Por Darío
Pignotti
Desde
San Pablo
En clave de melodrama, Brasil
asiste al escándalo político del año. Con gran medición
de audiencia el senador oficialista Roberto Arruda confesó el lunes
en el Parlamento cómo violó el sistema informático
de la Cámara alta: a través de un programa especialmente
diseñado, el legislador manipulaba el panel electrónico,
con lo cual violó un derecho constitucional. Desde entonces Brasilia
hierve y nadie se arriesga a vaticinar cómo concluirá la
historia ni quiénes serán alcanzados por su onda expansiva.
Arruda había sido designado directamente por el presidente Fernando
Henrique Cardoso como presidente del bloque gubernamental, cargo que debió
abandonar cuando las pruebas del delito lo cercaron, hace una semana.
Entre lágrimas, Arruda echó mano de un pañuelo blanco
y confesó: El poder estaba llevándome por la vanidad
exagerada, la ambición desmedida. Luego de un respiro, el
senador en vías de extinción se comparó con San Pedro
que después de negarse tres veces, arrepentido, volvió
al camino de la verdad.
Las palabras y el tono empleados por el senador el lunes contrastan con
su intervención de una semana atrás, cuando desafióa
quien sea a presentar una coma de prueba en mi contra. El giro del
senador oficialista lleva a sospechar que actuó siguiendo una estrategia
más que la voz de su conciencia: al saberse arrinconado por las
evidencias y la prensa, eligió confesar todo para tratar de moderar
la sanción que debería terminar con su mandato.
Pero la apelación emocional no consiguió sensibilizar ni
a sus compañeros del Partido de la Socialdemocracia Brasileña,
que decidieron expulsarlo, algo que Arruda evitó anunciando su
alejamiento del partido el martes. En su caída libre, el senador
dejo una sugestiva frase en el aire: Nadie vio otra salida que mentir.
Para algunos Arruda sugirió que la orden vino de arriba, muy arriba.
¿Desde el Palacio Presidencial? Lo cierto es que Arruda era recibido
habitualmente en Palacio para elaborar la política parlamentaria.
Lejos del recinto, donde el senador caído en desgracia se confesaba,
el presidente Cardoso siguió la exposición, por TV. Su vocero
dijo que el presidente calificó de corajudo a Arruda,
pero igual ordenó que dejara la jefatura del bloque e, informalmente,
hizo saber que este problema es asunto que debe resolverse lejos del Planalto.
El escándalo ya fue calificado como el más serio del actual
mandatoy amenaza la continuidad de la alianza que da sustento a Cardoso
cuando todos se aprestan a las elecciones del 2002. Desde la oposición,
el Partido de los Trabajadores relanzó la iniciativa en favor de
una comisión investigadora de la corrupción abortada precisamente
por Cardoso y Arruda antes de conocerse la violación del sello.
Si lo hicieron una vez, en julio del 2000, ¿por qué no habrían
violentado el tablero de votaciones otras veces? se preguntan los petistas.
Y completan: Si así fue: ¿cuántos senadores
habrán sido chantajeadospara que voten según lo indicaba
Arruda?. Hace dos semanas,muchos senadores aceptaron los argumentos
oficiales para rechazar esa comisión investigadora, pero ahora
el cuadro podría cambiar y algunos legisladores aceptarían
dar respaldo a la iniciativa opositora. En la lista de investigaciones
hay otra que compromete al actual presidente del Senado, Jader Barbalho.
Arruda, según el propio interesado, fue infantil e ingenuo.
Su vida política parece acabada después del affaire. No
es el caso del otro involucrado en la violación del secreto, Antonio
Carlos Magalhaes, a quiennadie calificaría de infantil ni de ingenuo.
El cacique bahiano presidió el Senado por ocho años y fue
artífice de la coalición que gobierna desde 1995. Aún
más: Magalhaes declaró la guerra sin cuartel a su ex aliado
Cardoso.
Después del capítulo Arruda, el culebrón brasileño
tendrá hoy un momento de gran tensión cuando Magalhaes sea
oído en el Senado. Es una incógnita cuál será
la táctica del Magalhaes, herido y con sed de venganza. Se dice
por allí que el bahiano también lloró entre sus íntimos.
Nadie sabe si Cardoso también lo hizo en estos días, pero
de lo que no hay dudas es que el Presidente seguirá con atención
la intervención de Magalhaes.
HUGO
BANZER ANUNCIO QUE REPRIMIRA A LOS COCALEROS
No protestarán, no dialogaré
No cabe el diálogo.
Con estas palabras rotundas el presidente boliviano Hugo Banzer definió
la posición del gobierno después de que el ejército
disolviera los primeros cortes de ruta de campesinos y cocaleros. Una
posición que enfatizó al repetir que reprimirá con
firmeza al sindicato de cultivadores de coca del Chapare, antiguo emporio
del narcotráfico.
Tras su retorno de Québec, Canadá, donde asistió
a la III Cumbre de las Américas, Banzer insistió en que
aplicará la ley para contrarrestar el corte de la principal carretera
del país realizado por militantes del gremio de cocaleros. Al frente
de la protesta está el diputado socialista, Evo Morales, que demanda
el cese de su política antidrogas y comandó una marcha de
protesta de 400 km que el lunes llegó a La Paz tras 14 días
a pie. Vamos a desbloquear y vamos a aplicar la ley
fueron las consignas del general septuagenario. También tenía
declaraciones férreas que formular sobre el pedido de dimisión
que busca gestionar la oposición en el Congreso: No renunciaré,
me quedaré hasta el último día de mi gestión,
sostuvo. También se mostró favorable a estudiar la adopción
de la parte social del polémico Plan Colombia. La finalidad alegada
es salvar de la ruina a los campesinos cultivadores de una coca cuya erradicación
es una de las victorias de las que el gobierno se jacta en su lucha contra
las drogas.
El ministro de Defensa de Bolivia, Oscar Vargas, dijo que las tropas irrumpieron
en la carretera que une a los departamentos de Cochabamba y Santa Cruz,
donde se instalaron en la madrugada los campesinos productores de coca
para impedir el tráfico de vehículos. Por su parte, el dirigente
de los cultivadores de coca Luis Cutipa advirtió que con o sin
militarización de Cochabamba se procederá a partir de hoy
al cierre de la carretera hacia Santa Cruz. Unos 8.000 efectivos entre
soldados y policías los esperan.
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