Por Martin Kettle
y John Hooper
desde Washington y Berlín
George W. Bush emitió
ayer la advertencia más dura contra China en años al amenazar
con defender Taiwán a toda costa y al decir a Pekín
que el uso de la fuerza militar para hacerlo es ciertamente una
opción. A poco más de 24 horas de que su administración
aprobara la venta de un paquete de destructores, submarinos y otras armas
para Taiwán, Bush subió la apuesta con esta promesa de usar
el poderío militar de su país para impedir una reunificación
forzosa de China con su provincia rebelde. Unas horas después,
el presidente bajó el tono al recalcar su adhesión al principio
de una China que rige las relaciones entre Washington y Pekín
desde la era de Nixon-Mao. Pero lo que dijo al comienzo del día
marcó un claro endurecimiento de su actitud hacia Taiwán.
Típicamente, los aliados con los que Estados Unidos cuenta para
fabricar algunas de las armas que venderá a Taiwán Alemania
y Holanda dijeron ayer que no habían sido consultados sobre
la nueva política norteamericana. Y aseguraron que no arriesgarían
su relación con China fabricando estas armas para Taiwán.
Bush delineó su nueva actitud hacia Pekín en una serie de
entrevistas con el Washington Post, la Associated Press, y cuatro canales
de televisión. Sus declaraciones más duras ocurrieron durante
el programa Good Morning America de la cadena ABC. Interrogado sobre si
Estados Unidos tiene la obligación de defender a Taiwán
en caso de un ataque chino, Bush respondió enfáticamente
sí, tenemos esa obligación, y los chinos deben entenderlo...
Sí, yo defendería a Taiwán. Ante la pregunta
de si esto implicaría emplear toda la fuerza de las Fuerzas
Armadas norteamericanas, el presidente aseguró que usaría
lo que sea necesario para ayudar a Taiwán a defenderse.
Más tarde, en su entrevista con la AP, Bush hizo hincapié
en que el uso de la fuerza es ciertamente una opción, y los
chinos tienen que entender que es ciertamente una opción.
En una tercera entrevista concedida a la CNN antes de partir al estado
de Louisiana, Bush moderó esta línea. Se mantuvo firme en
su compromiso a Taiwán, pero advirtió al gobierno de la
isla a no interpretar eso como una señal para declarar la independencia.
Ciertamente espero que Taiwán adhiera al principio de una
China, y una declaración de independencia no es la política
de una China. Mi gobierno trabajará con Taiwán
para asegurarnos que eso no suceda: necesitamos que este tema sea resuelto
pacíficamente. Sus palabras se tornaron más y más
ambiguas cuando pasó a asegurar que nada ha cambiado en la
política hacia China por lo que a mí concierne. Lo que digo
es sólo lo que ya dijeron otros presidentes y lo seguiré
diciendo. En la cuarta entrevista, con el Washington Post, Bush
intentó clarificar las cosas: No veo a China como un enemigo:
la considero un socio en algunos temas y un competidor en otros.
Pekín adoptó una posición mucho más inequívoca.
Condenó la venta de armas como una decisión destructiva
para las relaciones bilaterales, y llamó a consultas a su
embajador en Washington.
Esta crisis ya se escapa de los confines del Pacífico y ayer alcanzaba
las relaciones de Bush con sus aliados europeos. Un componente clave en
los armamentos que Bush aceptó vender a Taiwán deben ser
construidos con diseños de Alemania y Holanda, y esos dos países
tienen leyes que prohíben la venta de armas a la isla. Un portavoz
del ministerio alemán de Relaciones Exteriores confirmó
ayer que Berlín no fue consultado sobre la venta de ocho submarinos
diesel de fabricación alemana. Y la portavoz del canciller Gerhard
Schröeder recalcó que si nos consultan, no aprobaremos
una exportación de ese tipo a Taiwán. Holanda, por
su parte, había prometido no venderle submarinos a Taiwán
desde hace más de 15 años.
Taiwán, sin embargo, no se muestra muy alterado por las oscilaciones
norteamericanas, las amenazas chinas o la hostilidad europea. Ayer el
presidente Chen Shui-Bian consideró plácidamente que la
venta de armas contribuirá a la estabilidad regional, y así
al diálogo pacífico conPekín. Al mismo tiempo, los
astilleros estatales aseguraron que podrían fabricar los submarinos
si Estados Unidos les pasaba la tecnología necesaria.
De The Guardian de Gran Bretaña, especial para Página/12.
ISRAEL
CELEBRA HOY EL 53º ANIVERSARIO DE SU ESTADO
Por un día sin oír morteros
Por Ferrán
Sales *
Desde Jerusalén
El presidente palestino Yasser
Arafat intenta de manera infructuosa poner fin a los disparos de mortero
sobre la población civil israelí, según aseguró
ayer el primer ministro Ariel Sharon en declaraciones a la radio pública,
con ocasión del 53º aniversario de la declaración de
Independencia de Israel. Arafat ha telefoneado a mi hijo
Omri y le ha dicho que había tomado medidas para acabar con los
tiros de mortero, aseguró Sharon, quien dio a entender, citando
al presidente palestino, que estas consignas habían sido desoídas,
por lo que había propuesto la creación de una comisión
mixta para examinar y tratar de resolver la situación.
Los ataques palestinos con morteros contra los asentamientos judíos
de Gaza se iniciaron hace cerca de tres meses, provocando la indignación
y la inquietud de las autoridades israelíes que hasta ahora habían
levantado un tipo de protección específica en torno a las
colonias y no habían previsto la trayectoria parabólica
de este tipo de obuses. Los israelíes consideran que detrás
de esta estrategia bélica se esconde la guerrilla islamista libanesa
del Hezbolá que ya utilizó con éxito estos métodos
en la guerra del sur de Líbano.
Yasser Arafat, presionado por la comunidad internacional, dio la semana
pasada órdenes a los guerrilleros de Hamas, supuestos autores de
los disparos, de poner fin a los ataques con morteros, lo que fue cumplido
con puntualidad durante tres días, a los que siguieron un nuevo
ataque el martes contra la colonia de Gadid. Las gestiones de Arafat,
intentado poner coto a la actividad bélica de los fundamentalistas
palestinos, se produce en un momento especialmente crítico, mientras
jordanos y egipcios, con el apoyo de la comunidad internacional, tratan
de poner en marcha un plan de pacificación para la zona.
Mientras se espera un desenlace con respecto al plan, las fuerzas de seguridad
israelí han establecido un cerco en torno a los territorios autónomos
palestinos como todos los años coincidiendo con la celebración
del Día de la Independencia, y en previsión de supuestos
ataques. Cuatro palestinos, miembros de Fatah, movimiento del presidente
Yasser Arafat, murieron y seis resultaron heridos en la explosión
de un artefacto, accionado a distancia por soldados israelíes según
fuentes médicas y de Fatah.
* De El País de Madrid. Especial para Página/12.
|