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EL FISCAL PIDIO LA ABSOLUCION DE MIGUEL ETCHECOLATZ
Hacete amigo de un fiscal

En el juicio contra el represor de la Policía Bonaerense por amenazas contra dos jóvenes, el fiscal Randle pidió su absolución porque �actuó en legítima defensa�. El martes 8 de mayo será la sentencia.

El ex comisario Miguel Etchecolatz está en prisión domiciliaria acusado por robo de bebés.

Por Santiago Rodríguez

El fiscal Sebastián Randle sorprendió con su alegato final en el juicio contra Miguel Etchecolatz al pedir la absolución del represor. “Actuó en legítima defensa”, sostuvo Randle en favor de Etchecolatz, acusado de haber amenazado a un grupo de jóvenes que lo repudiaron por su desempeño durante la última dictadura militar. Los abogados del ex policía lo defendieron con el mismo argumento, mientras que los querellantes solicitaron que fuera condenado a tres años de prisión por “amenazas agravadas por uso de armas”. La sentencia se dará a conocer el próximo 8 de mayo. Etchecolatz está bajo prisión domiciliaria acusado por el robo de bebés, hijos de desaparecidos.
El papel de todo fiscal es el de velar por los intereses de la sociedad y el cumplimiento de ley. A Etchecolatz se lo llevó a juicio oral y público por haber amenazado con una pistola —que luego se comprobó que era de aire comprimido— a unos jóvenes que al identificarlo caminando por la plaza Monseñor D’Andrea, ubicada en Córdoba y Anchorena, le gritaron “asesino” y le arrojaron huevos.
Aunque la ley lo contempla como una posibilidad, es raro e infrecuente que un fiscal pida la “absolución de culpa y cargo” de un acusado. Randle, en este caso, lo solicitó en favor de un ex comisario que fue la mano derecha del jefe de la Policía Bonaerense durante la dictadura, el general Ramón Camps, y a quien la Cámara Federal sentenció en 1987 a 23 años de prisión por 96 tormentos y como responsable de 21 campos de concentración en la provincia en los que fue visto reiteradamente.
“No le quedaba otra”, lo justificó Randle y explicó que “llevaba una pistola para defenderse de las continuas agresiones de las que es objeto”. El 9 de enero de 1999, día de la amenaza que dio lugar al juicio, Etchecolatz caminaba libremente por la calle como tantos otros camaradas suyos –ahora está preso en su domicilio por la sustitución de identidad de una hija de desaparecidos– porque los crímenes por los que fue condenado quedaron impunes a partir de la ley de Obediencia Debida.
Lo que no pudo evitar esa ley, ni tampoco la de Punto Final, es la condena social que lleva a la gente a repudiar a los represores. Se ve que a criterio de Randle, esos repudios no son otra cosa que “agresiones” que ameritan exhibir un arma para defenderse.
“Brillante” –y no era para menos, claro–, fue el calificativo con que el abogado del represor Adolfo Casabal Elía se refirió al alegato de Randle. Casabal Elía –quien comparte su tarea con Amalia Vanasco, defensora del también ex represor Julio “El Turco Julián” Simón— afirmó que Etchecolatz “no amenazó a nadie”, sino que “disuadió a sus agresores” ante el ataque de que era objeto por parte de lo que denominó “una izquierda nostálgica”.
“El fiscal tuvo desde el primer momento una actitud en favor de la defensa”, explicó a Página/12 el abogado querellante Horacio Ravenna y recordó: “Primero dijo que no había estudiado la causa pero adhería al planteo de nulidad de la defensa, después de la indagatoria a Etchecolatz coincidió en que había que suspender el juicio porque de la declaración surgía que no había de qué juzgarlo y por último quiso desestimar un testigo apartándose del derecho”.
Ravenna y su colega Ernesto Moreau, de la Asamblea Permanente por los Derechos del Hombre (APDH), representan a Roberto Samar y Fernando Cóppola, los jóvenes amenazados por Etchecolatz. En su alegato pidieron una pena de tres años de prisión para el ex represor —la máxima dispuesta en el Código Penal— por amenazas “agravadas por el uso de armas”.
Después de escuchar los alegatos, la audiencia pasó a cuarto intermedio y Etchecolatz fue retirado de los juzgados de Lavalle al 1600 bajo una fortísima protección de la Policía Federal, ante la presencia de manifestantes de Izquierda Unida que lo repudiaron. El juez correccional Omar Facciutto anunciará su sentencia el 8 de mayo próximo. Una nuevacondena llevaría al ex represor a la cárcel porque en su contra ya pesan tres años de prisión en suspenso por “calumnias e injurias” contra el diputado Alfredo Bravo.

 


 

EL COSTO DEL VIVAR A VIDELA
Cruz y Siro, a declarar

La actriz Elena Cruz y su marido, el actor Fernando Siro, serán citados por la Justicia como imputados a raíz del homenaje que le rindieron al ex dictador, Jorge Rafael Videla, al cumplirse los 25 años del golpe de estado de 1976. El matrimonio deberá prestar declaración indagatoria la semana próxima por presunta “apología del crimen”, un delito que se castiga con una pena de un mes a un año de prisión.
Cruz y Siro tendrán que presentarse en el juzgado correccional número 12, a cargo de Raúl García, y ante el fiscal de ese fuero Angel Nardiello. Fuentes judiciales adelantaron que la fiscalía solicitará el procesamiento de ambos.
El matrimonio de actores también deberá presentarse el 8 de mayo próximo ante el juez federal Rodolfo Canicoba Corral y los fiscales Eduardo Freiler y Federico Delgado, quienes investigan si Videla violó las condiciones del arresto domiciliario que se le impuso como responsable del plan sistemático de apropiación de bebés de desaparecidos durante la dictadura. El magistrado y los fiscales pretenden escuchar de boca de Cruz y Siro su versión de lo ocurrido frente a la casa del ex dictador el día del aniversario del golpe de Estado.
El pasado 27 de marzo la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH) denunció a Videla por la presunta violación del arresto domiciliario, razón por la cual solicitó su envío a la cárcel, y a Siro y Cruz por presunta apología del delito. La denuncia sostiene que, según el periodista Osvaldo Quiroga, cerca de las 11 del 25 de marzo pasado “Videla salió al balcón a saludar a unas treinta personas que lo ovacionaron por haber encabezado en esa fecha el infausto alzamiento que impuso el terrorismo de Estado en nuestro país”.
La APDH recordó que el ex almirante Emilio Eduardo Massera, “en un caso similar, fue privado de la continuidad del beneficio del arresto domiciliario” por la jueza federal María Romilda Servini de Cubría, quien lo encarceló en 1998 por la apropiación del hijo de una desaparecida.

 

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