Por José Natanson
Una larga reunión en
la Casa Rosada terminó de sellar la reintegración del Frepaso
al Gobierno. La cara más visible, Juan Pablo Cafiero, jurará
el lunes a las cinco de la tarde como nuevo ministro de Desarrollo Social
con el objetivo de crear la Agencia, un proceso que concluiría
antes de fin de año y que se concretaría a través
de una ley. Además, en la reunión de ayer se conversó
sobre la posibilidad de que el Frepaso ubique a algunos de sus dirigentes
en diferentes áreas del Gabinete, como forma de subrayar el compromiso
del partido con la gestión de la Alianza. Nos fuimos bastante
tranquilos, resumió uno de los frepasistas luego de conversar
con Fernando de la Rúa.
Aunque el asunto se venía manejando desde hace un par de días,
el anuncio formal de la designación de Cafiero recién se
produjo anoche, cuando el futuro funcionario apareció junto a De
la Rúa en la Rosada. Para mí es un orgullo integrar
este gobierno. Me comprometo a luchar para hacer descender los niveles
de pobreza que realmente son incompatibles con la democracia que todos
aspiramos, dijo. La presencia de Cafiero será un gran
aporte para el gabinete nacional, completó el Presidente.
Dos horas antes, Cafiero había llegado a la Rosada junto a los
diputados frepasistas Darío Alessandro y Rodolfo Rodil para reunirse
con De la Rúa. Allí acordaron que, en principio, el futuro
ministro asumirá con todos los recursos de la cartera y el actual
organigrama. Aunque no se descarta una posterior reestructuración,
esto significa que, por ahora, las secretarías de Deportes y de
Medio Ambiente quedarán bajo la órbita de Desarrollo Social
y no pasarán a Turismo, como se había mencionado hace algunos
días.
En el encuentro, Cafiero subrayó la importancia de que el proceso
de creación de la Agencia se concrete en el marco de una ley. Es
una forma de jerarquizar el tema, le dijo a De la Rúa. En
realidad, también es un mecanismo para asegurar la transferencia
de las partidas sociales dispersas por los diferentes organismos sin tener
que tironear con cada ministro. En este sentido, pesa en la memoria del
frepasista el antecedente de Graciela Fernández Meijide, quien
más allá de sus errores siempre se quejó
por la escasez de recursos.
La idea de Cafiero es asumir como ministro, negociar en el gabinete la
ley y pilotear el proceso de creación de la Agencia, lo que no
resultará fácil. Ayer conversó con De la Rúa
sobre un problema clave: la mayor parte de los fondos sociales cuentan
con financiamiento de organismos internacionales, afectados a fines específicos,
por lo que no se pueden traspasar de un organismo a otro así nomás.
La idea es que la Agencia esté lista en enero del año
que viene, explicó Cafiero.
El último planteo es el más político. Los frepasistas
adelantaron su voluntad de participar más activamente
en el Gobierno y, aunque no hicieron nombres, sí mencionaron las
áreas en las que les gustaría colaborar. La primera es la
reforma del Estado. Aunque todos descuentan que Marcos Makón volverá
a ocuparse del tema, aún no está definido si lo hará
desde la vicejefatura de Gabinete o desde el Ministerio de Economía,
ya que tanto Chrystian Colombo como Domingo Cavallo lo quieren entre sus
filas. El segundo espacio, todavía sin nombre, estaría vinculado
con la reforma política, un tema que en un principio manejó
Carlos Chacho Alvarez, pero que ahora se encuentra un poco
a la deriva, sin nadie que se ocupe específicamente dentro del
Ministerio del Interior. El último lugar sería el Tribunal
de Defensa de la Competencia, que aún no fue creado, pero en el
que el Frepaso quiere ocupar un espacio destacado.
Un
ascenso para Rodil
El bloque de diputados del Frepaso
se reunió ayer y definió que Rodolfo Rodil, un dirigente muy cercano a
Carlos �Chacho� Alvarez, reemplazará a Juan Pablo Cafiero en la vicepresidencia
de la Cámara de Diputados. Como muchos frepasistas, Rodil comenzó su militancia
política en el PJ. Fue electo dos veces diputado nacional y siempre se
mantuvo cerca de Alvarez, quien lo considera uno de sus hombres de mayor
confianza. Tanto que en 1997, cuando era necesario rodear a una ascendente
Graciela Fernández Meijide con dirigentes con experiencia política, Alvarez
le encargó la complicada tarea a Rodil. El diputado se convirtió en el
principal asesor político de Graciela. Fue su jefe de campaña para la
interna con Fernando de la Rúa y, después, para pelear la gobernación
de la provincia de Buenos Aires. Mientras, Rodil fue construyendo una
estructura dentro del Frepaso bonaerense, lo que más de una vez lo llevó
a enfrentarse con otros referentes internos, como Cafiero o Mary Sánchez.
Además, designó a varios hombres que le responden en el Ministerio de
Desarrollo Social que dirigió Fernández Meijide. En Diputados, Rodil ocupó
la jefatura de la Comisión de Pymes y trabajó en varios proyectos destinados
al sector. En los momentos de crisis de la Alianza, Rodil �junto a Darío
Alessandro� fue uno de los hombres que más presionó para que el Frepaso
no abandonara la Alianza.
OPINION
Por Eduardo Luis Duhalde *
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El adiós a Lili Mazzaferro
La larga e impiadosa enfermedad debió haber acabado con
ella hace muchos años, si no fuera no podía
ser de otro modo porque Lili, obstinada y tercamente, le dio
dura batalla en nombre de la vida.
La geografía política pierde a una mujer luminosa
que sumó pasiones, irreverencias y heterodoxias sociales.
Sus amigos y compañeros de militancia lloramos la pérdida
de quien fue ejemplo de coraje, coherencia ética y de compromiso
político con una transformación social que soñó
con las banderas del peronismo revolucionario.
Aquella belleza seductora que en los 50 devolvían los
afiches de los cigarrillos Arizona, vestida de vaquera; la Lily
Gacel que deslumbraba al bajar una escalera en La Casa del
Angel; la musa de círculos áulicos de la intelectualidad
argentina, inquieta e inteligente, no era ajena a una toma de posición,
por entonces pasiva, frente al mundo que la rodeaba.
Cuando, en 1971, uno de sus 4 hijos Manolo Belloni,
joven militante de las Fuerzas Armadas Peronistas, fue acribillado
por la policía en un cruce de caminos del Rincón de
Millberg, este hecho brutal e irreparable signó la vida de
Lili. Convirtiendo su dolor en fuerza, hizo suyo el compromiso de
aquel hijo que había muerto acariciando los sueños
de un país distinto e igualitario, y a los 45 años,
edad en que otros comienzan a vivir de recuerdos o lo que
es peor, a tratar de olvidar un pasado políticamente comprometido,
asumió la plena militancia. Cuando la detuvieron junto a
Paco Urondo ya integraba un grupo operativo de las FAR. Asumí
entonces su defensa ante aquella cámara especial conocida
por el Camarón. Aunque era su amigo desde mucho antes, allí
comencé a conocerla verdaderamente y vale detenerme en los
recuerdos. Al ser indagada por el compuesto juez que le tocara en
suerte, Lili cumplió circunspecta la diligencia. Sólo
al despedirse lo miró al magistrado y le dijo con una sonrisa
comprensiva: Estás viejo, los años se te han
venido encima. Te hace mal ser juez. Prefiero recordarte como antes.
Y salió esposada del despacho. No pidió clemencia
ni favores a su antiguo compañero de baile en los salones
de San Isidro. En la noche en que recuperó la libertad, el
aparato represivo intentó con ella la última humillación:
liberarla desde el Departamento de Policía, con su uniforme
azul de presidiaria seis o siete tallas más grande que su
diminuto cuerpo. ¿Adónde querés ir?,
le preguntamos. Así como estoy, quiero cenar El Tropezón,
nos dijo. Y ese viernes, con Rodolfo Ortega Peña, la acompañamos,
mientras ella hacía su entrada en el todavía esplendoroso
restaurante de Callao, con la dignidad de una gran dama cubierta
de pieles, aunque llevara solamente el raído y baqueteado
uniforme carcelario.
Integrante de la organización Montoneros, tras el golpe genocida
de 1976, ya en el exilio, integró la Comisión Argentina
de Derechos Humanos (Cadhu), dedicando cotidianamente su esfuerzo
a denunciar frente a los gobiernos europeos y los organismos internacionales
las graves y sistemáticas violaciones a los derechos humanos.
Recorrió Europa de arriba hacia abajo, una y otra vez. Roma,
Madrid, París, Ginebra, Amsterdam, Londres, Estocolmo, supieron
de su presencia incansable: alertó a los gobiernos, discutió
con los diplomáticos, peleó por salvar vidas, efectuó
y acompañó las denuncias sobre los millares de desaparecidos,
dio cobijo y amparo a los organismos de familiares que hacían
sus primeras salidas de la Argentina. El día que se escriba
seriamente y en detalle cómo se aisló a la dictadura
terrorista en el plano internacional, los esfuerzos de Lili Mazzaferro
como integrante de la Cadhu serán relevantemente subrayados.
Volvió al país y, aunque alejada de la actividad política,
siempre fue una presencia solidaria, inclaudicable en sus principios.
Fue la suya una vida plagada de sacrificios y con tal estrechez
económica que, aun enferma, seguía buscando trabajo.
Las ingratitudes de muchos las compensaba con el afecto de su familia
y de sus amigos.
A los 74 años ha muerto La Pepa, como la conocimos en sus
años militantes. No nos pongamos serios y circunspectos,
aunque hayamos perdido a una gran mujer. Digamos con el humor que
ella puso siempre en todo: ¡Viva la Pepa!
* Juez Camarista Lidia Lili Mazzaferro, militante
peronista, fue enterrada ayer.
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