Una
síntesis argentina
Por Osvaldo Bayer
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Mientras Etchecolatz,
(a) el siniestro, sigue alabando en su jerga despótica los horribles
crímenes del sistema azul y blanco de desaparición de personas,
los sobrevivientes de aquella juventud de la dignidad, víctimas
de la capucha y de la picana, siguen abriéndose camino con la constancia
y la entereza.
En este caso se trata de mujeres. Ex prisioneras del horror, quienes apenas
salidas de esa esclavitud superaron todas las vallas del pasado y se abrieron
camino en la docencia, en la ciencia, en la literatura. Con las cicatrices
en sus cuerpos y sus almas atravesadas por las torturas y las humillaciones,
comenzaron a volar alto. Doloridas y zaheridas hasta el hartazgo, demostraron
a sus ex verdugos que a ellas no las derrotaron, que están más
fuertes que nunca frente a las miserabilidades de los obedientes debidos.
La constatación de esa realidad espléndida se la debemos
al escritor y periodista Jorge Boccanera, quien en su investigación
Redes de memoria (Desde la gente) hace desfilar a nueve ex presas del
régimen ignominioso, en su vida actual, a un cuarto de siglo de
ser prisioneras de los uniformados que utilizaron el poder para humillar
para siempre a la República.
Esas mujeres sobrevivientes de campos de concentración y cárceles
de la ignominia amasan hoy una visión trabajada por una sobrevivencia
con aspiraciones de futuro, dice Boccanera, y agrega: Están
más cerca del futuro que del pasado. Algunas obtuvieron licenciaturas
y doctorados en diversas carreras, imparten hoy clases en universidades
de países de América latina, Estados Unidos, Canadá
y Europa y, además de ejercer múltiples labores pedagógicas,
hay también reconocidas periodistas, dirigentes de organismos de
derechos humanos, etc. No es un dato menor agrega el autor
la mención de sus libros editados, premiados, traducidos; y también
de aquellos textos suyos incluidos en antologías de autoras latinoamericanas,
publicadas en Europa y Estados Unidos.
Mujeres que fueron golpeadas, violadas, humilladas, retenidas en celdas
del asco, degradadas, lastimadas, por los dioses de botas y charreteras,
hoy están allí como una realidad entera frente a los Etchecolatz
histéricos que acompañados por matones de garrote quieren
explicar razones para convencer de lo que ya jamás podrán
vencer.
Esas mujeres salieron por su propia fuerza de la humillación llevando
como mascarón de proa la imaginación y la tenacidad
de la vida. Compárese la fuerza de estas mujeres con el baboseante
ex general Suárez Mason que primero huyó a Estados Unidos
y que, una vez detenido allá, trató de arrojar todas las
culpas de sus crímenes a los comandantes de cuerpos de ejército;
o ese Massera elucubrando enfermedades para que la sociedad culpable le
tenga lástima; o ese Videla, rezando detrás de los postigos
cerrados su rosario de escarnios y de muerte.
Los generales en sus residencias y los almirantes en sus countries: Alicia
Kozameh fue prisionera política de 1975 a 1978. Estuvo encerrada
en la Alcaldía de Mujeres de la Jefatura de la Policía de
Rosario: pasó catorce meses sin ver la luz del sol. Es escritora,
sus libros han sido traducidos al inglés y al alemán. En
Estados Unidos estableció el Taller Hispanoamericano de Cultura.
En los primeros dieciséis meses que pasé con otras
treinta compañeras de pabellón en el sótano de la
Jefatura de Policía de Rosario estaba permitido leer y escribir
sólo muy al comienzo. En el momento del golpe del 76 todo
esto fue suprimido brutalmente. Recuerdo que un cuaderno en el que escribía
poemas me fue quitado en una requisa. Al contenido lo salvé porque
lo transcribí en papelitos de armar cigarrillos y los metí
entre el cuero y el forro de unas sandalias.
Después, con el sol y el color de la libertad, esos papelitos se
convirtieron en libros. (¿Vos con quién ibas esposada?:
No recuerdo haber visto a nadie cerca de ti en ese momento. Pero lo que
no olvido es que, llegadas a Devoto, Mercedes entró al pabellón
que nos asignaron y vomitó hasta el corazón. Con eso mandó
por las tuberías de las letrinas todo lo que se pareciera a un
traslado de presas políticas y sus posibles implicancias. Admirable.)
El vómito, hoy. Etchecolatz trata de explicar ante el juez la existencia
correcta de las picanas eléctricas. Y Videla grita diez veces por
noche: No están ni vivos ni muertos, están desaparecidos.
Mientras Massera sigue pergeñando el crimen perfecto contra los
maridos de sus amantes.
Marta Vasallo, hoy destacada periodista, en las horas de la ignominia
se aferraba a los poemas que sabía de memoria. Estuvo en el Club
Atlético: Estábamos con los ojos vendados tiradas
en el suelo, en boxes diferentes, esperando que vinieran a buscarnos,
escuchando cómo se llevaban y traían a otros, y los gritos
de los torturados.
Cristina Feijóo, narradora varias veces premiada, fue secuestrada
por la Triple A, en 1976, y permaneció presa bajo la dictadura
de Videla hasta 1979. En octubre del 99 se reunieron más
de 900 mujeres de distinto origen que estuvieron concentradas en Villa
Devoto. Resolvieron publicar las cartas escritas por ellas. Parece
un despropósito elegir las cartas porque eran censuradas por el
penal y por nosotras mismas dice Feijóo ya que se podría
pensar que no narran lo que realmente ocurría. Sin embargo, es
sobrecogedor leerlas. Surge la voz de lo silenciado, las relaciones con
los hijos, cómo se deslizaba, en el tiempo detenido de la cárcel,
la enfermedad, la desaparición y la muerte del tiempo del afuera,
el que nunca dejaba de transcurrir. Describen los actos cotidianos: cocinar,
limpiar, dormir, soñar, la enfermedad, la medida de la soledad
en medio del hacinamiento y el peligro.
(Ocho años después, el senador Fernando de la Rúa
vota por obediencia debida y habla del ejército de la Patria y
de San Martín. Hoy es el presidente votado por los argentinos.)
Sara Rosenberg estudió Arte y Literatura. Fue detenida cuando estaba
embarazada de ocho meses. Su hijo nació en la cárcel. Fue
trasladada a Devoto, donde permaneció con su hijo en un pabellón
sótano con 30 mujeres hacinadas. En la cárcel, para desarrollar
sus ideas artísticas sólo tenía un clavo para rayar
la pared. Hoy enseña en España.
Alicia Partnoy estuvo largos años en campos de concentración.
Hoy es profesora de la Universidad Loyola, de Los Angeles, Estados Unidos.
Con las otras presas confeccionaban poemarios trenzando hilitos sacados
de las toallas. Hoy Etchecolatz señala que era propaganda antiargentina
que había que exterminar.
Se me acaba el espacio. Me quedan en el tintero mujeres de la altura de
María del Carmen Sillato, María Branda, Nora Strejilevich.
En sus cátedras, junto a sus libros miran la Argentina de Etchecolatz,
quien hoy, ayudado por los fiscales, sigue gritando como un papagayo:
subversivas, querían destruir a Dios, Patria y Hogar. Siempre acompañándose
por sus garroteadores. Las ex detenidas lo miran con grandeza. Piensan
en las otras mujeres como ellas que desaparecieron. De la Rúa siente
uno de los máximos honores: tripula un avión de guerra y
desciende por error en la mansión Seré, mientras el peronismo
se moviliza por Menem. Una buena síntesis argentina.
REP
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