Por Sergio Kiernan
Juan Torres Bande, el abogado
que comparten militares como el jefe de Estado Mayor Ricardo Brinzoni
y líderes neonazis como Alejandro Biondini, envió ayer una
nota de renuncia a su cliente uniformado. En un estilo más que
oblicuo y ciertamente pomposo, el abogado atacó a Página/12
por haber informado de sus vínculos políticos e intentó
desmentir un complejo armazón de falsedades y confusas alquimias,
negando ser apoderado de partido político alguno, admitiendo
haber dispensado asistencia jurídica en distintas
contingencias a Biondini y afirmando que es afiliado de la UCR desde
1984. Mientras que Torres Bande intentó aparecer apenas como un
profesional que se gana la vida, su relación con los neonazis es
más que ocasional y deja abiertas serias dudas sobre qué
hace un asesor íntimo del principal líder nazi argentino
trabajando para oficiales de alto rango en actividad.
Torres Bande participó de modo prominente en el acto del 21 de
septiembre de 2000 con que Biondini relanzó su carrera política.
Como recordó Página/12 este miércoles, el abogado
se sentó a la mesa montada en el palco del salón del hotel
Castelar junto a Kalki, como se hace llamar Biondini, a su
secretario de organización Ricardo Macciono, y a su invitado de
honor, el camarada chileno Alexis López Tapia, referente
del fantasmal congreso neonazi de Santiago. Torres Bande no estaba sentado
en una de las butacas de la sala, mezclado entre los asistentes. Tampoco
esperaba en los pasillos del Castelar por si la policía arrestaba
a su cliente. Torres Bande estaba sentado en la mesa de honor, junto a
los dos máximos directivos del Partido Nuevo Triunfo, junto al
aliado extranjero más importante, junto a los tres militantes que
sostenían los estandartes con el 7 del Crislam, la
esvástica mocha que representa la variante Biondini del nazismo.
En su carta de renuncia, el abogado afirma que no soy ni he sido
apoderado de partido político alguno y dice que sólo
es exacto que en distintas contingencias judiciales he dispensado
asistencia jurídica al señor Alejandro Biondini y que hube
de ser consultado por cuestiones inherentes al fuero Electoral.
Esta normalidad que Torres Bande quiere vender es desmentida
por su mismo cliente: el día anterior al acto, el 20 de septiembre
de 2000, Página/12 entrevistó a Biondini en su pequeña
oficina en la Avenida de Mayo, para discutir el significado de la convocatoria.
Al lado de Kalki estuvo en todo momento Torres Bande, que
fue presentado con toda naturalidad como el apoderado del Partido Nuevo
Triunfo. Ni en ese momento ni en el acto de la noche siguiente Torres
Bande desmintió, calificó o relativizó el título
que le otorgó Biondini.
La entrevista de Biondini fue extensa y Torres Bande siguió la
conversación atentamente, escuchando sin discutir las ideas del
líder del PNT. Al día siguiente, el abogado desde
su posición de privilegio en la mesa del palco pudo ver a
los asistentes cantar el himno con el brazo en alto en el saludo nazi,
pudo ver a muchos de uniforme: camisa parda, brazalete rojo, blanco y
negro, corbata negra. También pudo escuchar el ideario que expresó
Biondini en su discurso: el Centro Simon Wiesenthal, una importante institución
judía, es un cenáculo de delincuentes; su representante
local es ese sujeto con odio fanático; los nacionalistas
comenzaban a disfrutar una primavera nacionalista porque estamos
aquí y ni el centro Wiesenthal, ni el Inadi, ni el
sionismo internacional han podido impedir que hoy estemos aquí.
Como asesor letrado de Brinzoni y de los otros 622 oficiales que realizaron
un pedido de hábeas data al CELS, Torres Bande debe haber disfrutado
en particular de la cita que hizo Biondini del Plan Andinia, la apócrifa
acta de un supuesto cónclave judío o sionista internacional,
como dicen los nazis que se cuidan de la ley antidiscriminatoria
que preparaba la toma de la Patagonia. Cuando el ejército
tenga combustible para dos días, esa será la hora,
leyó Kalki. Por si a Torres Bande le quedaba, a esta
altura, alguna duda, la ceremonia terminó con la frase: El
PNT anuncia que comienza a trabajarse en nuestro país por el triunfo
del cuarto estado, nacionalsocialista. No nos vamos a detener hasta ver
nuestras gloriosas banderas flameando sobre la casa de gobierno.
Como puede verse en los casetes de Crónica TV que transmitió
sin crítica ni comentario un acto nazi, como si fuera lo más
normal, Torres Bande escuchó y vio todo esto sin alterarse.
No protestó, no se retiró indignado, ni siquiera se distanció
de su cliente. De hecho, se quedó quieto en el sitio de honor,
como quien comulga con las ideas expresadas, como lo haría un abogado
que es presentado como apoderado del partido.
Lo que mantiene la pregunta: ¿Qué hace este afiliado
radical desde 1984 representando, si no al Ejército como
institución, ciertamente a 623 de sus oficiales?
Hay que mirar televisión
El general Ricardo Brinzoni intentó explicar su ignorancia
de las ideas de Juan Torres Bande aclarando que no había
obtenido sus antecedentes personales, religiosos y/o políticos
porque en el Ejército no realizamos inteligencia interna.
Tampoco, al parecer, ven demasiada televisión: varias cámaras
de televisión mostraron al abogado compartiendo la mesa directiva
del acto junto a dos notorios líderes nazis argentinos y
a uno chileno. Es más, Crónica TV transmitió
el acto entero, desde la entrada de los estandartes hasta la promesa
de un estado nacionalsocialista. El larguísimo
bloque le valió al canal un sumario del Comfer, que estimó
que se vulneró la ley antidiscriminatoria. La acusación
fue cubierta por la prensa y fue furiosamente contestada por Crónica,
en el aire y en el diario. Llama la atención que Brinzoni
se perdiera el detalle de que el abogado que seleccionó por
sus antecedentes profesionales para hostigar al CELS
figuró en forma tan prominente en el acto de otro cliente.
No hacía falta quebrar la ley y hacer inteligencia interna:
bastaba mirar la tele.
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