El dirigente barrial Emilio Alí fue condenado ayer a cinco años
y medio de prisión por haber reclamado comida junto a un grupo
de desocupados en un supermercado de Mar del Plata el 5 de mayo del 2000,
día del paro nacional contra la reforma laboral y el modelo económico.
El Tribunal Oral número 2 en lo Penal de esa ciudad consideró
que Alí, integrante de la Central de los Trabajadores Argentinos
(CTA), incurrió en el delito de coacción y extorsión,
aunque él negó los cargos hasta último momento. Es
una vergüenza que la Justicia condene a alguien que intentó
salir de la marginalidad y que los delincuentes que entregan el país
estén libres y ni siquiera los persigan. Este es un mensaje nefasto
para los que salen a reclamar, para los luchadores, dijo a Página/12
Víctor de Gennaro, titular de la CTA, y adelantó que apelarán
la condena.
Emilio Alí tiene 25 años y hace diez meses que está
preso. El 5 de mayo del 2000, Mar del Plata amaneció movilizada
por el paro convocado por la CGT rebelde de Hugo Moyano. A media mañana,
Alí ingresó a la Casa Tía de Catamarca y Moreno al
frente de medio centenar de desocupados, pidió hablar con el gerente
y exigió que les entregaran un bolso con comida. Explicó
que él y quienes lo acompañaban estaban atravesando serias
necesidades y al cabo de dos horas de negociaciones logró su objetivo:
sin incidentes, el grupo se retiró en un micro con los alimentos.
Aunque el supermercado no denunció el hecho y no hubo violencia,
el fiscal Alfredo Deleonards inició la demanda de oficio por extorsión
y coacción. Según dijo Deleonards en un diálogo que
mantuvo con este diario cuando Alí todavía no había
sido condenado, cuando se retiraron los medios de comunicación,
el hombre le dijo al gerente del supermercado que, si no les daban lo
que pedían, iban a saquear todo. No es cierto que Emilio
los haya extorsionado. El tribunal ya tenía una decisión
tomada y hubo aprietes a los empleados de Casa Tía para que dijeran
lo que dijeron. Más allá de lo que físicamente le
va a pasar a Alí, porque el que sufre la cárcel es él,
acá hay un claro mensaje del gobierno para todos los luchadores,
dijo a Página/12 Fernando Cardozo, coordinador del movimiento Libertad
por el piquetero.
Los fundamentados de la condena a Alí se conocerán el 3
de mayo al mediodía, y será apelada por su abogado. Alí
está preso desde el 6 de junio del 2000, cuando el juez de garantías
Marcelo Riquert ordenó su detención. Las pruebas que hay
en su contra son las declaraciones testimoniales de los empleados y el
gerente de Casa Tía, además de las notas de televisión
y las notas de los diarios.
El fallo es una verdadera vergüenza, no hay ningún fundamento
legal para condenar a Alí. En este país, los delincuentes
están libres y los compañeros que luchan van a la cárcel.
Es claramente un mensaje para que los compañeros se queden en sus
casas, dijo a este diario Víctor de Gennaro, quien visitó
a Alí en la cárcel de Batán el viernes. De Gennaro
contó que aunque Alí no creía que le fueran a dictar
la absolución, estaba convencido de que la condena no sería
de cumplimiento efectivo y que podría salir en libertad.
EL
GOBIERNO NO HABLA DE FIDEL
Un tema cerrado
Los calificativos habían
sido durísimos, tanto que en el Gobierno causaron estupor. Cucarachas
y pigmeos, los había llamado Fidel Castro, indignado
por el voto argentino contra Cuba en la Comisión de Derechos Humanos
de las Naciones Unidas. En su embestida, el jefe de Estado cubano había
herido en lo más íntimo la sensibilidad oficial: No
puedo decir nada del Presidente (Fernando de la Rúa) porque ya
no hay Presidente, porque ya no preside este señor, declaró
desde La Habana el miércoles pasado. Ayer, el canciller Adalberto
Rodríguez Giavarini intentó bajar los decibeles del conflicto.
Al salir de una reunión con De la Rúa en la quinta de Olivos,
cuando fue consultado por la prensa sobre el tema, respondió que
Cuba es un tema cerrado.
Al mediodía, Giavarini analizó junto al Presidente la evolución
del enfrentamiento con La Habana. De la Rúa elogió su gestión
y alabó al ministro por la visita del relator especial de la ONU
sobre Libertad de Religión y Convicción, Abdelfattah Amor.
El primer mandatario coincidió con las opiniones del representante
extranjero, quien el viernes había señalado que la Argentina
es una locomotora en materia de derechos humanos en el plano
internacional.
Exultante por esos dichos, Giavarini se propuso atenuar el tono del cruce
verbal con Castro. Aunque aún no terminó de digerir los
epítetos que le dedicó el cubano (quien lo trató
de caballerito, dijo que había ido a Washington a mendigar
y a lamer las botas de Powell, y consideró que su talento
y honor son cortos), ayer el canciller repitió
por distintos medios que Cuba es un tema cerrado. En la línea
argumental que usó el Gobierno para justificar el voto contra Cuba,
volvió a hablar de nuestra amistad con el pueblo cubano
y centró las críticas sobre Fidel, a quien le reclamó
que permita la presencia de relatores (de la ONU) que verifiquen
el cumplimiento de los derechos humanos. Lo mismo exigió
el Ejecutivo, a través de un comunicado firmado por el vocero Ricardo
Ostuni.
Orgulloso por los elogios del enviado de la ONU, el jefe del Palacio San
Martín subrayó que aquellos países que cumplen
con sus compromisos internacionales y que dejan que los sistemas democráticos
y las instituciones funcionen, son los que ganan. Ese orgullo se
manifestó en otra de sus frases, que expresa mucho mejor la posición
de la Cancillería en los asuntos de política exterior. Entre
De la Rúa y Bush hay muy buena química, dijo, y volvió
a usar al estilo de su antecesor, Guido Di Tella una metáfora
erótica para definir las relaciones con Washington.
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