Por Darío
Pignotti
Desde
Brasilia
Se cierra el cerco sobre la
alianza oficialista: cada vez es más comprometida la situación
de los acusados en el escándalo del Senado. Ayer, el senador Antonio
Carlos Magalhaes no logró disipar las sospechas que lo responsabilizan
de haber violado el panel de votaciones de la Cámara alta, un delito
gravísimo, tipificado en la Constitución. Durante su deposición
ante la Comisión de Etica del cuerpo, Magalhaes trasladó
toda la responsabilidad en su otrora compañero de andanzas, el
senador del Partido de la Socialdemocracia Brasileña (PSDB) Roberto
Arruda. El año pasado, Magalhaes y Arruda eran presidente del Senado
y del bloque oficialista, respectivamente: es decir los dos legisladores
de más peso de la Cámara. Al contar con esa información
sensible, Magalhaes-Arruda estaban en condiciones de chantajear a sus
pares, algo que habrían hecho a menudo para condicionar las votaciones.
El lunes, el otrora poderoso Arruda lloró y lloró ante los
senadores, confesó casi todo y pidió perdón. Pero
el papelón del senador, designado directamente por el presidente
Fernando Henrique Cardoso, no convenció a nadie y ya se habla del
fin de su mandato. La espiral del escándalo tiene arrinconado al
gobierno, que había gastado todo su capital en impedir una Comisión
Investigadora de la Corrupción (CPI), impulsada por la oposición:
lo peor que podría ocurrir para el Planalto en un año electoral
como será el 2002. Después de la confesión de Arruda,
los líderes del izquierdista Partido de los Trabajadores (PT) anunciaron
que ya tienen las firmas necesarias para aquella comisión. Por
su parte, Cardoso recomendó al Parlamento que no se convierta en
una delegación de Policía. Sin embargo, el presidente parece
resignado a la CPI, especialmente luego de una encuesta de opinión
donde su imagen aparece bajo sospecha de apañar la corrupción.
Ayer, Magalhaes no lloró en el recinto. Expuso distendido y contestó
cada interrogante de sus colegas, a veces con desdén. Luego de
su intervención, la Orden de Abogados de Brasil pidió la
renuncia del senador bahiano. Desde el ala financiera del gobierno, el
presidente del Banco Central, Arminio Fraga, se pronunció a favor
de profundizar las investigaciones. Es que la exposición de quien
fuera por ocho años presidente del Senado y segundo hombre más
poderoso del país dejó muchos interrogantes. Si fuera cierto
que no ordenó la violación del panel, ¿por qué,
al saberlo de boca del senador Arruda, no denunció el hecho? Magalhaes
reconoció haber leído la lista que le alcanzó Arruda,
pero incomprensiblemente dijo que luego la tiró a un canasto.
La senadora Heloisa Elena, segura deque Magalhaes conservó la lista,
le exigió que la diera a conocer, siguiendo la estrategia de su
partido, el PT. Los senadores Magalhaes y Elena ya han protagonizado duelos
célebres en la Cámara: ellos corporizan, además,
dos arquetipos brasileños. El bahiano ha sobrevivido a todos los
gobiernos y los regímenes, es un septuagenario de ademanes medidos
y palabras delicadas, aunque bestial con quienes osaron desafiarlo en
el nordeste brasileño. La senadora es radical y vehemente,
según sus propias palabras. Flaca, también nordestina, poco
alineada y ajena a la corporación política, suele decir
que no pertenezco a este mundo ni al palacio putrefacto
de Fernando Henrique Cardoso. Ayer, por un momento, el Senado pareció
Brasil Año Verde: un cacique nordestino azuzado por una mujer pobre
y también nordestina.
En la sesión de más de seis horas, más tarde habló
el senador Pedro Simón, del ala opositora del oficialista Partido
del MovimientoDemocrático Brasileño (PMDB). Simón
sugirió que si Magalhaes y Arruda pudieron saber cómo se
votaba, también pudieron haber alterado la votación. La
última intervención perteneció al senador del PT,
Eduardo Suplicy. Empezó diciendo que por fin una sesión
del Senado tendrá más rating que la novela de las ocho.
Luego, aprovechando el guante dejado por Magalhaes (quien había
finalizado su deposición citando a Dios), Suplicy citó al
párroco que habló por la mañana en la misa a la que
él y Simón asistieron. El párroco se había
preguntado cuándo el Senado en el cual hay gente que
habla de Dios, dijo Suplicy podía conseguir la confianza
de la gente. Es que el Senado es hoy la institución más
denostada de la vida nacional: su medición de popularidad está
a la altura del malogrado seleccionado de fútbol.
Hoy será el turno, nuevamente, de Arruda. Hay consenso en el Senado
para que los dos vayan a un careo. Pero sería aventurado creer
que con ellos terminó la historia: para muchos Magalhaes todavía
no está muerto, y si eso ocurre, se llevará a más
de uno a la tumba.
MISTERIOSO
HALLAZGO DE URANIO EN BOGOTA
Los nucleotraficantes colombianos
El hallazgo de 600 gramos de
óxido de uranio en un laboratorio casero de un barrio de Bogotá
ha conmocionado, si esto aún es posible, a la sociedad colombiana,
que conoció el hecho a través de un informe publicado por
la revista Semana, donde se decía que Colombia es un país
de tránsito del tráfico ilegal de elementos radiactivos
para la fabricación de mortíferas armas nucleares.
A la alarma ha seguido la confusión. La historia, en la que algunos
afirman que está enredada la mafia rusa, empezó hace más
de un mes. La policía secreta colombiana (DAS) recibió información
sobre tráfico ilegal de uranio, que llevó al allanamiento
el 15 de marzo de una casa en una zona residencial de Bogotá. Allí
se hallaron dos muestras de óxido de uranio con una concentración
del 62 por ciento y 74 por ciento, respectivamente, propiedad de Alfonso
Sandoval. Sin embargo, la fiscalía colombiana ha puesto en libertad
condicional a Sandoval basándose en un informe del Instituto de
Investigación e Información Geocientíficas (Ingeominas).
Según el Ingeominas, el material encontrado es uranio en forma
de óxido y no enriquecido es decir, no radiactivo,
no alcanza una cotización de 1,5 millones de dólares en
el mercado internacional y además, recuerdan los técnicos,
sólo Argentina y Brasil, de toda América latina, tienen
la infraestructura necesaria para enriquecer el uranio.
Pese a todo, la DAS continúa las investigaciones, a la espera de
la próxima llegada al país de expertos del FBI, intrigada
por las contradicciones en la declaración del implicado. Sandoval
dijo, por ejemplo, que un viaje reciente a Rusia lo hizo por invitación
del gobierno de ese país, lo que fue desmentido por la Embajada
rusa en Bogotá. También hay contradicciones sobre de dónde
salió el uranio. Sandoval dijo primero que lo extrajo de su finca
en Ocaña y luego que lo compró. El Ingeominas dice que no
existen en Colombia yacimientos de uranio.
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