Por
Silvina Friera
Una
obsesión de los sistemas totalitarios es eliminar cualquier espacio
de la realidad que estimule la crítica y la reflexión. Los
trabajadores de la industria editorial argentina sufrieron persecuciones,
amenazas y torturas. Muchos fueron secuestrados y aun permanecen desaparecidos.
El momento culminante del genocidio cultural de la dictadura sucedió
en la mañana del 30 de agosto de 1980, en un terreno baldío
de Sarandí, cuando la policía de la provincia de Buenos
Aires quemó un millón y medio de libros y fascículos
publicados por el Centro Editor de América Latina (CEAL), ante
la presencia de Boris Spivacow, el principal inspirador de la obra de
Eudeba y director del CEAL. En esa quema se consumieron clásicos
de la literatura argentina y universal, textos de orientación política,
series de historia y entrevistas con escritores. Spivacow estaba acompañado
por un fotógrafo, Ricardo Figueiras, el marido de la escritora
Graciela Montes, y Amanda Toubes, directora de la colección Nueva
del CEAL. Como el editor había denunciado la desaparición
de libros y fascículos, los uniformados apelaron a un prolijo eufemismo:
La policía argentina quema pero no roba. La meticulosa
obsesión por demostrar que no eran ladrones permitió que
quedara testimonio de una de las historias más absurdas sobre el
cercenamiento a la libertad de expresión.
Casi 21 años después, en la Feria del Libro se hará
hoy un homenaje a Spivacow, que murió en 1994, y fue precursor
en la publicación de clásicos de la sociología como
El miedo a la libertad de Erich Fromm y Cultura en Samoa, de Margaret
Mead. Después del homenaje, organizado por la Cámara Argentina
del libro y la Fundación El Libro, previsto para las 17 en la sala
Cortázar, se presentará la escultura Fuegos de libros,
instalación de Ariel Mlynarzewicz, basada en una idea original
de Carlos Alonso, que se exhibe en el hall central del predio de la Rural.
Participarán familiares del editor y la escritora Beatriz Sarlo
amiga personal e integrante del equipo de Eudeba y del CEAL,
actuarán la actriz Cipe Lincovsky y el dúo Vat-Macri. Cuando
llegan los bárbaros lo primero que hacen es quemar libros, porque
son los que ayudan a pensar a la gente, explica Lincovsky a Página/12.
Lo mismo hicieron los nazis en el 33 en Berlín agrega
la actriz. Todo lo que olía a cultura y sabiduría
lo destruían. En 1978, los militares le iniciaron un juicio
a Spivacow por infringir la ley 20.840, que penaba la publicación
y distribución de libros subversivos. Textos de Karl Marx,
Augusto Comte, Federico Nietzsche, León Trotsky, Mao Tse Tung o
colecciones emblemáticas como Historia del Movimiento obrero, Los
hombres de la historia, Historia de América Latina en el siglo
XX y El país de los Argentinos, eran catalogados como contrarios
a los principios sustentados en la Constitución Nacional.
Irene, hija de Boris, menciona la detención de los 14 empleados
del Centro Editor, la clausura de sus depósitos y la pérdida
de todos los libros. La madre de Boris era una judía de izquierda
que estuvo presa en Rusia por sus actividades revolucionarias contra el
zarismo. Spivacow puso el caso en manos de un abogado y se presentó
a declarar ante el juzgado de La Plata, donde estaba radicada la causa.
Cuando fue a declarar, le preguntó a mi hermano: decime vos
que sos médico ¿si me torturan qué puedo decir, que
estoy enfermo del corazón o que tengo diabetes?, recuerda
Irene. Finalmente, el juez De la Serna le permitió retirar aquellos
textos que no habían sido objetados como subversivos.
Irene evoca la sensación de su padre después de la quema.
Le daba rabia e impotencia pero nunca tuvo una reacción de
desesperación, subraya Irene. Como buen judío aplicó
el recurso ancestral de suplantar el dolor por la ironía y su forma
de combatir fue editar una nueva colección. Al margen de
lo simbólico, de que la quema de libros significaba incinerar pensamientos,
para los dictadores leer era peligroso, analiza la escritora Graciela
Montes, a partir del lema de la feria en esta edición: El
placer de la lectura. A los censores les parecía urticante
que los jóvenes manejaran algunas ideas, creían que la lectura
era activa y que podía transformar a las sociedades,
concluye la escritora.
Estas son
las principales actividades para hoy:
18.30: Mesa redonda:
Vulnerables: un clásico del futuro, con la participación
de Alfredo Alcón, Rómulo Berrutti, Jorge Marrale,
Adrián Suar y Soledad Villamil (Sala Leopoldo Lugones).
19.30: Presentación
de libro: ¿Qué ven cuando nos ven? Los hombres hablan
de mujeres, de Mariana Perel, con la actriz Mariana Brisky. (Sala
Julio Cortázar).
20.30: Mesa redonda:
El genocidio armenio y los derechos humanos, con la participación
de Estela Carlotto, Diana Conti, Roberto Malkassian y Eugenio Zaffaroni.
21.00: Mesa Redonda:
Homenaje a Scholem Aleijem, con la participación de Saúl
Drajer, Rudy y Ester Szwarc.
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