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Romeo y Julieta, pero con el Holocausto en el medio

Osvaldo Bayer presentó en público su primera obra de ficción, la novela �Rainer y Minou�, que cuenta la historia, real, del amor imposible entre el hijo de un nazi y una argentina de familia judía.

Por Karina Micheletto

“La estricta realidad siempre cobra alas y supera en imaginación a toda ficción”. La frase, que parece hija de una idea de Rodolfo Walsh, está ubicada al comienzo de Rainer y Minou, la primera novela en la vasta obra del escritor Osvaldo Bayer. La historia tiene todos los elementos que Bayer parece prometer desde el título: aunque con otros nombres y en una geografía levemente diferente, Rainer, un intelectual alemán hijo del más sanguinario de los oficiales SS, y Minou, una joven argentina de familia judía, estudiante de cine, existieron y se enamoraron, y sufrieron por ello. Bayer dice con humildad que se encargó de transformar una novela de la vida real en un libro en que se tomó algunas libertades formales y dejó volar su pluma más alto que nunca.
Debutar con una novela con más de medio siglo de escritor de historias de no ficción, relatos periodísticos y guiones cinematográficos fue un desafío, contó Bayer al presentar su criatura en la Feria del Libro. “Nunca me había interesado el género, pero esta historia de la realidad tenía tantos detalles, tantas búsquedas en el amor entre dos seres, que no podía recurrir al método netamente histórico para contarla”, explicó el autor de La patagonia rebelde, Lo acompañaban el filósofo León Rozitchner, el escritor Juan Forn y el grupo Opus Cuatro, que interpretó un repertorio de canciones de amor. Bayer habló de una “historia de amor maravillosa, como todas las historias de amor” sólo que con inexorable destino trágico. “Osvaldo ha contado un mito que expresa todas las tragedias del mundo”, sintetizó Rozitchner durante su presentación. “Se trata de un libro sobre la herencia. Nosotros, los hijos de la tragedia, somos los que vivimos en la vida cotidiana las contradicciones todavía no enfrentadas en nuestra propia historia social”, remarcó antes de formular algunas de las preguntas posibles al contrastar una historia amorosa con el trasfondo de un genocidio: “¿Qué hacer con ese pasado tan horrendo que fue el nuestro? ¿Cómo enfrentar la vida después de Auschwitz y de la Escuela de Mecánica de la Armada?”.
Para Bayer, existen ciertos interrogantes irresolubles: ¿Tiene la culpa el hijo de los crímenes del padre? ¿Puede haber un amor entre una joven judía y el hijo del peor verdugo nazi? Para la comunidad judía que rodea a Minou la respuesta es que no, y ahí comienza el drama. “Uno de los personajes le pregunta a Minou si ella podría casarse con el hermano del asesino de toda su familia. Evidentemente no hay respuesta para eso, como para tantas realidades que no encuentran solución”, agregó. Al referirse al tema de por que contar esta historia, Bayer aclaró que “la novela no busca ser un código de moral, pero la descripción de la absoluta verdad puede servir para que alguna vez el amor derrote a la tragedia. Y también como una lección para los verdugos y los políticos que actuaron y actúan en regímenes que cometen crímenes de lesa humanidad: ¿Qué va a pasar con sus hijos y sus nietos? Van a pagar las culpas de los padres, sin ninguna duda”. Luego del acto, en una charla con Página/12, el escritor profundizó algunos aspectos de su último libro.
–¿Cómo conoció a las personas que inspiraron la novela?
–Ellos se acercaron a mí, primero ella y después él, en Alemania. Estaban profundamente enamorados. Él buscaba la oportunidad de hablar conmigo, y me hacía preguntas que yo no podía contestar. Me decía: “Yo no la entiendo... ¿Así son todas las mujeres argentinas? ¿Cómo hay que tratarlas?”. Así empezó la amistad. Al final terminé siendo más amigo de él que de ella, por eso me tocó tanto que él se suicidara, se dejara morir, y quise dejar un recuerdo y una enseñanza de todo esto. Es increíble que exista una problemática tan grave como para que dos seres que se aman no puedan llegar a una comprensión. Tal vez la única soluciónhubiera sido que huyeran a una isla del Pacifico, y que él perdiera la memoria, porque los crímenes del padre lo atormentaban constantemente.
–¿Qué respuesta cree que se encuentra desde la Argentina actual a la pregunta de qué va a pasar con los hijos de los verdugos?
–No puedo juzgar eso todavía, porque no conozco ningún caso. De los hijos de Massera se dice que son hombres de negocios, que trabajan con el dinero del padre. Yo vi a uno de los hijos de Massera en el juicio a los comandantes sonreír cínicamente mientras el fiscal hacia cargos contra el padre. Y de los hijos de Videla sé que algunos son militares, no sé nada más. Pero sin ninguna duda si no son los hijos van a ser los nietos los que van a preguntar. Hasta ahora no se sabe nada, y el periodismo no los ha investigado como sí hizo el periodismo alemán con cada uno de los hijos de los jerarcas nazis. Es una tarea por hacer, que tal vez se haga sola.
–Ahora que ya escribió su primer novela, ¿piensa seguir en la ficción?
–Debo decir que cuando empecé con la literatura me sentí absolutamente liberado. Estoy muy contento de haber descubierto este placer. Yo me levanto a las cinco de la mañana y escribo seguido hasta las ocho, sin dejar un solo minuto. Cuando escribió ficción me fluye todo como si alguien me lo pusiera en el cerebro. Investigar la historia es, en cambio, muy difícil: hay que consultar los documentos, los testimonios, etc. Así que ahora estoy iniciando una nueva novela sobre las décadas del 60 y 70 en la Argentina, el auge y la decadencia de la intervención de la juventud en la vida política. También se inspira en la historia real de una mujer enamorada, que no era guerrillera pero que de alguna manera coadyuvaba en eso. Ahora que le agarré el gustito a la novela, espero poder disfrutarlo.

¿La hora de la autobiografía?
“Siento un profundo respeto por la obra de Osvaldo Bayer y este libro me lo ha intensificado. Por la decisión de encarar la ficción de una historia tan poderosa, por la potencia expresiva con la que puso todos los detalles, y además por el coraje para poner al corazón como brújula estilística. Tengo una esperanza: que algún día Bayer escriba así su autobiografía, que se investigue de la misma manera en que contó esta historia” (Textual de Juan Forn, luego de finalizada la presentación).

EL JUEVES, UNA ENTREVISTA PUBLICA A JUAN JOSE SAER
Cavallo también habla en la Feria

El jueves, y no mañana miércoles, como estaba anunciado, el escritor Juan José Saer se presentará por segunda vez en la Feria del Libro, al conceder un reportaje público a la periodista Inde Pomeraniec, en la sala José Hernández, a las 19. Saer fue el orador principal del acto con que el jueves pasado quedó inaugurada esta XXVII edición de la Feria. Ese mismo día, a las 20.30, en la sala Jorge Luis Borges, el ministro de Economía, Domingo Cavallo,se referirá a su libro Pasión por crear, editado por Planeta, con la participación de Juan Carlos de Pablo, el coautor. Los memoriosos acaso recuerden que una anterior presencia de Cavallo en la Feria produjo un escándalo de proporciones, cuando fue atacado por un grupo que le objetaba buena parte de su historia política. Por otra parte, la editorial Planeta anunció que debido a problemas de último momento no participarán de la Feria la mexicana Angeles Mastretta y el brasileño Paulo Coelho, que había anunciado como dos de sus principales figuras.
Uno de los momentos más emotivos de lo que va de la Feria fue ayer la inauguración oficial de la instalación “Fuego de Libros”, de los artistas Carlos Alonso y Ariel Mlynarzewick, que recibe a los visitantes en el pabellón de entrada a la Feria. La instalación recuerda, con ironía y pudor, un hecho ocurrido el 30 de agosto de 1980, cuando en un baldío de Sarandí (Buenos Aires) las fuerzas policiales quemaron un millón y medio de libros y fascículos publicados por el Centro Editor de América Latina, secuestrados previamente de los depósitos de la editorial. La inauguración de ayer fue en el marco de un homenaje global a la mítica figura del editor José Boris Spicavov, el fundador y factótum de Eudeba y el Centro Editor de América Latina. En otro pasaje del homenaje participaron la escritora y pensadora Beatriz Sarlo, figurita difícil para la Feria, y la actriz Cipe Lincovsky. El editor Daniel Divinsky, uno de los dueños de De la Flor, comentó ayer en declaraciones al informativo matutino de FM Supernova su satisfacción por el hecho de que, por fin, la Feria homenaje a algunas de las víctimas de la represión a la cultura por parte de la dictadura militar. “Era una deuda que la democracia tenía consigo misma”, subrayó.

 

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