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CAYO UNA BANDA QUE ROBABA CAJAS DE SEGURIDAD SIN USAR VIOLENCIA
Los émulos de Ladrón sin Destino

Los robos en varios bancos suman
por lo menos 7 millones. Entre los
11 detenidos hay un ex militante de Tacuara y un ex capitán del Ejército. Según la policía, usaban un dispositivo para copiar las llaves de las cajas.

Uno de los bancos elegidos por la banda. Los clientes encontraban
la caja misteriosamente vacía.

Por Horacio Cecchi

Se dedicaban a vaciar cajas de seguridad bancarias, al mejor estilo Al Monday, el Ladrón sin Destino. Sin violencia, sin dejar marcas, y supuestamente mediante un sencillo aparatito que, según los investigadores copiaba la clave interna de la cerradura. Embolsaron una cifra por ahora oscura, pero que supera con facilidad los 7 millones de dólares -sospechan que podría alcanzar los 12 millones– entre billetes, monedas de oro y joyas. Cayeron alrededor de 30 entidades porteñas, provinciales, y hasta uruguayas. Aunque pretendidamente pragmática, antes de cada asalto la banda confirmaba sus golpes vía estelar: apelaba a un pai y una mai umbanda, que hacían los sacrificios pertinentes para que el golpe tuviera éxito. Ayer, a las 6.30, después de un año y medio de seguimiento y más de 5 mil horas de videos y escuchas telefónicas, los federales de Delitos Complejos realizaron 26 allanamientos simultáneos para corregir el destino de los ladrones: 11 detenidos, entre ellos uno de los tres cabecillas de la banda, un ex Tacuara que participó en el sonado asalto al Policlínico Bancario en 1963, y un ex capitán del Ejército, con un arsenal en su casa.
La banda del guante blanco venía operando desde antes de diciembre del ‘99. Para esa fecha, ya había ocurrido una serie de misteriosos robos en cajas de seguridad bancarias. Sus dueños recién se enteraban cuando al abrir la caja descubrían que estaba vacía. Reunido un cúmulo de denuncias, los federales de Operaciones de Delitos Complejos encabezados por el comisario Carlos Sablich comenzaron la tarea de seguimiento. Hicieron falta “más de cinco mil horas de filmaciones y escuchas”, según describió uno de los investigadores, para llegar a comprender el sistema que empleaban.
El método fue definido por la misma fuente como “sencillo, casi rudimentario”: uno de los integrantes de la banda, con un documento trucho pero con foto propia, contrataba una caja de seguridad en un banco. Durante un tiempo operaba normalmente. Iba a guardar cosas a su propia caja. Pero aprovechaba los momentos a solas que conceden los bancos a sus clientes en la bóveda para elegir al voleo otras cajas. Los investigadores no aportaron otra explicación a la misteriosa apertura de las cajas que ese “aparatito especial” con que sacaban copias de las claves de las cerraduras.
“Nada de tecnología de avanzada –agregó–. Un adminículo absolutamente casero. Es un plástico que se introducía en la cerradura con un cañito de alambre, se giraba y dejaba marcadas las combinaciones internas. En los bancos, las cajas de seguridad tienen solamente seis combinaciones”. Después, con la copia de la combinación en el bolsillo, el hombre se dirigía al cerrajero, también integrante de la banda, donde reproducía la llave. “En treinta segundos hacían un desastre”.
“En las filmaciones se los veía entrar con maletines livianos, y al salir lo hacían con evidente peso”, señaló la misma fuente. La banda del guante blanco desvalijó al menos una treintena de entidades. Según fuentes judiciales, algunas entidades son el Bank of Boston de Callao al 200, el Lloyds Bank de Rivadavia al 2800 y de Santa Fe al 3000, y el Banco de Valores, de 25 de Mayo 311. También pasaron por sucursales del Galicia y del Río, y echaron mano a las cajas de bancos del Gran Buenos Aires, Rosario, Mendoza, Córdoba y hasta cruzaron el río para visitar algunas entidades uruguayas. En total, algo más de 70 cajas de seguridad. “Por ahora detectamos valores por cerca de siete millones de pesos, entre billetes, monedas de oro y joyas”, pero sospechan que la fuga fue de unos 10 a 12 millones. Fuga porque está prácticamente comprobado que los botines fueron girados a bancos suizos, más confiables para la banda.
Tanto rudimento para guante blanco tenía adosado un costado poco científico, pero necesario al fin: dentro de la banda tenían su rol destacado mai Coca y pai Daniel o pai Baba. Ambos, del rito umbanda, despejaban problemas y allanaban caminos ofrendando algún gallináceo antes de cada golpe en aras del éxito de la misión. Mai Coca, además, en suvivienda de General Lemos, en Avellaneda, tenía varios juegos de llaves maestras utilizadas como modelos para los juegos de copias a los que adosaban las claves de cada cerradura. Los investigadores tratan de determinar cómo llegaron a sus manos esas llaves maestras.
A pai Baba lo detuvieron en el templo, en Fray Luis Beltrán al 100. Pero fueron 26 allanamientos simultáneos. En Ayacucho al 100 fue detenido uno de los presuntos cabecillas, identificado como Horacio Rossi, ex Tacuara y con una historia particular: participó en el sangriento asalto al Policlínico Bancario, en 1963 (ver aparte). De un garaje de Riobamba al 300 fueron secuestrados cuatro automóviles pertenecientes a Rossi. Otra visita policial tuvo lugar en Mitre al 1.600, Avellaneda, donde fue detenido Jorge Sleiman, también supuesto líder de la banda del alambrecito. El tercer jefe del grupo permanece prófugo.
El operativo se extendió a Lobos, donde una comisión de Delitos Complejos, allanó una vivienda del barrio Escuela. Allí fue detenido el ex capitán Guillermo Lascuarin, de 41 años, que trabajaba como instructor de vuelo del Aeroclub de Lobos. Al revisar la casa, los investigadores descubrieron un arsenal: fusiles Fal, escopetas, carabinas recortadas, pistolas ametralladoras, cuatro granadas de mano y proyectiles antiaéreos.
En otros allanamientos, cayeron un médico y un cerrajero. En total fueron 11 los detenidos, a disposición del juez Roberto Grispo, subrogante del juzgado 28, y quedaron alojados en la división de Delitos Complejos.

 

“Son cerraduras falibles”

“Todos los peritos que intervinieron en las investigaciones penales determinaron que las cerraduras de las cajas de seguridad son todas falibles”, sostuvo la abogada Nydia Zingman de Domínguez, representante de más de 45 damnificados por vaciamiento de cajas de seguridad. Entre sus clientes, la letrada cuenta con clientes de algunas de las entidades visitadas por Rossi y sus colegas.
Zingman representó un leading case que sentó jurisprudencia en cuestiones de seguridad bancaria: el del denunciante Guido Kogan, quien en 1988 inició juicio al Banco de Mendoza, después de la falta de 8 mil dólares de su caja de seguridad. En el ‘94, el fallo resultó favorable a Kogan, sentando jurisprudencia. “Hay infinidad de métodos utilizados para abrir las cajas”, señaló la abogada. “En muchos casos, empleados infieles hacen una copia más de la llave del cliente, se habla de cámaras láser que se colocan dentro de las cajas antes de ser entregadas, se han abierto con pinzas. Los métodos son muchos, pero lo importante es señalar que el banco no cumple con el contrato de seguridad. Si la caja se puede abrir ya no es segura, que es el motivo por el cual cualquiera concurre a un banco para confiar su dinero o sus bienes en custodia”.
“Cuando sustraen algo de la caja de seguridad, hay modos de determinar lo que estaba depositado. En base a la jurisprudencia, los jueces no requieren una prueba sino indicios graves, concordantes y coherentes”. Zingman representa a damnificados por hurtos en sucursales del Banco Lloyds, del Boston, del Ciudad, del Francés sucursales Quilmes y La Paternal, y en el banco de la Bolsa de Valores, ocurrido este año.

 

Un currículum de novela

No fue la primera vez que el nombre de Horacio Francisco Rossi, de 65 años, tuvo resonancia pública: el 29 de agosto del ‘63, integró el comando del Movimiento Nacionalista de Restauración Tacuara que produjo el sangriento asalto al Policlínico Bancario, frente a la plaza Irlanda. El grupo, encabezado por el legendario Joe Baxter y que después tendría desprendimientos que derivaron en cuadros de los Montoneros, llegó al policlínico en una ambulancia, y abriéndose paso con una ametralladora de mano, robó 14 millones de pesos de aquel momento, dejando un saldo de dos muertos y varios heridos graves.
Un año más tarde, Rossi fue detenido. Fue condenado a 18 años, se le redujo la pena a 14, pero pasó menos de diez años en Devoto. Allí conoció al célebre François Chiappe. La esposa de Rossi, María Avelina González, hizo de correo de Chiappe. Rossi salió con los indultos del ‘73.
El 13 de abril del ‘77, el mismo Rossi volvía a participar en un hecho de repercusión internacional: el secuestro del presidente de la Fiat Francia, Luchino Revelli Beaumont, por cuyo rescate cobraron 3,6 millones de dólares. El ex Tacuara fue detenido junto a otros seis integrantes del secuestro, en julio de ese año. Poco después fue liberado por la justicia española.
Protagonizó varios asaltos más en Madrid, un secuestro extorsivo en Palma de Mallorca. Utilizó seis nombres distintos durante toda su carrera. En agosto del ‘79 volvió a caer preso junto a su mujer, mientras vivía en un lujoso chalet de Castelar, de donde es oriundo.
Ayer, a los 65 años, el ex Tacuara volvió a ser detenido en uno de sus departamentos, en la calle Ayacucho al 100.

 

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