Por Javier Lorca

Son unos 130 investigadores, todos doctorados en ciencias. Para formarlos, el Estado argentino invirtió alrededor de 70 mil pesos en cada uno durante los últimos siete años. Ahora están en un callejón sin salida: no se abrió el ingreso 2001 a la carrera de investigador científico del Conicet y se enfrentan con un año vacío, en el que perderán su trabajo y dejarán truncas sus investigaciones. “La mayoría ya se está yendo del país. No nos dejan otra opción. Los cargos posdoctorales afuera se consiguen; es más, ni hay que salir a buscarlos. Aceptan gustosos a investigadores doctorados en los que no tuvieron que invertir un peso”, contó a Página/12 Claudia Montanari, doctora en Física y una de las 17 personas que está reclamando al menos una prórroga de sus becas para poder seguir investigando.
El problema es que el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas nunca realizó el concurso para incorporar este año a los nuevos miembros de la Carrera de Investigador Científico. En el 2000 no hubo llamado. Recién el mes pasado se convocó al concurso de selección, pero para los que ingresarán, con suerte, en 2002. Mientras, más de cien becarios posdoctorales terminaron sus becas el 31 de marzo último.
La respuesta oficial, sostenida desde la Secretaría para la Tecnología, la Ciencia y la Innovación Productiva, es que aún no se giraron los fondos necesarios. “Hay un problema de flujo de fondos –dijo ayer uno de los colaboradores de la titular de la secretaría, Adriana Puiggrós–. La secretaria se reunió con los becarios y también con la Secretaría de Hacienda para intentar destrabar las partidas. La última información que tuvimos fue que había buena voluntad para resolverlo”, aseguró.
“La carrera de investigador del Conicet es la única salida que tienen los científicos en Argentina, porque las empresas no hacen investigación y no hay más alternativas”, explicó Cristina Ibarra, delegada gremial del Conicet. “Además –siguió–, ingresar en la carrera, si bien implica cobrar menos, también implica mayor estabilidad y empezar a tener acceso a una obra social, derechos que no existen para los becarios.” Las becas posdoctorales incluyen un sueldo mensual de 980 pesos. Y entrar en la carrera como asistente significa cobrar 750 pesos.
Los 130 casos involucran a investigadores que llevan siete años como becarios. “Fueron siete años de dedicación exclusiva –dijo Montanari, investigadora del Instituto de Astronomía y Física del Espacio–. Ahora estamos buscando trabajo como docentes o cualquier cosa.” Tras graduarse en la universidad, todos ellos obtuvieron por sus méritos académicos becas de iniciación en la investigación (dos años cobrando 750 pesos) y, luego, becas de perfeccionamiento (dos años, con otro de prórroga, con el mismo ingreso), al término de las cuales se doctoraron. Después de superar evaluaciones, siguieron su trayectoria dos años más con becas posdoctorales, las que acaban de concluir. El trabajo que desarrollaron durante esos años, y que el Estado financió a un costo estimado en 10 mil pesos anuales por becario, es el que ahora se vio interrumpido.
Del total de casos, la mayoría encontró soluciones alternativas. “Casi todos se fueron del país. Los que nos quedamos reclamando somos 17. A muchos de nosotros también nos hicieron ofertas para irnos, pero por muchas razones no podemos o no queremos. Yo tengo cuatro hijos acá”, contó Montanari.
El conflicto se suma a otro que el Conicet arrastra desde el último concurso para ingresar en la carrera, que se hizo en 1999. Aquella vez se presentó un millar de candidatos y sólo hubo cupo para 160. “Pero todavía no se concretaron esos 160 ingresos –dijo Ibarra– porque el Estado no liberó las vacantes. Esto es muy grave. Es una decisión política, porque el presupuesto ya está asignado”, protestó la delegada.

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