Nadie
duda que Israel se enfrenta a la peor ofensiva terrorista en años.
En privado, sin embargo, su gobierno agradece que la cifra de víctimas
no sea aun mayor. El atentado del domingo, que mató al médico
argentino Mario Goldín (ver historia de vida abajo), ocurrió
lo suficientemente cerca de una multitud como para haber acabado con muchos
más, de la misma manera que una explosión ayer en un mercado
cerca de Tel Aviv dejó sólo cinco heridos. Fue
un milagro, subrayó el jefe de policía. Otra bomba
estuvo cerca de volar un autobús repleto. Los números son
más inquietantes si se agregan las bombas colocadas pero desactivadas,
unas cinco por día, promedio que aumenta en tanto que se acerca
el aniversario del Estado israelí, pasado mañana. Y las
perspectivas de una solución negociada son por lo menos inciertas.
El primer encuentro de seguridad ayer entre palestinos e israelíes
duró apenas 10 minutos y fue sólo en un segundo encuentro
que se acordó, bajo fuerte presión del embajador norteamericano
Martin Indyk, una coordinación para terminar con la violencia.
Israel también aceptó aligerar del bloqueo económico
contra Cisjordania y Gaza.
En estos momentos, sin embargo, la política en el Medio Oriente
puede resumirse en términos puramente cuantitativos, como una especie
de carrera macabra entre la capacidad de los activistas palestinos de
preparar bombas y la de las autoridades israelíes para desactivarlas.
Desde el fin de semana, 18 artefactos explosivos fueron colocados contra
objetivos israelíes, de los cuales cuatro estallaron, dejando un
total de un muerto (el médico argentino, además del suicida)
y más de 50 heridos. De estas cifras también se desprende
que, por primera vez desde el comienzo de la Intifada, la ratio de víctimas
de ambos lados bordea la paridad. Si bien las cifras equivalentes palestinas
del fin de semana son mayores, 3 muertos (incluyendo ayer a un niño
de 12 años) y unos 60 heridos, se acercan más que nunca
con las israelíes. Y, según admitió ayer la inteligencia
israelí en una sesión cerrada del parlamento, las
organizaciones islámicas están incrementando su capacidad
militar... Lo peor está todavía por llegar.
Las organizaciones citadas estaban completamente de acuerdo. Ayer la agrupación
Hamas confirmó lo que muchos sospechaban y se adjudicó la
autoría del atentado del domingo en Kfer Saba. Imal Kabel
al Zibeidi, de 19 años, hizo estallar su cuerpo puro en medio de
esos cuerpos hediondos, se ufanaba un comunicado de su brazo militar,
las Brigadas Ezzedin al Wassam. Poco después, el Frente
Popular de Liberación Palestina (FPLP, la organización de
Abu Nidal) anunció que había sido un comando suyo el que
había puesto el coche bomba que estalló ayer en el mercado
al aire libre de Or Yeshuda, en Tel Aviv, dejando cinco heridos.
Fue en este contexto que la Autoridad Palestina emitió ayer lo
primero que se aproximaba a una condena al terrorismo. Interrogado sobre
los atentados en Tel Aviv, Arafat aseguró que nos oponemos
a cualquier forma de violencia contra civiles, sean israelíes o
palestinos. Horas antes, por otra parte, se había vinculado
de manera concluyente a su guardia personal (la Fuerza-17)
con los atentados luego de que su comandante en Ramalá, Mahmud
Damara, fuera detenido con cuatro de sus subordinados mientras preparaban
bombas. Pero el gobierno israelí decidió no hacer mucho
hincapié en ese hallazgo. Y es que la situación internacional,
con tanto la Unión Europea como Estados Unidos relativamente hostiles,
les es bastante adversa. Fue por eso que la figura que más habló
ayer desde el gobierno fue el canciller laborista Shimon Peres, quien
anunció que facilitaremos las condiciones de vida en los
territorios palestinos.
MARIO
GOLDIN, EL CORDOBES ASESINADO EN ISRAEL, SE FUE EN 1977
Vio
que la cosa venía dura y se fue
Por
Pablo Rodríguez
Según
cifras aproximativas aportadas por la Embajada de Israel en Buenos Aires,
hay unos 80 mil argentinos viviendo en el Estado hebreo, que llegaron
allí desde el momento mismo de su fundación, en 1948, pero
fundamentalmente en los años 60 y 70, y muy en especial
en la época del Proceso. Este es exactamente el caso de Mario Goldín,
el médico argentino que falleció anteayer en un atentado
suicida palestino en la localidad israelí de Kfar Saba, a 20 kilómetros
de Tel Aviv y muy cerca de la frontera con Cisjordania. En 1977, Goldín
emigró con su familia, su esposa Beatriz y Ariel, que tenía
apenas dos años de edad. No tenía que ver con que
su vida estuviera directamente en peligro, pero vio que el panorama era
muy oscuro y que si podía hacerlo, era mejor emigrar, dice
a Página/12 Néstor Alberto Goldín, primo hermano
de Mario y, según él, un muy buen amigo de él.
Mario no tenía familiares allá ni nada que se le parezca,
señala Néstor Goldín. En realidad, él
tenía la idea, muy cercana a los judíos en aquella época,
de pasar una temporada en un kibbutz. Era una fantasía, pero él
se sentía muy judío y le tiraba la idea de ir a Israel.
El había sido cantor en las ceremonias religiosas en el templo.
Cuando vio la posibilidad de que podía capacitarse allá,
y dada la situación del país, decidió trasladarse,
explica.
Mario y Beatriz eran cordobeses. Se habían recibido de médicos
en la Universidad de la provincia a mediados de la década del 70.
Se fueron a trabajar a Catamarca y más tarde se trasladaron a La
Pampa, donde Mario se desempeñó como médico rural.
Siempre buscó relacionar su trabajo con los principios de
solidaridad y de ayuda a la gente humilde, explica Néstor
Goldín. En esos años nació Ariel, el único
de los tres hijos del matrimonio Goldín nacido en Argentina.
La verdad es que yo lo quería mucho porque era una persona
sensacional, recuerda Néstor. Siempre me sorprendió
cuánto le gustaba lo que hacía y qué perfeccionista
era. En aquellos años, cuando venía a Buenos Aires, me pedía
que lo acompañara a recorrer librerías. Yo, por supuesto
aceptaba, me encantaba pasar el tiempo con él. Y veía que
hurgaba en las librerías y buscaba obras sobre acupuntura, y le
costaba encontrar algo, porque en esa época apenas se conocía.
Pero él era muy curioso, y aunque estaba lejos de un centro como
Buenos Aires, quería estar actualizado todo el tiempo. Le habían
dicho que la acupuntura era algo importante y hasta que no consiguió
obras sobre eso, que le costó, no paró, cuenta.
La especialización que eligió Mario una vez que llegó
a Israel fue la de rehabilitación y técnicas contra el dolor.
En un país como Israel, esto implica en buena medida toparse con
víctimas de bombas y disparos, ya sea del lado palestino o del
israelí. Pues bien, eso es lo que ocurrió, irónicamente,
con Mario Goldín. Trabajaba con soldados y heridos de accidentes,
gente que no tenía muchas esperanzas. El los puso en pie y los
sacó adelante a todos, no sólo físicamente sino con
cariño, declaró ayer a radio Continental Susana, la
hermana de Mario. Luego de la especialización, Mario comenzó
a trabajar en el Hospital Meir de Kfar Saba, donde trabaja Beatriz Goldín
y adonde otra vez, irónicamente hubiera sido trasladado
si no hubiera muerto en el acto en la explosión ocurrida en la
parada de colectivos de las calles Chernikowsky y Weizman, en pleno centro
de esa ciudad. Casi al mismo tiempo comenzó a trabajar, también,
en el Hospital de Rehabilitación Levinstein.
En esos primeros años en Israel nacieron los otros dos hijos del
matrimonio Goldín: Tamara (22) y Gilad (20). Tamara ya hizo el
servicio militar (obligatorio para mujeres y hombres en Israel) y Gilad
justo fue llamado de urgencia de la base militar donde está haciendo
la conscripción. Durante todos estos años, él
y su familia vinieron cuatro o cinco veces a la Argentina. Yo estuve con
él, charlamos mucho. La última vez fue hace muy poco, en
noviembre, por la muerte de su madre, relata Néstor. Y aunque
quería mucho a su país, no tenía intenciones
de volver.
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