Por José Natanson
Sí, ha dado un
paso al costado. Hoy Chacho ha decidido que va a compartir mucho más
las decisiones con dirigentes de todos lados, admitió Graciela
Fernández Meijide. Las declaraciones provocaron un pequeño
revuelo en su partido, aunque lo que hizo Graciela no fue más que
reconocer una situación que ya es vox populi en el Frepaso: el
alejamiento de Carlos Chacho Alvarez de la coyuntura política
y el traspaso de la conducción de la fuerza a un cuarteto de dirigentes.
Es más: esta semana o a más tardar la próxima
la Mesa Nacional del Frente Grande se reunirá para formalizar la
nueva realidad interna, designando una especie de mesa chica
que se ocupe de los asuntos que hasta hace poco manejaba exclusivamente
el ex vicepresidente.
Anteayer, en declaraciones radiales, Fernández Meijide sostuvo
que el Frepaso debe avanzar hacia una esforzada organización
que por ahí no teníamos tan marcada como otros partidos,
ya que la impronta de Chacho, con un fuerte liderazgo, marcaba los caminos.
Darío Alessandro jefe del bloque de diputados y encargado
de los temas más delicados, como la relación con el Gobierno
completó la idea: aunque reivindicó el lugar de jefe
político absoluto de Alvarez, Alessandro confirmó
que la toma de decisiones deberá ser más colectiva,
orgánica, institucional y quizás menos dependiente de la
opinión activa de Chacho.
Con estas declaraciones, los frepasistas admitieron que Chacho se ha apartado
del día a día (como él mismo lo define). Una
decisión complicada y que se vincula a la delicada situación
que atraviesa el Frepaso: sufrió la deserción del Socialismo
Democrático, el bloque de diputados está raleado, la gestión
de sus dirigentes estuvo lejos de ser brillante, no cuenta con figuras
de alto perfil para candidatear en octubre y la imagen pública
de su jefe pasa por uno de sus peores momentos.
Este cuadro llevó a Alvarez a encerrarse casi todo el día
a leer, preparar sus clases para la Universidad de Quilmes y jugar en
la computadora. Habla sólo con sus familiares y un núcleo
muy estrecho de dirigentes y se mantiene a un lado de la realidad política
cotidiana. Un ejemplo claro se dio en los últimos días,
cuando había que definir quién asumiría en Desarrollo
Social y Alvarez apenas participó de las negociaciones.
En aquel caso, la decisión de aceptar la oferta del Gobierno, la
discusión que terminó en la postulación de Juan Pablo
Cafiero y el pedido de otros espacios en el Gabinete quedó a cargo
de los cuatro hombres que, ante la ausencia de Chacho, se convirtieron
en la verdadera conducción del partido: Alessandro, Cafiero, Rodolfo
Rodil y José Vitar.
Ahora, la idea es formalizar de alguna manera este cambio. Según
explicaba un importante frepasista, la Mesa Nacional, el máximo
organismo de conducción de la fuerza, no serviría para llenar
el vacío dejado por Chacho: está superpoblada quince
asistentes e integrada por algunos dirigentes un tanto devaluados,
como Fernández Meijide y hasta Alberto Flamarique.
La solución sería designar una especie de mesa chica,
integrada por los cuatro chachistas y quizás algún representante
de Aníbal Ibarra. No reemplazará a Chacho, a pesar de las
versiones que indicaban que podría renunciar a la jefatura del
partido o incluso abandonar el país. Pero sí se ocupará
del manejo de las cuestiones claves.
La decisión podría adoptarse a fines de esta semana o
quizás la semana próxima, ya que la asistencia de los dirigentes
del interior depende del paro de los empleados de Aerolíneas
cuando se reúna la Mesa Nacional del partido: allí se decidiría
que la mesa nacional se reúna todos los meses y que, mientras tanto,
esta especie de mesa chica se ocupe de asumir la conducción
del Frepaso.
Será toda una novedad para el Frepaso, un partido inorgánico
y que siempre giró alrededor de la figura de su máximo líder,
que tomópersonalmente todas las decisiones claves. Ayer, uno de
los principales dirigentes frepasistas admitía que la ausencia
de Alvarez en el último tiempo demoró la resolución
de muchos temas. Mencionaba dos cuestiones que esperan una definición:
La posible incorporación
de otros frepasistas al Gabinete. Luego de la llegada de Cafiero, cerca
de Chacho mencionan tres espacios: la reforma del Estado, a donde volvería
Marcos Makón; la reforma Política, a donde también
retornaría Nilda Garré; y un lugar en el tribunal de Defensa
de la Competencia, que aún no fue creado.
El segundo asunto, menos urgente,
es la discusión de la listas para las elecciones de octubre. Es
complicado. En un mes, como mucho, tenemos que empezar a hablar con los
radicales, decía un importante frepasista. Sin Chacho
va a ser más complicado, pero alguien lo tiene que hacer,
concluía.
JUAMPI
CAFIERO CON DE LA RUA Y DOS OBISPOS
Por los niños y por la Agencia
El ministro de Desarrollo Social,
Juan Pablo Cafiero, junto a Fernando de la Rúa, almorzó
ayer con el titular de Cáritas, Jorge Casaretto, y el Archivero
y Bibliotecario del Vaticano, el cardenal argentino Jorge Mejía.
El frepasista concretó así un nuevo acercamiento a la Iglesia
en su afán por sumarla a la tarea asistencial que se propone realizar
desde la cartera a su cargo. La idea de Cafiero es hacer de la atención
a los niños y la puesta en marcha de la Agencia Social que
concentrará todos los planes asistenciales actualmente dispersos
en distintas áreas del Estado los dos ejes más importantes
de su gestión.
Frente a Mejía y el titular de Cáritas y obispo de San Isidro,
Cafiero delineó a grandes rasgos cuál será su plan
de acción al frente de Desarrollo Social. El almuerzo con los obispos
fue en Olivos, donde Mejía ofició una misa antes de la comida
a propósito la festividad de San José Obrero. Además
del ministro y el Presidente y sus respectivas esposas, asistieron a la
ceremonia el canciller Adalberto Rodríguez Giavarini y el secretario
de Culto, Norberto Padilla.
La reunión con Mejía y Casaretto constituye un nuevo paso
del acercamiento de Cafiero a la Iglesia. El sábado pasado antes
de asumir, incluso el frepasista viajó hasta Paraná
para reunirse con el obispo de esa ciudad y presidente de la Conferencia
Episcopal, Estanislao Karlic. La conversación giró en torno
a la idea del ministro de firmar un Pacto por la Niñez, que asegure
la atención a los chicos más desprotegidos.
Cafiero pretende que la asistencia a los niños sea uno de los ejes
de su gestión. De hecho, en su primer día de gestión
no sólo se reunió con los obispos, sino que antes recorrió
el Instituto Asistencial Arenaza, un hogar infantil en la localidad bonaerense
de Boulogne.
Queremos que el Pacto por la Niñez sea un eje
convocante en el debate de la sociedad actual para sacar a los chicos
de este círculo perverso al cual la pobreza, el descuido o la desprotección
los han empujado, señaló Cafiero durante la visita.
Dijo también que no puede haber un chico en la calle porque
el padre no pueda sostenerlo. Tenemos que intervenir todos, para que los
niños vivan en igualdad de condiciones en cuanto a alimentación,
atención de la salud y educación.
Cafiero recorrió las aulas, dormitorios y lugares de esparcimiento
de los 52 chicos de 5 a 15 años que viven en el Instituto Arenaza
junto a su viceministro, Gerardo Morales, y otros funcionarios de su cartera.
También antes de asumir, el frepasista visitó un hogar de
niños de Almagro que forma parte del programa Familia cooperante.
Los obispos muy pesimistas
Varios obispos advirtieron ayer sobre la degradación
que padecen los trabajadores y la gravedad de la crisis social.
El que no trabaja no puede subsistir, alertó
el titular del Episcopado y obispo de Paraná, Estanislao
Karlic, quien calificó a la desocupación como una
calamidad social. Su par de Morón, Justo Laguna, sostuvo
que la gente está pasando las de Caín
y señaló que no ve camino, ni luz, sino un túnel
muy negro. Asistimos a la triste realidad de nuevas
opresiones contra la familia obrera. Una de las más terribles
es excluirla del mundo del trabajo, abandonándola a una situación
colindante con la peor de las esclavitudes, manifestó
el de Quilmes, Jorge Novak. El trabajador se ha convertido
en un rehén, obligado a aceptar la precarización de
sus condiciones laborales, declaró el arzobispo de
Rosario, Eduardo Mirás, y lo atribuyó al peso
intolerable de la deuda externa, la concentración de la tierra
en pocas manos y la corrupción administrativa. El arzobispo
de Córdoba, Carlos Ñañez, expresó que
una sociedad donde el derecho al trabajo se niega sistemáticamente
y las medidas de política económica no permiten a
los trabajadores alcanzar niveles satisfactorios de ocupación,
no puede conseguir su legitimación ética y su justa
paz social.
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