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OPINION

La lógica de Sharon

Por Claudio Uriarte

El atentado de ayer por la mañana en la localidad israelí de Kfar Saba, en que murieron un médico israelí de origen argentino y el terrorista que llevaba la bomba, además de causar unos 40 heridos, refuerza la compleja lógica político-militar que ha estado desplegando el primer ministro Ariel Sharon durante sus seis semanas en el poder. Desde luego, esa lógica descansa en un repertorio instrumental mucho menos unilateral y fatídico que el previsto por los enemigos propagandísticos del líder del Likud. Y la inestabilidad que pareció sugerirse en su amplia coalición de gobierno tras la breve ocupación del norte de la Franja de Gaza por las fuerzas israelíes el lunes pasado se esfuma otra vez en la compactación de las alianzas políticas detrás del imperativo de la defensa nacional mientras Israel se dirige hacia los festejos del 53º aniversario del Estado, este jueves.
La principal novedad de la incursión en Gaza el lunes no fue que ocurriera, sino la reacción inusualmente dura que produjo en una administración norteamericana dominada por los intereses petroleros –y, por lo tanto, por el oportunismo hacia los árabes– y el rápido repliegue de Sharon tras 24 horas de una operación que el comandante militar israelí en Gaza había previsto que podría durar “días, semanas, meses”. Es que Sharon ha aprendido considerablemente de la importancia de la opinión internacional desde su invasión del Líbano en 1982, sin que por eso constituya un rehén de las tramas políticas del Departamento de Estado. Vale decir: luego de la abortiva ocupación de Gaza, Israel volvió a entrar dos veces más en los territorios palestinos plenamente autónomos, al tiempo que sus fuerzas han agregado misiles tierra-tierra a los tanques y helicópteros con que el gobierno anterior de Ehud Barak había tratado de detener la guerra.
Pero esto es sólo parte de la operación: la otra mitad viene compuesta por la relajación por Israel del cierre de los territorios palestinos, y por la reunión de seguridad que israelíes y palestinos concluyeron en el puesto fronterizo de Erez horas antes de que estallara la bomba. Esta parte del dispositivo apunta a potenciar las brechas abiertas entre una conducción palestina caótica y una población civil donde los servicios de seguridad israelíes están empezando a detectar una creciente fatiga de guerra. Sharon –al contrario de Barak– mantiene todas sus instancias abiertas: golpea mientras negocia, aprieta mientras afloja.


 

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