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LAS RELACIONES ENTRE NEONAZIS Y UNIFORMADOS
El sueño del golpe

La variante local del nazismo piensa que la única manera de tomar el poder es dando un golpe conjunto cívico-militar. De ahí su eterno coqueteo con militares como Massera, Seineldín y Rico. El romance entre camisas pardas y casacas verdes viene de muchos años.
Alejandro Franze tuvo reuniones para la vuelta de Massera.
Su PNOSP se iba a encargar de la seguridad en la provincia.


Por Raúl Kollmann

“La Alternativa Hitler es imposible en la Argentina”, dicen los neonazis locales. El Führer llegó al poder a través de un triunfo electoral -consiguió el 33 por ciento de los votos– aunque de inmediato quemó el Congreso e instaló una dictadura genocida. En la Argentina, la variante que los neonazis consideran más probable no es electoral, sino la de un golpe cívico-militar. Esto explica su permanente asociación con los uniformados, especialmente con Emilio Eduardo Massera, Mohamed Seineldín y Aldo Rico. La estrategia que deliran los neonazis es conseguir un diez por ciento de los votos y asaltar el poder de la mano de un sector militar. Esto explica también por qué Juan Torres Bande, el apoderado del Partido Nuevo Triunfo (PNT), del führer local Alejandro Biondini, buscó y consiguió representar a los militares argentinos de más alto rango, en una operación destinada a patotear las denuncias por violaciones a los derechos humanos que realizó el Centro de Estudios Legales y Sociales, que preside Horacio Verbitsky. Los nazis buscan a los uniformados. Y amplias franjas de éstos buscan a los hijos de Hitler como mano de obra. Esta estrecha relación entre militares y neonazis viene de lejos.
Torres Bande representó al jefe del Ejército, general Ricardo Brinzoni, y a más de 600 oficiales que realizaron un pedido de habeas data al CELS. Se trata del mismo Torres Bande que apareció en el estrado de un acto nazi realizado el 21 de setiembre pasado. El letrado no actuó como abogado en aquella oportunidad, no esperó a Biondini a un costado para ver si había algún operativo para detenerlo, sino que presidió el acto, se ubicó al lado de Biondini y estuvo rodeado de nazis de uniforme, con banderas y el brazo en alto. Se trató de un acto del partido que la semana pasada homenajeó a Hitler en su cumpleaños, el 20 de abril. En su página de Internet el PNT lo califica como “el hombre más grande de la historia contemporánea”, al tiempo que se escucha el audio de su voz saludando con el tradicional ¡Sieg Heil!. Como fondo de sonido, las masas nazis contestan ¡Sieg Heil!.

De campaña

Ya en 1988 Biondini se reivindicaba seguidor de Hitler, pero apoyó activamente la campaña electoral de Carlos Menem. La idea obedeció a dos estrategias. Por un lado, dicen los mismos dirigentes del PNT, el ahora diputado César Arias, vocero de Menem, les prometió incorporarlos en la futura SIDE menemista y en el aparato de seguridad policial. Pero lo más importante era la otra arista del plan: todo indicaba que iba a producirse un acuerdo Menem-Seineldín para que éste último se hiciera cargo de las Fuerzas Armadas. De ese modo, podría realizarse el sueño de acercarse al poder a través de una asociación temporal con militares nacionalistas para después, transcurrido un tiempo, dar el golpe definitivo y proceder a la instauración del gobierno nacionalsocialista. Nada de ello ocurrió, por lo que los nazis consideraron rápidamente a Menem como un traidor.

Viene de lejos

El caso Torres Bande no es un hecho aislado en la relación de nazis y militares. Se trata de una vía de dos sentidos. Por una parte, está la inclinación de los nazis hacia las armas, la fuerza y los hombres de uniforme. En contrapartida, éstos usan a los grupos nazis como mano de obra para determinados trabajos. Fue el almirante Domecq García quien en la Semana Trágica de 1919 organizó y armó a las bandas que atacaron a los sindicatos, a los partidos de izquierda y a los judíos. De esas bandas nació la Liga Patriótica que desfilaba ante los dictadores. A fines de los años cincuenta y sesenta, las organizaciones nazis Tacuara y Guardia Restauradora Nacionalista recibían armas y adiestramiento por parte de oficiales del Ejército y la Policía.
Durante el Proceso, los nazis que integraban las Fuerzas Armadas se manifestaron abiertamente en los campos de concentración. En el llamado Club Atlético, ubicado en Paseo Colón y Garay, en Capital Federal, se obligaba a los prisioneros a gritar ¡Heil Hitler! y a la noche se ponían discursos de Hitler en los altoparlantes para no dejar dormir a los secuestrados. El periodista Herman Schiller y la DAIA le entregaron un larguísimo informe al juez español Baltasar Garzón para demostrar la forma en que se aumentaban las torturas en el caso de detenidos judíos. Hay numerosos testimonios del especial ensañamiento de los represores imponiéndole a los judíos el doble castigo. Juan Meller de Pargament, relató así el allanamiento en su casa el 10 de noviembre de 1976: “Al encontrardos pasaportes de alguien que había ido a Israel, preguntaron quién era judío. De inmediato golpearon ferozmente a mi hijo mientras gritaban ¡judío! ¡judío! y así se lo llevaron”. Otro detenido, Pedro Miguel Vanrell, recordó que “los represores se reían y les sacaban la ropa a los prisioneros judíos y les pintaban en la espalda cruces esvásticas”.
Sergio Starlik sostiene que “en la tortura no sólo los interrogaban en relación con sus ideas, sino también sobre la colectividad judía. Hacían archivos con nombres, direcciones, planos de las sinagogas”. El ex oficial de la Policía Federal Peregrino Fernández testimonió sobre las indicaciones de los libros que debían leer y los análisis que se hacían de obras de Hitler y otros autores nazis durante los cursos de formación. Justamente Peregrino Fernández se refiere también a otro comisario, Jorge Colotto, que ha dado conferencias a miembros del PNT de Biondini.

En el Tigre

Alejandro Sucksdorf era un PCI, o sea Personal Civil de Inteligencia del Ejército, cuando en 1994 recibió un balazo de su esposa, Silvia Ramis, en el marco de una pelea conyugal. La batalla se produjo en una isla del Tigre, donde el matrimonio vivía. La intervención de la Policía dejó con la boca abierta a todos: en la isla del Delta se encontraron elementos que no forman parte habitual de los enseres domésticos: granadas antitanque, proyectiles, 23 kilos de explosivos, detonadores eléctricos, mechas, cartuchos y escopetas. Sólo con los explosivos bastaba y sobraba para volar otra Embajada de Israel y otra AMIA. Además, se encontró una completa biblioteca nazi, incluyendo Mi Lucha, el libro de Adolf Hitler, y obras del teórico racista Alfred Rosemberg. En un calendario, Sucksdorf había anotado el nombre de Hitler y marcó con un círculo el 20 de abril, fecha de nacimiento del genocida.
En la investigación hecha para el libro Sombras de Hitler se detectó un detalle llamativo: poco antes, varias torres de alta tensión habían sido objeto de atentados con explosivos. Dos de ellas, ubicadas en la provincia de La Pampa, formaban parte del terreno representado en uno de los mapas encontrados en casa de Sucksdorf. Al mismo tiempo, los hermanos Procik, vecinos de Sucksdorf, declararon haber visto en terrenos de éste a grupos de ropas camufladas que se entrenaban en medio de los pajonales y realizaban ejercicios de tiro. La esposa del nazi del Ejército confirmó que los que se entrenaban eran de esa fuerza. Para redondear, los gastos de Sucksdorf eran siderales, al punto que tenía en efectivo 30.000 dólares, a pesar de que su sueldo apenas llegaba a 1.000. El colmo de los colmos fue que al salir Sucksdorf y otro de sus compinches en televisión, una mujer se presentó ante la Justicia para señalar que ella había sufrido un secuestro extorsivo y que esos nazis fueron sus captores. Las preguntas que quedaron picando fueron obvias y nunca se aclararon: ¿quién fue el jefe de ese grupo nazi del Ejército? ¿Por qué Sucksdorf, al que todos en la fuerza conocían como nazi, se movió sin ningún control? ¿Qué objetivos tenían los entrenamientos? Según parece los atentados contra las torres de energía tuvieron como objetivo plantear la necesidad de una supersecretaría de Seguridad, a cargo del menemista brigadier Andrés Antonietti, la que se conformó meses después, tras el atentado contra la AMIA. ¿Quién ordenó aquellos trabajos sucios hechos por los hombres del Ejército? Lo cierto es que todo se tapó: nadie en el Ejército investigó a esos adoradores de Hitler, armados hasta los dientes, que atentaron contra torres de electricidad y que estuvieron vinculados con secuestros.

Guardaespaldas de Massera

En 1998, el ex almirante Emilio Eduardo Massera intentó fugazmente volver a la vida política creando un movimiento. En ese marco mantuvo varias reuniones, en su domicilio de Avenida Libertador, con dirigentes del otro partido nazi, el Partido Nuevo Orden Social Patriótico (PNOSP), del cabezarrapada Alejandro Franze. En el delirio de los planes de gobierno, los hombres del PNOSP iban a estar a cargo de la seguridad en el Gran Buenos Aires. Lo cierto es que todo se vino abajo con la investigación por el robo de bebés.
En noviembre de 1998, Massera tuvo que ir a declarar a los tribunales de Comodoro Py, justamente por el plan sistemático de robo de bebés, y los nazis del PNOSP le hicieron de guardaespaldas: “Massera es un patriota. Si no hubiera sido por los hombres que lucharon para que la patria viva, ya no flamearía el pabellón azul y blanco”, dijo entonces Franze.
–¿Usted no condena el robo de bebés?–, preguntó este diario.
–No aceptamos que juzguen a los patriotas.
Pero no se trató sólo de nazis apoyando a Massera, sino que al poco tiempo hubo una devolución de gentilezas. El partido del ex almirante, Partido de Acción Popular, fue uno de los que firmó un cartel apoyando al nazi Franze como candidato a legislador porteño. Al final el PNOSP igual no se pudo presentar, pero el apoyo de los masseristas al émulo de Hitler quedó en los carteles.

Aquella cena

En diciembre de 1999, el Centro Simón Wiesenthal le hizo llegar al ministro de Defensa, Ricardo López Murphy, una carta pidiéndole una investigación relacionada con una cena de camaradería organizada por el führer Biondini. Según la página del PNT en la misma participaron oficiales del Ejército y la Armada. “La concurrencia desbordó el amplio salón con fervor nacionalista –decían los adláteres de Biondini–. Concurrieron representantes de distintos ámbitos como la Federación de Entidades Arabes, miembros de la comunidad alemana, oficiales del Ejército, Marina y Fuerzas de Seguridad. Al anunciarse la candidatura presidencial de Biondini para el 2003, los ¡Sieg Heil! y ¡Viva Argentina! fueron seguidos por las estrofas de la Marcha del Despertar Argentino”.
La única respuesta a la inquietud de Sergio Widder, del Centro Wiesenthal, fue una breve nota del viceministro Angel Tello quien señaló que “no hubo participación de oficiales” en ese acto del PNT.
Paralelamente, en otro acto, pero del PNOSP, se leyó la adhesión del jefe de los Albatros, Raúl de Sagastizábal. El hombre comandó a ese grupo de la Prefectura durante la intentona militar que encabezó en 1990 Mohamed Alí Seineldín. Mandó su adhesión desde Uruguay donde encontró refugio ya que en la Argentina es prófugo de la Justicia.

Siempre...

El caso es que nuevamente esta semana salieron a la luz las relaciones entre nazis y uniformados. Y otra vez le dieron, esta vez a Torres Bande, una tarea muy especial: confrontar con las denuncias por violaciones a los derechos humanos por parte de varios oficiales y, en particular, por parte del jefe del Ejército, Ricardo Brinzoni. “No es casualidad que hayan elegido a Torres Bande. Consideraron que era el hombre para esa operación”, reflexionó el director ejecutivo del CELS, Víctor Abramovich.
Esta es la constante: en la relación entre nazis y hombres de las Fuerzas Armadas, los primeros siempre sirven de mano de obra para el trabajo sucio. Oficialmente parece que se los quieren sacar de encima, pero existe una sintonía ideológica, el coqueteo con el autoritarismo, la discriminación, el odio a la izquierda, la pasión por las armas, la manía por el espionaje, hace que indefectiblemente salga a flote la relación que distintas franjas uniformadas mantienen por abajo con los seguidores del Tercer Reich. Lo peor es que la combinación es peligrosa y todos miran para otro lado. El 16 de mayo próximo, a las 7 de la mañana, será ejecutado en Oklahoma un ex militar, Timothy McVeigh, racista blanco e influido por los nazis. El fue quien voló un edificio estatal el 19 de abril de 1995. Mató a 168 personas.

 

Presentación de las Sombras

Mañana será presentado el libro Sombras de Hitler, la vida secreta de las bandas neonazis argentinas, del periodista Raúl Kollmann y un amplio equipo de investigación. Será a las 19.30 en la sala Victoria Ocampo de la Feria del Libro. La presentación estará a cargo de los periodistas Nelson Castro y Daniel Tognetti, la dirigente del Frepaso Liliana Chiernajowsky y el autor. Editado por Sudamericana, Sombras de Hitler es un amplio trabajo sobre los grupos neonazis, las ceremonias secretas que realizan, la formación y su relaciones con militares y políticas. Incluye una investigación sobre las profanaciones de tumbas en los cementerios judíos

 

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