Por Lola Galán
*
Desde
Roma
Las circunscripciones del sur
de Italia serán el verdadero campo de batalla de las
elecciones del próximo 13 de mayo, en las que se decidirá
el destino de El Olivo. La estabilidad del voto en las regiones del norte,
a favor del centroderecha, y del centro, a favor del centroizquierda,
contrasta con la volatilidad del sur, donde se concentra la
mitad de los colegios uninominales sin un claro favorito. Los cálculos
son del politólogo y profesor de la universidad de Florencia Roberto
DAlimonte, que no oculta la dificultad a la que se enfrenta El Olivo,
porque para vencer las elecciones tendría que imponerse en el 60
por ciento de los colegios del Sur.
Hay otros factores menos cuantificables pero igualmente decisivos en juego.
El centroizquierda confía en la sangría de votos que puedan
causarle a la coalición de oposición los errores mediáticos
de su líder, Silvio Berlusconi. La semana pasada, unas declaraciones
de Il Cavaliere, en las que equiparaba la izquierda democrática
con los terroristas de izquierda, presuntamente culpables del asesinato,
en mayo de 1999, de Massimo DAntona, asesor del Ministerio de Trabajo,
recibieron una condena unánime. También está por
ver a quien quitarán votos partidos menores como la Italia de los
Valores-Lista Di Pietro, la Lista Bonino o Democracia Europea, el partido
fundado por el ex primer ministro Giulio Andreotti. El sistema electoral
italiano penaliza mucho a las coaliciones cuando se presenta una sigla
nueva que compite en el mismo espacio electoral, añade DAlimonte.
Dicho en otras palabras, el nuevo partido puede arañar
suficientes votos como para hacerle perder escaños fundamentales.
La razón es sencilla: el sistema electoral italiano es un complejo
mixto de mayoritario y proporcional. Por el sistema mayoritario se elige
un 75 por ciento de los 630 escaños de la Cámara de Diputados,
es decir 475, por el proporcional el restante 25 por ciento (155 escaños).
Aunque una coalición reciba muchos más votos que la otra
a escala nacional, la partida esencial se juega en esos 475 colegios uninominales.
De ahí la gravedad de los errores o de la dispersión del
voto. Coinciden con DAlimonte, Renato Mannheimer, director del instituto
de encuestas IPSO, de Milán, y Pasquale Pasquino, de la Fundación
Adriano Olivetti.
En Italia ha ganado siempre la derecha observa DAlimonte,
salvo en 1996, porque se presentó desunida, el Polo por un lado
y la Liga Norte por otro. Pero además, los candidatos de la derecha
tuvieron un 3,6 por ciento menos de votos que los partidos a los que representaban.
Se produjo un fenómeno de despegue muy grave que le
hizo perder las elecciones a Silvio Berlusconi. Este peligro subsiste,
en opinión de los expertos, y puede jugarle todavía una
mala pasada a la Casa de las Libertades, a la que la mayoría de
los sondeos dan por vencedora el 13 de mayo.
Mannheimer advierte de que las encuestas no sirven demasiado para predecir
cuál será el comportamiento de los italianos ese día.
Se hacen a escala nacional, y reflejan la tendencia del voto proporcional,
pero la mayoría de los candidatos no se elige a este nivel, sino
por el sistema mayoritario. De poco le sirve a una coalición tener
mucho apoyo en general si en los diferentes colegios pierde por un puñado
de votos, añade. Eso sin contar, como apunta Pasquale Pasquino,
con la necesidad de aislar el factor insinceridad a la hora
de valorar las respuestas. Los sondeos que se hacen en el sur de
Italia no son fiables explica el profesor. La gente contesta
lo que cree que el entrevistador espera que conteste, no lo que piensa
de verdad. En Italia, en general, el voto es una cosa muy privada.
Otro factor que pesará decisivamente en el resultado de las elecciones
italianas es el abstencionismo. Es un fenómeno en aumento,
que afecta ya a más del 30 por ciento del electorado, dice
Mannheimer, al menos lamitad no vota por distanciamiento de la política.
Y entre ellos figuran, sobre todo, los jóvenes que votan por primera
vez. El gran reto de los partidos será atraer a estos electores
indiferentes.
* De El País de Madrid, especial para Página/12.
Que
sí, que no, Arafat se calmó
La Intifada palestina
volvió ayer a los disparos de morteros, pero esta vez le siguió
la disolución del organismo de Al Fatah, responsable de los disparos
de obuses, por parte del Alto Consejo de Seguridad Nacional palestino.
Asimismo, el presidente Yasser Arafat ordenó el cese de los ataques
contra objetivos israelíes desde la Franja de Gaza. El llamado
del presidente se dio después de la amenaza israelí de responder
a los disparos ejecutados en tres series por el movimiento de Arafat,
Al Fatah, contra colonias judías en la Franja de Gaza desde la
noche del viernes y durante el día de ayer. Tras la caída
de uno de los morteros fueron heridos cinco colonos de Netzer Hazani.
Como otras medidas, la policía palestina detuvo a uno de los principales
dirigentes del movimiento extremista Hamas por haber amenazado a la Autoridad
Palestina y además, como resguardo, se dio la orden de intensificar
las patrullas de seguridad en la Franja de Gaza.
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