Por José Natanson
Consciente de la importancia
de los contactos personales en política, Domingo Cavallo se acercó
ayer al departamento de Raúl Alfonsín en Barrio Norte con
un mensaje de tranquilidad. Son sólo un par de días,
prometió el ministro sobre la crisis financiera que atraviesa el
país. Después intercambiaron elogios, criticaron a los especuladores
que apuestan contra el peso y coincidieron en la necesidad de apurar la
salida de Pedro Pou. Y demostraron que, a pesar de décadas de rechazos
cruzados, en momentos de crisis pueden conversar como si se tratara de
dos viejos amigos.
Cada vez más lejos del acartonado economista que supo ser en un
principio, Cavallo armó el encuentro ayer por la noche. Fue una
típica reunión política: sin un objetivo preciso,
sirvió para transmitir tranquilidad, intercambiar impresiones y
mantener aceitada la relación. Lo voy a saludar en su carácter
de presidente del partido. Es un hombre que tiene las mejores intenciones,
que está ayudando al gobierno de (Fernando) De la Rúa al
que yo pertenezco, fue la difusa explicación que dio el ministro
antes de la reunión.
Llegó solo al departamento de Alfonsín, a las tres y media
de la tarde, y se fue media hora después. Naturalmente, la charla
giró alrededor de la crisis económica. Cavallo dijo que
la ofensiva de los mercados no se compadece con la situación real
de la economía y que la tensión aflojará en cuanto
los operadores financieros se convenzan de que el Gobierno está
en condiciones de hacer frente a los compromisos de la deuda. Son
sólo un par de días más, prometió el
ministro.
Criticaron como al pasar la mala fe de los especuladores y pasaron a un
tema que los viene uniendo desde hace un tiempo: la necesidad de que Pedro
Pou abandone el Banco Central, una cuestión que ya está
casi resuelta (ver página ). Hay que apurar el tema para
acabar con la incertidumbre, dijo Alfonsín, que siempre equiparó
las recetas dolarizadoras de Pou con el demonio. Es más: ayer le
dijo a Cavallo que estaba de acuerdo con la posibilidad casi segura
de que Roque Maccarone asuma en el cargo. Es una buena elección,
sostuvo el jefe radical.
Evitaron el delicado asunto de la integración (o no) del cavallismo
en las listas de la Alianza, un tema del que Alfonsín no quiere
ni oír hablar, por lo que la breve reunión fue todo acuerdos.
En sintonía con la posición de apoyo que viene transitando
desde que Cavallo desembarcó en el Gobierno, Alfonsín le
pidió al ministro que no afloje. Por su parte, Cavallo
reconoció el respaldo del ex Presidente a pesar de las diferencias
ideológicas.
Cada uno se llevó lo suyo: Cavallo consiguió un nuevo respaldo
de Alfonsín (y por lo tanto del radicalismo); y el ex presidente
hizo su aporte a la gobernabilidad sin necesidad de exponerse demasiado.
El encuentro revela la novedosa corriente de simpatía que se ha
instalado entre los dos dirigentes. La de ellos es una historia plagada
de desencuentros, que comenzó en los últimos meses de la
gestión alfonsinista, cuando el radical acusó a Cavallo
de recomendar a los inversores extranjeros cortar los fondos a la Argentina.
Nunca se entendieron del todo: el año pasado, Alfonsín calificó
a Cavallo de border. Sin embargo, poco después el ex
Presidente revisó su amenaza de abandonar la Alianza si Cavallo
ingresaba al Gobierno: ¿quién hubiera dicho, hasta hace
poco tiempo, que la crisis los habría de ubicar en el mismo barco?
DE
LA RUA REUNIDO CON LOS OBISPOS
Con la agenda social
La Comisión
Ejecutiva del Episcopado católico, encabezada por el arzobispo
Estanislao Karlic (Paraná), se reunió ayer por la mañana
con el presidente Fernando de la Rúa, y entre otros temas los obispos
le plantearon al primer mandatario su preocupación porque la ayuda
social llegue de manera efectiva a todos los sectores de la sociedad.
Durante la reunión, que se celebró en la Casa Rosada y duró
aproximadamente una hora, De la Rúa hizo ante los obispos una larga
exposición de la coyuntura que vive el país y acerca de
las medidas que está tomando el gobierno.
La reunión, calificada como de rutina y de tono cordial
por fuentes oficiales, se produce después de la visita de De la
Rúa a la Santa Sede, donde se encontró con el Papa Juan
Pablo II y apenas una decena de días antes de la asamblea de la
Conferencia Episcopal que sesionará en San Miguel. El Presidente
estuvo acompañado por el Secretario de Culto, Norberto Padilla,
y junto a Karlic asistieron el cardenal Jorge Bergoglio (Buenos Aires),
el arzobispo Eduardo Mirás (Rosario), ambos vicepresidentes de
la Conferencia Episcopal, y el secretario del mismo organismo, el obispo
Guillermo Rodríguez Melgarejo.
Karlic y sus acompañantes le presentaron al Presidente la preocupación
de la jerarquía de la Iglesia porque la ayuda social del gobierno
llegue de manera igualitaria y eficaz a todos los sectores de la sociedad.
El tema social sigue siendo una de las preocupaciones centrales de los
obispos, tal como quedó de manifiesto en la mayoría de las
homilías pronunciadas con motivo de la Pascua. Dentro del Episcopado
existen algunas voces que piden una mayor y más eficaz acción
del gobierno en la materia y ello podría quedar de manifiesto nuevamente
en la próxima reunión plenaria de los obispos.
En el transcurso de la conversación celebrada ayer también
se abordaron cuestiones relativas a la educación y al proyecto
de ley sobre salud reproductiva ya sancionada por la Cámara de
Diputados, pero los participantes no brindaron información detallada
sobre lo dialogado.
Se supo en cambio que el Presidente ofreció a sus interlocutores
una amplia información sobre su reciente viaje al Vaticano, destacando
de manera especial la importancia que para el propio Fernando De la Rúa
tuvo el hecho de haber concurrido al encuentro con el Papa acompañado
por su familia. El viaje presidencial junto a sus familiares fue en su
momento objeto de críticas por parte de diferentes sectores de
la opinión pública y de dirigentes políticos, pero
los obispos no se pronunciaron sobre el particular.
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