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EL GOBIERNO REMOVIO A POU DEL BANCO
CENTRAL Y DESIGNO A ROQUE MACCARONE EN SU LUGAR
El expulsado por mala conducta se ató al banco

La remoción se decidió avanzada la tarde después de esperar vanamente que renunciara. Pedro Pou seguía anoche en su despacho, luego de que el presidente De la Rúa designó en acto público a Maccarone. Defenderá su cargo en instancias judiciales.

Fernando de la Rúa abraza a Roque Maccarone tras la designación. Cavallo aplaude satisfecho.

Por David Cufré y Raúl Dellatorre

Pedro Pou tenía hasta las 19.30 para presentar su renuncia. Pasada esa hora, el presidente Fernando de la Rúa firmaría el decreto de su destitución. Y así ocurrió. El decreto dice que Pou fue echado “por mediar mala conducta”. En su lugar, asumió en forma interina Roque Maccarone, quien deberá esperar a que el Senado ratifique su pliego para que su designación sea definitiva, por el plazo de seis años. Así terminó este capítulo de la larga disputa con Pou, aunque la historia todavía puede seguir. El banquero menemista que promueve la dolarización hizo saber al directorio del Central y a sus colaboradores más directos que no aceptará mansamente su despido. Ayer estuvo todo el día en su despacho redactando los fundamentos de su próxima presentación ante la Justicia para rechazar el decreto del Poder Ejecutivo que lo removió del cargo. Solicitará una acción de amparo para suspender la aplicación del decreto, y también del que dispuso el nombramiento de Maccarone.
El Gobierno esperó vanamente que Pou entregara su carta de renuncia, pero éste le quiere hacer pagar al Ejecutivo el máximo costo político por haberlo defenestrado. No sólo no atendió a los reclamos de operadores del Gobierno para que se fuera sin tensar más la cuerda, sino que empezó a preparar su defensa ante los estrados judiciales. En medio de ese clima beligerante, Maccarone asumió a las 20.30 en el Salón Blanco de la Casa Rosada, con la presencia de De la Rúa y el hombre que finalmente echó a Pou: Domingo Cavallo, acompañados además por la plana mayor de la banca local y extranjera, en un signo evidente del aislamiento en que terminó el ex hombre fuerte del sector financiero.
Después de la jura, el jefe de Gabinete, Chrystian Colombo, y Maccarone fueron hasta el Central a reunirse con Pou. Estuvieron allí durante 45 minutos y hoy volverán a entrevistarse. En medio de la gravísima crisis financiera, con el riesgo país arriba de los 1000 puntos, que Pou siga echando leña al fuego es lo menos indicado para que se restablezca la calma en los mercados. Pero sus hombres de confianza dijeron a Página/12 que está “furioso” por la forma en que se lo echó. Y que no se rendirá “hasta que se sepa la verdad”. Al menos, la suya.
El decreto que firmó De la Rúa por la noche justifica la remoción del jefe del Central en el consejo que recibió de la comisión bicameral que evaluó su desempeño. El Gobierno remarcó que su decisión se ajusta a la ley y que se cumplieron todos los pasos previstos en las normas. Para ello, se basó en el dictamen de la Comisión Bicameral que analizó la conducta de los directores del Banco Central en materia de preservación del valor de la moneda y superintendencia del sistema, pero sólo tomó en cuenta aquellos aspectos irrefutables en cuanto al incumplimiento de sus funciones que pudieran caber bajo la calificación de “mala conducta”. De las justificaciones expresas señaladas por la Carta Orgánica del Banco Central para habilitar la remoción del presidente, ésta es la única que claramente no requiere una calificación judicial.
El decreto de remoción abunda en consideraciones sobre las facultades del Ejecutivo para tomar una decisión de tal naturaleza. “El Banco Central de la República Argentina integra la Administración Pública Nacional y está sometido a una superintendencia esencial por parte del Poder Ejecutivo, cual es la de velar por el normal cumplimiento de las disposiciones contenidas en su Carta Orgánica”, señala, por ejemplo. No hay dudas de que a quien se le encargó la cuidadosa redacción de los considerandos, fue perfectamente instruido de las intenciones posteriores de Pedro Pou de recurrir a la Justicia buscando la impugnación de dicha disposición.
Aunque la Comisión Bicameral también recomendó la remoción del director Manuel Domper (en el cargo desde hace más de una década e identificado con el menemismo), el Ejecutivo sólo avanzó sobre el titular del Central. Pero ocupó dos cargos vacantes en el Directorio designando a Hugo Bruzzone(actual director del Banco Nación, vinculado a Maccarone) y a Felipe Murolo (del riñón de Cavallo).
La decisión de Pou de dar pelea -que por ahora Colombo y Maccarone no pudieron torcer- es el peor escenario para el Gobierno. Cavallo puede explicarles a los banqueros que operan en el país por qué se resolvió la expulsión del funcionario. Y hasta convencerlos de que era mejor cerrar de una vez ese frente de conflicto que seguir estirando la pelea, con las consecuencias que ésta tenía para la economía. Pero le resultará más complicado ganarse la confianza de los inversores externos si Pou les está diciendo todo el tiempo que su remoción fue por cuestiones políticas. El ex presidente del Central le haría un flaco favor al ministro si argumentara que su salida obedeció a que se quiso barrer el último obstáculo que frenaba los cambios en la Convertibilidad e impedía que se violara la autarquía del organismo.
La misión del FMI que se encuentra en Argentina informó a cada paso lo que iba sucediendo con Pou a las máximas autoridades del organismo. El jefe de la delegación, Tomás Reichmann, advirtió que el ex presidente del Central está decidido a embarrar la cancha. En Washington, todos los funcionarios de línea recibieron una comunicación ordenándoles guardar el más estricto silencio en torno a la puja entre Pou y el Gobierno. “Sabemos que el tema va para largo. Nadie puede hablar”, comentó a Página/12 una alta fuente del organismo, vinculada al “caso argentino”. Lo único que reconoció fue que la situación generada causa gran preocupación en el FMI por las repercusiones que pueda tener en la crisis de los mercados. También mencionó que el nombramiento de Maccarone no fue del todo bien recibido, ya que “se pone a un ex banquero a controlar a los banqueros”.
Desde Nueva York, el economista jefe de un banco de inversión que opera en Argentina graficó el desconcierto que existe entre los financistas con una comparación curiosa. “Hace dos años, en Nepal se designó como presidente del Banco Central a un ex banquero, que tenía fama de corrupto. Tiempo después se descubrió que el funcionario otorgó redescuentos a su ex banco, en condiciones nada claras. Por ese motivo el primer ministro lo echó del Central. Pero el funcionario no aceptó su expulsión y recurrió a la Justicia. El proceso judicial duró unos ocho meses. Finalmente obtuvo un fallo favorable, por lo cual Nepal tuvo en un momento dos presidentes del Banco Central, el que había designado el Gobierno y el que repuso la Justicia”, narró. “Nos parece increíble que ahora en Argentina pueda repetirse la misma historia, propia de uno de los países más pobres de la Tierra”, completó. El banquero que comentó la anécdota no recordaba cuál de los jefes del Central se quedó con el cargo. Aquí esa historia todavía está por escribirse.

 

Cuidado decreto para un ordenado despido

Los considerandos del decreto 460, que resuelve la remoción de Pedro Pou “por mala conducta”, es una pieza delicadamente estudiada para soportar cualquier ataque judicial que pudiera sobrevenir de una resistencia del actual titular del Banco Central a ser separado de su cargo. Apoyado en el dictamen de la Comisión Bicameral que analizó la conducta del Directorio del BCRA, el Ejecutivo tomó en cuenta sólo los cuestionamientos a la conducta “de quien debe liderar la entidad encargada de preservar el valor de la moneda”. En cambio, “no hizo mérito” a otras conductas que la Comisión calificó de “abuso de poder”. Así, el Ejecutivo se preservó de inmiscuirse en consideraciones que Pou podrá haber señalado como “prejuzgamiento”, por tratarse de calificaciones judiciales.
La remoción se asienta en “el cuestionamiento a la conducta (de Pou) si con su prédica y el impulso de decisiones financieras incompatibles con el objeto de preservar el valor de la moneda, propugna abiertamente la dolarización de la economía (...), proponiendo para ello un tratado internacional e invadiendo de tal modo competencias del Poder Ejecutivo Nacional y el Honorable Congreso de la Nación, amén de incumplir las propias”.
En sus considerandos, el decreto transcribe párrafos de la declaración de Pou ante la misma comisión, quien afirmó que “Argentina vive en una situación económica sumamente delicada, la situación fiscal está claramente fuera de las pautas fijadas por el FMI (...); es posible y altamente probable que en dos o tres semanas,meses o trimestres, dependiendo del optimismo del interlocutor, enfrentemos una nueva crisis pero esta vez de magnitud superior a la que vivimos hacia fines del año anterior”.
Y recuerda también el mismo decreto que, en carta dirigida al Poder Ejecutivo el 10 de abril, Pou asume una postura “fuertemente crítica de la exposición del señor ministro de Economía con motivo de la primera década de la convertibilidad, que contenía información obtenida en su condición de funcionario público (...) altamente confidenciales y con entidad como para provocar efectos gravemente negativos sobre el buen funcionamiento del sistema financiero por el que debe velar el Banco Central”. “A partir de entonces”, señala el decreto unos párrafos más adelante, “y en los días sucesivos comenzó efectivamente a vivirse en el país un estado de conmoción financiera que pone en riesgos los objetivos de crecimiento y bienestar”. Tomando en cuenta todos estos elementos y las facultades del Ejecutivo, se resolvió la remoción de Pou.

 

La banca se acomoda rápido

“Yo creo que los mercados recibirán positivamente la designación de Maccarone”, señaló a Página/12 Ricardo Gutiérrez, presidente del Banco Provincia, en los pasillos de la Casa Rosada, “y con mayor claridad ahora que se han alejado los que los perturbaban”, agregó en referencia a Pedro Pou, sin ocultar el abierto enfrentamiento que los separa. Con respecto a Maccarone, no ahorró comentarios elogiosos. “Es bien conocida su capacidad y su solvencia técnica, demostrada como titular del Banco Río y del Nación, y también por su actuación como secretario de Finanzas durante la crisis del tequila”, dijo. Chrystian Colombo, jefe de Gabinete, estimó tras la designación “en comisión” de Maccarone que no se espera que haya problemas para su ratificación en la Comisión de Acuerdos del Senado. “No va a haber inconvenientes”, señaló Colombo, que durante la tarde concurrió al Senado para informar la remoción del titular del Banco Central y elevar a consideración de la Comisión de Acuerdos la propuesta de su reemplazo por Maccarone. El jefe de Gabinete señaló que “no nos parece que este cambio vaya a repercutir negativamente en los mercados, ni provocar algún tipo de inquietud en el exterior”. A la designación de Maccarone, realizada en el Salón Blanco de la Casa de Gobierno, asistió una nutrida concurrencia –estuvo lejos de colmar sus instalaciones, como ocurrió en otras oportunidades– compuesta en forma altamente mayoritaria por banqueros. Eduardo Escasany, Manuel Sacerdote, Emilio Cárdenas, Miguel Kiguel, de los privados, y Enrique Olivera y Roberto Feletti, entre los banqueros oficiales, dieron el presente. Entre los ex funcionarios, llamó la atención la presencia de Mario Vicens, secretario de Hacienda en la gestión de José Luis Machinea. Y entre los que ocuparon el estrado, resultó curioso el “cuchicheo” intimista entre Domingo Cavallo y Aníbal Ibarra, mientras el locutor anunciaba los motivos del “solemne acto”, como lo calificó De la Rúa.

 

“SE REFIRIO A LA CONDICION DE JUDIOS DE BANCOS”
Obsesionado con el rabino

El dictamen de la Comisión Bicameral del Congreso que aconsejó la destitución de Pedro Pou fue contundente. Consideró que el ex titular del Central manifestó una “clara ineptitud”, “desidia y desinterés” en el cumplimiento de sus funciones y que su conducta “no estuvo a la altura de sus circunstancias ni en la medida de sus responsabilidades”. El pronunciamiento también señaló que Pou incurrió en “mecanismos reprochables” para imponer sus criterios y que, en materia de lavado de dinero, no controló eficientemente la normativa de la institución. Además, destacó que en sus declaraciones frente a la comisión “en sólo tres párrafos se refirió seis veces a la condición de rabino de unos de los banqueros involucrados”.
El dictamen no se limitó al análisis de la conducta del ex funcionario relativa a la controvertida cuestión del lavado de dinero –punto en el que sin embargo fue categórico– sino que se ocupó especialmente de la deficiente gestión en materia de “policía del sistema financiero” que Pou no sólo no ejerció, sino que negó explícitamente que le correspondiera.
La Comisión también reprochó la actitud del ex titular del BC en defensa de la dolarización en “foros nacionales e internacionales a los que concurría (...) en los que propiciaba abandonar la moneda nacional y utilizar el dolar USA como moneda de curso legal y forzoso”. Así, Pou no sólo “no defendió el valor de la moneda, sino que pretendió sustituirla por otra”.
En cuanto al lavado de dinero, amén de la falta de control sobre las normas dictadas por la institución –lo que significa incumplimiento de sus funciones– el dictamen señala que el ex funcionario dictó normas “pour la gallerie o esperando su cumplimiento espontáneo”. La Comisión se mostró sorprendida “por el comportamiento del ingeniero Pou, al admitir que conocía la vinculación entre el Banco República y el Federal Bank” y de que “no se haya mostrado molesto por la actitud reticente u obstruccionista del Citibank”, a la que incluso calificó de “prestigiosa institución”.
Pou, que gustaba denominar “bancos étnicos” a aquellos cuyos titulares pertenecían a la colectividad judía omitió en las 660 fojas de presentaciones “cualquier referencia a razas, pueblos o religiones”. Sin embargo, en su declaración frente a la comisión, además de insistir en la condición de rabino de uno de los funcionarios involucrados, “se refirió muchas veces más a la condición de judíos de bancos, de capitales, de clientes y de organizaciones”.

 


 

La logia, el barco, la timba, la bodega y Borges

Una personalidad extraña
que ni sus más estrechos colaboradores terminaron de descifrar fue el mandamás del Banco Central, que veía fantasmas por todos lados. Pedro Pou, con decenas de denuncias penales en su contra, tendrá su tiempo ocupado en desfilar por Tribunales.

Por Susana Viau

El viernes a mediodía los cuatro hombres recorrieron rápidamente el pasillo de la planta que aloja al poderoso y deshilachado fuero federal y llamaron el ascensor. Todos altos, todos vestidos de azul. Sin embargo, con sus más de dos metros de estatura, Pedro Pou se destacaba del resto.
Acababa de abandonar el juzgado de Jorge Urso. Sonreía y aún estaba convencido de que tenía resto para resistir el inminente desalojo del despacho de presidente del Banco Central. Desde hacía seis años, el segundo piso del Edificio Reconquista, agobiante con sus penumbras, su boisserie y sus sillones de cuero se había transformado en su bunker. Allí, armado de las amplísimas atribuciones que le confería una Carta Orgánica modificada por pedido suyo y redactada a su medida, había llegado a la convicción de que el núcleo duro del sistema financiero no le soltaría la mano y lo defendería hasta el final.
Era un espejismo. Necesitaba de un valedor político para hacer frente al drástico informe de la comisión bicameral que revisaba su gestión y ponía en cuestión los redescuentos otorgados a las entidades a horas de su caída, como había ocurrido con el Mayo, con el República, con el Basel; la fingida ignorancia de los informes que hablaban de autopréstamos y millonarias triangulaciones con bancos off shore, la tolerancia de administraciones desquiciadas con el pretexto de tequilas y caipirinhas. Fue Domingo Cavallo quien aceptó echarle un cable. Era un intercambio de respaldos, la continuidad contra la puesta en caja de los mercados. Duró desde ese mismo viernes de la visita a Comodoro Py hasta el día después, cuando al superministro le soplaron que los rumores de default salían de la usina de Andrew Powell, el súbdito británico que Pedro Pou había designado caprichosamente como Economista Jefe. Cavallo denunció una conspiración y volvió a bajar el pulgar.
Ahora Pedro Pou Canet podrá disfrutar de su nuevo barco, del curso de timonel que toma para maniobrar con “El Piojo”, el nombre de la embarcación que, por casualidad o exceso de ego, traducido al francés da su apellido: pou. No es el único hobby de este hombre extraño, nacido en Mendoza, uno de los tres hijos varones –Juan y Francisco son los otros– de una familia mallorquina que vivía con comodidad pero sin lujos de las ganancias que daba la panadería “La Balear”. Dicen que es hosco y tiene arranques de violencia inusitada, como el que lo llevó casi a ahorcar al profesor que lo había reprobado en una materia de la facultad. Dicen también que este ingeniero agrónomo tenía una inteligencia deslumbrante. Eso se dice. El incidente, vaya a uno a saber por qué, no truncó su carrera. Una vez graduado, viajó a Estados Unidos y regresó con un master en economía. Poco después se inicia su larga relación con el empresario Domingo Catena, una vinculación más duradera que el matrimonio con una de las herederas del grupo, una belleza, sobrina del jefe del clan. El joven ingeniero fue el encargado de interesar a los Greco en la compra del grupo Catena. Greco alcanzó a depositar sólo los 20 millones de la seña y la operación abortó. El Central había ordenado el cierre del Banco Los Andes y la justicia el encarcelamiento de su propietario. Greco perdió la libertad y los 20 millones. Los Catena retuvieron el dinero y la titularidad de sus bienes. Pedro Pou, también son dichos, recibió una cuantiosa comisión: sus primeros cinco millones, se murmura.
Fue por esas épocas que compró el nombre y la pequeñísima bodega a Edmundo J. Navarro Correa. En esa sociedad estaba su cuñado. Antonio Carrasco Catena. Aseguran los mendocinos que el hallazgo de la botella esmerilada que le daba identidad a los vinos hizo dar un salto en calidad a la industria de la provincia. La experiencia terminó para Pedro Pou con la división de bienes impuesta por el divorcio. No así la relación con Catena, que, si es cierto lo que rueda por los mentideros de Cuyo, ejerce el mecenazgo del CEMA, el equipo de economistas ultramontanos que Eduardo Bauzá, primo de Pedro Pou, alentó para relevar a un Domingo Cavallo que seestaba tornando intolerable para el menemismo.
El corte con Navarro Correa lo encontró bien situado como ministro de economía bonaerense durante el primer tramo de la dictadura. De allí saltó a la Nación, como asesor de José Alfredo Martínez de Hoz. Se cuentan muchas cosas que perfilan una personalidad inquietante: la obsesión por la especulación financiera, la adhesión a la logia semiesotérica de Los Caballeros del Fuego, el empecinamiento enfermizo. Un pequeño detalle habla de debilidad: no entiende a Borges. Y un profesor se encarga periódicamente de descifrar los textos para quien ha sido hasta hoy el ariete de la gran banca.

 

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