Por Silvina Friera

Blanco fácil de sus admiradores, Leonardo Favio firmaba autógrafos y agradecía elogios en la sala Jorge Luis Borges de la Feria del Libro. Con la complicidad y lealtad de la gente que lo escuchaba, en su mayoría tan peronista como él, el director repasó fragmentos de su niñez en Mendoza, su carrera como cantante con éxitos como “Fuiste mía un verano” o “Ella... ya me olvidó” y su vida como realizador comprometido con la cultura nacional y popular. Una pantalla de video, donde se proyectaba una selección de escenas de sus películas emblemáticas (Crónica de un niño solo, El romance del Aniceto y la Francisca, El dependiente, Juan Moreira, Nazareno Cruz y el lobo, Soñar, Soñar, Gatica, el mono y Perón, sinfonía de un sentimiento), ayudaba a reflejar mejor el particular mundo de Favio: “El hombre se realiza a partir de un compromiso para su comunidad y cada uno elige el camino que cree que es el mejor. Dentro de mi corazón está todo aquel que trabaja con el músculo o el intelecto, piense como piense, ellos son mi razón de existir como artista”, expresó el cineasta al comienzo de la charla entablada con el público, organizada por la Sociedad General de Autores de la Argentina (Argentores).
“Prefiero no hablar de política”, respondió Favio a Mónica Carranza, ex chica de la calle, que hoy da de comer a miles de chicos en sus comedores y que estaba entre el público. Ovacionado por la gente, y ante la insistencia sobre el tema en posteriores preguntas, el director precisó los motivos de su negativa: “Todos sentimos en nuestro estómago, en nuestro bolsillo, en la desesperanza, las mismas cosas, ¿en qué voy a abundar que ustedes no sepan?”. Favio, autocrítico y de muy buen humor, aseguró que es habitual en él ser un desastre en materia económica. “Salvo con Nazareno...y con Juan Moreira, en todas las demás pegué en el poste”, precisó respecto de la rentabilidad financiera de sus películas. Además, comentó que cada vez que empieza un film nunca sabe si lo va a terminar o si podrá pagar las expensas de su departamento. “No me puedo quejar, Dios ha sido exageradamente bueno conmigo, toda la vida hice aquello que se me dio la gana, vagar con mis amigos, tener una libertad casi imposible para un niño de Mendoza, tener amigos que aun perduran en mi memoria y mi corazón”.
“Mucha gente pasa por la vida viviendo en un contrafrente, Dios me dio la posibilidad de estar observando la vida desde el balcón y creo conocer todos los matices .confesó-. Cómo no agradecerle a Dios el que me haya permitido tener acceso a un arte tan quimérico y costoso como el cine. Poder realizarlo es una proeza y tengo la suerte de que se haya comprendido mi cine. Tantos pasan inadvertidos con mucho más talento que el mío...”. Para Favio, la dificultad del cine argentino no está en los realizadores, ni en el costo, porque estima que con las nuevas tecnologías será cada vez más barato. “El problema es la exhibición. La mayoría de las salas pertenecen al cine norteamericano y a las grandes corporaciones. Con un poco de imaginación creo que se puede revertir este fenómeno, tal vez recuperando las viejas máquinas de proyección y que cada municipio recupere una pequeña sala y la ponga en condiciones para poder exhibir cine nacional”, propuso.
El director anticipó dos de sus proyectos: Mateo 58, basado en el fragmento del sermón de la montaña y El poder del judío caifás. Como suele suceder cuando está estresado y sin plata para filmar, recurre al bálsamo de la música. En pocos meses saldrá de gira por América, Israel y España. “Se que mis canciones forman parte del inventario familiar del mundo de habla hispana y soy consciente de que se me va a recordar más por mis canciones que por mi cine”, pronosticó y admitió que gracias a la canción pudo comer mejor, pagar su departamento y conocer el mundo. Cuando lepreguntaron por qué no es funcionario del Instituto de Cine respondió: “No sirvo ni para organizar mi hogar y, además, acá ya se robaron todo”.
Después de los aplausos que festejaron la ironía, Favio señaló que el pueblo necesita gente capacitada, con vocación. “No tengo cualidad ni capacidad política, yo no soy un político .agregó-. La política no es mala, es una de las artes más bellas que existen, es conducir a los pueblos hacia su felicidad, pero es como un bisturí: depende en qué manos haya caído, en la de un inescrupuloso, un santo o un loco”. Finalmente, Favio detalló aspectos del documental Perón, sinfonía..., una obsesión que le costó más de 6 años de trabajo. Se restauraron 150.000 metros de película, un hecho inédito para la Argentina y el costo total del documental ascendió a un millón doscientos mil pesos. “Si hubiera tenido que pagar las miles de obras que utilicé no hubiera podido hacer la cuarta parte del documental”, puntualizó, para concluir: “Es la obra que más feliz me ha dejado”.

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