Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira
KIOSCO12


LA COMPETENCIA OFICIAL GANA ALTURA CON TRES TITULOS DE CALIDAD
Entre la guerra y los pizarrones

�The mad songs of Fernanda Hussein�, de John Gianvito, �Hotaru�, de Naomi Kawase, y �Pizarrones�, de Samira Majmalbaf, realzan una muestra que sorprende con el inefable Johnny To y un film de Anne-Marie Mieville, esposa de Godard.
“The mad songs...”, de Gianvito, es quizá el film más independiente del Festival Independiente. Allí se cuenta la historia de una mujer a la que le asesinaron sus hijos durante la Guerra del Golfo.

Por Luciano Monteagudo

Una vez más, la directora iraní Samira Majmalbaf no pudo venir a Buenos Aires, pero su película Pizarrones –el plato fuerte de hoy en la competencia– habla magníficamente por ella. A diferencia de La manzana (presente en la primera edición del festival) que partía de una realidad muy precisa, aquí todo adquiere un carácter más abstracto, a pesar de que, como suele ocurrir en el cine iraní, sus únicos elementos son el paisaje y sus habitantes.
Un grupo de maestros atraviesa las montañas cercanas a la frontera entre Irán e Irak con una sola pieza de equipaje, un enorme pizarrón a sus espaldas. Es una zona de peligro y, cuando un helicóptero los obliga a dispersarse, la película sigue a dos de ellos: uno encuentra un grupo de niños dedicados al contrabando y otro una caravana de ancianos de la minoría kurda, que intenta llegar a Irak. Cada tanto se escuchan disparos y la amenaza –invisible– está siempre presente, al punto que esos pizarrones a los que alude el título del film tendrán múltiples usos. Servirán de improvisado refugio antiaéreo, de improbable escudo ante las balas, de camilla para los enfermos, pero también –allí donde no hay nada salvo polvo y piedras– de techo, de pared, de puerta y hasta de altar donde consagrar una boda. Se diría que la maestría del film está en su rara potencia metafórica, capaz de extraer de los elementos más concretos de la realidad una poesía tan seca y austera como el paisaje que la inspira (Hoy en el Hoyts 10 a las 17.30 y mañana a las 18.45 en el Hoyts 11).
Otra mujer, la japonesa Naomi Kawase, aporta otro film de un rigor y una belleza muy particulares: se trata de Hotaru, premiada por la crítica en el último festival de Locarno. Ya en su primer largo, Suzaku (exhibido en el Festival de Mar del Plata después de haber ganado la Cámera d’Or en Cannes ‘97), Kawase había demostrado ser una cineasta fuera de norma, capaz de imprimirle a su film un carácter personal intransferible, como si estuviera escribiendo su diario íntimo. Tres años después, su segundo film viene a confirmar el inmenso talento que ya era evidente en Suzaku, pero con una diferencia. Mientras que aquel film era de una naturaleza reflexiva muy profunda, reconcentrada, en Hotaru la directora da cuenta del universo interior de su protagonista –una mujer joven, en crisis con su vida– con una furia seca pero muy vital, que la hace abrirse hacia el mundo.
De un modo sutil, el peso de la familia y las tradiciones era uno de los motivos centrales de Suzaku, y aquí en Hotaru se diría que Kawase trata de resolver la eterna contradicción entre lo viejo y lo nuevo, entre las raíces culturales y familiares y la experiencia cotidiana contemporánea. Alguna vez le preguntaron a Kawase por qué filmaba y contestó: “Por miedo a la muerte, para dejar algo detrás de mí, a toda costa”. El lirismo grave pero esperanzado de Hotaru expresa bien ese sentimiento (Viernes a las 15.30 en el Hoyts 10 y sábado 28 a las 16.15 en el Hoyts 8).
Siempre dentro del marco de la competencia oficial, The mad songs of Fernanda Hussein, opera prima del estadounidense John Gianvito, quizás quede asociada en el futuro como la revelación de esta tercera edición del Festival de Buenos Aires. Filmada durante un período de seis años, con un presupuesto ínfimo y actores no profesionales, The Mad Songs... tiene aquí su estreno internacional y acaso sea la más independiente de las 200 películas del festival. Independiente no sólo por la manera casi amateur, sin complejos, con que Gianvito encaró su proyecto, sino también por la independencia de criterio y la mirada ferozmente crítica con que enfrentó un tema políticamente tabú: el frente interno estadounidense durante la guerra del Golfo Pérsico. El eje es la tragedia de Fernanda, una mujer doblemente marginada, por su origenchicano y por haberse casado con un egipcio de apellido Hussein, lo que determina que sus hijos, de 9 y 14 años, aparezcan asesinados por la sola portación de apellido. Esta historia podría ser suficiente para toda una película, pero Gianvito le suma la de un adolescente decidido a librar una rabiosa lucha solitaria por la paz y la de un ex combatiente que regresa trastornado por las masacres de las que fue testigo.
No todo en el film tiene el mismo nivel de interés y sus casi tres horas contienen cimas y mesetas, pero como totalidad uno no puede sino sorprenderse ante la radicalidad de la propuesta, absolutamente infrecuente en el cine estadounidense. Es particularmente lúcida la manera en que el film de Gianvito desarticula el triunfalismo patriotero del norteamericano medio, el belicismo y el racismo de una sociedad que pareciera encontrar su razón de ser en la guerra. “No confíes en nadie que no esté enojado”, dice una de las leyendas que aparecen en el film. Y Gianvito parece alguien enteramente confiable: su film parte de la santa indignación. (Ultima exhibición mañana a las 11.15 en el Cosmos).

 

Para ver hoy
11.00: Vagón fumador (Argentina), de Verónica Chen (Hoyts 8).
11.30: Die Bad (Corea), de Ryoo Seung Wan (Hoyts 9).
13.30: Chungyang (Corea), de Im Kwon–Taek (Hoyts 8).
14.15: El desencanto (España), de Jaime Chávarri (Lorca 2).
14.30: Le fond de l’air est rouge (Francia), de Chris Marker (Lugones).
15.00: La perdición de los hombres (México), de Arturo Ripstein (Hoyts 7).
16.30: La isla (Corea), de Ki–Duk Kim (Hoyts 12).
18.00: La hora de los hornos (Argentina), de Fernando Solanas (Lugones).
18.30: 25 watts (Uruguay), de Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll (Hoyts 11).
21.00: Sábado (Argentina), de Juan Villegas (Hoyts 11).
21.30: 21.30: Benny’s Video (Austria), de Michael Haneke (Hoyts 6).
23.00: Chopper (Australia), de Andrew Dominik (Hoyts 10).
23.15: La libertad (Argentina), de Lisandro Alonso (Hoyts 11).

 

Johnny To, otra estrella oriental

Por Horacio Bernades

¿Quién es Johnny (o Johnnie) To? ¿El que pone su firma al pie de demenciales comics cinematográficos, como The Heroic Trio y The Executioners, ambas de 1993, donde tres superheroínas se alían para combatir a un eunuco megalómano, en una imposible Hong Kong del futuro? ¿Tal vez el artesano anónimo que factura films de género para la frenética industria hongkonesa, a toda velocidad y de a uno o más por temporada, desde hace como veinte años? ¿Será Johnny To, como afirman muchos, un verdadero “autor” que contrabandea estilo, inquietudes políticas y hasta metafísicas bajo la forma de policiales sofisticados y catárticos? Los fanáticos locales se vienen formulando éstas y unas cuantas preguntas más desde hace unos días, a partir de la retrospectiva que el III Buenos Aires Festival de Cine Independiente le dedica a este hongkonés, a quien muchos consideran “el nuevo John Woo”.
Lo que va a ser difícil es contestarlas todas. Cuatro películas parecen escasas para empezar a conocer a un cineasta que ya tiene hechas alrededor de treinta. Sobre todo, si dos de esas películas (Needing you y Help!!!, ambas del año pasado) son comedias románticas. Género que no parecería, a simple vista, el fuerte de quien destaca, sobre todo, por su inusual tratamiento del formato de acción. Más aún si esas comedias aparecen firmadas a cuatro manos, por To y su socio y amigo, Wai Ka–fai, un dato que relativiza aún más las condiciones de su posible autoría. Un par de cosas son seguras, de todos modos: es tal la cantidad, variedad y disparidad de su producción, que seguramente ni con una retrospectiva completa pueda saberse del todo quién es Johnny To. Pero dos de las películas que integran la muestra sí están, probadamente y de antemano, entre lo mejor que haya filmado hasta ahora este cuarentón cuyo verdadero nombre es To Kei–fung.
Los policiales que por estos días presenta el Bafici son Running Out of Time y The Mission, ambas de 1999 y ganadoras de casi todos los premios a la producción de ese año en Hong Kong. Que se hayan estrenado con sólo dos meses de diferencia puede parecer disparatado para los cánones occidentales de comercialización cinematográfica. En Hong Kong, donde todo es furia y velocidad, resulta de lo más normal. Lejos del modelo “Poliladron”, Running Out of Time presenta un clásico enfrentamiento de ladrón y policía, encarándolo como si se tratara de una batalla de voluntades más que de capacidad balística (aunque no faltan, por cierto, esas célebres orgías a tiro limpio que son típicas del cine hongkonés). Cierto homoerotismo alla John Woo podría entreverse en la mutua admiración entre ambos pares simétricos, más confiados en su astucia y cerebro que en sus músculos.
The mission, por su parte, se acoge al modelo del film de gangsters, haciendo eje en un cuerpo de cinco guardaespaldas convocados para proteger a un mafioso. No falta quien le encuentre paralelismos con ciertos films del japonés Kitano. Sobre todo Sonatine, de 1993. Como allí, en The mission To subvierte las expectativas del espectador de género, ya que los guardaespaldas no se ven enfrentados a la acción sino a la inacción, mientras esperan que llegue la hora de las balas. Cuando ésta llega, finalmente, To despliega “un verdadero tratado sobre cómo filmar tiroteos”, según afirmó un crítico hongkonés.
(The Mission podrá verse hoy a las 23.45 en la sala 9 del Hoyts, y el domingo 29 a las 18.45, en la sala 10. Running Out of Time, el sábado 28, a las 21.30, en la sala 12 del Hoyts. Needing you se proyectará el sábado a las 23.45, Hoyts 9, y Help!!!, el domingo a las 18.30, Hoyts 10.)

 


 

“DESPUES DE LA RECONCILIACION”
¿Cómo llora Jean Luc Godard?

Por Martín Pérez

Tal como apunta el director artístico del Festival –Quintín, director de la revista El Amante– en su texto para el catálogo oficial, “no es fácil imaginarse a Jean Luc Godard llorando y menos en pantalla, pero esto es lo que sucede en el film de su mujer”. “¿Fue difícil llorar?”, le preguntaron a Godard en una entrevista para el periódico Liberation, en ocasión del estreno francés de Después de la reconciliación, cuarto opus de Anne-Marie Mieville. “No, para nada”, respondió Godard. “Yo lloro fácilmente. Aunque generalmente lo hago de bronca. Un hombre llorando es algo así como un tabú en la ficción cinematográfica. Pero a mí se me puede hacer llorar en menos de una hora, dependiendo de cómo sea la discusión”, confesó el mítico director. A lo que su mujer añadió: “Conozco a Jean Luc desde hace treinta años y sé que llora bien, así que no tuve que hacer nada. El guión decía ‘Robert llora’, y él lloró”.
Estrenado en Francia hacia fines del año pasado, Después de la reconciliación es un film para cuatro personajes que se desarrolla en tres actos. Y ya desde su prólogo en video queda en claro que su autora no sólo es “la mujer de Godard”, sino también su estrecha colaboradora cinematográfica desde mediados de los años setenta. “Nunca confíen en el que cuenta la historia, sino en la historia”, anuncia allí la voz de la propia Mieville dando paso a los títulos, y recordando claramente esos aforismos recordables que abundan en las películas de su pareja.
Muy hablada y casi excesivamente teatral, es verdad que el principal atractivo de un film como Después... es ver en pantalla al cineasta que insiste en encarnar al Cine con mayúscula. Y en ese sentido se puede afirmar que la película no defrauda. Porque, más allá del momento de su llanto, Godard aparece en Después... con los labios llenos de frases sabias y filosas, y un aire entre impasible, resignado e iracundo que -casi, casi– emociona. Y eso no es nada. Tal vez el mejor Momento Godard sea su cara de sorpresa –con un dejo de comedia muda– cuando se queda mirando a un joven en patines que se cuelga del auto que maneja su esposa. “¿Qué hace ese tipo?”, pregunta su personaje. “Lo mismo que nosotros: se deja llevar”, es la respuesta.
“No fue algo premeditado que Jean Luc protagonizase este film”, confesó Mieville. “Pero cuando los actores en los que había pensado para interpretar a Robert resultaron inaccesibles, él insistió en participar”. Intrigante film sobre parejas pero también –y principalmente– sobre el verbo, la palabra, Después... es, efectivamente, una obra que le calza a Godard como anillo al dedo. Y que, más allá de los abundantes diálogos entre sus personajes, está puntuada por intrigantes planos detalle de plantas creciendo entre las baldosas y el asfalto urbanos. “Fue lo primero que rodé de este film, un año antes de terminarlo”, explicó Mieville. “No puedo evitar pensar la difícil sobrevivencia de estas plantas en medio de la ciudad. Metafóricamente las veo como personajes del film, perdidos entre la gente que pasa”. (Después de la reconciliación se exhibe por última vez hoy a las 23.15 en el cine Lorange. Tiene distribuidor en Argentina, aunque no está asegurado su estreno comercial).

 

PRINCIPAL