Por Horacio Cecchi
Más de medio centenar
de gargantillas de oro y plata, 32 pulseras de los mismos materiales,
50 trabas de corbata, 56 collares de perlas y demás, más
de un centenar de crucifijos, 200 prendedores, 121 colgantes, 35 lingotes
de oro, infinidad de monedas mexicanas también de oro. La lista
corresponde a joyería y valores resguardados en una caja de seguridad
del Banco Río, sucursal Congreso. Habían sido colocados
allí para mayor seguridad. El propietario de la caja: Horacio Francisco
Rossi, detenido y acusado de liderar la Banda de Guante Blanco que desvalijó
más de 70 cajas de seguridad bancarias durante un tesonero año
y medio. Ayer, los federales allanaron esa sucursal y la del Banco Galicia,
de la calle Paraná, abierta también por Rossi. Hoy, con
las pruebas en la mano, el juez Roberto Grispo tomará indagatoria
a los acusados, seis de los once detenidos el martes pasado. Los cinco
restantes fueron liberados, entre ellos el pai Baba y el ex capitán
Guillermo Lascuarin que permanece detenido por el arsenal hallado
en su casa, y un neurocirujano cuyo documento robado fue utilizado
por los del Guante Blanco para abrir cajas de seguridad como clientes
normales.
La lista es impresionante, confesó un investigador
a Página/12. A media tarde, después de varias horas de minucioso
inventario, la comisión de Operaciones de Delitos Complejos, a
cargo del comisario Carlos Sablich, se retiró del Banco Río,
sucursal Congreso, sobre Callao al 300. Allí, en una caja de seguridad
abierta por Horacio Francisco Rossi bajo un nombre ficticio, la banda
había ocultado parte del botín extraído de 70 cajas
de diferentes entidades incluyendo bancos porteños, provinciales
y uruguayos. Y tal como había descrito la fuente, la lista era
impresionante. Centenares de delicadas pulseritas con brillantes, anillos
de oro, plata y platino, crucifijos, gargantillas, trabas de corbatas,
collares de perlas auténticas, medallones y medallitas, lingotes
y mexicanos de oro. Todas joyas de evidente valor económico, y
buena parte con el valor agregado que dan las décadas a las joyas
familiares.
Otra comisión desembarcó en la sucursal del Galicia sobre
Paraná y Corrientes. Allí, en otra caja de seguridad también
abierta por algún seudónimo de Rossi, sólo hallaron
dos collares y documentación de contratos bancarios para cajas
de seguridad.
Mai Coca o también Elba Espósito, Horacio Francisco Rossi,
Jorge Sleiman, un tal Monti, y dos detenidos más serán indagados
hoy por el juez Grispo. Los cinco restantes fueron liberados por momentánea
falta de pruebas. Entre ellos, el pai Baba y Guillermo Lascuarin, ex capitán
del Ejército. De todos modos, Lascuarin quedó detenido por
el arsenal descubierto en su casa, además de dos aviones y un helicóptero,
también secuestrados. Un neurocirujano, ayer demorado, fue liberado
luego de determinarse que la banda había utilizado su documento
para abrir una caja. En la causa quedan dos prófugos. Uno de ellos
es Héctor Tito Rima, cerebro del llamado Robo del Siglo
al Banco Central regional Santa Fe, en 1992 (ver aparte). El otro, Tulio
Del Zoppo, especialista en bancos, también con antecedentes y posible
extensión de los golpes en Uruguay. Hoy, a primera hora, el juez
Roberto Grispo comenzará las indagatorias.
Los damnificados aguardan la identificación de las pruebas para
determinar si entre ellas se encuentra alguna de las joyas de la abuela.
Este diario logró contactarse con dos de ellos, representados por
Nydia Zingman, titular de la cátedra de Contrato en la facultad
de Derecho. El 15 de noviembre del 99, mi marido fue al banco
(Lloyds, sucursal de Santa Fe al 2000). Eramos clientes hace 20 años.
Abrió la caja y la encontró vacía. Sólo habían
dejado la bandita para atar los dólares recordó una
damnificada. Dejó asentado en un papel todo lo que había
desaparecido. Durante un año, fuimos recorriendo gerencias. Incluso,
nos recibió una gerenta de la sucursal de Callao y Santa Fe. Nunca
se dio, es imposible, nos dijo, sugiriendo que era un invento nuestro.
Suponíamos que iban aquerer arreglar, por el descrédito
que representa para un banco. Jamás lo aceptaron. El matrimonio
entabló un juicio civil contra el Lloyds.
Mi esposa fue a buscar una alhaja porque teníamos un casamiento
-aseguró otro damnificado, de la sucursal de Santa Fe al 3000,
del mismo banco. Pero cuando la abrió no había nada,
sólo unas escrituras. El banco nunca reconoció el hecho,
pero es responsable. Cuando íbamos dejaban que uno estuviera sólo
dentro de la bóveda. Así, estos tipos pudieron tomar las
copias. Hasta el momento, pese a los intentos de comunicación,
el sector empresarial decidió hacer mutis por el banco.
El robo al Banco Central
Además del ex Tacuara Horacio Rossi, la Banda del Guante
Blanco tenía otro especialista en bancos: Héctor Tito
Rima, cerebro del asombroso golpe al tesoro del Banco Central regional
Santa Fe, ocurrido el 23 de diciembre del 92. En realidad,
aquel golpe no fue dentro sino fuera del tesoro, y no se trató
de un asalto sino que las propias autoridades del banco entregaron
el dinero: 30 millones de dólares, en billetes de 500 mil,
días antes de que los australes fueran sacados de circulación.
La banda de Rima, haciéndose pasar por ejecutivos del Central
porteño, se comunicaron con la gerencia de Santa Fe y anunciaron
que pasarían a buscar los 30 millones. Nadie puso en duda
el llamado. El 23 de diciembre, en 13 sacas, entregaron el dinero
en el aeropuerto rosarino. Allí lo recibieron dos inspectores
truchos. Tras un desperfecto en el avión de Austral, los
inspectores de la banda contrataron dos avionetas y un remise. En
el aeródromo de Don Torcuato los esperaban otros supuestos
inspectores. El dinero desapareció. Rima y algunos de sus
socios fueron detenidos un año después, y liberados.
La causa irá a juicio oral el próximo mes. Por ahora,
sin Rima.
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UN
DETENIDO POR EL SECUESTRO DEL ESTANCIERO
Captura con extorsiones previas
Por Mónica
Gutiérrez
desde
Córdoba
Ya hay un hombre preso
y esto debería dejarlo contento a don Dolza. La frase resumió
ayer el ánimo de los investigadores que trabajan sobre el secuestro
del estanciero de la localidad cordobesa de Las Varillas que había
ganado un pozo millonario en el Quini Seis, a cuatro días de cumplirse
un mes del hecho. En rueda de presos, la mujer del comerciante identificó
a Guillermo Rocha, un hombre de unos 50 años detenido horas antes,
como uno de los secuestradores. Hasta el momento, a Rocha no se le encontró
relación con los hijos de Dolza, pero la hipótesis que los
tiene en la mira no está descartada: Le puedo asegurar que
la relación familiar es espantosa, le dijo una fuente judicial
a este diario. Si bien no se pagó rescate, trascendió que
antes del secuestro la víctima había sido objeto de extorsiones.
Es el primer avance certero desde que comenzaron las averiguaciones policiales
sobre lo sucedido el jueves 29 de marzo, cuando Dolza se dirigía
a un campo que tiene en la localidad de La Playosa, acompañado
por su esposa Elba Depetris y el peón Eduardo Barberis, y fue interceptado
por tres desconocidos que lo tuvieron secuestrado durante 25 horas. El
martes a la tarde, el fiscal Francisco Márquez ordenó un
procedimiento en un paraje de Cruz Alta ubicado a 20 kilómetros
de San José de la Esquina, donde Dolza fue liberado por sus secuestradores.
Allí quedó detenido Rocha, el principal sospechoso. Además
del parecido físico, vive en un lugar similar al que habrían
alojado en la noche de cautiverio a Dolza, compatible con lo que él
cuenta: que es una ruta transitada, donde pasaban camiones enfrente de
una cerealera, explicó Márquez en diálogo con
Página/12. El fiscal también admitió que fue Elba
Depetris quien reconoció al detenido en la mañana de ayer:
Ella es quien más lo vio el día del secuestro, le
atribuyó ser el conductor del auto que la trasladó, después
de que se llevaron a su esposo, precisó. El estanciero, por
el contrario, no reconoció a Rocha y el fiscal lo justificó
al señalar que a él lo manejaron otras dos personas.
Mario y Darío Dolza, los hijos del empresario rural, siguen bajo
la mira de la Justicia, aunque Márquez negó que tenga elementos
de prueba para poder imputarlos. Sin embargo, las sábanas con las
llamadas telefónicas incorporadas a la causa revelarían
que Dolza fue objeto de extorsiones antes de ser secuestrado hace casi
un mes.
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