Todo
lo organizaba en Roma el embajador (Carlos) Ruckauf, pero él no
operaba directamente, tenía un banquero que se llamaba Giorgio
Di Lorenzi. La acusación del empresario italiano Vittorio
Serri se oyó ayer por varias radios porteñas. Serri demandó
al Estado argentino con el argumento de que fue extorsionado con pedidos
de coima cuando gestionaba un crédito para construir en el país,
en 1990, 50 estaciones de servicio de gas natural. He tenido que
poner un millón de dólares como garantía del pago,
dijo ayer. Luego no me lo devolvieron, se quejó. Los
relatos que hizo públicamente y ante los investigadores de la Oficina
Anticorrupción (OA) que analizan el caso, comprometen no sólo
a Ruckauf sino a otros ex funcionarios menemistas como el propio Carlos
Menem, Emir Yoma, Karim Yoma, José Luis Manzano, Miguel Angel Vicco
y Roberto García. La OA denunciará ante el juez Gabriel
Cavallo en principio a los Yoma.
Si usted no paga, el business no se hace, no se hace, contó
ayer Serri que le advertían en nombre del gobierno
argentino. Me impusieron poner un millón de dólares
de garantía del pago, ¿capito?, añadió.
Di Lorenzi era el cajero, aclaró. Ocurre que, aunque
Serri pagó una porción de lo que le pedían, no pudo
concretar el negocio que, en cambio, benefició al grupo empresario
Castiglioni-Braghieri, conocidos por haberle regalado una Ferrari al ex
presidente Menem. Yo he pagado tiempo atrás a Di Lorenzi,
después no se sabe donde terminó el dinero, le dijo
a Página/12. Con todo esto yo he perdido millones de millones
de dólares, protestó.
¿Ruckauf participó de esa negociación? le
preguntó este diario.
Había una serie de personajes involucrados, también
con la famosa Ferrari, con Menem cuando estuvo en Milán por el
campeonato mundial de fútbol. Llevo ya un pleito de ocho años
contra el gobierno argentino, otro en los tribunales de Parma y otro en
Madrid. Eran muchos que operaban en Roma a través de Di Lorenzi,
que era el representante del Banco de la Ciudad de Buenos Aires en Roma,
que tenía amistad con mucha gente, entre ellos el embajador argentino
en Italia, Ruckauf.
¿Usted hablaba sólo con Di Lorenzi o con alguien más?
Hablaba con Di Lorenzi, y he hablado con el (ex) embajador. Pero
el embajador no me habló ni de coima ni de nada, no es ningún
loco. Acá la gente que está a nivel alto no habla de eso,
pero después regalaron lo de la Ferrari. (Karim y Emir) Yoma, García
(fallecido diputado del PJ), Manzano (ex ministro del Interior), estaban
todos en esto.
Hacia fines de enero, cuando se supo que el director de investigaciones
de la OA, Manuel Garrido, viajaría a Italia para interrogar a Serri,
Ruckauf salió a decir que le parecía bien que se investigue
toda denuncia, pero sugirió al ministro que tenga cuidado
porque creo que algunos intentan ganar dinero inventando juicios contra
el Estado. Ayer, sin embargo, no abrió la boca.
La denuncia que presentará la OA ante la Justicia federal involucrará
en primer término a los dos ex cuñados de Menem: Emir Yoma,
que a comienzos de los 90 era su asesor, y Karim Yoma, que tenía
el cargo de secretario de Asuntos Especiales en la Cancillería
desde el cual hacía un seguimiento del Programa de Relación
Asociativa Particular entre Argentina e Italia. Serri dice que mantuvo
contacto telefónico con los dos Yoma, y que también se reunió
en las oficinas de Emir en Buenos Aires.
En la OA cuentan con pruebas documentales y testimonios que, al parecer,
acreditan que hubo un pedido de coima. Serri, por su parte, está
más que desesperado por cobrar una indemnización de parte
del Estado argentino.
Teléfono
descompuesto
Por
Horacio Verbitsky
Toda
la prensa nacional y parte de la internacional reprodujo las acusaciones
del diario español El Mundo y del contador mendocino Luis
Balaguer contra el ministro de la Corte Suprema de Justicia Enrique
Petracchi, de haber recibido pagos de Telefónica de Argentina
para votar en favor del rebalanceo telefónico. Balaguer declaró
el viernes en tribunales que Petracchi cobró ese dinero.
La diputada Elisa Carrió sólo confirma que vio su
nombre en los papeles. Es útil cotejar esas afirmaciones
con datos objetivos.
En 1997 el Poder Ejecutivo firmó el decreto 92, cuyo artículo
2º modificó la estructura tarifaria telefónica.
La Asociación de Protección del Consumidor y el Defensor
del Pueblo de la Nación adujeron que implicaba un aumento
injustificado, contrario a la Constitución, a la ley de convertibilidad
y al pliego de la licitación del servicio. Dos jueces de
primera instancia, la Cámara Federal de Mendoza y la Sala
III de la Cámara en lo Contencioso Administrativo Federal
concedieron los recursos de amparo presentados por Prodelco y el
Defensor del Pueblo. Telefónica y el Estado Nacional recurrieron
a la Corte Suprema. La mayoría automática (Julio Nazareno,
Eduardo Moliné, Adolfo Vázquez, Guillermo López
y Antonio Boggiano) dijo que el aumento no violaba la constitución
ni las leyes, incluida la de convertibilidad. En cambio Petracchi,
Carlos Fayt, Augusto Belluscio y Gustavo Bossert dijeron que la
complejidad del tema y la falta de información hacían
imposible resolverlo en un recurso de amparo, que según el
artículo 43 de la Constitución es una .acción
expedita y rápida., sólo admisible cuando no
exista otro medio judicial más idóneo. Es decir
que dejaban en pie los fallos de Cámara contrarios a Telefónica
que suspendieron el aumento. Aparte de rechazar la apelación,
el voto de Petracchi fue el único que en forma explícita
rechazó la solicitud de Telefónica de que se acumularan
en el mismo expediente otros 64 pleitos similares de distintos tribunales
del país, que le eran desfavorables.
El mismo decreto 92/97 autorizó en otros artículos
a las empresas de telefonía celular del interior del país
a transmitir por vía satelital, sin pasar por las redes de
Telefónica y Telecom. Telefónica presentó un
recurso de amparo y un pedido de no innovar, que fueron concedidos
por el juez federal de La Plata Julio César Miralles y por
los jueces de la Sala III de la Cámara Federal de La Plata
Héctor Umaschi y Antonio Pacilio con la disidencia de su
colega Carlos Alberto Nogueira. De este modo, las compañías
del interior (entre ellas la del grupo Clarín) fueron obligadas
a seguir usando la red de Telefónica, y a pagar por ello.
Cuando el caso llegó a la Corte Suprema, un proyecto de los
jueces López, Belluscio y Boggiano propuso negarse a tratar
el recurso, en uso de las facultades discrecionales del artículo
280 del Código Procesal Civil y Comercial de la Nación,
que no obliga a expresar motivos. Esto equivalía a confirmar
el fallo de Cámara, en favor de Telefónica. Petracchi,
por el contrario, firmó un proyecto que revocaba la sentencia
de Cámara y obligaba a Telefónica a iniciar también
en este caso un juicio ordinario. Belluscio cambió su voto
y adhirió al de Petracchi. A los pocos días recibió
la visita de un emisario del ex ministro y asesor de Telefónica,
Roberto Dromi, que le reprochó el cambio de posición.
En un artículo publicado en esta página el 15 de febrero
de 1998 se afirmó que según colegas de Belluscio ello
obedece a que alguien cobró una suma millonaria por el voto
original, sin que el juez de la Corte lo supiera. Es decir,
Telefónica habría pagado por el voto suscripto por
Belluscio con López y Boggiano, no por el de Petracchi. En
el Acuerdo del 12 de febrero, la Corte iba a resolver la cuestión,
según versiones de prensa en contra de Telefónica.
Pero poco después de las 8 de la mañana de ese día
Telefónica y la Secretaría de Comunicaciones solicitaron
en dos escritos idénticos, con la misma máquina y
los mismos errores, la suspensión de los plazos. Ellitigio
se resolvió en marzo con un nuevo decreto presidencial, el
266, al gusto de todas las empresas involucradas. Telefónica
y el Estado Nacional pidieron el archivo de la causa y la Corte
lo dispuso el 7 de mayo de 1998. En un voto propio, Petracchi fue
el único de los nueve miembros de la Corte que, pese a ello,
insistió en revocar el fallo de Cámara favorable a
Telefónica, que en el futuro podría perjudicar a las
empresas del interior. En este momento, la Corte tiene a consideración
un recurso de Impsat contra el Estado Nacional, que autorizó
a Telefónica y Telecom a arrendar sus enlaces fijos a su
subsidiaria Startel para que preste servicios de transmisión
de datos en régimen de competencia. Petracchi firmó
un proyecto sobre el caso, el 11 de marzo de 1998. Tres años
después sus colegas aún no han tomado una decisión.
Mientras tanto, Telefónica continúa con la rentable
actividad impugnada.
La pregunta es entonces ¿por qué en los papeles del
Federal Bank que el Citibank entregó al Senado de los Estados
Unidos figura una transferencia de 580.000 dólares a nombre
de Enrique Petracchi? El juez de la Corte sostiene que nunca operó
con Federal Bank , del escribano Raúl Juan Pedro Moneta,
y que su cuenta en el Citibank nunca tuvo más de 150.000
dólares, que no es un ahorro inalcanzable para un funcionario
con cuatro décadas en el Poder Judicial. Dispuesto a rastrear
quién cobró ese dinero, Petracchi se autodenunció
a la justicia, pidió su juicio político a la Cámara
de Diputados y solicitó información a tres fuentes.
La embajada de los Estados Unidos le respondió que el Poder
Ejecutivo no podía interferir en una actividad del Senado.
El Citibank dijo que aunque la transferencia estuviera a nombre
de Petracchi, la cuenta era del Federal Bank por lo que no podía
informarle nada. La cáscara vacía del Federal Bank
no contestó. Nada más llamativo que ese silencio,
dado que el principal colaborador del escribano Moneta es un primo
del juez, el abogado Alberto Petracchi, a favor de quien figura
otra transferencia similar.
Dirigente justicialista que militó con José Octavio
Bordón y Nicolás Becerra pero luego rompió
con ellos y los denunció por hechos de corrupción,
el contador Balaguer fue identificado como uno de los diputruchos
sentados en las bancas del Congreso cuando debía votarse
la privatización del gas. En 1997 un juez provincial le dictó
la prisión preventiva y lo procesó por coacción,
a raíz de un incidente ocurrido durante el secuestro de documentación
de un juicio, en el que amenazó a médicos y empleadas
del Hospital Italiano. En 1998 el productor mendocino Eduardo Peñafiel
presentó una grabación de audio en la que se oye un
diálogo con el contador Balaguer. Peñafiel no había
pagado un crédito del Banco Nación y fue a la quiebra,
de la que Balaguer fue designado síndico. Según Peñafiel,
Balaguer le pidió 20.000 pesos para no investigar si había
transferido otros bienes para sustraerlos de la quiebra. Contra
ese pago yo me hago el boludo, miro para el cielo, dice
en la cinta, difundida en Mendoza por el Canal 7 y el Diario Uno,
de los amigos del escribano Moneta Daniel Vila y José
Manzano. Que las afirmaciones sobre Petracchi se hayan difundido
sin ser sometidas al más elemental análisis de razonabilidad,
testimonia el descrédito en que ha caído todo servicio
público luego de la devastadora década menemista.
Reaccionar contra ese deslizamiento cínico también
es defender la República. A ello apuntaron el jueves los
diputados Carrió y Gutiérrez al insistir en que es
necesaria
la mayor prudencia en el señalamiento de nombres en la investigación
por lavado de dinero, mientras no se cuente con pruebas concluyentes,
para que todo no se agote en una sucesión de escándalos
que salpiquen a inocentes y dificulten el establecimiento de los
mecanismos del Estado mafioso.
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