Por David Cufré
La historia se repite paso a
paso. Aerolíneas Argentinas atraviesa el mismo proceso que en 1997
derivó en la desaparición de Viasa, la empresa venezolana
de aviación que también había quedado
en manos de Iberia tras su privatización. Los españoles
fracasaron en la explotación de la compañía, fueron
liquidando sus activos y achicando el plantel de personal. Finalmente,
dejaron crecer un conflicto con sus trabajadores, disparado por una política
de despidos masivos, y en medio de un paro declararon la quiebra. Los
empleados de Aerolíneas y Austral viven espantados de la repetición
de aquella experiencia. Espanto que se agiganta al ver que el Gobierno
mantiene una inexplicable actitud de pasividad. Ayer, en el Día
del Trabajador, 250 empleados de ambas compañías recibieron
como regalo un telegrama de despido.
La medida se tomó luego de ocho días de una huelga que paralizó
a esas dos aerolíneas. La protesta comenzó porque la compañía
había echado a 224 empleados y no le había renovado el contrato
a otras 58. Que en medio del paro y en el Día del Trabajador la
empresa haya decidido profundizar la reducción de personal es un
gesto evidente de su nula predisposición a liberar tensiones. Unos
500 trabajadores ocuparon ayer el hall central de Aeroparque en repudio
a la actitud de la empresa. Ricardo Cirielli, titular de la Asociación
del Personal Técnico Aeronáutico (APTA), señaló
a Página/12 que el paro seguirá hasta tanto se disponga
la reincorporación de todos los despedidos. El público
que tiene pasajes de Aerolíneas o Austral está siendo derivado
a otras empresas, aunque los problemas para viajar son enormes.
Cirielli indicó que irá a España a fines de esta
semana para buscar la solidaridad del personal técnico de Iberia.
Y para impedir que trabajadores de esa firma sean enviados a la Argentina
a realizar el trabajo de sus colegas en paro. El sindicalista apuntó
que se da el caso insólito de que los mismos directivos de
las aerolíneas están impidiendo su funcionamiento, ya que
hay secciones cuyo personal fue despedido en su totalidad y otras en los
que falta la mitad, lo que hace inviable la operatividad de las
empresas. Por caso, mencionó que se echaron a 500 técnicos,
de los 1350 que había. Con 850 técnicos es imposible que
funcionen Aerolíneas y Austral.
Por ahora el papel del Gobierno es el de observador pasivo. No hay abierta
ninguna negociación oficial. El Ministerio de Trabajo se limitó
a pedir a las partes que busquen una solución los más rápido
posible (ver aparte). Patricia Bullrich no está haciendo
nada. Por ahora parece más preocupada por la huelga en el fútbol
que por la situación de la aerolínea de bandera, protestó
la diputada y dirigente sindical de las azafatas Alicia Castro. No
es un problema exclusivo de los trabajadores. La línea de bandera
es una herramienta estratégica en un proyecto de nación,
apuntó.
En diálogo con Página/12, Castro sostuvo que estamos
frente a la última etapa de un proceso de desmantelamiento, que
llevará al cierre de las compañías. También
advirtió que la desaparición de Aerolíneas y Austral
dará motivos para ceder a las pretensiones de Estados Unidos
para que se aplique una política de cielos abiertos, ya que Argentina
no tendrá más su línea de bandera. Las
compañías estadounidenses coparán el mercado local
y llevarán al cierre de las otras empresas de aeronavegación
nacionales, completó la diputada, en la descripción
de un panorama catastrófico.
En la misma línea, Cirielli sostuvo que Iberia pretende quedarse
con las rutas de Aerolíneas para realizar viajes a Europa y concesionar
las rutas locales y a Estados Unidos a empresas de este último
país. Desde la privatización, se clausuraron 12 escalas
internacionales de Aerolíneas. Ahora para viajar a cualquier punto
de Europa hay que ir a Madrid y hacer la conexión con un vuelo
de Iberia, por lo cual se quedaron con parte del negocio, denunció.
Acá el problema no es laboral sino político. Lasolución
tiene que ser política, a través de una negociación
gobierno a gobierno entre Argentina y España. Pero De la Rúa
y Cavallo miran para otro lado, añadió.
En el caso de Viasa, Iberia liquidó lo que quedaba de la flota
y conservó las rutas aéreas que antes explotaba la firma
venezolana. Los directivos de Aerolíneas y Austral propusieron
a los sindicatos un plan de achicamiento de gastos para no despedir a
1200 trabajadores. En el caso de los técnicos, el planteo fue que
se extendiera de 8 a 9 horas la jornada de trabajo y se aplicaran descuentos
salariales de entre el 6 y el 20 por ciento. La oferta se realizó
cuando ya habían quedado en la calle 224 trabajadores y había
comenzado la medida de fuerza. Como era de esperar, los sindicatos rechazaron
el convite. Ayer obtuvieron como respuesta otros 250 despedidos.
El Gobierno mira para
otro lado
Aunque la situación en Aerolíneas Argentinas y Austral
es cada vez más delicada, la ministra de Trabajo, Patricia
Bullrich, afirmó ayer que el gobierno argentino no
es parte en el conflicto entre los trabajadores y la empresa.
El gobierno está trabajando con el gobierno español
para buscar una salida al conflicto, pero el problema es entre los
gremios y la empresa. Nosotros no podemos intervenir en un conflicto
donde se dictaron conciliaciones obligatorias si las partes no se
avienen a reunirse entre ellas para encontrar una salida,
se justificó Bullrich. La única intervención
que podría realizar su cartera es acercar a las partes.
Hubo reuniones entre la CGT y este Ministerio para acercar
una propuesta de mediación en el conflicto, y mañana
(por hoy) veremos si las partes la aceptan para destrabar el diálogo,
indicó, sin demostrar mayor preocupación. Ayer, en
el hall de Aeroparque, donde hubo un acto de protesta de los trabajadores
de las aerolíneas, estuvieron el actor Enrique Pinti, el
cura Luis Farinello y el ex ombudsman porteño Antonio Cartañá.
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