Por Emanuel Respighi
@Ismael Serrano, cantautor español nacido hace 26 años en
Vallecas, al sur de Madrid, mamó desde chico el espíritu
combativo de los habitantes de ese barrio obrero, donde la vida pone a
prueba todos los días. Algo de eso hay en Los paraísos desiertos,
el disco que está presentando en Buenos Aires luego de los conciertos
del jueves en Neuquén y anoche en la ciudad de La Plata. El cantante
actuará hoy, a partir de las 22, en el teatro Gran Rex, en el marco
de una gira que incluirá a Rosario (mañana), Córdoba
(el lunes) y Mar del Plata (el martes). Es un disco menos solemne.
No tiene la épica de la lucha de Madres de Plaza de Mayo o de Chiapas,
como en el anterior. Pero sí un compromiso con lo más cotidiano
y cercano: desde el movimiento social de los okupas hasta un robo de auto.
Compromisos y luchas más cercanas que tienen una poesía
que merece mi atención. Un disco que sigue fiel a ese compromiso
con la realidad, pero desde una perspectiva más doméstica,
dice Serrano en la entrevista concedida a Página/12. Esta es su
cuarta visita a Buenos Aires, una ciudad que, según el cantante,
ya tiene su canción en el próximo disco.
Parece que Buenos Aires le sienta bien...
Todas las experiencias fueron muy intensas. Lo más bonito
que me dio la música es la posibilidad de viajar. Y sobre todo
las visitas a este país, que me demostraron que hay bastante más
cosas que nos unen que las que nos separan. Se empeñan en convencernos
de que somos europeos, pero yo tengo más cosas en común
con alguien de Buenos Aires que con alguien de Bruselas o Berlín.
¿Cree que en esta parte del mundo hay más referentes
de la justicia social?
Sí, yo creo que sí. Europa no vive una crisis económica
como la que se vive aquí, pero vive una crisis de valores y de
referentes ideológicos. Referentes morales que están en
Latinoamérica y que no cesan de aparecer. Latinoamérica,
en este tipo de cosas, es la reserva moral del mundo. El Che Guevara,
las Madres, el Subcomandante Marcos o los movimientos de los sin tierra
no surgieron por azar. Al ser el sitio que más padece los efectos
negativos de la globalización, es también el lugar donde
emergen los más luchadores. Yo leo con devoción los textos
de Galeano, porque es alguien que, como dice Benedetti, no se queda inmóvil
al borde del camino.
¿Su compromiso es una rareza entre los cantautores de su
generación?
No me considero un bicho raro. El problema es que muchas veces el
autor peca demasiado por introspección, por cantarle a lo que uno
vive y siente. Creo que también hay que saber mirar fuera de uno
mismo. Me enmarco en la tradición de la canción de autor
que viene definida por Silvio, Serrat, Aute o Jara. Y hay mucha gente
joven que comparte conmigo esta búsqueda. Pero no sólo se
debe mirar el contenido, sino que también hay que encontrar el
equilibrio musical entre lo que se dice y el cómo se lo dice.
¿Y cuál considera que es su equilibrio artístico?
Porque en sus tres discos se percibe una rara mezcla de ritmos musicales...
Creo que la única globalización por la que merece
la pena luchar es por la artística, pues permite que el arte supere
las fronteras y nos haga partícipe de esa diferencia. En ese sentido
el equilibrio de mi música es un desequilibrio absoluto, una búsqueda
permanente que se manifiesta en resistencia. Un tío muy borracho
me dijo una vez, en un bar: Ismael, no vivimos en períodos
de revolución, sino en períodos de resistencia. Hay que
crear islas de resistencia como este bar. Y de encontrar un sonido
con el que identificarme y ayude a contar esas historias.
¿Cree en la fuerza de la música como instrumento revolucionario?
No directamente. No creo que la música vaya a cambiar el
mundo. Sería muy vanidoso de mi parte si yo escribiera con la intención
de remover las conciencias de la gente. No compongo con ese fin. Escribo
canciones para sentirme menos solo, que es para lo que sirve la música.
Reivindico la memoria histórica y a la música como instrumento
frente a la fuerza del olvido. Porque para saber lo que nos queda por
caminar basta con mirar atrás y ver lo que hemos caminado. Se trata
de algo tan sencillo como eso.
La hora de los Backstreet
En medio de una gran expectativa, los Backstreet Boys llegaron
ayer a Buenos Aires, donde hoy ofrecerán un concierto en
la cancha de River. Desde hace más de 40 días sus
fans acampan guardando cola, con el fin de conseguir las mejores
ubicaciones. Los Backstreet Boys presentarán su álbum
Black and Blue, que en la primera semana tras su lanzamiento vendió
unas cinco millones de copias. La comisaría 51 brindó
a las fans custodia policial, ya que varias veces en las últimas
semanas debieron presenciar la entrada y salida de hinchas de River
y de los distintos equipos que se enfrentaron al equipo dirigido
por Américo Gallego. Por otra parte, la asociación
vecinal les hizo instalar cuatro baños químicos. La
venta anticipada de entradas no evitó que se formara esta
aglomeración de niñas delante del estadio, ya que
ellas lo que buscan es un lugar privilegiado en el campo, debido
a que las localidades no son numeradas. En Brasil, las chicas tuvieron
menos suerte que las argentinas. La policía las desalojó
violentamente, en medio de gritos y llantos, a raíz de una
medida cautelar de un juez de menores. Aunque las fans de los Backstreet
Boys, que se presentarán el próximo jueves en Río
de Janeiro, adujeron tener autorización de sus padres, fueron
llevadas a un galpón, de donde fueron recogidas por sus familiares,
quienes deberán pagar una multa de hasta 1.500 dólares
por lo que las autoridades consideraron una irresponsabilidad.
El juez de menores sostuvo que con su actitud, las chicas perdieron
horas de clase.
|
|