Por Horacio Verbitsky Amargos reproches se dirigen
en el Ejército contra su Jefe de Estado Mayor, Ricardo Brinzoni,
por haber elegido a un abogado neonazi para presentar centenares de recursos
de hábeas data ante organismos defensores de los derechos humanos.
La semana pasada el Centro de Estudios Legales y Sociales informó
sobre nueve oficiales por su posible intervención en crímenes
atroces y aberrantes durante la guerra sucia, diez por haber participado
en los alzamientos contra el orden constitucional, dos por su eventual
responsabilidad en otros delitos y nueve por haber cursado en la Escuela
para torturadores de las Américas. Gracias a Brinzoni ahora sus
archivos asocian a 663 oficiales con el neonazi partido del Nuevo Triunfo,
cuyo dirigente y apoderado, Juan Enrique Torres Bande, los representó
ante el CELS, la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos y la secretaria
de derechos humanos del gobierno nacional. La rápida reacción
del ministro de Defensa Horacio Jaunarena, quien ordenó a Brinzoni
que despidiera a su abogado de confianza y que solicitara formales disculpas
al presidente de la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas
(DAIA) mitigó el daño institucional, pero no mejora la posición
de Brinzoni y del reducido grupo de colaboradores que lo llevaron a convertirse
en la primera autoridad pública de tan alto nivel vinculada con
un grupo que considera a Adolf Hitler la principal figura de la historia
humana. Procedimientos obsoletos Según la versión de María Elena Polack en La Nación, lo único que a Brinzoni le duele más que su asociación con los nazis es la tragedia de los oficiales y suboficiales montañistas que murieron el 22 de febrero en el Cerro Tronador. Se comprende: junto con la foto de Torres Bande rodeado de estandartes con una variante de la cruz esvástica, Brinzoni tenía esa mañana en su escritorio el dictamen unánime de los cuatro peritos que estudiaron las causas del accidente, entre ellos un militar, el teniente coronel Ricardo Bustos, instructor militar de esquí distinguido con el Cóndor Dorado. Sus conclusiones son demoledoras para el Ejército: el accidente se debió a negligencia e imprudencia de los andinistas militares. Los peritos, cuyo dictamen fue pedido por el juez federal de Bariloche, Leónidas Moldes, recomendaron al Ejército que revisara y actualizara sus manuales para cursos de montaña. El juez Moldes investiga la posible comisión de los delitos tipificados en los artículos 84 y 94 del Código Penal, aquellos que reprimen a quienes por imprudencia, negligencia, impericia en su arte o profesión causen daños en el cuerpo o la muerte de otros. Los peritos no sólo cuestionaron las conductas contrarias a las reglas elementales de prudencia y técnica que derivaron en el accidente, sino también los métodos generales utilizados en todo el curso que se desarrolló en la parte alta del Pico Argentino. La mayoría de los militares que ascendieron y descendieron lo hicieron lejos de la cuerda fija a la que deben amarrarse las cordadas, allí donde la pendiente de la montaña supera los 40º. Muchos sólo se tomaban con las manos de la cuerda fija y tanto el jefe cuanto el encargado del curso estaban en la cima de la montaña, desde donde ni siquiera podían ver lo que acontecía en aquella zona. No había ningún instructor en el punto de unión de las cuerdas fijas, en donde se unían la de bajada y la de subida, dijeron los peritos. Uno de los militares perdió pie y en su caída arrastró a los otros siete de la misma cordada. Seis murieron. Si la cordada hubiera estado atada a la soga fija, nada hubiera ocurrido. Las técnicas más modernas recomiendan que haya menos personas por cordada. La falla no pasa por el número de los que participan, sino por la falta de respeto a las reglas y normas que regulan la actividad, escribió el teniente coronel Bustos. Brinzoni y el director de la Escuela Militar de Montaña de Bariloche, coronel Héctor Desmaras, negaron otra razón que el azar y defendieron los métodos que usa el Ejército, cuyos manuales fueron actualizados, y de cuyo equipo se eliminaron los antiguos borceguíes pesados y las mochilas de lona. Sin embargo, los peritos consideran que se siguen utilizando procedimientos obsoletos. El Ejército prefirió descargar la responsabilidad en uno de los muertos, el teniente primero Juan Manuel Soria, por no usar las medidas de seguridad indicadas. Un buche del Ejército El reducido grupo de quienes influyen en las decisiones de Brinzoni está
formado por el Director del Estado Mayor, general Alfredo Leonardo Lafuente,
por el secretario general, Eduardo Alfonso, y por el encargado de prensa,
coronel Gustavo Gorriz. En el caso de los hábeas data, a ellos
se sumó el asesor jurídico del Ejército, coronel
abogado Santiago Mario Sinópolis. Gorriz pretendió que Torres
Bande no había sido elegido por sus convicciones sino por su capacidad
profesional. De 35 años, Torres Bande es un principiante que no
se ha destacado en el ejercicio de la profesión y es más
conocido en los tribunales por su actividad política. Una fuente
judicial que habló bajo condición de anonimato lo describió
como un buche del Ejército. El facsímil que
se reproduce en esta página muestra que Torres Bande no es sólo
el abogado del führer de San Cristóbal, como intentó
fingir al verse al descubierto, sino también el apoderado de su
partido. La filmación del acto que el Partido del Nuevo Triunfo
realizó el 21 de setiembre pasado en el hotel Castelar muestra
a Torres Bande en el estrado, aplaudiendo a rabiar el ingreso de los estandartes
con la esvástica trunca que identifica al grupo y cantando con
entusiasmo mientras Biondini saluda con el brazo el alto. Los partidos
políticos designan como apoderados a dirigentes de primera línea
y de extrema confianza de su conducción. Por ejemplo, los del Partido
Justicialista son Carlos Corach y César Arias, el de Acción
por la República Alfredo Castañón, es decir los hombres
más próximos a Carlos Menem y Domingo Cavallo. El anterior
partido de Biondini, Alerta Nacional, usaba el denominado siete
cabalístico. Ese símbolo fue utilizado por el coronel
Mohamed Seineldín durante los últimos meses del gobierno
de Isabel Perón, para identificar a otra organización hoy
inactiva: Crislam, que se proponía reunir a devotos de Cristo y
del Islam. Incontinencia verbal El general Lafuente es miembro de la organización religiosa Opus Dei, en cuya Universidad Austral cursa el posgrado en derecho penal el abogado Torres Bande, que está en segundo año. En enero de este año varios alumnos de ese posgrado participaron en un curso de derecho penal internacional organizado por la Asociación Internacional de Derecho Penal, que se dictó en el Hotel Escuela Santa Brígida, en las islas Canarias. Durante el curso en Canarias, Torres Bande llamó la atención de los asistentes al reivindicarse como fascista y narrar que todos los miembros españoles de su familia eran franquistas y que un primo estaba en la cárcel por sus actividades en la ultraderecha peninsular. Definió al ex Jefe de Estado Mayor del Ejército, Martín Balza, como un zurdo de mierda y encomió el cambio de actitud producido desde que Brinzoni y Alfonso asumieron la conducción del Estado Mayor y decidieron no permitir más ataques a la fuerza. Torres Bande también dijo que el Ejército le pagaba para representar a los oficiales que Balza atacaba. Con la misma incontinencia verbal se jactó de su amistad con el ex Jefe de Estado Mayor Carlos Suárez Mason y con el mayor (R) Jorge Olivera, quien tres meses antes había recuperado su libertad en Roma, mediante un fax falso enviado desde La Plata. Yo colaboré con la vuelta de Olivera a la Argentina, dijo Torres Bande. Esta alharaca provocó la reacción de otros de los asistentes al curso, entre ellos Santiago Otabian, de la secretaría académica de la Universidad Austral, quien le reprochó esas palabras. Antes, Torres Bande había sido defensor del ex director de Coordinación Empresaria de Fabricaciones Militares, coronel (R) Edberto González de la Vega, en la causa por el tráfico de armas a Ecuador y Croacia. En los expedientes que llevan los jueces Jorge Urso y Julio Speroni, Torres Bande fue el primero en involucrar al entonces todavía presidente Carlos Menem y con ese argumento pedir la elevación de los expedientes a la Corte Suprema de Justicia. Aunque fue excarcelado, González de la Vega sigue procesado por asociación ilícita. El jefe de la planta de carga de la Fábrica Militar de Río Tercero, Néstor Omar Gaviglio, sugirió que De la Vega tuvo conocimiento previo de la explosión que se produjo el 3 de noviembre de 1995. De la Vega fue enviado esa misma tarde desde Buenos Aires para hacerse cargo de la Fábrica. Gaviglio dijo que pocas horas después de la tragedia De la Vega cenaba como si nada hubiera sucedido con el interventor en Fabricaciones Militares, general Juan Carlos Andreoli. Atemorizado por los reproches que pudieran hacerle, porque en su sector se inició el fuego, Gaviglio se disponía a contestar un severo interrogatorio. Pero sólo le hicieron un par de preguntas de compromiso y lo invitaron a que los acompañara con una cerveza bien helada. El sable de Alfonso Brinzoni, Lafuente, Alfonso y Gorriz son también los impulsores de la Mesa de Diálogo para la que obtuvieron un guiño de complicidad de los legisladores justicialistas Miguel Toma, Mario Cafiero y Alicia Pierini y de los restos de la desacreditada conducción montonera. Olivera y Torres Bande fueron los instrumentos escogidos para la nueva estrategia. Alfonso la describió durante la recorrida que realizó por las guarniciones de Campo de Mayo, Córdoba y Bahía Blanca, exigiendo que todos los oficiales firmaran el recurso de hábeas data. Ante las objeciones de quienes no deseaban seguir ese camino, Alfonso los acusó de desleales. Los firmantes apenas superaron el 10 por ciento de todos los oficiales en actividad. Por eso se decidió estimular también las presentaciones de retirados. Durante su arenga a los oficiales de la Escuela Superior de Guerra, Alfonso dijo: Es hora de sacar el sable y cargar codo a codo con el Jefe de Estado Mayor. Llegó la hora de pasar a la ofensiva y lograr nuestro cuarto triunfo. El primero fue el abierto apoyo a nuestros camaradas caídos en desgracia, con Luciano Menéndez a la cabeza. El segundo fue la exitosa Operación Retorno, por la cual se regresó al país al mayor (R) Jorge Olivera, desde Italia. Agregó que la Fuerza Aérea cedió la Sala VIP de Ezeiza, para que Olivera fuera recibido por el coronel en actividad Eduardo Dalmiro Sosa Mendoza. El tercer triunfo fue la aprobación por el Senado de los pliegos de ascensos. Añadió que los dos pliegos aún retenidos serían aprobados en abril. (Uno de ellos es el de Luis Alejandro Candia, quien en 1987 participó en el alzamiento carapintada de Aldo Rico y luego fue pasado a disponibilidad por el ex Jefe de Estado Mayor José Caridi, quien lo involucró en un secuestro extorsivo. El otro corresponde al teniente coronel Aldo Héctor Martínez Segón, señalado como uno de los partícipes en el asesinato múltiple de prisioneros en Margarita Belén. Fue procesado pero lo benefició la ley de obediencia debida.) Según Alfonso, el cuarto triunfo será con la ofensiva de los hábeas data. Recuperaremos el protagonismo perdido, ya que con la defensiva no se logró nada. Los resultados de la ofensiva quedaron a la vista la semana pasada. Protagonismo han recuperado, quién puede dudarlo. De tal magnitud y calidad que pone en duda la permanencia de Alfonso al frente de la secretaría política del Ejército, dado que Jaunarena no se propone relevar a Brinzoni, al menos por el momento. |
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