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Por Karina Micheletto
 �Alguna vez pensé que, si la desdicha y el arte estaban legítimamente casados, era posible llegar a la creación ejercitándome en toda clase de desgracias. Como aspirante a poeta, debía construir mi infortunio laboriosamente. Pero mis amigos me hicieron notar que si estos procedimientos fueran eficaces, nuestro país sería el Parnaso�. Con su estilo habitual, Alejandro Dolina abordó en la Feria del Libro uno de los temas que ya forman parte de su estilo: arte y desventura. �La verdad es que el artista no necesita salir a buscar desventuras. Se le presentan a cada paso, no sólo por la obvia abundancia de calamidades, sino porque un artista ve lo que otros no ven. La misma sensibilidad que le permite hallar un verso conmovedor es la que lo condena a encontrar la pena más rápido que nadie�, afirmó el autor de Crónicas del ángel gris ante una multitud que el sábado por la tarde desbordó la capacidad de la sala Leopoldo Lugones.
Algunos sacaron fotos y pidieron autógrafos, casi todos siguieron con atención los cincuenta minutos de charla y más tarde esperaron pacientemente la larga fila que se formó en el stand de Colihue para obtener una firma del escritor. Instalado ya como un clásico de la Feria del Libro, Alejandro Dolina volvió a confirmar que existe un público fiel que se renueva y está dispuesto a seguirlo a todas partes.
�La desventura real o fingida lo vuelve a uno más interesante. Cuando alguien me pregunta cuáles fueron las razones que me acercaron al mundo del arte y de la poesía, no puedo olvidarme de esta atracción sombría al ser desdichado�, comenzó diciendo Dolina, y pasó a responder una de las preguntas que guiaron la charla: hasta qué punto el arte es consecuencia de las experiencias y los datos biográficos de un artista. �Los buenos burgueses preguntan a los escritores si aquello que cuentan en sus relatos verdaderamente les ha ocurrido. Y desean un respuesta afirmativa, prefieren que el arte sea una sencilla alusión. Pero la verdad es que el fenómeno artístico asume formas distintas en circunstancias aparentemente idénticas y viceversa�, afirmó el escritor. Y aludió a la visión romántica de la música, según la cual este arte expresa estados mentales y sentimientos, para criticar a los defensores de la �música programática�: �A la gente le gusta creer que cada canción tiene su explicación, particularmente a aquellos que no gustan de la música, sino de la explicación. Entonces van a los conciertos y prefieren leer en los programas las explicaciones, y hasta prefieren quedarse en sus casas leyendo el programa sin oír la musica�, bromeó.
La sucesión de comentarios y definiciones fue seguida con devota atención por su público. Después de la charla llegaron los comentarios: �No es lo mejor que escuché de él, pero me gustó�, opinó Carolina, de 20 años. �Para mí Dolina es un dios�, sintetizó Santiago Iglesias, de 25. �Es un verdadero artista, por eso comprende el arte con esa sensibilidad�, remató. Para su novia, Jimena, de 21 años, se hizo difícil seguir la hilación de anécdotas históricas: �El es fanático de Dolina, pero yo lo escucho desde que salgo con él. Con Dolina aprendí que hay un sentido filosófico de las cosas, pero a veces me pierdo cuando empieza a dar tantos ejemplos históricos que yo no conozco�, reconoció.
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