Por Martín Granovsky
Salió a los gritos por
televisión: Renuncio a mi banca para defenderme en la Justicia,
dijo. Anunció que revalidaría su lugar en el Senado cuando
hubiera una votación por sufragio popular y no indirecta. Y lloró.
Pero Juan Melgarejo, el senador por Santa Cruz involucrado por su colega
Silvia Sapag en maniobras sospechosas, acaba de encontrar un atajo para
reaparecer inmaculado: a toda costa quiere ser subsecretario de Pesca,
un área que conoce bien y donde recoge la simpatía de los
pesqueros congeladores, justo cuando está por concretarse una medida
oficial que supone millones de dólares para un sector u otro de
la actividad.
Melgarejo había conseguido no ser noticia desde aquella noche del
20 de setiembre en que apareció en A dos voces con
su pullover tejido y su aspecto de abuelo bonachón, y renunció
en cámara. El día anterior la senadora Sapag había
denunciado al salteño Emilio Cantarero. Cantarero me dio
que había mucha plata, contó Sapag a Página/12
cuando narró las negociaciones por la nueva Ley de Hidrocarburos
y el papel del justicialista salteño. Y en la tarde del 20, con
el impacto de las revelaciones sobre Cantarero aún calientes, aseguró
haber mantenido este diálogo con Cantarero: Cuando le pregunté
a Cantarero si la Alianza participaba de ese arreglo, me respondió:
Juan Ignacio Melgarejo está más pirata que yo.
Sapag imitó el gesto de quien se tapa un ojo para simular un parche.
Radical por Santa Cruz, Melgarejo tenía buen trato con Cantarero.
Era vicepresidente de la Comisión de Combustibles, en la que el
justicialista actuaba como presidente.
Su gesto, sin embargo, gozó en ese momento de una diferenciación,
incluso por parte de Carlos Chach Alvarez. Por lo menos no
se había atornillado a la banca sino que había preferido
someterse al voto popular en el futuro. Importantes dirigentes radicales
subrayaron esa diferencia. Lo hizo, por ejemplo, Raúl Alfonsín.
El propio Cantarero dijo a este diario: Me voy junto con mis cosas
y me retiro a otra tarea: defender mi inocencia. No me vuelvo a Santa
Cruz, me voy a quedar en Buenos Aires a disposición del juez y
a pelear hasta que esto se esclarezca.
Si en el camino Melgarejo termina encontrando un puesto en el equipo de
Domingo Cavallo, podrá argumentar que lo consiguió realizando
lo que los expertos llaman pesca accidental. Es la que se
produce, por ejemplo, cuando se busca calamar y se pesca merluza. Pero
los lobbies del sector permiten dudar de la casualidad. La tradición
de los últimos años enfrenta a dos sectores, los fresqueros
y los congeladores. Los primeros capturan los peces en el mar y completan
el proceso de frío y preparación de los filetes en tierra.
Los segundos, donde pesan los españoles que utilizan bandera argentina,
cumplen todo el ciclo en el mar. La pelea entre los dos suele ser feroz
después de todo, los pescadores siguen dedicándose
a la caza, y la Subsecretaría de Pesca termina siendo el
sitio donde los lobbies encuentran, o no, un Estado que arbitra en lugar
de someterse a los intereses de uno o a los de otro.
El negocio de la pesca produce en la Argentina más dinero del que
se piensa en un país que se identifica con las vacas. Representa
mil quinientos millones de dólares por año. Las exportaciones
trepan a mil, más que las de carne.
Pero esas ganancias pueden aumentar para unas empresas en detrimento de
otras el 1° de julio, cuando entre en vigencia el régimen de
cuotificación. Según él, cada empresa podrá
pescar un máximo de cada tipo de producto. Después, si le
sobra cuota de un rubro, por ejemplo de langostinos, podrá vender
esa cuota a otra empresa. De este modo el total de cuotas puede calcularse
para impedir la depredación y, a la vez, puede generar un negocio
comercial fabuloso. Un paso está antes de ese negocio: la cuotificación
que corresponda a cada empresa. Un paso en el que el Estado jugará
el rol sustancial y decisivo a través de la Subsecretaría
de Pesca. Los fresqueros se preparan para resistir el desembarco de un
congelador. Pero los expertos piensan que sería igualmente ridículo
darle la Subsecretaría a un fresquero. Aunque más no sea
para evitar, en el Estado, el riesgo de la pesca accidental.
LA
CONVENCION ANTICORRUPCION
Empezando a castigar
El ministro de Justicia, Jorge
de la Rúa, ratificó ayer el compromiso de Argentina con
la Organización de Estados Americanos (OEA) en el trabajo de prevenir,
detectar, sancionar y erradicar la corrupción del continente.
El ministro habló en la apertura de la Primera Conferencia de los
Estados Parte en la Convención Interamericana contra la Corrupción
(CICC), en Buenos Aires, en la que también participan el secretario
general de la OEA, César Gaviria, y el vicecanciller argentino,
Horacio Chighizola.
Nos comprometemos a construir lazos de cooperación para prevenir,
detectar, sancionar y erradicar la corrupción del continente, como
reza el preámbulo de la Convención, dijo Jorge De
la Rúa en el discurso de inauguración de la reunión
que concluirá el viernes. El ministro afirmó que nunca
debe olvidarse que atrás de un corrupto existe siempre un corruptor
y el sayo le cabe a todos, a los que cobran y a los que pagan.
Por su parte, el secretario general de la OEA instó a los países
americanos a enfrentar definitivamente la corrupción
y destacó que en ese objetivo las empresas privadas tienen un papel
esencial. Remarcó además la necesidad de que
el continente asuma una acción colectiva contra ese
flagelo. Durante la reunión, de la que participan representantes
de 22 países, se formalizará la adopción de un mecanismo
de seguimiento de la CICC, que permita observar la forma en que
los Estados ponen en práctica las disposiciones para luchar contra
la corrupción. Gaviria aclaró que el propósito
de la CICC es fortalecer la cooperación mutua, respetando
los principios de soberanía, no intervención, igualdad jurídica
e imparcialidad. La legislación de algunos países
no sólo no castigaba a los corruptos sino que les permitía
descontar impuestos de los sobornos que recibían y esto no podía
seguir ocurriendo, afirmó.
OPINION
Por Emilio Alí *
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Carta abierta desde
prisión
Estimados compañeros:
Me dirijo a Uds. con el motivo de hacerles saber mi situación
actual en lo emocional y en lo político.
En lo emocional, les cuento que me encuentro con mucha impotencia
y mucho dolor al saber que tengo que seguir estando aquí.
También les tengo que contar lo que me pasó el sábado
28, después que leyeron los alegatos. En el calabozo de la
Alcaidía, aproximadamente a las 17 horas, podía presentir
que una tormenta muy oscura estaba sobre mí.
Estaba llena de impunidad, de soberbia, y ahí me empecé
a dar cuenta que el poder judicial me iba a condenar.
Pensé en una condena mínima pero luego cuando subí,
entré a la sala para el fallo final y minutos después
cuando vinieron los jueces me di cuenta que ya no era necesario
que leyeran mi condena, se les veía la cara de odio con que
nos miraban.
Ahí fue cuando se afirmó mi caracterización
sobre ellos.
Desconocen lo que es la miseria, lo que es la falta de un pedazo
de pan, cuestiones que durante el proceso jamás escucharon,
aunque con su boca declaraban lo contrario.
Quedó al descubierto que esta condena fue para desactivar
la lucha contra el hambre, la miseria, los derechos del pueblo a
educarse, comer y vivir dignamente bajo un techo, con trabajo y
una salud protegida en un Estado responsable y comprometido. En
contra de nuestra esperanza de tener un pedazo de pan en nuestras
mesas para nuestros hijos.
Pero ahora más que nunca es cuando tenemos que fortalecer
nuestra convicción porque nuestra lucha es genuina y que
vamos por el buen camino.
Que cinco años y seis meses de condena no sirvan para que
nos vayamos a nuestras casas ni para atemorizarnos. Tomemos como
bandera de lucha y que sea motivo para que día tras día,
mes a mes, año tras año, profundicemos nuestro compromiso
y destinemos el tiempo necesario para seguir luchando contra la
impunidad y en contra de la injusticia a la que nos someten.
Por el desprocesamiento de todos los luchadores sociales y presos
políticos.
Trabajo y alimentos ¡Ya! para todos.
Con hambre no hay futuro, y la única lucha que se pierde
es la que se abandona. Sigamos luchando, compañeros.
Un fuerte abrazo de fe y perseverancia.
* Militante de la CTA, detenido y condenado por pedir comida
en un supermercado
de Mar del Plata.
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