Hay 230.000 judíos en la Argentina en una situación
económica muy difícil, y otros 130.000 judíos en
Brasil. Hay 50.000 en México, y hay otros en Venezuela y otras
partes de Sudamérica. Hay medio millón de judíos
en América latina, muchos de ellos en problemas, que necesitamos
sacar de allí. Estas palabras pertenecen al premier israelí
Ariel Sharon y las dijo en una entrevista publicada ayer por el diario
Jerusalem Post. Más allá del juicio de valor sobre la marcha
económica de nuestro país que aparece (no tan) implícito,
lo cierto es que Sharon está buscando repoblar a Israel
de judíos teniendo en cuenta que las tasas de crecimiento demográfico
de árabes y hebreos son muy desparejas.
Los números poblacionales de Israel indican que, de seis millones
de habitantes, un millón son árabes israelíes, y
otros tres millones de árabes se reparten en la región de
Cisjordania y de la franja de Gaza, territorios que algún
día deberían pertenecer a un Estado palestino independiente.
Los árabes son por ahora un sexto de la población israelí.
De los cinco millones de judíos, un millón, citado por Sharon,
pertenece a la inmigración de judíos de las ex repúblicas
soviéticas, en particular de Rusia, que llegó en los últimos
diez años a Israel. El premier israelí sostiene que, así
como ocurrió con estos inmigrantes, la única manera de contrapesar
el escaso crecimiento de la población judía en relación
a la árabe es con otra ola inmigratoria masiva.
Además del medio millón de judíos latinoamericanos,
hay 80.000 judíos en Sudáfrica, una comunidad muy
importante. Hay cerca de 700.000 judíos en Francia. Hay varios
cientos de miles en Ucrania. Hay un gran potencial allí. Si el
pueblo judío hace un esfuerzo, si ve esto como la más importante
prioridad, no tendremos ningún problema en traer a otro millón
de judíos a Israel en los próximos 13 años,
dijo Sharon.
Mientras tanto, dentro del conflicto entre israelíes, ayer fue
un nuevo día de luces y sombras. Por un lado, durante la mañana
se realizó una nueva reunión de seguridad en Ramallah, Cisjordania,
que terminó sin resultados, aunque la multiplicación de
este tipo de encuentros parece estar sugiriendo un camino de reaproximación
parcial. También ayer, la oficina del ministro de Defensa Benjamin
Ben Eliezer autorizó a 11.000 palestinos a entrar por trabajo a
territorio israelí, que se suman a los 4000 a los que ya se permitió
hacerlo en las últimas semanas, lo que implica una medida de alivio
económico para una población que depende fuertemente de
los ingresos laborales en Israel para subsistir.
Por otro lado, continuaron los enfrentamientos, en una muestra de la nueva
política de Sharon de descomprimir las presiones sobre la población
atacando al mismo tiempo las fuentes de los disturbios. En la franja de
Gaza, un colono y un militar israelíes fueron heridos ayer por
la explosión de una bomba. Un palestino, que sería un activista
del principal movimiento fundamentalista islámico palestino, el
Hamas, fue alcanzado por disparos israelíes y está gravemente
herido. Trece palestinos también resultaron heridos en un enfrentamiento
en la entrada norte de la ciudad cisjordana de Ramallah y en incidentes
entre manifestantes palestinos y militares israelíes en la franja
de Gaza. Más tarde, los disparos de morteros palestinos, tan temidos
por los israelíes, cayeron sobre el asentamiento judío de
Kfar Darom, en la franja de Gaza. No se conoce si hubo heridos.
LA
PRENSA FINANCIERA INTERNACIONAL CONTRA BERLUSCONI
La conjura de los semejantes
Quizás no haya peor crítica
que la que viene del mismo palo. Ayer, la prestigiosa revista The Economist
publicó una columna que califica a Silvio Berlusconi, candidato
de la derecha italiana para las elecciones de premier del 13 de mayo,
como un hombre indigno para aspirar al cargo. De esta manera,
The Economist se suma a una lista, cada vez más larga, de medios
que acompañan el desayuno de los grandes hombres de negocios, como
el magnate multimediático Berlusconi, y que denostan a quien encabeza,
por un margen cada vez más estrecho, las encuestas: el New York
Times, el Financial Times y el International Herald Tribune.
En cualquier democracia que se precie, sería impensable que
el hombre que está a punto de convertirse en primer ministro esté
en el centro de investigaciones por, entre otras cosas, lavado de dinero,
complicidad en asesinatos, conexiones con la mafia, evasión de
impuestos y soborno a políticos, jueces e inspectores impositivos.
Pero el país es Italia y el hombre es Silvio Berlusconi, quizá
su ciudadano más rico. Como nuestras investigaciones lo demuestran,
Berlusconi no merece gobernar a ningún país, y menos aún
a una de las democracias más ricas del mundo.
Así comienza el editorial de The Economist. Ciertamente, no habla
muy bien de Italia, y de hecho muchas voces italianas salieron a condenar
las palabras del semanario inglés. El grupo Fininvest de Berlusconi
anunció que denunciará a The Economist por sus calumnias
infames, recicladas de un pasado lejano y contra
los italianos. La única defensa provino, como era de esperar,
de la coalición centroizquierdista del Olivo, cuyo candidato, Francesco
Rutelli, sigue subiendo en los sondeos. Las observaciones de The
Economist son la fotografía de una situación objetivamente
existente, comentó Piero Fassino, actual ministro de Justicia
y candidato al cargo de vicepresidente en caso de victoria del Olivo.
El influyente Financial Times publicó ayer tres notas sobre Berlusconi,
y plantea en una de ellas sus serias dudas de que Berlusconi controle
los tres canales de la televisión pública con los que compite
su imperio mediático. Muchas indagatorias, algunas condenas,
ningún castigo, dijo ayer el Financial Times. Recientemente,
el diario norteamericano editado en París International Herald
Tribune manifestó también su preocupación
por la llegada de Berlusconi al poder y lo comparó al líder
ruso Vladimir Putin, quien logró controlar la cadena de televisión
independiente NTV.
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