Por Julio Nudler
A pesar del 1º de mayo,
el impuestazo anunciado el viernes por Domingo Cavallo inició ayer
su trabajo de guadaña, con la misión de juntar plata para
cumplir con la deuda externa. A pesar de ello, el riesgo país volvió
a aumentar (ver página 11), mientras los flamantes contribuyentes
de IVA, ex exentos, procuraban acomodarse a su abrupto cambio de status.
Más allá del problema económico que ocasiona, el
decreto publicado anteayer con las reformas provoca numerosas complicaciones
operativas, como las que sufre un negocio que, de pronto, se encuentra
con que parte de sus mercancías, si son por ejemplo bienes informáticos,
deben facturarse con un IVA de 10,5% y no ya de 21. La desesperación
de Economía no dio ni el mínimo tiempo necesario para adaptar
el software, de modo que las computadoras aprendieran a distinguir los
productos según su posición arancelaria.
Peor aún están las cosas con el Impuesto a las Transacciones
Financieras, ya que cada banco lo instrumentó como pudo, y ahora
se añade la necesidad de informarles rápidamente a los cuentacorrentistas
el acumulado mensual para que puedan imputar una parte contra la liquidación
de IVA o Ganancias. Esa fracción es el 0,15%, que se añade
al 0,25 vigente desde abril para totalizar un 0,40%, que castigará
plenamente a quienes tengan ya saldos a favor en Valor Agregado y no obtengan
utilidades.
Al cierre de esta edición, Cavallo preparaba nuevos anuncios impositivos,
que divulgaría hoy, encerrado con José María Farré,
secretario de Ingresos Públicos, y asesores de éste. Entre
las cuestiones pendientes figura definir a partir de qué monto
de alquiler regirá el IVA para locaciones comerciales. Según
había deslizado Farré, el umbral se situaría entre
500 y mil pesos. No queda claro si, en este caso, el impuesto recién
entrará en vigor cuando se fije el mínimo. Otra fuente de
dudas es la sola mención de alquileres (es decir, locaciones
urbanas) por parte del decreto del lunes. Sin embargo, se considera que
también alcanza a los arrendamientos (locaciones rurales).
Los locadores no inscriptos tendrán que optar entre anotarse como
monotributistas (el límite máximo para hacerlo es una facturación
anual de $ 144 mil) o como responsables. En el primer caso quedarán
excluidos del IVA, y en consecuencia el inquilino se librará de
pagarlo. Muchos locatarios no tendrán esa suerte, y deberán
absorber un repentino aumento de costos, sumado al que les ocasiona el
impuesto a los débitos y créditos en cuenta corriente. En
este sentido, los empresarios que planifican cuidadosamente sus inversiones
están descubriendo que, en apenas un mes, Cavallo les descalabró
las cuentas. Pero deberán acostumbrarse a la inestabilidad de las
reglas de juego, ya que la política tributaria se ajustará
en cada momento a las exigencias de la deuda pública.
Durante todo el fin de semana y ayer, pese al feriado, contadores y tributaristas
no pudieron contemplar serenamente la llovizna. Fijos o celulares, los
teléfonos no les daban tregua. Uno de los expertos contó
a Página/12 el caso de un cliente que acababa de arrendar un campo,
habiendo ya vendido su cosecha a futuro a un precio dado, base que utilizó
para saber qué costos podía asumir. De pronto, el 21% de
IVA le trastoca las cuentas. Por su lado, un distribuidor de medicamentos
reclamaba novedades sobre un prometido decreto, aún pendiente,
que ampliaría la lista de actividades alcanzadas por un ITF reducido,
de 0,75 por mil, que ya ampara a corredores de cereales y otros. Un tercero
rezongaba porque la sustitución de un crédito bancario local
en dólares por otro igual de su casa matriz extranjera le había
costado 6000 pesos en impuesto. Su único consuelo es que de haber
esperado a mayo habría debido pagar 9600.
Ya rige el impuestazo
Ayer comenzó a regir el nuevo impuestazo. Así, quedaron
gravados con 21 por ciento de IVA los espectáculos y reuniones
de carácter artístico (excepto teatrales), científico,
cultural, musical, deportivos y cinematográficos, y los servicios
médicos, salvo los servicios brindados por obras sociales.
Respecto de este último rubro, no se altera la alícuota
diferencial del 10,5 por ciento para prepagas. El IVA se aplicará
a entretenimientos y diversión (discotecas, cabarets, casinos,
hipódromos, parques de diversiones). En tanto, también
resultan gravados los diarios, revistas y de espacios publicitarios.
Otro tanto ocurrirá con la producción y distribución
de películas cinematográficas y para video. En cambio,
quedan exceptuados los libros. En lo que respecta a locaciones de
inmuebles, no pagarán IVA los destinados a vivienda del locatario
y su familia, y sí lo harán los alquileres de locales
destinados a la actividad comercial o industrial. También
se aumentó la alícuota del 0,25 al 0,4 por ciento
que grava las transacciones financieras. La diferencia del 0,15
por ciento podrá ser tomada como pago a cuenta de IVA y Ganancias.
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Críticas al
IVA a medios
Los diputados justicialistas Guillermo De Sanctis y Teodoro Funes
pidieron, a través de dos proyectos de declaración,
que la Cámara de Diputados rechace el IVA a diarios, revistas
y TV por cable, por entender que se trata de un avasallamiento
a la vigencia de la libertad de prensa y que muchos
medios de comunicación corren serio riesgo de desaparecer.
De Sanctis explicó que la Constitución exige
que los medios de comunicación no sean considerados sólo
desde un punto de vista económico sino teniendo en cuenta
su implicancia pública en una sociedad democrática.
Por su parte, Irma Parentella (Frepaso) aseguró que la
gente limitará consumos, limitará el cable y la compra
de diarios y en ese sentido se limita la posibilidad de informarse
bien.
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OPINION
Por James Neilson
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La opción más
fácil
En otras partes del mundo, los debates en torno de la política
económica suelen tener que ver con asuntos como la distribución
de la riqueza y cuánta igualdad sería compatible con
el crecimiento sostenido. Es lo que están discutiendo los
norteamericanos y los europeos, con los primeros manifestándose
reacios a sacrificar el dinamismo y los segundos apostando a que
a la larga el Estado benefactor probará ser más eficaz.
Aquí, en cambio, la línea divisoria es distinta. Separa
a quienes creen necesario un ajuste feroz para sanear las cuentas
de los muchos que insisten en que reducir el gasto público
o aumentar los impuestos son crímenes contra la humanidad.
La diferencia no es ideológica. Por un lado están
los dificilistas, por llamarlos de algún modo, y por el otro
están los facilistas. Demás está decir que
estos últimos son los más populares.
Durante su primer mes de vuelta en el Ministerio de Economía,
Domingo Cavallo habló como si militara en la banda mayoritaria,
la de los enemigos de cualquier ajuste fuera éste liberal
o marxista, fiscalista o keynesiano. Para que los números
cerraran trató de agregar un ingrediente olvidado, la confianza,
con la esperanza de que la nueva mezcla comenzara a borbotear de
forma satisfactoria, pero, como finalmente tuvo que admitir, la
receta no funcionaba, de ahí el regreso a la ortodoxia
que en la Argentina actual no significa comulgar con el Fondo Monetario
Internacional sino reconocer que existen ciertos límites
fijados por las dimensiones físicas de la economía
y por su productividad.
Por ser la Argentina un país de tradiciones netamente populistas,
los jefes máximos de los movimientos más importantes
nunca se han dado el trabajo de pensar en lo que sería necesario
hacer para alcanzar las metas con las cuales sus voceros dicen estar
comprometidos, acaso por entender que prestar atención a
los guarismos equivaldría a traicionar a los sagrados principios
facilistas. Desde luego que muchos protestan con pasión y
elocuencia contra el statu quo, pero puesto que ni siquiera la izquierda
más utópica ha formulado propuestas concretas destinadas
a modificar el reparto, es natural que toda crisis en los mercados
suponga otro giro hacia la derecha, o sea, que haya un nuevo ajuste.
Aunque la mayoría abrumadora se afirma contraria al capitalismo
salvaje y en favor de la equidad, el país continuará
aproximándose al escenario que tantos denuncian porque alejarse
de él sería muy difícil, inconveniente que
a juicio de los dirigentes hace que esta alternativa sea aún
más repugnante que dejar que la desigualdad se torne cada
vez más escandalosa.
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