Por David Hirst * Yasser Arafat afirma a menudo que su lucha no es más que "una
larga marcha a Jerusalén". Y me dice, "espero que la próxima
vez que nos veamos sea en la casa de mi madre: estaba al lado del Muro de
los Lamentos, y los israelíes sólo la destruyeron en parte en
1967". Aquí, en Ramalá, está lo más cerca posible de su objetivo:
apenas 10 minutos en auto. Pero que esta sea la última parada antes de
Jerusalén depende del resultado de la intifada. Por ahora, como todos los
habitantes de la ciudad, Arafat está bajo sitio. A sólo metros de la
Muquata --el edificio desde donde Ramalá fue administrada por británicos,
jordanos, israelíes, y ahora su Autoridad Palestina-- se registran
sangrientos choques entre jóvenes palestinos y los colonos del cercano
asentamiento judío de Psagot. Pero en cierto sentido Arafat está aun más
aislado que sus seguidores. No usa helicóptero privado "desde que el
ex premier Ehud Barak metió sus fuerzas en nuestros territorios el 28 de
septiembre", y tiene que usar uno jordano. Y para ir a Gaza, la otra
mitad de su territorio, tiene que ir primero a Jordania, después a
Egipto, y después atravesar territorio lleno de colonias hostiles antes
de llegar a la ciudad. Yo lo conocí por primera vez en 1968 el valle del
Ghor en Jordania, donde no era más que el "portavoz" del
liderazgo colectivo de la organización Al Fatah. Es aparentemente a causa
de esta larga relación que me concedió una entrevista, si bien rehúsa
definir nuestro encuentro como tal. "Es sólo una charla",
afirma. --¿Cómo
define la intifada? ¿Lucha armada o protesta masiva, espontánea o
controlada, limitada a los territorios palestinos o exportada a Israel? --No es asunto mío responder esa pregunta, sino de
Israel. Fue el ahora premier Ariel Sharon quien comenzó todo. Cuando me
enteré que planeaba (antes de su victoria en las elecciones) visitar la
mezquita de Al Aqsa, me alarmé tanto que fui directamente a la casa de
(el entonces premier laborista Ehud) Barak para advertirle de las
consecuencias. Desafortunadamente, no siguió mis consejos. Y usted ya
sabe lo que pasó al día siguiente: los guardaespaldas de Sharon abrieron
fuego contra los que rezaban. Eso fue lo que generó la intifada y la
resistencia de mi pueblo. --¿Pero continuará con la intifada en su intensidad actual? --Antes
de preguntarme a mí, debería preguntarle a los israelíes si continuarán
con su escalada militar. --Ellos
lo acusan de volver a la lucha armada. --Al oírlos uno pensaría que estoy enviando helicópteros
y tanques para sellar sus ciudades y territorios, que uso balas de uranio
y bombas de gas nervioso contra ellos, que clausuro todas sus
comunicaciones con Jordania y Gaza. En Cisjordania y Gaza tenemos
funerales todos los días. ¿Quién puede controlar a un pueblo que sufre
funerales todos los días? --¿Pero
usted no ordenó a sus fuerzas atacar objetivos israelíes? --Yo
no di ninguna orden de abrir fuego. Y los israelíes lo saben. Mis policías
y mis soldados no han estado involucrados. --¿Entonces
fueron sólo actos individuales y espontáneos? --Mayormente,
sí. Y también acciones de defensa propia contra los colonos. Me recuerda
al asedio de Beirut en 1982, sólo que allí no teníamos que lidiar con
estos colonos, que cometen sus crímenes bajo el control y protección del
Ejército israelí. Atacan nuestras ciudades y pueblos, y arrasan con
nuestros árboles, incluso olivos que datan de tiempos romanos.
--Entonces, si los israelíes dejaran de causar funerales, ¿usted
llamaría a su pueblo a detener la violencia? --Definitivamente. Pero los israelíes también tienen
que retomar las negociaciones en el punto que quedaron en el encuentro de
Taba (celebrado poco antes de las últimas elecciones israelíes). Allí
estuvimos más cerca que nunca de un acuerdo. Pero es falso que yo rechacé
la "oferta más generosa" israelí. Ellos definieron esa oferta
como el 96 por ciento de los territorios ocupados en Cisjordania y Gaza,
pero podría responder fue el pueblo palestino el que hizo la oferta
verdaderamente generosa al aceptar renunciar al 78 por ciento de su
territorio original. Sin embargo, es cierto los israelíes hicieron
concesiones sin precedentes. Por primera vez acordaron abandonar el 80 por
ciento de los asentamientos, y darnos tierra a cambio de aquellas que
mantendría cerca de la frontera. --¿Cree
que será posible volver a este plan con Sharon al frente del gobierno
israelí? El sólo ofrece el 42 por ciento de los territorios ocupados, lo
calificó a usted como "un mentiroso y un asesino", y lo acusó
de querer asesinarlo más de 20 veces durante el sitio de Beirut. --Yo respeto a cualquier persona que elija el pueblo
israelí: Rabin, Peres, Netanyahu, Barak y ahora Sharon. No creo que
Sharon intente matarme, ahora que es el primer ciudadano de Israel. Además,
ahora tengo una línea directa con él. --¿Una
línea directa? --Sí, Omri, su hijo. El es mi línea directa. Cada
vez me visita más frecuentemente aquí en Ramalá. --¿Es
una estrategia para "arabizar" a los israelíes? --Pero
ellos ya son árabes. Alrededor del 70 por ciento tienen sus raíces en el
Medio Oriente. --¿Es
suficiente para entablar un diálogo con Sharon? --Lo cierto es que él ya está comenzando a ceder.
Cuando lanzó una invasión punitiva en la Franja de Gaza, la presión del
presidente norteamericano George Bush y los europeos lo forzaron a dar
marcha atrás. --¿Cree
entonces que la intervención internacional es indispensable? --Es lo que ocurre en todo el mundo, en Bosnia, en
Kosovo... --Algunos
israelíes dicen que usted haría todo para lograrlo, inclusive orquestar
masacres contra palestinos, como las de Sabra y Shatila en 1982. --Pero
no necesito orquestar nada. Ya lo hacen ellos. Más de 400 palestinos están
muertos, 25.000 fueron heridos. Ni hablar de toda la destrucción de
viviendas, infraestructura, escuelas, mezquitas e iglesias. ¡Incluso
bombardearon la sinagoga de los samaritanos en Nablus! --¿Y
si usted es capturado, y lo ponen en un avión para exilarlo en Túnez,
como ya proponen algunos israelíes? --Regresaré. Tengo mis métodos, sabe. Siempre encontré
formas de regresar aquí en secreto. Esta es mi tierra. Y es aquí donde
moriré.
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