Todos unidos contra
Stornelli
¡Gracias Stornelli! bromeaban, ma non troppo,
varios dirigentes peronistas atribuyendo un extraño milagro,
el de la unidad de los compañeros, a la decisión del
fiscal federal. Todos o casi todos como se irá precisando
líneas más adelante unidos entonando a voz en
cuello la marchita. Un canto de rebeldía y pertenencia que
en sus remotos orígenes era desafío y bandera en boca
de descamisados, por lo común mal alimentados, y no por hombres
entrados en años y en carnes, munidos de corbatas de 200
dólares y de trajes de una luca. Pero bueno, todo fluye,
la Argentina se ha caracterizado por la movilidad social y en estos
años alguna gente ha prosperado. Al fin y al cabo, el gobierno
peronista de 1989/1999 se ha autodefinido por boca de su líder
como el más exitoso de la historia. Una afirmación
controvertible si se piensa en el conjunto de los argentinos, pero
plenamente válida (y hasta modesta) si se la circunscribe
a la mayoría de los que se apiñaban para cantar loas
al General herbívoro. A ellos no les ha ido tan mal.
Producto complejo y genuino de la política nacional, el peronismo
estuvo embretado en todas sus luchas y todas sus violencias. Miles
de argentinos murieron o padecieron cárceles, exilios, humillaciones
diarias y proscripciones diciéndose peronistas. Algunos se
dejan recordar con nombres y apellidos emblemáticos, arrancando
acaso con el general Valle, los masacrados de José León
Suárez y Felipe Vallese. Otros desde quienes fueron
bombardeados en la Plaza de Mayo hasta muchos desaparecidos de la
dictadura no son conocidos sino por sus deudos o amigos. Algunos
fueron matados por sus enemigos históricos, gorilas (muchas
veces gorilas sedicentes democráticos) o militares. Otros
cayeron víctima de balas disparadas por quienes también
se decían peronistas.
Colectivo complejo por demás, el peronismo estuvo en
los años negros del Proceso en los dos extremos de
la picana. Es peliagudo contar en pocas líneas o en fácil
tamaña historia. No lo intentará este cronista quien,
sin embargo, siempre sospecha que siquiera una parte de ella se
cifra en la saga de Julio Troxler, el policía-militante que
zafó de milagro, de cojones y de astucia de ser
asesinado por la Libertadora en José León Suárez
y fue barrido por la Triple A durante el gobierno de Isabel Perón.
Hace casi sesenta años se discute si tamaña pasión
es válida o sensata. Si el peronismo representa con dignidad
o con pertinencia las banderas que declama, si es un gigantesco
malentendido, una fenomenal astucia de la derecha o mil variables
más. Como fuera, sus perseguidos, sus muertos, sus presos,
sus silenciados, sus quebrados no merecen que sus sacrificios (acertados,
errados, disparatados, tanto da) se comparen con una citación
a Tribunales, rodeada de todas las garantías exigibles e
imaginables, a un ex funcionario sospechado de haber cometido un
delito.
Entre Evita y Yabrán
Sólo tres personas pudieron mantener unido al peronismo:
John William Cooke, Perón mismo y Stornelli, bromea
un ex funcionario menemista. El ex funcionario cultivó en
estos añitos mucho más la amistad de Alfredo Yabrán
que la memoria de Evita, pero su cazurro ingenio da el tono que
predominó en la cumbre del jueves. Los asistentes no se dejan
arredrar por las críticas que periodistas u ofendidos oyentes
de radio descerrajaron sobre las imágenes que inmortalizaron
el cónclave. Creen que el relativo desprestigio que le producen
esas fotos está largamente contrapesado por dos objetivos
logrados. El primario de presionar al juez Jorge Urso y al fiscal,
y un subproducto, acaso no esperado, que es recuperar cierta instancia
de unidad. Unidad que, casi huelga resaltarlo, está pegada
con alfileres. El propio acto del Congreso sólo se concretó
tras negociaciones plenas de toma y daca, que tuvieron a Carlos
Corach y José Manuel de laSota como principales componedores
y que culminaron con varias soluciones de compromiso:
Su breve duración.
La redacción de
un documento más bien lavado, cuya cacofónica frase
principal no judicializar la política ni politizar
la Justicia reconoce el copyright de Domingo Cavallo.
La falta de menciones
precisas y mucho menos encomiosas al ex Presidente en ese opúsculo.
La ausencia de menemistas
conspicuos de segundo nivel como Roby Fernández, Alberto
Lestelle o el bombista Tula.
La ausencia del mártir
del Siglo XXI, Carlos Saúl Menem, con quien muchos de sus
compañeros no quieren sacarse siquiera una foto.
No se engañe, Menem está muy débil políticamente.
Mucho más después de la detención de Emir.
Este acto no revalida su liderazgo, que hace mucho que no existe,
explica a Página/12 uno de los más lúcidos
dirigentes peronistas y de los más cercanos al ex presidente.
Traduciendo el resto de su explicación, la dirigencia peronista
no salió a recuperar a su líder de Comodoro Py en
una remake grotesca del 17 de octubre sino a demostrar su poder
frente a una eventual ofensiva judicial. La unidad, aun la de quince
minutos, no es una revalidación de un conductor sino un grito
preventivo contra la figura de la asociación ilícita.
Pero, ya se dijo, la demostración de poder tiene otras resonancias.
La más ostensible es haber recuperado una instancia de diálogo
en una fuerza que funcionó balcanizada, por decir lo menos,
desde el 99. Las provincias, se entusiasman los operadores
del PJ, han actuado divididas frente al poder central que las tiene
apretadas en un puño. A partir de ahora, se entusiasman,
habrá más paridad. Es en ese terreno, en definitiva
el de las pulseadas entre gobiernos locales y el Ministerio de Economía,
donde los peronistas más se embravecen. Los más sensatos,
en cambio, piensan no avanzar en el obstruccionismo parlamentario.
Tal vez le pongamos alguna piedra a la reforma de la convertibilidad.
No tenemos que ser más papistas que el Papa y el propio Gobierno
está dividido en ese tema. Pero, aunque hagamos un poquito
de barullo, vamos a aprobar la designación de Roque Maccarone
en el Banco Central, profetiza uno de los senadores justicialistas
de más predicamento y mejor llegada al Gobierno.
Para el Gobierno la buena relación con el PJ sigue siendo
un capital, que se revaloriza tras el impuestazo de Cavallo que
puede acentuar la diáspora de la Alianza. Casi no hubo voces
críticas oficiales a la mise en scène de los compañeros.
Antes bien, Chrystian Colombo tendió a justificarla. Y fue
el propio Fernando de la Rúa quien convenció a Rafael
Pascual para que acordara levantar la sesión de Diputados
del miércoles. El Presidente llamada telefónica
de Leonardo Aiello mediante le hizo saber al Rafa Pascual
que era mejor evitar una sesión plena de improperios aún
a costa de demorar algunas leyes por una semanita.
Duhalde, el diferente
Carlos Ruckauf discutió cada palabra de un documento poco
memorable y llegó a la conclusión de que por
espíritu de cuerpo, por conservar un atisbo de lealtad con
el presidente de su partido le redituaba más estar
que escabullirse. José Manuel de la Sota ganó protagonismo
y sigue su crecimiento paso a paso en la interna justicialista.
Carlos Reutemann también estuvo ahí.
El faltazo de Néstor Kirchner era tan previsible como la
mayoría de las presencias. Eduardo Duhalde, en cambio, jugó
con el enigma y decidió sustraer su cuerpo a la foto, diferenciándose
de su archienemigo Menem pero también de su enemigovio Ruckauf.
La relación entre el actual gobernador bonaerense y su antecesor
es un juego lleno de sutilezas no fáciles de emparentar con
la lógica del PJ de esa provincia. Ruckauf jamásabre
los labios para criticar siquiera con elipsis la
herencia recibida y Duhalde nada dice de la gestión
de su sucesor. Pero hay una interna subterránea entre ambos.
Se expresa en la disputa territorial en la que Duhalde ha sabido
conservar unos cuantos bastiones. Y también en la diferenciación
de perfiles que alude a una solapada carrera a la presidencial del
2003. Duhalde no lo dice, pero muchos de sus allegados fantasean
con un escenario fascinante:
ganarle por paliza a
Alfonsín la elección de octubre,
construir pari passu
un liderazgo fundado en una nueva coalición productivista,
el Movimiento productivo nacional para el que imagina
un lanzamiento transversal y pluripartidario el próximo 25
de Mayo. Algo ya habló con algunos radicales de la provincia,
con Carlos Chacho Alvarez y con Luis Farinello, aunque
desde luego sin enhebrar ningún acuerdo concreto.
A partir de ahí,
comenzar la carrera hacia la presidencia.
Duhalde es el único presidenciable del PJ que pondrá
su nombre en una boleta en octubre. Si gana, diferenciado de Menem
y Ruckauf, es toda ganancia, maquinan a su alrededor. Algo
de eso debía percibir Ruckauf, que sudó la gota gorda
en el acto de Congreso, mortificado por algunas compañías
y, parece, también por esa ausencia.
Poder y entropía
La política no es un juego de suma cero. No todo el
poder que pierde la Alianza nos va a nosotros. Ni el peronismo conserva
todo el poder que tenía Menem. Pero, después de lo
del jueves me parece que vamos a recuperar terreno, analiza
uno de los mejores operadores del PJ. Los políticos nacionales
suelen ser excelentes analistas, tanto que muchos entre ellos califican
mucho mejor en ese rango que como hombres de Estado. Como fuera,
la tesis de la entropía del poder es sugestiva y más
que adecuada al escenario actual. Con la Alianza ha perdido poder
la política toda. El poder democrático se viene licuando
aceleradamente y la primacía de la lógica de los
mercados es avasallante.
Vamos a pulsear dos meses con los mercados y le vamos a torcer
el brazo, anunció Cavallo a su equipo cuando asumió.
Acertó la primera mitad del pronóstico. Pero perdió
la pulseada y, sin sentirse obligado a dar mayores explicaciones
de su viraje, volvió al útero: el ajuste, los impuestos
a los consumos de sectores medios. Gobernar es, según parece,
ir cambiando funcionarios para que hagan lo mismo. Quedará
para el debate pensar si Supermingo quiso de veras hacer algo diferente
o si sólo movió espejitos de colores para la tribuna.
Sea lo que sea, el programa único vuelve por sus fueros.
El Frepaso, cuya relación con el Gobierno evoca a una puerta
giratoria, recupera un ministerio que se dejó vacante por
un mes y medio. Marcos Makón había renunciado en disidencia
con el programa de Ricardo López Murphy. Juan Pablo Cafiero
reingresa cuando Cavallo arma un replay de ese plan. El socio minoritario
de la coalición gobernante deberá sudar la gota gorda
para explicar qué cambió en ese ínterin, mientras
intenta descifrar cómo se reordenará para campear
la a esta altura ruidosa ausencia de Carlos Chacho
Alvarez del escenario político.
La Alianza se desmadeja, el peronismo planifica volver al poder
sin purificación ni autocrítica, Cavallo ya no aspira
a ser la reencarnación de Keynes, sencillamente vuelve a
ser Cavallo. Los representantes del pueblo tienen demasiadas deudas
acumuladas como para permitirse solicitar para sí o
tolerar para sus colegas el privilegio de la impunidad.
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