Por
Eduardo Febbro
Desde Quebec
En
el cierre de la tercera Cumbre de las Américas, la Argentina oficializó
su estatuto de sede de la próxima cumbre, al tiempo que pareció
liderar la corriente filosófica que recorre la cláusula
democrática que figura como broche de oro en la declaración
final. Las 50 páginas de texto y los 34 párrafos de la declaración
de Quebec, que comprende un plan de acción con 241 mandatos para
fortalecer la democracia y los derechos humanos, aliviar la pobreza, promover
el comercio y proteger el medio ambiente, están empapadas en una
sólida demanda, no ya de democracia sino de calidad democrática.
El texto no brilla por su originalidad pero al menos se destaca una voluntad
de corregir las claras falencia de los sistemas democráticos latinoamericanos,
al tiempo que incluye un claro apoyo al proceso de paz en Colombia. Igual
que en el viejo continente durante la extensa fase de la construcción
europea, la declaración ratifica y amplia la ambición de
respetar las personas y las libertades. En ese contexto, los
34 se comprometen a reforzar el sistema interamericano de derechos
de la persona, el cual incluye la Comisión y la Corte Interamericana
de Derechos Humanos.
En Quebec, los jefes de Estado y gobierno condenaron la utilización
de los niños por las fuerzas irregulares y recalcaron
la subordinación constitucional de las fuerzas armadas y
de seguridad a las autoridades civiles. Terrorismo, medio ambiente
y droga figuraron en el menú de una declaración donde se
recalca el apoyo a los programas de desarrollo alternativo eficaces
que apuntan a erradicar los cultivos ilícitos y el compromiso
para facilitar el acceso a los mercados para los productos derivados
de esos programas.
En un plano más global, la Tercera Cumbre de las Américas
insiste sobre el hecho de que las economías libres y abiertas,
el acceso a los mercados, de los movimientos de inversiones sostenidas,
la formación del capital y la estabilidad financiera, las políticas
públicas apropiadas, el acceso a la tecnología así
como el desarrollo y la capacitación de los recursos humanos son
esenciales para reducir las desigualdades. En algunos párrafos,
el documento recuerda ciertas corrientes de los anos 80 que parecen haber
tardado 20 anos en imponerse. Así, los 34 aseguran que la
democracia y el desarrollo económico y social son interdependientes
y se apoyan mutuamente. En ese sentido, se compromete a reducir
de aquí al 2015 en un 50% la proporción de las personas
que viven en la pobreza absoluta.
El primer punto del plan de acción se refiere al mejor funcionamiento
de la democracia. Allí se propone mejorar de manera considerable
los mecanismos electorales en su conjunto, incluido el acceso a los medios
de comunicación y los sistemas de supervisión internacionales.
Sin lugar a dudas, la cláusula democrática constituye el
elemento más novedoso de la declaración de Quebec: cualquier
ruptura inconstitucional del orden democrático en un
país del continente constituirá un obstáculo
insuperable para su participación en el proceso de Cumbres
de las Américas, dice el texto donde además se establece
que el mantenimiento y fortalecimiento del Estado de Derecho y el
respeto estricto al sistema democrático son, al mismo tiempo, un
propósito y un compromiso compartido, así como una condición
esencial de nuestra presencia en ésta y futuras Cumbres.
Según dijo el presidente De la Rúa, la cláusula
democrática incorporada se dirige a consolidar la estabilidad de
los gobiernos que surjan de la voluntad popular, en el convencimiento
que la democracia es donde se realiza en plenitud la persona humana.
Hubo no obstante una voz discordante. El presidente de Venezuela, Hugo
Chávez, firmó la declaración con dos reservas anotadas
en el textooficial. Chávez se opuso al término democracia
representativa, al que quiso reemplazar por democracia participativa.
El mandatario venezolano explicó a la prensa que la democracia
representativa había sido en su país una trampa
que permitió a los políticos corruptos robar fondos públicos.
Chávez también objetó el plazo máximo de diciembre
del 2005 para la entrada en vigencia del ALCA porque, afirmó, necesita
someter el tratado a un referendo bajo su nueva constitución. Con
todo, los presidentes dieron un impulso a las negociaciones del ALCA con
la fecha de en enero del 2005 a más tardar para el inicio de las
negociaciones. Hecho sorprendente, los responsables políticos de
la Cumbre acordaron mejorar la transparencia de las negociaciones del
ALCA publicando el borrador de los trabajos. De la Rúa dijo en
su discurso de clausura que hacía falta una mayor explicación
del acuerdo a los pueblos americanos. No sin humor, el presidente declaró
que la próxima cumbre en Argentina seguramente no precisará
vallas para detener a los que vengan a protestar, sino espacios para quienes
vengan a aplaudir cuando se está trabajando para el beneficio y
el progreso de los pobres.
Mucho más drástico, el mexicano Vicente Fox aseguró
que entramos al siglo XXI con el pie derecho. Estamos reconociendo
errores que quizás cometimos en el siglo XX. Fox puso de
relieve el apoyo dado por la Cumbre al Plan Colombia y el presidente colombiano
Andrés Pastrana aprovechó una de las menciones de la declaración
de Quebec para pedir a las fuerzas irregulares que cumplan
con los compromisos adquiridos en las negociaciones de Los Pozos.
En el plano de la financiación, el presidente del BID adelantó
que el banco disponía de 40.000 millones de dólares para
financiar el desarrollo de América Latina en los próximos
cinco años. El presidente del Banco Mundial, James Wolfensohn,
ofreció entre 12.000 y 16.000 millones de dólares para los
próximos tres años. Pero esas sumas no conforman a quienes
recuerdan que entre las cumbres de Miami, Santiago y ésta se han
acumulado más de 500 mandatos que duermen el sueño de la
falta de presupuesto.
No
construyan una Europa
José
Bové es el campesino rebelde por excelencia. Salió
a la luz pública hace algunos anos cuando desmontó
pieza por pieza un McDonalds y encarnó la batalla contra
la mala comida. Su discurso pegó fuerte en Francia,
tanto más cuanto que Bové defendía el roquefort
francés contra las barreras arancelarias norteamericanas.
Desde entonces es el protagonista de muchos combates en los cuatro
puntos cardinales del planeta. Estuvo en Porto Alegre, en Davos,
en la marcha zapatista y, ayer, en Quebec. Para Bové, líder
de la confederación campesina francesa, el ALCA es una trampa
tan peligrosa como el infierno.
En este proyecto de zona de libre comercio lo más significativo
es que están tratando de imponer a 800 millones de habitantes
una lógica de mercado libre, explica Bové, de
destrucción de las barreras y de modificación de las
legislaciones nacionales para adaptarlas a los intereses de las
grandes multinacionales. Lo que pasa acá es que están
construyendo una Europa. En vez de partir de una voluntad política
de construir una zona que permita el equilibrio y el desarrollo,
lo que se hace es imponer la voluntad y la libertad de las multinacionales
para que puedan desarrollarse. Pero todavía la ALCA no se
hizo y mientras no sea una realidad el combate no está perdido.
Destaco que cada vez hay más gente que protesta, que está
en movimiento. Hoy sentimos que los gobiernos están perdiendo
su legitimidad en relación con los movimientos ciudadanos
que se desarrollan.
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De
subsidios no se habla
Por
más que se busque en las 50 páginas de la declaración
final, las palabras subsidios, proteccionismo,
barreras o problemas agrícolas, no
serán encontradas. Por un breve momento apareció en
el discurso que el presidente Fernando De la Rúa pronunció
ayer en la última sesión plenaria de la mañana.
El texto oficial distribuido a la prensa dice así: Esperamos
que la próxima cumbre nos permita anunciar al mundo que hemos
cumplido nuestro objetivo y que la zona de comercio continental
es un logro que permite eliminar progresivamente las barreras al
comercio y a nuestras inversiones. Sin embargo, el texto leído
fue otro. Allí donde decía eliminar progresivamente
las barreras apareció, en letra manuscrita impulsarán
el comercio, las inversiones y el acceso a los mercados.
Según reconoció un experto de la delegación
argentina, lo que ocurre es que con el ALCA hablamos de fechas
pero no de contenidos. Recién en mayo de este año
vamos a empezar a conversar de contenido. Así, cuando sepamos
qué está sobre la mesa vamos a saber a donde vamos.
Sin subsidios ni tema agrícola el ALCA es una conversación
entre personas con ambiciones muy civilizadas. Por eso para nosotros
lo más importante es mantener lo más fuerte posible
al Mercosur.
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