodríguez, los diputados socialistas Alfredo Bravo y Jorge Rivas, y el periodista Jorge Alfieri.
Hace un mes, el preso hizo pública una carta en la que se definió como “un luchador de los derechos humanos”, manifestó estar orgulloso de que lo llamen “piquetero” y acusó a quien ordenó su detención de ser un “puntero político del Partido Justicialista”. Mientras tanto, su situación es seguida con atención por dirigentes sindicales, políticos, intelectuales y miembros de organismos de derechos humanos, que consideran que su caso es una muestra de la “judicialización del conflicto social”. Al respecto, Víctor De Gennaro, secretario general de la CTA, afirmó ayer en diálogo con Página/12 que a Alí “tratan de usarlo como un chivo expiatorio para mostrar como se castiga a los luchadores sociales”.
Informe: Martín Piqué.

 

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