Por Ariel Greco
Luego de que Diego Maradona convirtiera el gol con la mano a los ingleses se abrió una discusión. ¿Fue picardía, fue trampa, volvió a romper las reglas al no admitir que había convertido el tanto con el puño y adjudicárselo a la Mano de Dios, se pone en tela de juicio su ética por esa actitud? Más allá de los interminables debates que plantea el deporte, no es tan común, sobre todo en la Argentina, que la discusión se dé en términos filosóficos. Y mucho menos si se indaga sobre los valores morales que promueve la actividad de alta competencia. En el libro ¿La mano de Dios?, de Ediciones Continente, presentado la semana pasada en la Feria del Libro, el filósofo argentino Claudio Tamburrini lo hace. �Es un campo muy poco desarrollado �cuenta Tamburrini�. En Estados Unidos e Inglaterra ya hay más publicaciones y trabajos sobre los valores que desarrolla el deporte de élite. En cambio, tanto en Suecia como en la Argentina no es un área que esté muy difundida, por eso este libro es un intento para incorporar en la agenda académica y mediática la discusión moral sobre el deporte de alto rendimiento�, explica Tamburrini, que está radicado en Suecia, donde trabaja como investigador en la Universidad de Gotemburgo. Además tiene una historia muy particular: durante la dictadura militar, Tamburrini fue secuestrado mientras cursaba la carrera de Filosofía en la UBA. Detenido en la Mansión Seré, un centro de tortura de la Fuerza Aérea, protagonizó una espectacular fuga. En su juventud fue arquero de Almagro, donde llegó a atajar en la primera división del club en el fútbol de ascenso.
Cada uno de los aspectos que toca el libro, como las conclusiones a las que llega el autor, en algunos casos muy osadas, generan un debate inmediato. �Yo planteo las cuestiones desde el punto de vista que considero correcto. Entiendo que, dado el carácter controversial de la mayoría de las cuestiones que propongo y de las conclusiones a las que llego, el libro origine una discusión. Eso es muy bueno. Que a partir de expresar las ideas que uno piensa se consiga una respuesta del otro, un intercambio, una crítica y contracrítica, que es una manera de lograr un crecimiento�, asegura Tamburrini, que introdujo en Suecia la filosofía moral sobre el deporte.
Si bien en un primer momento la mirada hacia la conducta de los atletas de alto rendimiento parece muy crítica, de a poco la visión va cambiando. Sobre todo porque el autor intenta demitificar con sus argumentos el análisis habitual que se realiza sobre la problemática deportiva. �El primer aspecto que tomo es la crítica tradicional. Esa que habla de que el deporte fomenta la trampa y la conducta antideportiva. De acuerdo con lasconclusiones a las que llego a partir de la investigación y la reflexión, es que ése no es el problema más grave del deporte sino que son otros, aquellos que se subestiman o que directamente no se tratan, como el nacionalismo xenófobo o la discriminación sexual�, remarca Tamburrini.
Así, según su visión, conductas proscriptas en el juego no deben ser condenables, mientras no violen tres premisas básicas: que no introduzcan condiciones desiguales en la competencia, que no arruinen el juego y que no expongan a los participantes a un riesgo físico innecesario.
Otro punto controversial que desarrolla el libro con amplitud es el doping. Para el autor, la restricción al dopaje es injustificada y debería dejarse sin efecto. �El problema del doping está en la prohibición y en el sistema paternalista que imponen los dirigentes. Si un atleta tiene la idea estúpida de que por una medalla vale la pena doparse hay que dejarlo. Mientras que no perjudique a un rival no debería ser penado. El deporte es la única actividad profesional en la que a alguien se le prohíbe hacer
algo para mejorar su rendimiento y la pena es no dejarlo desarrollar su tarea. Incluso la prohibición impide que los laboratorios trabajen tranquilos en el desarrollo de sustancias que eleven el rendimiento, pero que no perjudiquen la salud del atleta�, analiza Tamburrini, que también considera que el desarrollo de la tecnología genética llevará en un futuro a que el doping quede en desuso. Por eso, ante el avance de la manipulación de genes en la medicina deportiva ya plantea una nueva discusión. �Como no se puede evitar, ya hay que trabajar para conseguir que se utilice de manera positiva�.
Una de las cuestiones más sorprendentes que plantea es la segregación sexual en el deporte. En una mirada superficial, es un aspecto que ni siquiera se toma en consideración, más allá de alguna discusión puntual, como por ejemplo en el tenis, ya que en los últimos años, el dinero que reparte el circuito femenino se está equiparando cada vez más con el masculino. Sin embargo, en otras actividades, la sola mención del tema ya genera escozor. En deportes tradicionales como el fútbol, boxeo, rugby o básquet es inimaginable que, de momento, se conciba esa discusión.
Para Tamburrini, es uno de los aspectos más importantes que debe resolver el deporte en el futuro inmediato, si pretende mantenerse como una actividad socialmente aceptada. �El deporte es uno de los últimos bastiones de dominación del hombre sobre la mujer. Está establecido cuáles son los deportes masculinos y cuáles son los femeninos, que tienen una remuneración y una difusión mucho menor. Un fenómeno raramente aceptado por todos, ni siquiera señalado por alguien. Hay un área profesional que acepta como un hecho natural, casi ideológico, que las mujeres van por un lado, los hombres por otro, nunca se juntan, nunca compiten. Algo que no pasa en ningún otro ámbito. Ese aspecto es el que deberá resolver el deporte en futuro para mantener su lugar de preponderancia y seguir siendo aceptado�.
En definitiva, ¿La mano de Dios? es un libro que no pasa inadvertido y que abre un debate. Más allá de las opiniones que genere, cumple largamente uno de los objetivos que se propuso el autor y que se cumple con creces.
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