Por Karina Micheletto
La pregunta sonaba a provocación,
a broma de mesa trasnochada o a personaje de Todo x 2 pesos:
El escritor comprometido, ¿está pasado de moda?
Cualquiera haya sido la intención del quien ideó el título
de la mesa redonda, puede decirse que la pegó. Los escritores Alvaro
Abós, Liliana Heker, Vicente Battista y Germán García,
y la crítica literaria Leonor Fleming, cada cual a su turno, se
encargaron de aclarar que moda y compromiso no hacen buena pareja. Se
trata de una pregunta retórica, que contiene en sí términos
que evocan contrarios. Que apoyemos esta iniciativa de la Fundación
El Libro no quiere decir que estemos de acuerdo con todo lo que hace,
aclaró Abós, coordinador del debate. Heker señaló
que lo que más daño debería hacer a un concepto
como el de compromiso es la palabra moda, porque justamente una de las
funciones del intelectual es señalar cuánto de innecesario
y trivial hay en una moda. Lo más lamentable que le pudo pasar
en determinada época al compromiso fue estar de moda, subrayó
la autora. Según Battista, pensar que algo inherente al ser
humano como el compromiso puede pasar de moda entra en el campo de la
frivolidad.
Organizada por la Comisión de Cultura de la Fundación El
Libro, la mesa transcurrió alrededor de la pregunta de por dónde
pasa el compromiso del escritor hoy. Para aproximar una definición
los expositores debieron remontarse a las épocas de las míticas
revistas El escarabajo de oro y El ornitorrinco, cuando era posible ser
o no ser sartreano, marcando a través de ese gesto un lugar en
el mundo. En aquellas épocas existía un mandato de
compromiso, cualquier obra tendía a ser juzgada de acuerdo a si
contribuía o no al cambio social que creíamos inminente.
Terminó desvirtuándose el sentido total que podía
tener la obra de arte, la expresión escritor comprometido
se gastó tanto que se transformó en la caricatura de sí
misma, opinó Heker. Hoy sabemos que el sólo
hecho de estar comprometido con la realidad no garantiza que una novela,
un poema o un cuento sean buenos. El mínimo compromiso que debemos
tener es que nuestras palabras sean mejores que el silencio, agregó
la escritora. Según Battista, las huestes de El escarabajo
de oro tenían una visión bastante clara de lo que
entendían por compromiso en literatura. En aquellos años
era muy difícil defender a Borges, porque él hacía
todo lo posible para no ser defendido, y pese a eso reconocíamos
su calidad literaria. O rescatábamos a Céline, aunque hubiera
sido colaboracionista de la ocupación nazi durante la segunda guerra,
recordó el autor de Sucesos argentinos.
García citó a Rodolfo Walsh, en cuyo diario personal, recopilado
en Ese hombre y otros papeles personales, puede rastrearse el trayecto
que recorrió hasta el compromiso más encarnado, y los interrogantes
que ese camino le abría a cada paso: El se planteaba una
alternativa falsa, opinó el escritor. El verdadero
compromiso es con aquello que uno ha dicho que va a hacer, con la palabra
empeñada, agregó. Para Fleming, el compromiso del
escritor hoy es íntimo, con lo innegociable de su condición
de artista: La nueva tabla de valores de la sociedad de la información
y del mercado modificaron la naturaleza y la dirección de este
compromiso, afirmó la crítica. Ser un escritor
comprometido supone una resistencia a los géneros de moda, a las
estrategias editoriales con sus cantos de sirena de marketing, tiradas
y anticipos.
La frase yo estoy comprometido con mis lectores es peligrosa
porque nos puede transformar en especies de Coelho, que confiesa hacer
lo que hace porque sus lectores se lo piden, disparó Battista.
Se puede escribir como Horacio Quiroga, por dinero, siempre que
el resultado sea un cuento de Quiroga. Un libro puede venderse como un
salchichón, pero debe hacerse como un reloj, como decía
Girondo, sintetizó Fleming sobre elfinal. La mesa se cerró
con la participación de un público más ávido
por emitir opiniones que por profundizar el debate. La pregunta seguía
rondando: ¿El escritor comprometido está pasado de moda?
La escasa concurrencia y el señor que sin reparo alguno se paró
a responder su celular en medio del debate, parecían ensayar una
respuesta posible.
Para
ir hoy
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16.00: Fundación
El Libro. Curso sobre escritores argentinos y latinoamericanos. Juan
Carlos Onetti. Dictado por Roberto Ferro (c/inscripción previa).
(Sala D.F.S.)
17.30: Taller: Cómo
se hace un guión, a cargo de Rodolfo Otero (c/inscripción
previa) (Sala A.B.C.).
18.00: Presentación
del libro Contracara, de Luis Bruschtein, que agrupa sus notas y contratapas
en Página/12. Participan José María Pasquini
Durán, Juan Sasturain y Stella Calloni. (Sala D.F.S.)
18.30: Rincón de
la lectura: Lo íntimo. Aída Bortnik leerá
cuentos de Anton Chéjov. Coordina Solange Ordóñez.
(Sala R.L.)
19.00: Mesa redonda: La
escuela pública enseña, resiste y sueña. Participantes:
Representantes de organizaciones de derechos humanos y del S.U.T.E.B.A.
(Sala A.B.C.)
Espectáculo de Maximiliano
Guerra y el Ballet del MERCOSUR, organizado por la Asociación
Amigos del Teatro Nacional Cervantes (Sala J.H.-L. L.).
20.30: Embajada de Cuba.
Mesa Redonda: Literatura joven cubana. Presentación
del libro Ganeden, de David Mitrani. Participan David Mitrani y Jorge
Timossi. (Sala A.S.)
Presentación del
libro en CD Marketing político, de la Fundación Konrad
Adenauer. (Sala J.C.)
Mesa redonda sobre Rock
y literatura. Coordina: Eduardo de la Puente (Sala J. H.).
Mesa redonda: La
cultura argentina como producto exportable. Fundación
El Libro. Participan Teresa Anchorena, Eduardo García Caffi
y Lino Patalano. Coordina Edgardo Nieva. (Sala V.O.)
Taller: Cuba: el
enigma del folklore perdido, a cargo de Joel Franz Rosell. Coordina
Eduardo González. (Sala R.L.).
21.00: Entrevista al cantor
Alfredo Abalos, a cargo de Alicia Cuniberti (Stand 117, Radio Nacional). |
EL
ANTROPOLOGO FRANCES MARC AUGE HABLARA DE VIAJES
El profeta del no lugar
Por Jacinto Anton
¿Qué hacen Lady
Di, John John Kennedy y el Tour de Francia en un libro de antropología?
¿Pueden ser objetos de esa ciencia como lo fueron los nativos de
las islas Trobiand? Sí, pueden, responde el célebre
antropólogo francés Marc Augé, en la medida
en que la antropología se interesa por las imágenes, por
el imaginario y por todo lo que da sentido a la vida cotidiana.
La presencia de Augé en Buenos Aires tiene que ver con la reciente
aparición de la primera edición en español del libro
de Augé, Ficciones de fin de siglo, que presentará con la
conferencia El viaje hoy en día, mañana a las
19 en la sala Leopoldo Lugones de la Feria.
Augé es una de las figuras más prestigiosas que visitan
la muestra este año. Su concepción del no lugar
sigue siendo germen de polémica, y seguramente el ámbito
de la Feria no estará ajeno a ella. Inteligente y audaz, su último
libro reúne varios ensayos sobre asuntos como el diseño,
el arte y la arquitectura desde el punto de vista del antropólogo,
los consagrados a acontecimientos mediáticos como las muertes de
Lady Di y John John, el Tour de Francia o el Mundial de fútbol,
y el dedicado a los viajes y la etnografía. El titulado Un
día un etnólogo es una suerte de autocrítica
al que somete a su obra un antropólogo ficticio y ¿Qué
está ocurriendo? es un singular experimento de antropología
personal tan sorprendente como su conocido ejercicio de etnología
en el metro parisino en el que el autor describe tres días
tal y como él los vivió.
Refiriéndose a los fenómenos deportivos, Augé destaca
que en esos acontecimientos el recuerdo se reactualiza sin cesar,
uniendo el pasado al presente, mezclando rito y mito. En un Francia-Italia
del Mundial de fútbol, escuché en el estadio a un espectador
que le decía enfáticamente a su hijo: Algún
día recordarás que estuviste aquí. Para los
mortales comunes, el acontecimiento deportivo es una ocasión para
medir su tiempo en relación con la historia.
La muerte de Lady Di es otra cosa, es el hecho inesperado. En la
antropología clásica vemos que hay dos acontecimientos objeto
de actividad ritual, el de calendario, y el sorpresivo, la muerte de un
rey, la guerra, lluvias excepcionales. Lo interesante en el caso de Lady
Di es ¿por qué fue un acontecimiento tan importante? Tiene
que ver con la construcción de imágenes, ficciones que sustituyen
la imaginación de la gente. Lady Di era una imagen, de hecho toda
una galería de imágenes: la joven princesa feliz, la esposa
traicionada, la mujer contra la familia, la encarnación de la globalización
humanitaria.
Augé está por una redefinición de la antropología:
El trabajo del etnólogo no puede ya definirse como antes.
Los grupos que se han estudiado tradicionalmente han desaparecido o están
cambiando radicalmente. El contexto ahora es mundial. Hay que estudiar
pequeños grupos, porque si no, no es posible abarcarlos.
De la emigración, dice que no es el objeto particular del antropólogo;
pero forma parte de los nuevos fenómenos que hemos de tener
en consideración. ¿Puede el etnólogo ofrecer
soluciones prácticas a los problemas de la emigración? Los
antropólogos pueden ayudar, pero como cualquier otro profesional
de buena voluntad.
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