El presidente Fernando de la Rúa debería expulsar al general
Ricardo Brinzoni de la Jefatura de Estado Mayor del Ejército, porque
en el mundo actual ser o parecer nazi es mal negocio, sostuvo el
columnista Héctor Timerman en un artículo difundido por
la publicación financiera Latin Stocks. Según Timerman la
gravísima designación del abogado y apoderado
del principal partido neonazi del país, Juan Enrique Torres Bande,
como representante legal de Brinzoni tendrá para el país
un costo más alto que el seguro de desempleo que solicitan
los sindicalistas. El autor es hijo del fallecido director propietario
del matutino La Opinión, Jacobo Timerman, quien durante la dictadura
militar fue secuestrado, torturado, despojado de su propiedad y de su
ciudadanía argentina y expulsado del país luego de un fallo
de la Corte Suprema de Justicia que había ordenado su libertad
y que la Junta Militar no acató.
Quienes se dedican en serio a mantener relaciones comerciales y
financieras más allá de la localidad paraguaya de Ciudad
del Este comprenden el daño que esto produce en Estados Unidos,
Francia, Inglaterra, Alemania y tantos países donde ciertos límites
no se cruzan. La Argentina tiene un pasado ennegrecido por la influencia
del nazismo que muchas veces la postergó de acceder a un rol más
importante en el mundo. El país es conocido por haber albergado
a centenares de nazis luego de la derrota en 1945. Inclusive desde los
años 30 se conocía la influencia germánica entre
los oficiales del Ejército, escribió Héctor
Timerman. No es de extrañar por lo tanto que haya sucedido
justamente en la Argentina el peor atentado contra una comunidad judía
desde que se apagaron los hornos crematorios de Auschwitz. Me refiero
a la voladura de la AMIA. Tampoco es de extrañar que en dicho atentado
los únicos identificados como participantes sean en su mayoría
miembros de una fuerza de seguridad, añadió.
Timerman citó el caso del presidente de Francia y líder
conservador Jacques Chirac, quien declaró que prefirió perder
la última elección legislativa antes que sellar un pacto
electoral con el líder fascista Jean Marie Le Pen. La explicación
de Chirac es que en Francia la derecha es tan antifascista como las otras
fuerzas. Hasta el mismo Silvio Berlusconi hace malabarismos para ocultar
el apoyo que recibe de la extrema derecha para las elecciones que Italia
realizará este mismo mes, dijo Timerman. A su juicio el neonazismo
provoca un rechazo absoluto en todo el mundo, y el precio que debió
pagar Austria por negar esta realidad debería servir de enseñanza
a un país como la Argentina mucho más dependiente
del mundo externo que la nación europea donde nació Adolf
Hitler. Sin embargo no parece ser el caso. A más de una semana
de la denuncia pública realizada por el brillante periodista y
dirigente de los derechos humanos, Horacio Verbitsky, sobre las relaciones
entre el ejército y los neonazis argentinos aún no ha renunciado
el nexo entre ambos grupos y el presidente Fernando de la Rúa
ha mantenido un obstinado silencio sobre el tema. Repite de este modo
la conducta de sus antecesores en declamar su rechazo al antisemitismo
pero sin tomar medidas concretas para combatirlo. Ese silencio ha
sonado muy fuerte en el mundo civilizado y seguramente no podrá
ser diluido entre los malabarismos que realiza Domingo Cavallo frente
a los inversores extranjeros, concluyó Timerman.
EL
CASO DE UN DESAPARECIDO NUNCA DENUNCIADO
23 años para salir a la luz
Hasta ayer su nombre no figuraba
en los archivos. Su caso no había sido denunciado y tuvo que esperar
23 años para hacerse público. El 3 de octubre de 1978, un
estudiante de medicina de nacionalidad dominicana fue secuestrado en los
alrededores del Hospital San Martín, en La Plata. Se llamaba Bolívar
Cedeño Blanco. Su esposa, Elida Luján Mamone, declaró
ayer ante la Cámara Federal platense, en el marco de los llamados
Juicios por la Verdad, que impulsa ese tribunal para conocer
el destino de los desaparecidos de la dictadura.
Ante los camaristas, Mamone contó cómo fue detenido su marido,
quien por entonces vivía en una pensión del centro platense.
Unos días antes de la desaparición, un grupo de tareas allanó
la vivienda. Después del secuestro pasaron ocho meses sin que la
mujer supiera algo de su pareja. Hasta que un día llegó
una tarjeta de Navidad a la casa de General Belgrano donde ella residía
junto a su hijo. La tarjeta tenía la firma de él. Y luego,
a fines de 1978, recibió por correo una suma de dinero de parte
de su cónyuge. El envío figuraba a nombre de un médico
residente en Estados Unidos al que ella nunca pudo ubicar.
Probando los dichos de la mujer, la APDH presentó un informe en
el que consta que Blanco estudiaba medicina en La Plata y que vivía
en un hospedaje que, tal como dijo la esposa de la víctima, fue
allanado días antes de que el estudiante fuera llevado a un centro
de detención. La testigo señaló que aunque hizo la
denuncia en la comisaría de General Belgrano, el caso no se registró
en la Conadep ni en los archivos de los organismos de Derechos Humanos.
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