Por Pablo Rodríguez
El coronel ecuatoriano Lucio
Lucho Gutiérrez parece ser un pichón de Hugo
Chávez, el huracanado presidente venezolano. Lucho
Gutiérrez tiene un discurso nacionalista, como él
mismo lo define, predica la integración latinoamericana, al punto
de pronosticar una segunda independencia de Sudamérica
como la del siglo XIX, y también piensa, como Chávez, que
cuando la situación de su país no da para más, es
lícito intentar un golpe. Eso es lo que hizo el 21 de enero de
2000, en alianza con el poderoso movimiento indígena ecuatoriano.
El intento falló: el gobierno en Ecuador es casi el mismo y la
dolarización continuó su curso. Invitado por la revista
argentina Cuadernos, Lucho Gutiérrez habló con
Página/12 sobre los efectos de la dolarización, el futuro
de las continuas rebeliones indígenas y la posibilidad de otro
golpe en Ecuador, y también sobre un escenario quizás nuevo:
la posible presencia de movimientos guerrilleros en su país, avivada
hace dos meses por el anuncio de la creación de un supuesto Ejército
de Liberación Nacional Ecuatoriano (ELNE).
¿Cuál es la situación de Ecuador a más
de un año de la dolarización?
Para la mayoría de la población ecuatoriana, el efecto
de la dolarización es nefasto. Dijeron que la inflación
se reduciría a menos de dos dígitos, y el año pasado
bordeó el 100 por ciento. Dijeron que las tasas de interés
disminuirían a menos del 10 por ciento y siguen por encima del
16 por ciento. Dijeron que vendría la inversión extranjera
al Ecuador, y eso no sucedió. Y además de todo eso, se perdió
la soberanía monetaria, que es como si un ciudadano perdiese el
apellido, y para colmo el país debe pagar más de 200 millones
de dólares anuales a Estados Unidos por la emisión de moneda.
Los precios sobre los bienes y servicios se están internacionalizando,
han subido de una manera abrupta, mientras los salarios siguen siendo
ecuatorianos. Entonces, por todo esto, la pobreza está alcanzado
límites explosivos en Ecuador.
¿Esta explosión podría ser similar al golpe
fallido del 21 de enero del 2000?
Para que se repita lo del 21 de enero se necesitan al menos tres
condiciones fundamentales: que la gran mayoría de la población
lo pida, que haya una gran movilización nacional y que hayan miembros
de las Fuerzas Armadas dispuestas a apoyarla, y que estos militares tengan
un liderazgo ético y moral dentro de las Fuerzas Armadas para poder
lograr su apoyo. Sin estas tres condiciones, no se va a repetir aquel
día histórico. Pero si la situación sigue agravándose,
cualquier cosa puede ocurrir.
¿Puede ocurrir, por ejemplo, que Ecuador empiece a parecerse
a su vecina Colombia, en el sentido de la aparición de algún
movimiento guerrillero que organice algunos asaltos como, por ejemplo,
a los intereses petroleros de un país petrolero como Ecuador?
Bueno, esto no se puede descartar completamente, pero creo que ésta
es la última opción, y nosotros no la compartimos en absoluto.
Pero con respecto al resto de la sociedad ecuatoriana, es probable que
también se llegue al punto en que está Colombia. La situación
en Ecuador es realmente terrible. Quedan pocas opciones: irse del país,
suicidarse, robar, o conformar grupos guerrilleros. De todos modos, algo
hay que hacer. No podemos quedarnos de brazos cruzados. Necesitamos construir
como sea un movimiento de integración amplia a nivel nacional,
y de allí debemos caminar hacia una integración latinoamericana.
Algo parecido a lo que plantea el presidente venezolano Hugo Chávez,
de quien usted dice sentirse muy cerca.
Estamos viviendo un escenario similar al de los 1800, en el que
unos patriotas en el norte (Bolívar, Sucre, Santander, etc.) y
otros en el sur (San Martín, OHiggins, Artigas), lucharon
para darnos a toda América nuestra primera independencia. Hoy tenemos
intentos de liberación similares en Ecuador, Colombia, Venezuela,
Perú, Bolivia, Paraguay, Argentina, Chile y Brasil. Lo que tenemos
que hacer es unificar esos esfuerzos de la manera menos traumática
para lograr la segunda liberación de Latinoamérica. Esto
es lo que quieren los pueblos de nuestros países.
Usted incluyó en los intentos de liberación
a Colombia. ¿Su movimiento está de acuerdo con la estrategia
de las FARC y el ELN en ese país?
Respeto el camino que han escogido tanto las FARC como el ELN, pero
no necesariamente estamos de acuerdo. Recordemos que el 21 de enero evitamos
que haya cualquier enfrentamiento armado. Creemos que los movimientos
de liberación deben ser pacíficos. Somos enemigos de la
violencia.
Sin embargo, ustedes plantean que se necesita el apoyo de las Fuerzas
Armadas, lo que significa usar el recurso de la violencia. ¿No
se puede plantear una salida dentro del sistema político ecuatoriano?
Nosotros pretendemos llegar vía elecciones a refundar el
Ecuador sobre valores éticos, morales, cívicos, patrióticos
y de justicia social. Pero hay dos caminos de alcanzar estas metas en
un país: uno es el de la revolución, cuyo ejemplo máximo
es la Revolución Francesa, orgullo de los franceses y ejemplo para
el resto del mundo. Este es el camino que elegimos aquel 21 de enero.
Lamentablemente, no hubo la comprensión adecuada de los mismos
militares sobre este punto. El otro camino es, efectivamente, el de las
elecciones. Pero en esto sí queremos diferenciarnos de los partidos
que componen el sistema político ecuatoriano: para nosotros, la
toma del poder es apenas un objetivo intermedio para refundar el Ecuador.
Para los partidos políticos, la toma del poder es el fin en sí
mismo: montan campañas electorales, y cuando llegan al poder, se
reparten el pastel entre quienes financiaron las campañas, los
caudillos y sus familiares, olvidándose hasta de las propias bases
de los partidos. Si nosotros queremos llegar el poder, debemos llegar
puros y vírgenes al matrimonio con el pueblo ecuatoriano, es decir,
sin compromisos con los partidos políticos corrompidos ni con el
poder económico, insaciable y perverso. El problema del Ecuador
no es político ni económico: es ético. No somos extremistas
de izquierda ni de derecha. Somos nacionalistas y patriotas.
Si la vía electoral aún es considerada, ¿existen
tratativas con el movimiento indígena Pachacutic, que ingresó
al sistema político con éxito?
Sí, debe darse esa alianza natural. Si estuvimos juntos en
un momento histórico de nuestro país, debemos repetir la
unión para esta vía electoral. Estamos trabajando para esta
alianza, pero hay que considerar que en Ecuador hay dos vueltas electorales.
En la primera etapa, Pachacutic, nosotros y otros movimientos sociales
probablemente vayamos en forma independiente, para unirnos en la segunda
vuelta.
Teniendo en cuenta la presencia política de los movimientos
indígenas en México, Ecuador y Bolivia, ¿cuál
es el papel de los movimientos indígenas en general en la integración
latinoamericana que usted predica?
Los movimientos indígenas son una fuerza muy importante en
toda Latinoamérica. En el caso de Ecuador, evidentemente este movimiento
ha ocupado espacios políticos dejados por otros sectores y son
más que la representación de los indígenas. Pero
creo que hay que considerar que los indígenas no son los únicos
excluidos en la región, que hay estudiantes, jubilados, trabajadores,
etc., que sufren por el mismo modelo neoliberal. La cuestión indígena
en la unidad latinoamericana está dentro de una convergencia con
otros sectores. Sino, se estaría aspirando a una América
indígena, otra mestiza y otra blanca.
¿Cuáles son los efectos del comienzo del Plan Colombia
para Ecuador?
Los efectos negativos del Plan Colombia comenzaron a sentirse en
todos los campos en Ecuador, y por eso nos opusimos a que nuestro país
se comprometa en este plan. En el campo político, tuve oportunidad
de escuchar en congresos y reuniones en Brasil, México y Argentina
cómo se cataloga a Ecuador como un país que, además
de perder su soberanía, va en contra de la unidad latinoamericana
al involucrarse en el Plan Colombia.En el campo económico, se están
empleando recursos para mantener los miles de soldados que están
apostados en la frontera con Colombia, y esos recursos podrían
usarse para crear más fuentes de trabajo y terminar con esta migración
al exterior que está terminando con la célula básica
de la nación ecuatoriana que es la familia. En el campo social,
los desplazados colombianos, al ingresar en nuestro país, sólo
incrementan el problema del trabajo en Ecuador. No hay trabajo para los
ecuatorianos, tampoco habrá para los colombianos y derivará
en un aumento terrible de la violencia y del delito. Ya hay signos de
esto en diversas regiones de Ecuador y nadie dice nada al respecto. Además,
el turismo en la región ha disminuido, y el comercio entre ambos
países ya es nulo. En el campo militar, nos llevan a emplearnos
en una guerra que no es la nuestra. En el campo de la ecología,
las fumigaciones masivas con hongos tóxicos están destruyendo
la naturaleza. Es un verdadero terrorismo ambiental cuyas consecuencias
son irreversibles, porque se destruyen todas las plantaciones, además
de las de coca. Y como si todo esto fuera poco, existe el peligro, muy
real, de que la guerra se generalice y no es exagerado decir que Colombia
se puede convertir en un nuevo Vietnam.
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