Por Martín Pérez
¿Querés
una respuesta simple o una más extensa?, es la pregunta con
la que el director francés Olivier Assayas prologa, con una sonrisa,
su primer contacto con Página/12. ¿Qué conocía
de Argentina antes de ser invitado al Festival de Cine Independiente?,
era la pregunta, y la respuesta simple de Assayas que llegó
al país el jueves, acompañado por su mujer Maggie Cheung,
estrella de su film Irma Vep y de Con ánimo de amar, de Wong Kar-Wai
es que al momento de recibir la invitación había escuchado
hablar mucho de que había una excitante escena cinematográfica
independiente en Argentina, aun cuando él no había visto
ningún film.
¿Y la respuesta extensa?
Durante toda mi vida, Argentina fue para mí parte de la vida
exótica y aventurera de mi padre, antes de que yo naciera. Mi papá
se llamaba Jacques Remi, y vivió en Buenos Aires entre 1941 y 1946.
Escribió novelas y obras de teatro, y llegó a dirigir dos
películas aquí, una hablada en castellano y la otra en francés.
Así que para mí la Argentina fue siempre un mito: el lugar
donde mi padre hizo cine. Por eso no deja de ser extraño finalmente
estar aquí por primera vez.
Nacido en París en 1955, a más veinte años de su
debut como director de cine, el de Assayas tal vez sea hoy en día
el último de los grandes apellidos asociados a la clásica
noción de lo que debe ser el cine francés. Puede ser
que así sea acepta el director. Pero siempre he intentado
escapar de ese estereotipo. Cada vez que tuve la sensación de que
podía ser categorizado de esa manera, hice películas a veces
demasiado conscientemente como para escapar de esa cárcel.. Aunque
cada vez que logré escapar del estereotipo, películas como
Fines de agosto y principios de septiembre les recordaba a todos que yo
era un director bien francés. Pero debo confesar que en lo que
estoy interesado hoy en día es en ser un cineasta internacional.
Me niego a ser reducido a lo que, en suma, es una pequeña parte
de lo que soy.
Presentada en la primera edición del festival de Cine Independiente
porteño, Fines de Agosto... que relata (cámara al
hombro) el devenir de una historia amorosa funciona como un buen
ejemplo de la obra de Assayas, obsesionada con las oscuridades del sexo
entre adultos y la vida en las ciudades, y que no ha sido exhibida comercialmente
en Argentina. Para acceder a ella, en gran medida, han sido indispensables
los festivales. En el último Festival de Mar del Plata, por ejemplo,
se pudo recorrer una amplia retrospectiva de su obra. Mientras que en
la actual edición del festival porteño se exhiben Irma Vep
(1996) el film en el que Assayas conoció a la que dos años
más tarde sería su esposa y su última producción:
Los destinos sentimentales (2000).
Este festival desde su propia denominación está dedicado
al Cine Independiente... ¿Usted cree ser un cineasta independiente?
Todo el mundo es un cineasta independiente, esa definición
para mí no tiene mucho sentido. Antes se usaba la definición
film de autor, pero como ahora eso suena aburrido, ahora se dice cine
independiente. Pero lo que sucede es que ahora el concepto de cine independiente
se ha degenerado hasta transformarse en un género. Ahora hay comedias,
policiales... y cine independiente (risas). Pero esa es la parte menos
interesante del asunto. Para mí el problema es que lo más
interesante del cine independiente siempre fue la forma en que cuestionaba
los valores del cine y trataba de inventar nuevas formas para hacerlo.
Ahora, en cambio, hay películas independientes que están
muy felices de ser lo que son, y no tratan de reinventar nada. Todo se
está estereotipando mucho. Y lo que a mí más me preocupa
es mantener viva aquella otra idea de la independencia.
Irma Vep ¿puede ser leído como una segunda parte de
La Noche Americana, de Truffaut... referida a la escena del final, en
que unamujer enfrenta al equipo de filmación y les grita: ustedes
están todos enfermos?
Ese es mi momento preferido de ese film, que me gusta como película,
pero que está totalmente desconectado con cualquier realidad sobre
lo que significa rodar un film, al menos en lo que a mí respecta.
Y, hasta donde yo se, está muy alejado de la realidad de lo que
eran los rodajes de Truffaut. Y en ese nivel es un film muy tramposo.
Porque mitologiza e idealiza el cine, algo que creo que no hay que hacer.
Así que, de alguna manera, cuando estaba haciendo Irma Vep estaba
respondiendo al film de Truffaut. Aunque debo confesar que no lo tenía
en la cabeza. Estaba pensando más en Fassbinder, en realidad. Su
film Cuidado con la Santa Puta se acerca bastante a la experiencia del
rodaje contemporáneo. Y a las dificultades de la lógica
sexual del rodaje, y si uno no se enfrenta a eso no tiene ningún
sentido hacerlo.
Una de las claves de su cine es enfrentar los lados oscuros de la
sexualidad de sus personajes... ¿Qué es lo que usted busca
allí?
El cine es este extraño lugar en el que la fantasía
de la gente cobra vida. Y el sexo suele estar en el centro de toda fantasía,
aún cuando haya gente que no lo admita. Me parece que es fundamental
enfrentarse con el lado oscuro de las propias fantasías. Kenneth
Anger creía que las películas podían ser usadas para
absorber esa noción de la magia, que permite pensar que las energías
abstractas pueden ser materializadas por los seres humanos para crear
algo. Y en términos de magia ese algo puede ser la concreción
de un deseo, lo que sea que Anger piensa que Lucifer pueda otorgar. Ese
Lucifer para mí es nada más que una palabra clave. Pero
lo importante es que, cualquiera que sea la razón por la que Anger
hace películas, lo que quiere es materializar en ellas algo que
es real. Y esa es la razón por la que Anger hace películas.
Uno podría decir que cada cineasta tiene su propio Lucifer que
le concede sus propios deseos.
En su conferencia de prensa, Jim Jarmusch dijo que si no fuese por
Los Ramones, no hubiese filmado ningún film... ¿Le sorprende
una declaración de ese tipo viniendo de un director de cine?
Para nada. El cine es mi vida... pero cuando estoy en mi casa no
pongo un video sino un disco. En mi vida fueron más importantes
los Sex Pistols o Los Clash que cualquier película. Yo me acuerdo
qué era lo que estaba haciendo la primera vez que escuché
Anarchy in the UK o White Riot. En el arte, la
canción o la pintura están más cerca de la esencia
que el cine. Creo que la poesía es algo aún más profundo,
es lo que está en la esencia de cualquier arte, bien cerca de la
piel...
¿Y por qué se dedicó al cine y no a la música,
digamos?
Porque no soy buen músico. Pero el cine, al menos en el comienzo
de mi carrera, fue mi propio sexo, drogas y rocknroll.
(Los destinos sentimentales se exhibe por última vez hoy a las
17.45 en la sala 7 del Abasto.)
DOBLETE
DEL JAPONES TAKASHI MIIKE
El Oriente freak
Por M. P.
Un viudo buscando esposa a través
de una falsa audición para un film y un gangster brasileño
que encuentra novia en Japón. Así es como se podrían
resumir los respectivos comienzos de las tramas argumentales de Audition
y The City of the Lost Souls, las dos películas del personalísimo
director japonés Takashi Miike que se exhiben en el festival porteño.
Y que, pese a cierta aparente similitud emocional, no podrían ser
más diferentes. No soy la clase de director al que le gusta
hacer películas que simplemente están bien hechas,
ha dicho este director de culto presente en la anterior edición
del festival con el furioso thriller Dead or Alive (1999), exhibido dentro
de la sección Cine de Medianoche, junto a excentricidades como
el documental Grass, de Ron Mann.
En virtud de la celebrada orientalización del Festival, Miike salió
del ghetto de medianoche en esta nueva edición del evento de Cine
Independiente, pero eso no lo hace menos freak. Tal como se señala
en el catálogo oficial, lo primero que llama la atención
a la hora de hablar de su cine es el hecho de que haya realizado la friolera
de seis películas en tres años. El último opus de
semejante desfile es el pastiche The City of Lost Souls (2000), que comienza
como el mejor spaghetti western, sólo que en Brasil con lo
que sería un feijoada western, si es que se permite el término,
para pasar rápidamente al Japón mafioso, mezclando culturas
con la misma violencia ingenua, gratuita y festiva. Si lo que más
se elogió el año pasado de Dead or Alive fue su final, a
la hora de hablar de The City... hay que sacarse el sombrero ante sus
primeros minutos de metraje, que incluyen hasta una riña de gallos
que satiriza a The Matrix.
Audition (1999), mientras tanto, es otra cosa. Suerte de pausado thriller
psicológico, según su director es un film con todos
los ingredientes del género de terror. En él, Miike
se toma su tiempo para contar la historia de un viudo que busca una muñequita
para llenar el vacío en su hogar y su corazón, y lo que
encuentra no es exactamente lo que está buscando. Lejos de toda
psicología o lógica argumental, Audition es una máquina
perfecta de terror que es algo así como Martes 13 filmada por Cronemberg,
y aún así no es posible abarcar todo lo que Audition entrega.
Pero el murmullo sonriente de su protagonista femenina es una de las onomatopeyas
más aterrorizantes que ha dado el festival.
(The city of the lost souls se exhibe mañana a las 16 en la sala
8 del Abasto. Audition se exhibe a las 18.30, en la misma sala.)
Argentina
y Bélgica, en el fin de la competencia oficial
Por
Luciano Monteagudo
Con la exhibición
de la película argentina Modelo 73, de Rodrigo Moscoso, y la belga
Thomas est amoureux, de Pierre-Paul Renders, se cerró la competencia
oficial (hoy se sabrán los premios, a los que no va a ser ajena
la china Platform) y parecería difícil encontrar dos films
más disímiles entre sí. Rodada en escenarios naturales
de Salta capital, con un presupuesto ínfimo, la ópera prima
de Moscoso (27 años) se presenta como una serie de polaroids de
la primera juventud, unas instantáneas de tres amigos de 20 años
casi 21, aclaran que cuando empieza el verano
juntan unos pesos y se compran un Chevy rojo 73, como para sacar
a pasear a las chicas los sábados. Sucede que el Chevy se queda
varado la primera noche y, a partir de allí, cada uno se las arregla
como puede. Y no les va mal, por cierto, pero no tanto por ellos sino
más bien por las chicas, que siempre son las que toman la iniciativa,
las que se animan a dar el primer beso.
Película de pequeños detalles, de un tono deliberadamente
menor, concebida a partir de un minimalismo se diría funcional,
Modelo 73 parece representar la idea del joven cine independiente argentino
de hoy, con sus logros y también sus limitaciones. Hay una frescura
innegable en el film de Moscoso, una modestia muy sincera, como si el
director no pretendiera ir más allá de lo que tiene a mano,
conoce bien y puede controlar. El oído atento al habla cotidiana,
el ritmo intencionadamente cansino de los encuentros y desencuentros,
la manera elíptica y un poco absurda de relacionarse de los personajes
son una constante en Modelo 73, de la misma manera que en 25 watts, la
película uruguaya en competencia, que también tiene a tres
amigos de la misma edad haciendo un poco las mismas cosas, pero en las
calles de Montevideo. De hecho, con su blanco y negro granulado, el film
de los orientales Juan Pablo Rebella y Pablo Stoll (ambos 26 años)
lleva más fuerte la marca del cine del primer Jarmusch, tamizado
por el de Raúl Perrone. En el camino, 25 watts parece haber absorbido
también rasgos de estilo y hasta tics de Rejtman, Agresti, Trapero,
Caetano y compañía, al punto que la película uruguaya
parece, curiosamente, el mejor compendio posible del llamado nuevo cine
argentino (Modelo 73 se exhibe hoy a las 13 en el Hoyts 7 y 25 watts mañana
a las 18.45 en el Lorca 1).
En el otro extremo del arco expresivo, Thomas est amoureux es una ópera
prima muy pensada y laboriosa, para nada espontánea, pero siempre
lograda dentro del rígido marco elegido. Se trata del viejo tour
de force de hacer toda la película con una cámara subjetiva,
poniendo al espectador en los ojos de Thomas, 33 años, agorafóbico
y recluido en su casa desde hace casi una década. Su contacto con
el mundo exterior (y el del espectador) será solamente virtual,
a través de la pantalla de su computadora. Estamos en un futuro
cercano, de tintes orwellianos estado punitivo, control absoluto
de la información y Thomas parece poder satisfacer todos
sus deseos y necesidades a través del ordenador, desde la reparación
de un electrodoméstico hasta una sesión de terapia, pasando
por el cybersex y los servicios de una agencia de corazones solitarios.
El deseo de Thomas de enamorarse primero de una videopoeta,
luego de una teleprostituta lo llevará a arriesgarse
más allá de los límites de su computadora. Técnicamente
impecable en el uso de las distintas texturas del digital, Thomas es un
film ingenioso, a su manera perfecto, pero de una perfección muy
circunscripta, muy limitada, como el mundo de su protagonista (Hoy a las
19.45 en el Hoyts 8).
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