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Cómo funciona el mercado que define el riesgo país

El EMBI+ JP Morgan es el indicador que se traduce en la tasa de riesgo país, índice que castiga diariamente a la Argentina. Cómo se diseña y se hacen negocios con él.

Por Claudio Scaletta

Domingo Cavallo pasó de considerar que los “mercados” no existen a enviarles cartas conciliadoras. De tratar de miopes a los operadores a reflexionar que no había sabido comunicarse con ellos. El cambio no fue gratuito, el “mercado” redobló la apuesta, el riesgo país se disparó y concentró todas las atenciones. Pero lejos de la imagen idílica de competencia perfecta que gustan describir sus apologistas, con infinitos operadores comprando y vendiendo tras decisiones racionales, los “mercados” también actúan políticamente y la competencia, reproduciendo lo que ocurre en el resto de la economía, asume formas próximas al monopolio. Como la cotización del dólar en su momento, el nivel del riesgo país puede depender de la decisión de unos pocos operadores y, al igual que ocurría con la divisa norteamericana, no son pocas las ganancias especulativas que el proceso reditúa.
El argumento es simple e impera como lógica de hierro entre los analistas. Si el Gobierno no sigue recetas ortodoxas –”es lógico porque las inversiones están manejadas por liberales”, describió a este diario el operador de un importante banco– se genera la “desconfianza” de los mercados. Operadores de todo el planeta reaccionan entonces vendiendo títulos de deuda argentina que así se deprecian. Como los bonos tienen un valor nominal, la baja en su cotización significa que el rendimiento obtenido por el comprador será, a término, más alto. Las reglas de la economía dicen que una “tasa de interés” más alta responde al mayor riesgo corrido por el inversor.
Sobre este razonamiento, los bancos de inversión internacionales elaboran índices de riesgo. Cuando se habla del nivel del riesgo país de Argentina se trata de uno de estos indicadores generalizado como referente: el “EMBI+” (Indice de Bonos de Mercados Emergentes, por sus siglas en inglés) creado por el banco JP Morgan, no casualmente uno de los principales “hacedores de mercado” (market makers). Está compuesto por una canasta de bonos de mediano y largo plazo ponderada por su volumen de emisión (nunca inferior a los 500 millones) y por plazos de vencimiento. Existe un indicador general (integrado por 49 papeles de 14 países, aunque mayoritariamente de Brasil, Argentina, México, –65 por ciento– y, en menor proporción, de Rusia –7 por ciento–), otros por región y otros por países. La media de vencimiento actual de la canasta argentina es de 10 años y los bonos incluidos son principalmente los Brady y los Globales. Ese índice se traduce en el riesgo país, que es la sobretasa sobre bonos de EE.UU. que debe pagar un país por endeudarse
De los más de 90 mil millones de dólares que existen en bonos de deuda pública local, se estima que a diario se comercian, sumando todas las plazas, (Bolsa de Comercio, Mercado Abierto Electrónico y mercados internacionales –principalmente Wall Street–) entre 700 y 1000 millones de dólares. Las transacciones operan por vía electrónica y las variaciones de índices y cotizaciones se presentan on line en las pantallas de los brokers. En teoría, los “mercados” estarían representados por las decisiones autónomas y atomizadas de la suma de los operadores a lo largo del planeta. Sin embargo, todos los analistas consultados por este diario coincidieron en lo que podría denominarse “efecto manada”. “Si cualquier operador observa que los principales bancos internacionales están vendiendo, entonces empieza a vender”, describió a Página/12 el analista jefe de uno de estos bancos. Así, la rueda se pone en marcha con, proporcionalmente, poco dinero: 20 millones de dólares, por ejemplo, pueden iniciar una tendencia. Una vez iniciada, los bonos se deprecian y el riesgo país sube. Alcanzado el pico, los bancos comienzan a recomprar -ahora a menor valor– los bonos de los que se habían desprendido.
Entre los operadores internos también tienen un peso importante las AFJP. Entre el 50 y el 60 por ciento de sus carteras de inversiones están bonos locales. Aunque su comportamiento es menos especulativo, muchasveces deben vender durante las tendencias negativas para que la rentabilidad de los aportantes no se vuelva negativa.
El mito de los portfolio managers, por ejemplo de los multimillonarios fondos de pensión americanos, decidiendo porque se asustan de las declaraciones de funcionarios de países emergentes deja lugar a la voluntad de los Comites de Inversiones de los principales bancos internacionales que operan en América Latina, como Merril Lynch, Goldman Sachs, Lehman Brothers y JP Morgan-Chase, pero también Galicia, RíoSantander, Francés, Deustche, ABN Amro y BankBoston.

 

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