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Los eufemismos ya no alcanzan
Por Mempo Giardinelli

Que el abogado del jefe del Ejército sea un nazi, y que además ese nazi haya tenido tanta influencia en muchísimos oficiales en actividad, es un escándalo que no puede terminar como parece que va a terminar. 
En cualquier país serio �como solían decir radicales y frepasistas cuando querían diferenciarse de las payasadas menemistas�, semejante barbaridad hubiera provocado el descabezamiento de la cúpula militar y una profundísima purga en la institución.
Pero en la Argentina parece que no. Aquí, tras la denuncia todos, se muestran sorprendidos y hacen como si bastara con que el ministro de Defensa haya dado un paso en el sentido correcto (sólo eso, y paso inevitable, además).
Pero si todo va a terminar, como parece, en otra enésima, irritante, inútil y descarada �investigación� (y eso en el mejor de los casos), quien firma quiere decir que eso no es suficiente. La denuncia periodística, certera y eficaz, ha desatado la justa indignación de muchos, pero eso no alcanza. 
El sentido común más elemental impone que los ciudadanos rasos, los de a pie, los que pagamos impuestos y estamos hartos de eufemismos y macaneos presionemos de una vez para que cosas como éstas realmente cambien. Para decirlo más claro: no hay otra salida para este escándalo que exigir la remoción del jefe del Estado Mayor del Ejército. 
Y es que la máxima autoridad militar de la República ha ofendido a una comunidad de la Nación. Encima, una comunidad lastimada y ultrasensibilizada por ataques reiterados nunca esclarecidos. No importa si el general Brinzoni sabía o no sabía; en cualquier caso es una barbaridad que, como jefe militar en una república democrática, tenga como abogado a un nazi. 
Y aunque las autoridades de la comunidad judía sigan prefiriendo hacer malabarismos políticos que en mi opinión son suicidas, hay que decir claramente que los ciudadanos decentes de este país, seguramente millones, la inmensa mayoría, estamos hartos de que se siga tolerando el antisemitismo en la Argentina.
Es dable exigir, por una vez y de una vez por todas, que las autoridades nacionales dejen de hacerse las distraídas. Que dejen de criar cuervos recurriendo a eufemismos que ofenden la inteligencia. El Ejército Argentino, desdichadamente y cualquier argentino decente lo sabe, está plagado de neonazis desde hace décadas. Es obligación de la democracia terminar con eso. Es una deuda pendiente de casi 18 años que incrementaron Alfonsín con su casa en orden y Menem con sus indultos. Es hora de acabar con este cáncer ideológico, porque es inadmisible en democracia y porque es la única manera de que los futuros militares argentinos lleguen a tener una educación cívica pluralista y no discriminatoria.
Los judíos y los no judíos �y las comunidades de cualquier origen, raza o credo� deberían pronunciarse mucho más vigorosamente sobre este punto. 
El ministro Jaunarena debería entender que no basta con lo que hizo, aunque haya hecho bien en distinguirse de la línea de su antecesor López Murphy. Pero eso no alcanza. La única resolución de este escándalo es la remoción inmediata del general Brinzoni para así poner en marcha la verdadera limpieza que requieren las fuerzas armadas. El Presidente De la Rúa debería exigirla y encabezarla. Pero en serio.

 

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