Por
Esteban Pintos
Desde Montevideo
La
era del gigantismo de Patricio Rey y sus Redonditos de Ricota, un agitado
período que ya supera
diez años en la abultada historia del grupo, iniciada en 1978,
ha convertido el análisis de sus shows en una materia que apenas
roza el fenómeno artístico. El fenómeno social,
que gana espacios en las páginas policiales y tienta a todo tipo
de ensayos filosociológico, con perfiles muchas veces malintencionados,
parece haberse comido el resto. Desde principios de los 90 a hoy, en los
shows del grupo casi siempre parece haber perdido la música. El
aura maldita que rodea a los Redonditos, una cadena de situaciones que
comenzó con la muerte de Walter Bulacio en los días posteriores
a uno de aquellos primeros shows en Obras de principios de los 90, limitó
notablemente la posibilidad de observar y pensar qué es y qué
hace este grupo de veteranos músicos de rock, convertidos tal
vez a su pesar, quién sabe en ídolos de masas. El
doblete de recitales en Montevideo con una convocatoria aproximada de
unas 35.000 personas, para la presentación en sociedad del nuevo
CD titulado Momo sampler, fue la saludable primera excepción en
una década de gases, heridos, detenidos, muertos y violencia por
sobre las canciones. Esta vez, hubo música y pocos sordos ruidos
de fondo. La enorme mayoría de los detenidos la primera noche fue
recuperando ayer la libertad. Anoche, no había en el Centenario,
al cierre de esta edición, nada demasiado diferente.
Los temas del nuevo CD, tocados íntegramente en estos shows por
primera vez, revelaron al público parte de la realidad interna
del grupo. Todo el mundo sabe que este disco fue pensado, elaborado y
ejecutado por los dueños de la productiva sociedad compositiva
Solari-Beilinson (El Indio y Skay), con nula participación de los
músicos a sueldo que completan la banda, en un revelación
brutal de que pasa puertas hacia adentro. Se trata de canciones que descienden
hacia catacumbas sonoras ya exploradas en el tecnológicamente sobrevalorado
Ultimo bondi a Finisterre, en que desfilan con otros nombres y situaciones
algunos de los personajes arquetípicos del bestiario ricotero,
descriptos por la pluma inspirada de Solari.
En vivo, esas canciones sumaron a la contundencia de una banda con dos
baterías, el protagonismo de la guitarra de Skay, que adquirió
dimensiones colosales. Saturadas de distorsión por momentos, siempre
fantasmales en su ritmo, oscuras en sus imágenes, las canciones
de Momo sampler podrían haberse convertido en la banda de sonido
terrorífica de las noches de tensión vividas en los últimos
shows en Buenos Aires, el año pasado en el Monumental. En el distendido
ámbito uruguayo, tomaron su verdadera dimensión e incluso
desde la pista que Solari deslizó promediando el set, al hablar
de Montevideo como una ciudad libertaria, pueden ser consideradas
como marcadamente políticas. La sucesión de La murga
de los renegados y Sheriff, dos marchas eléctricas
que parecen hablar de una sociedad en combustión completaron esa
idea. El no da más de la murga de esos renegados (la
clase trabajadora) en una canción, bien puede ser la contracara
exacta del parodiado pedido de mano dura para el hombre fuerte
(Ruckauf) de turno en la otra. Más allá de interpretaciones
al respecto, los 10 minutos de tensión musical que provocaron resultarán
inolvidables.
Lo que lleva a otro tema, central para tratar de entender el fenómeno.
En la historia del encumbramiento de Patricio Rey como mito nacional contemporáneo
con extensiones territoriales, como pudo verse en el Centenario,
las letras de las canciones parecen ser algo más que letras de
canciones. Solari ha demostrado ser un alquimista, un disparador de sentencias
que se clavan directo en el corazón y el cerebro de su público.
Y de ahí luego van a parar a las banderas, los trapos, el medio
de comunicación que tienen los de abajo para exhibir su pertenencia
y confirmarse en la adhesión casi religiosa (tan fiel como dogmática).
Parados sobre la historia, os Redondos pueden echar mano a una multiplicidad
de cartas ganadoras, infalibles himnos populares que despiertan ese sentimiento
la palabra de la que no pueden despegarse quienes intentan explicar
eso que les pasa con la banda, una suerte de expulsión de
demonios interiores y pequeña liberación, efímera
pero intensa como un orgasmo, de un entorno social asfixiante. El domingo,
por ejemplo, hits como El pibe de los astilleros, Preso
en mi ciudad, Vamos las bandas, Angel para tu
soledad y cada una, a su debido momento, provocaron una catarsis
colectiva impresionante. Mezcla de rabia, dolor, esperanza y locura esa
catarsis parece no tener parangón en la cultura popular argentina
contemporánea.
La
odisea del colectivero
Un
total de 56 seguidores de los Redonditos de Ricota, oriundos de Córdoba,
fueron detenidos ayer en la ciudad de Santa Fe, luego de causar destrozos
al micro en el que regresaban desde Montevideo. Soy un chofer
de una empresa de turismo de Villa Carlos Paz, estaba haciendo un
recorrido de Córdoba desde Montevideo con fans de los Redonditos
de Ricota y me encontré con la sorpresa de que me rompieron
todo el coche, explicó el atemorizado colectivero a la
policía. Entre los detenidos, provenientes de Córdoba
capital, Villa María y otras ciudades de esa provincia, hay
tres menores de edad y seis mujeres, en tanto el resto tienen entre
21 y 26 años. En la requisa al deteriorado ómnibus no
se halló droga de ninguna clase, pero sí muchas botellas
de fernet, tequila, cerveza y ginebra, entre otras bebidas alcohólicas,
informó la policía. Los ricoteros habían dañado
el micro en el viaje de ida a Montevideo, pero el conductor decidió
presentar la denuncia policial en la ciudad de Santa Fe al tornarse
insoportable la situación a bordo, cuando estaba por concluir
el viaje de regreso. |
LA
COBERTURA DE LOS MEDIOS URUGUAYOS
A
falta de fútbol, escándalo
El
lunes feriado en Montevideo tuvo su historia del día en los medios:
el show de los Redondos,
claro. Desde temprano, los canales de televisión mostraron aquello
que había sucedido en la noche del domingo y, a decir verdad, mantuvieron
un perfil decididamente moderado en su evaluación de los hechos.
A la mirada poco alarmista contribuyó el jefe del operativo policial,
comisario general Néstor Artigas. La mayoría de los
demorados son personas que se encontraban con alto grado de ebriedad y
algunos otros por tenencia de drogas. Hubo un caso de emergencia médica
por consumo de cocaína, pero en general todo se desarrolló
como en un partido de fútbol importante, detalló.
Acto seguido, el presentador de noticias del canal 4 Montecarlo minimizó
aquellos datos policiales que otros medios eligieron destacar. Tal el
caso del diario El País, que había agitado el fantasma de
la invasión y los posibles disturbios desde la semana
pasada, y que tituló en tapa: Decenas de detenidos en recital
de grupo de rock. En el interior de una de sus secciones, el encabezado
fue más explícito aún: marihuana, vino tino
y rocanrol, podía leerse. Otro matutino, Las Ultimas Noticias
fue más allá. Una noche a toda violencia: 143 detenidos
rezaba en tapa y completaba con una imagen de los pocos disturbios vividos
en las afueras del estadio, cuando el show ya había comenzado.
Por cierto que la mayoría de los medios eligieron, como sucede
en Argentina con cada una de estas movilizaciones redondistas, hacer foco
en los eventuales disturbios, de tal modo que poco y nada se habló
de la música en sí. En un día sin fútbol,
el tema central no podía ser otro. Desde la tarde, las radios sin
esas maratónicas transmisiones deportivas que las caracterizan
y la televisión, eligieron estar en vivo y en directo
desde el Centenario. Así, durante la tarde del domingo, cuando
apenas unos cientos de chicos acampaban en el parque Battle que rodea
al estadio, la noticia era una pareja de argentinos que había intentado
asaltar un minimercado. No hubo mucho más desde ahí en adelante
y sólo quedaron esas imágenes de un pequeño grupo
de peleadores callejeros tirando piedras y botellas durante unos diez
minutos, mientras las canciones se dejaban oír dentro del estadio.
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