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GOBERNADORES PERONISTAS Y LEGISLADORES,
REUNIDOS PARA QUE MENEM NO VAYA PRESO
Solidaridad máxima del PJ con el Jefe

La sola posibilidad de que el ex presidente Carlos Menem
pueda ser citado a indagatoria
y eventualmente quede preso logró que los hipermenemistas consiguieran arrastrar a once gobernadores y a algunos legisladores. Todos asistieron a un acto unificado inédito desde 1995. El enemigo fue la Justicia.

Por Felipe Yapur

Más tiempo tardaron en acordar el documento de seis párrafos que en realizar su demostración de solidaridad con Carlos Menem. En diez minutos posaron para la foto los ultramenemistas, once gobernadores peronistas menos el santacruceño Néstor Kirchner y unos pocos legisladores que no comulgan con quien, según ellos, es un perseguido luego de que el fiscal Carlos Stornelli solicitara su indagatoria en la causa por la venta ilegal de armas.
“Para que no se politice la justicia ni se judicialice la política: solidaridad con el ex Presidente Menem”, es el título que quedó para el documento, por el que “todos los justicialistas unidos venimos a testimoniar nuestra solidaridad con el ex presidente de la Nación Carlos Menem frente a la injusta situación a que se lo pretende someter”. También sostiene como algo “extremadamente grave que se intente imputar delitos a un ex Presidente elegido democráticamente en dos oportunidades, sobre la base de presunciones o meras sospechas”. Y agrega: “Pretender que todo un gobierno al ejercer sus funciones puede constituir una asociación ilícita es una aberración jurídica que encierra prejuicios políticos incompatibles con una sana y democrática administración de justicia”.
Los menemistas vivieron como un éxito el acto político express. Una vez más lograron convocar al peronismo una vez más alrededor de la figura de Menem, quien agradeció a través de una carta. Para sus adversarios, en cambio, fue una muestra del máximo acto de la solidaridad que puede generar hoy el justicialismo. El presidente Fernando de la Rúa, en tanto, quiso mostrarse comprensivo. “Comprendo sus sentimientos”, dijo. Pero advirtió que la causa de las armas “no debe convertirse en un esquema de conflicto en la vida institucional del país”.
Toda la mañana les llevó a los organizadores negociar el texto final del documento que había redactado durante la noche anterior el gobernador cordobés José Manuel De la Sota, elegido como “cuidadoso y equilibrado” para conseguir la firma de los participantes. Pero los ultramenemistas Daniel Scioli, Martha Alarcia y Javier Mouriño pugnaban, con el guiño de Eduardo Menem, Eduardo Bauzá y Carlos Corach, por endurecer aún más el texto. Ya que habían conseguido concretar el respaldo, no costaba nada pelear por exaltar la figura del ex presidente, atacar al fiscal Stornelli y augurar el peligro que significaba para la gobernabilidad un avance sobre Menem y sobre otros ex funcionarios procesados. Pero no tuvieron éxito por la resistencia que opusieron principalmente Carlos Ruckauf y otros mandatarios provinciales como el jujeño Eduardo Fellner.
“Así como está no lo firmo”, amenazó Ruckauf sentado en el despacho del diputado bonaerense Eduardo Camaño. Mientras leía y rechazaba los intentos de agregados del menemismo, pedía que se dejara expresamente aclarado que se “garantizaba la gobernabilidad, la estabilidad democrática y el funcionamiento de las instituciones”. Su exigencia, entonces, se transformó en el segundo párrafo del documento, con el apoyo de De la Sota y Carlos Reutemann.
El título también concentró una batalla. El menemismo insistía en su tesis: “Solidaridad con nuestro ex presidente y compañero Carlos Menem”. Los no menemista pelearon y se impusieron haciendo desaparecer el “nuestro” y “compañero”, y antepusieron “para que no se politice la justicia ni se judicialice la política”. Mientras esto ocurría, unas casi seiscientas personas colmaban el salón destinado para el acto al tiempo que diputados de extracción sindical convencían al ultramenemista Roberto “Roby” Fernández de la inconveniencia de pretender hacer ingresar al Congreso a un centenar de sus seguidores.
“Esto, más que el Salón Azul, debería llamarse el salón de los próximos presos”, graficó un legislador bonaerense mientras se retiraba antes del acto. Adentro lucían felices la ex secretaria de la Función Pública Claudia Bello, el auditor general de la Nación Rodolfo Barra, pipa enboca, el ex jefe de Gabinete Jorge Rodríguez luciendo una incipiente barba, y los senadores Alberto Tell y Emilio Cantarero.
Con el documento consensuado, los protagonistas hicieron su aparición en el acto con dos ausencias notorias: una sorpresiva, Eduardo Duhalde, y otra esperada, la de Kirchner. Los gobernadores Ruckauf, De la Sota, Reutemann, Fellner, Rubén Marín (La Pampa), Carlos Rovira (Misiones), Julio Miranda (Tucumán), Gildo Insfrán (Formosa), Angel Maza (La Rioja), Carlos Manfredotti (Tierra del Fuego) y Juan Carlos Romero (Salta), más los diputados y senadores, y uno que otro colado, se agolparon en el estrado ocultando los bustos dorados de Juan y Eva Perón colocados especialmente.
Tras entonar la marcha partidaria, el titular del bloque de senadores, José Luis Gioja, destacó “la capacidad del PJ de unirse ante la adversidad y hechos persecutorios a pesar de las sanas luchas internas”. Después el jefe de los diputados, Humberto Roggero, leyó el documento que sorprendió a más de uno de los presentes por su corta extensión. Incluso Gioja debió iniciar el aplauso porque nadie se había dado cuenta de que la lectura, y el acto, habían terminado. De nuevo la marcha peronista, y luego la desconcentración.
Los menemistas se abrazaban como en las viejas épocas. Los otros buscaban la salida lo más rápido posible. “Esta fue la última muestra de solidaridad que se verá hasta las próximas elecciones internas”, dijo un prominente diputado. Ruckauf, conocedor de los pasillos del Senado, emprendió una veloz retirada. Sus allegados reconocieron que no comparte la posición de Duhalde pero que ello no significa un enojo. Sin embargo, legisladores bonaerenses aseguraron lo contrario y explicaron la razón del faltazo: “Hasta anoche (por el miércoles) había confirmado su presencia. Pero cambió de opinión después de que su esposa le dijera que no podía estar con estos tipos, a quienes llamó impresentables”.
El resto de los gobernadores fue hasta el despacho de Bauzá para almorzar, aunque Reutemann apenas hizo una fugaz pasada. La idea del anfitrión era conversar sobre el caso Menem. Pero, según comentó uno de los comensales, a los mandatarios les preocupó más el incumplimiento del gobierno sobre ayuda social y refinanciamiento de las deudas provinciales. Es por eso, y no por la causa de las armas, que los gobernadores pidieron a los senadores dilatar la aprobación del pliego del nuevo presidente del Banco Central, Roque Maccarone.
A la noche, Menem agradeció en un texto titulado “La Defensa de la Investidura”. Dijo que el asunto de las armas “ha sido propicio para la persecución y el escarnio del peronismo, calificando al Estado mismo de asociación ilícita”.

 


 

EL GOBERNADOR KIRCHNER, CON “VERGÜENZA AJENA”
“Una reacción corporativa”

Por S.K.

El gobernador de Santa Cruz, Néstor Kirchner, se confiesa “con vergüenza ajena” por la reunión de apoyo a Carlos Menem organizada ayer en el Congreso. Para este justicialista, los dirigentes de su partido deberían haberse convocado por otros temas, no “para decir que se puede juzgar hasta cierto nivel, pero de ahí para arriba, no.”
–¿Por qué no fue al acto en el Congreso?
–Porque me parece doloroso que los dirigentes del justicialismo, supuestamente los más importantes, se autoconvoquen para tratar un tema así y no lo hagan para debatir por qué se perdieron las elecciones, cómo se pudo aprobar la nueva ley laboral, qué ocurrió con el tema de los sobornos en el Senado. Tampoco para hablar de lo que está pasando en Argentina, de los poderes especiales, de tantos temas importantes sobre los que el justicialismo debería ofrecer respuestas diferentes. Pero se autoconvocan por un tema de la Justicia. Si alguien es citado ante la Justicia debe presentarse, y si se siente discriminado injustamente, la misma Justicia provee elementos para evitarlo. Si alguien es inocente, a la larga será declarado inocente. Y si la justicia está contaminada, primero por el viento de unos y después por el viento de otros, hay instituciones que defiendan al acusado, que hacen posible que se remueva a un juez o un fiscal. Ver esa foto, con dirigentes cantando la marcha, me dio vergüenza ajena.
–¿Usted piensa que sinceramente defienden a Menem, o que simplemente quieren evitar que se investigue?
–Somos gente grande... no quiero ser fiscal, ni imputar a nadie. Quiero que reflexionen, que se den cuenta que la gente espera otra cosa. Los dirigentes tienen que ir a la Justicia y hasta sufrir injusticias, tienen que dar la cara. El acto fue una reacción corporativa. Con ese criterio, mañana van todos los militares porque lo citan a Martín Balza.
–Esta reacción corporativa, ¿de qué corporación es? ¿De la corporación política o la de los que pueden ser llamados el día de mañana por un juez?
–Creo que los dirigentes que vi allí, todos saben de qué se trata. Es un tema de hace seis años, un tema bochornoso. Por eso hay que dejar que la Justicia investigue y todo salga a la luz. Y estos actos, por más que digan que no es para presionar, generan condicionamientos.
–¿Qué piensa del argumento que dice que un gobierno radical no tiene derecho moral a investigar a Menem por sus actos del 55, 63, 66 y 76?
–Comparar esto con el 55 y el 76, por mencionar lo más grave, ronda el absurdo. Aquello son dos golpes feroces contra el pueblo argentino, esto es una simple citación judicial contra un ex funcionario. Si Menem es inocente, se dictaminará su inocencia. En este momento hay garantías, hay un Consejo de la Magistratura que estos mismos legisladores crearon: ¿no confían en él? ¿qué mensaje a la sociedad es ése?
–¿Y qué opina del argumento de que no puede calificarse a un gabinete como una asociación ilícita?
–No conozco la resolución de Stornelli a fondo, pero si hay cosas que no son correctas, hay recursos judiciales para corregirlo. No puede haber justicia calificada porque alguien ocupó una oficina pública prominente. Ya citaron ministros y no hubo una reacción de este tipo. Parece que estos dirigentes piensan que se puede juzgar hasta un determinado nivel, pero de ahí para arriba, no.

 


 

HUBO CLIMA FESTIVO EN EL ACTO
Una fiesta menemista

El Salón Azul del Congreso ayer estuvo colmado por una mayoría de menemistas que vivieron, a diferencia de sus adversarios y a pesar de la razón de la convocatoria, una pequeña fiesta del reencuentro.
Aquellos viejos rostros. Mientras ingresaban y se acomodaban como podían en las pocas sillas disponibles, los menemistas se reconocían, se reían y se abrazaban, como el petrolero Antonio Cassia con el senador Carlos Corach. En otro sector conversaban el ex director de Prensa y Difusión Adalberto Díaz García con Moisés Ikonicoff, mientras la siempre sonriente Dolores “Loly” Domínguez saludaba efusivamente a cuanto conocido se le cruzaba, que fueron muchos.
Primera fila. Eduardo Menem y Eduardo Bauzá ocuparon junto a Corach la mejor ubicación frente al palco donde se ubicaron los gobernadores y la conducción de los bloques parlamentarios. El hermano del ex presidente estaba particularmente excitado. Quería escuchar y ver a Humberto Roggero leyendo el documento, para lo cual espantaba en persona a los fotógrafos que se interponían. Cuando terminó, aplaudió a rabiar y entonó la marcha peronista con entusiasmo.
Abrazo. Los pasillos del Senado se vaciaban poco a poco. En el Salón Gris, donde se realizan habitualmente las reuniones de labor parlamentaria, quedaban unos pocos legisladores y sólo un gobernador, el cordobés José Manuel de la Sota, que conversaba de cara seria con dirigentes de su provincia. En ese momento, alguien le tocó el hombro al gobernador, que giró, miró y cambió totalmente de rostro: “¡Compañero!”, exclamó. Y se abrazó con fuerza con Alberto Brito Lima, el histórico líder de la derechista agrupación peronista Guardia de Hierro.
Los trabajadores de Menem. Llegaron sin bombos pero igual se hicieron notar. No eran muchos y por lo tanto pudieron agruparse en un sector pequeño alrededor del ex dirigente mecánico Raúl Amín, quien conversaba con José Luis Lingeri, de Obras Sanitarias, con el titular de UPCN, Andrés Rodríguez, con Oscar Mangone, de los trabajadores del Gas, con el plástico Vicente Mastrocola, con Daniel Amoroso, de Juegos de Azar, y con el telefónico Rogelio Rodríguez. Era el bloque sindical del encuentro.

 

OTRAS VOCES
Julio Bárbaro, ex diputado, ex secretario de Cultura, ex dirigente del PJ: “Ingresé al peronismo en el ‘68 y decido hoy separarme del mismo. Tuve el honor de ser diputado en el ‘73, donde cometimos errores pero siempre guiados por el objetivo de la Justicia Social, y decido distanciarme hoy, cuando parece que sólo los une el temor a la justicia penal. Ante algunos fracasos sentí dolor, pero hoy solo siento vergüenza. Comparar al general Perón con Menem es tan absurdo como pensar que es lo mismo confrontar con el poder económico para defender a los humildes y al patrimonio nacional que asociarse a los poderosos para empobrecer a los argentinos. No quiero pertenecer a un partido que ha traicionado sus principios, y que además reacciona unido frente a la justicia que, aunque tardía, castiga a los que delinquieron y no se une frente a la injusticia que el mismo ayudó a construir bajo el disfraz de la “Globalización y la modernización”. Cuando algunos dirigentes hablan de persecución política es simplemente porque están convencidos que el delito es inherente a la misma. Las persecuciones políticas honran a sus víctimas así como las judiciales las convierten en despreciables para la sociedad. Comparar a Perón con Menem es asumir que la traición ideológica es también su traición ética. Marechal comparaba a la Patria con una víbora que cambia de piel, y el menemismo es una degradación de la sociedad que necesitamos superar para poder ingresar a una etapa más digna”.
Felipe Solá, vicegobernador bonaerense: “Me duele y me conmociona la convocatoria a indagatoria de Carlos Menem, pero el peronismo no debe actuar de una manera corporativa. El ex presidente debe ser tratado por la Justicia como un ciudadano más porque la gente puede llegar a tener una interpretación negativa de la actitud del peronismo: es peligroso que se ponga en tela de juicio permanentemente a la justicia. Ahora todo pasa por la Justicia y no hay que interferir, porque los temas jurídicos son de la justicia”.
Gustavo Beliz, líder de Nueva Dirigencia: “Me parece una gran vergüenza lo que ocurrió en el Congreso Nacional; fue una reacción corporativa que pretendía esconder el accionar delictivo. Fue una reacción como de banda, una actitud que no hace a la solidaridad peronista. La solidaridad peronista es otra cosa, que es construida hoy por hoy en base a solucionar los graves problemas de la gente: la desocupación y el hambre. La solidaridad peronista es ser sensibles, tener compromiso y transparencia y no actuar con la hipocresía de decir una cosa y vivir de otro modo”.
Bloque de diputados del Frepaso: “Hay que respetar plenamente las normas constitucionales. Calificar las decisiones de la justicia como ataque a las instituciones y a la actividad política es presuponer que dicha actividad conlleva la impunidad. No puede haber diferencias porque todos los habitantes son iguales ante la ley y no están excluidos de esta norma los funcionarios públicos, cualquiera fuera su jerarquía”.

 

DEBATE

Paro de políticos
Por Raúl Kollmann

Mañana no voy a trabajar. El intento de tomarle declaración a Carlos Menem es un ataque político y no voy a trabajar.
Esto es lo que hicieron en estos días los diputados y senadores. Se pusieron de acuerdo en no sesionar porque un fiscal pidió que declarase Menem como sospechoso por el tráfico de armas y porque está investigando quién se quedó con unos 60 millones de pesos en esa operación. Y no sesionaron. No trabajaron.
No fueron sólo los peronistas. Aceptaron no sesionar integrantes de casi todos los bloques y casi nadie alzó su voz para denunciarlo.
Funcionarios del Gobierno han dicho que están preocupados porque el caso de las armas “complica” y “desestabiliza”. Gente cercana a Domingo Cavallo ha sostenido públicamente que la citación de Menem hace aumentar el riesgo–país. Nadie insiste en que el ex presidente está sospechado de ser el jefe de una banda que hizo millones lucrando con la guerra de otros. Está preso Emir Yoma, su cuñado de confianza, en cuya cuenta aparecieron 400 mil dólares que según parece fueron una parte de la coima pagada por el envío de las armas. Estuvo preso Luis Sarlenga, jefe de Fabricaciones Militares, también hombre de confianza de Carlos Menem, y que mencionó en su declaración una llamada al ex presidente y la frase “todos sabían que las armas iban a Croacia”. Cuando lo quisieron sacar del puesto, Menem ordenó que Sarlenga era intocable. ¿Por qué no van a llamar a declarar como sospechoso a Menem?
Ayer, el espectáculo siguió siendo dantesco: usaron el Congreso Nacional y vinieron a Buenos Aires con dinero de los contribuyentes para amenazar con que no van a permitir que el ex presidente vaya a la cárcel. Fue directamente una patoteada a un fiscal y a un juez que fueron designados por el menemismo y que si no fuera por la presión de la Cámara Federal hubieran seguido demorando una causa en la que se investigan delitos cometidos hace más de ocho años. En el Congreso gritaron que todo es una maniobra política. Pero toparon con un enorme problema: no dijeron quién está supuestamente detrás de Stornelli, no encontraron a nadie para acusar, no aportaron una prueba, no refutaron las evidencias que hay en el expediente.
Lo que sucede en estos días es un paro general de los políticos, una reacción corporativa escandalosa. No dicen: “Corresponde que vaya a declarar y si es sospechoso tendrá que bancarse lo que venga. Como Emir, o como miles de otros sospechosos de a pie que están en la cárcel”. (Comentario aparte: en ese caso Menem debería abandonar la vida que lleva, de un lujo inexplicable). Lo que dicen es: “No sesionamos, hacemos un acto de protesta, advertimos que aumenta el riesgo país, amenazamos con lo peor si lo tocan a Menem”.
La enorme presión que puso la clase política es una gigantesca maniobra que, para colmo, puede terminar en un triunfo. ¿Habrá fiscales y jueces que se animen ahora, con toda la topadora multipartidaria en contra, a citar a Menem y encarcelarlo si es lo que corresponde?
En términos de la calle el resumen es sencillo: los ex presidentes no deberían tener coronita. Si son ladrones, tienen que pagar.

La barra de Barra
Por Martín Granovsky

Un grupo de ex ministros, gobernadores, senadores y diputados remataron
diez minutos de sano esparcimiento tratando de sonar tan poderosos, plenos y vitales como Hugo del Carril. Hace mucho que no lo hacían. Ni siquiera en los últimos actos de Carlos Menem, el bombo del Tula y los trompetistas consiguieron que la marcha peronista se cantara completa. Pero ayer era necesario: cuando la política se vacía es bueno recurrir a la liturgia de siempre, a los mitos fundantes, a un espacio sin dudas que polarice cualquier análisis y deje al ausente como traidor y al crítico como gorila. De otro modo, ¿cómo conjugar intereses tan divergentes?
En el Congreso estuvieron los menemistas puros. Fueron porque quieren al Jefe. Y ganaron. Por primera vez desde el triunfo electoral de 1995 unificaron al peronismo, menos Néstor Kirchner y Eduardo Duhalde, detrás suyo.
Otros menemistas fueron porque quieren el Jefe libre.
Otros fueron por una ley elemental de la impunidad. Si un Jefe queda preso, ellos también podrían quedar presos.
Muchos peronistas participaron del acto para no quedar como gorilones.
Otros, para no ser recordados como indiferentes frente a la suerte de quien, como Carlos Menem, todavía es presidente del Partido Justicialista.
Algunos buscaron establecer un precedente: no puede admitirse que vaya preso el jefe del principal partido político.
Otro grupo temió quedar como timorato frente a la Alianza.
Senadores como Emilio Cantarero aprovecharon para recibir otro baño de pureza. Primero fue Domingo Cavallo quien llamó a no “judicializar la política” ni “politizar la justicia”. Hablaba, precisamente, de los senadores sospechados de haber recibido coimas para votar la reforma laboral. Ayer el PJ recogió los términos de Cavallo en su título.
Carlos Ruckauf, Carlos Reutemann y José Manuel de la Sota estuvieron para demostrar que no son menos peronistas que otros. Que el otro. Que el Otro. Reutemann estuvo serio. De la Sota sonrió para que las fotos lo inmortalizaran dichoso. Y Ruckauf pareció recitar la marcha moviendo los labios, como cuando se canta el himno.
Hacia afuera del peronismo, Ruckauf, Reutemann y De la Sota no hicieron negocio. La foto de ayer no cotizará bien en el mercado de las imágenes políticas, ni siquiera entre quienes ven a este gobierno como una constelación de ineptos que el peronismo vencerá en el 2003. En cuanto a los tres gobernadores, de donde presuntamente saldrá el candidato, quedaron sometidos al chantaje impuesto por los menemistas: quien no fuese al Congreso sería un traidor no solo a Menem sino al movimiento. Esa es la razón por la que, hacia adentro del peronismo, los tres grandes interpretaran que el negocio de la ausencia fuese menor que el de la presencia, y pagaran el costo.
La euforia mayor, claro, corrió por cuenta de los menemistas puros. Ellos y los corruptos de cualquier línea y partido fueron los grandes triunfadores del día. En términos políticos es absurdo que los menemistas sueñen con mantener la gloria de ayer. Lo más posible es que el lunes mismo todos traten de enterrar la foto y sigan matándose en sordina. En términos judiciales, en cambio, el efecto es mayor. Los seguidores de Menem lograron que todos hicieran suyo el argumento de Rodolfo Barra según el cual la Justicia pretende igualar al Estado con una asociación ilícita y, simplemente por eso, baraja indagar a Menem. Sin duda el principal objetivo de Menem y sus ministros en el Gobierno fue político. Quisieron ganar el poder y conservarlo. Pero eso no obliga a dar por buena la falacia de Barra, porque una asociación ilícita bien puede superponerse parcialmente con la estructura del Estado.
Es natural que un partido político reaccione por espíritu de cuerpo. Que haga catarsis y recupere tono muscular. El riesgo es cuando la sociedad percibe que, entre elección y elección, lo único
que da cuerpo al espíritu es la lucha por la impunidad
del Jefe. ¿O
habrá sido solo
una foto?

 

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