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EL JEFE DE LA POLICIA FEDERAL DEBE DECLARAR HOY Y PODRIA QUEDAR PROCESADO
Prendiendo una vela a cada santo

Rubén Santos debe presentarse
hoy ante el juez Julio Lucini. Será indagado como imputado en la causa en la que se investiga una estafa de la policía adicional contra los clubes de fútbol. A la primera citación, del juez Bergés, no se presentó por una �misión secreta� encomendada por el gobierno. El nuevo magistrado convocó a otros 18 jefes policiales.
El jefe de la Federal, Rubén Santos, concurrirá a Tribunales con el fantasma
de salir del juzgado con un procesamiento bajo el brazo.


Por Carlos Rodríguez

Hoy por la tarde, más de tres semanas después de la fecha de citación original y ante otro juez, el jefe de la Policía Federal, comisario Rubén Santos, debe presentarse a declarar –siempre como imputado– en la causa en la que se investiga una estafa cometida contra los clubes de fútbol de la Capital Federal por el cobro de servicios adicionales de seguridad cuyo monto global habría sido “inflado” en forma fraudulenta. “La imputación original está muy arriba, ahora hay que ver qué es lo que opina el nuevo juez”, comentó a Página/12 una fuente del Palacio de Tribunales, aludiendo a la acusación formulada por el anterior juez, Mariano Bergés, una pesada herencia que debe ser resuelta, en la etapa definitoria de la instrucción, por el nuevo magistrado, Julio Lucini. Aunque al tomar la causa había suspendido las indagatorias solicitadas por su antecesor, el juez Lucini ahora resolvió citar como imputados no sólo a Santos –quien hoy mismo podría quedar procesado– sino también a otros 18 jefes de la Federal que habían sido puestos en la mira por Bergés.
¿Santos puede desde hoy quedar procesado y a punto de ser detenido, como ocurre en la misma causa con otros cinco jefes de la Federal? Anoche era imposible definir la respuesta del millón acerca del difícil trance por el que atravesará, desde las 15, el máximo jefe de la Federal, pero “está dentro de las posibilidades”, comentó la fuente consultada. Bergés acusó a los involucrados de conformar una “asociación ilícita” y precisó que “el grupo no se conformaba sólo con los integrantes del Cuerpo de Guardia de Infantería (eje de la investigación judicial) sino además (con) superiores oficiales hasta llegar al mismísimo jefe de la fuerza, circunstancia que no ha quedado enervada (debilitada) con probanza alguna salvo, claro está, la unilateral negativa de los encausados” cuando prestaron declaración indagatoria.
Bergés ordenó el procesamiento y la detención del comisario general Oscar Horacio Lissi, quien al momento de la decisión era el número tres de la Federal desde su función al frente de la Superintendencia de Seguridad Metropolitana. Después de su procesamiento, Santos dispuso el pase a disponibilidad de Lissi. La otra pregunta del millón es, entonces, qué pasará con el propio Santos si queda procesado.
Los otros cuatro en igual situación son el comisario retirado Roberto Galvarino y los comisarios Juan Carlos Robles, Hugo Miguel López y Juan Bautista Miño. Las detenciones de los nombrados depende de lo que decida la Cámara del Crimen, que analiza las apelaciones presentadas por los abogados de la Policía Federal. Además, están procesados por encubrimiento, lo que indica que seguirán libres por ser un delito excarcelable, el subcomisario Osvaldo Alberto Sangiorgio, y el comisario retirado Juan Antonio Duhalde, quien se desempeñaba como jefe de Seguridad del club San Lorenzo de Almagro, uno de los damnificados.
Entre los 18 jefes o ex jefes que ahora serán citados, en calidad de acusados, por el nuevo juez de la causa, figuran el ex secretario general de la fuerza y ex superintendente de Seguridad Metropolitana comisario Miguel Angel Ciancio, que pasó a retiro cuando asumió Santos, y los comisarios Del Bagge, actualmente en funciones en la División Reuniones Públicas y Seguridad, y el comisario mayor Segovia, quien se desempeña en la Dirección General de Operaciones. Fuentes judiciales dijeron a este diario que “todos los citados a indagatoria son jefes intermedios que no podrían ignorar los hechos que estaban sucediendo” entre los años 1998 a 2000, antes y durante la gestión de Santos.
Al justificar los pedidos de detención, Bergés dijo que a todos les correspondía “la calificación de organizadores de la asociación ilícita (...) por la jerarquía que detentan dentro de la fuerza policial, que les posibilita la toma de decisiones, las que, obviamente, no existen en jerarquías inferiores”. Eso mismo era lo que, en principio, podría corresponderle al comisario Santos. El propio juez Bergés, luego de alejarse de la causa –en la que suplantaba al juez Gustavo Karam, conlicencia por enfermedad– admitió que él podría haber procesado a Santos por asociación ilícita “o cuando menos por encubrimiento”, si hubiera concurrido a la citación del 9 de abril.
Mediante el testimonio de una decena de suboficiales, en la causa está demostrado que las autoridades del Cuerpo de Guardia de Infantería enviaban a las canchas de fútbol una menor cantidad de efectivos de las que hacían figurar en las planillas de “policía adicional” que luego eran abonadas por los clubes. Por cada efectivo se pagaba una suma de 48 pesos y se supone que el monto total de la estafa surgiría de la multiplicación de esa cifra por cientos de miles de prestaciones nunca realizadas.

 

La tarea secreta de Mathov

En el marco de la causa por la policía adicional, el juez Mariano Bergés tuvo un duro enfrentamiento con el secretario de Seguridad Interior, Enrique Mathov, a quien hizo responsable por la demora en la presentación ante la justicia del jefe de la Federal, comisario Rubén Santos. El titular de la fuerza había sido citado para el 9 de abril, pero no concurrió alegando que el secretario Mathov lo había enviado a realizar “tareas reservadas” en el interior del país. En un escrito, Bergés calificó a la maniobra de “burlesca” y pidió que se abriera una causa judicial contra Mathov por “falsedad ideológica” del documento público enviado para excusar a Santos.
“Le di una misión que no pude revelar, investigamos algo muy importante”, sostuvo Mathov en declaraciones a Página/12 en las que rechazó las acusaciones de Bergés. El juez le respondió desde el fallo mismo, tomando en cuenta que Mathov es, desde su función, quien está al frente del Comité de Seguridad que se encarga de establecer las normas para evitar la violencia en los estadios.
Bergés cuestionó a Mathov y a los presidentes de la mayoría de los clubes de fútbol, que declararon como testigos en la causa, por entender que ninguno “ha intentado mitigar siquiera en parte estas actividades delictivas” que son investigadas. Y llamó a Mathov a que “se haga cargo con rapidez de sus responsabilidades”, salvo que para el funcionario “un partido entre Boca y River o Excursionistas y Defensores de Belgrano” sea un acontecimiento que “puede organizarse como una fiesta de 15 años”.

 

Las causas de la Federal

La fuga del Departamento Central de Policía: La huida de Tractorcito Cabrera y de los dos imputados en el crimen del vicepresidente de Paraguay puso en jaque a once miembros de la gestión Santos, acusados de facilitar la evasión. Entre ellos, el superintendente de Seguridad Metropolitana, comisario general Roberto Galvarino, y los titulares de la alcaidía del Departamento y de la comisaría 6ª, Hugo López y Gustavo Carca. El 20 de abril de este año, la Cámara Federal confirmó el procesamiento de López y cinco de sus subordinados, pero dictó la falta de mérito para Galvarino, Carca y los tres policías restantes, miembros de la comisaría 6ª.
Causas armadas: La semana pasada, un Tribunal Oral en lo Federal dispuso investigar a un grupo de diez policías, sospechados de armar operativos antidrogas en los que se detuvo a personas inocentes. Los mismos policías habían estado involucrados en un procedimiento en que se secuestraron piedras preciosas supuestamente contrabandeadas, que luego resultaron falsas. La comisión especial designada por la Procuración General de la Nación para analizar estos casos ya descubrió 50 procedimientos “truchos”.
Represión en la marcha de la CGT: En la madrugada del 19 de abril del 2000, un grupo de trabajadores convocados por la CGT se concentraron frente al Congreso Nacional, para protestar contra la sanción de la ley de flexibilización laboral. Una fiscal ordenó el desalojo, y se desató una brutal represión que terminó con varios heridos, entre ellos el dirigente del sindicato de empleados judiciales, Julio Piumato. La causa desembocó en el procesamiento de quince policías, entre ellos el comisario José Laino, jefe de la circunscripción donde se ubica el Congreso, y el jefe de Infantería, Osvaldo Sangiorgi.
Chalecos naranja: A mediados de abril, dos oficiales involucraron a sus superiores de la Circunscripción VI en el manejo de irregular del dinero cobrado por horas extras que no se habían realizado. El jefe de otra de las circunscripciones investigadas es el actual director general de comisarías de la zona Sur, comisario inspector Alberto Capuchetti.

 

VERON DESPLAZO AL NUMERO UNO DE LA POLICIA
La Bonaerense quedó sin jefe

Fue removido el máximo responsable de la Policía Bonaerense, comisario José María Gallina, en una admisión implícita de la falta de resultados de la administración de Carlos Ruckauf en su cruzada contra el delito. Gallina –transferido a un cargo inferior– no tiene aún reemplazante, y la movida se enmarca en una reestructuración de la cúpula policial y de ese Ministerio “para reemplazar algunas bajas”, entre las que Ramón Verón –ministro de Seguridad de la provincia– incluyó la renuncia de Raúl Harsich, señalado por Página/12 como torturador durante la dictadura.
Gallina había sido designado en diciembre del año pasado como superintendente de Coordinación de la Bonaerense, cargo que equivale a una virtual jefatura de la policía. Reemplazó a Eduardo Martínez, quien tuvo que irse después de decir que “fusilaría por la espalda” a los policías que torturaran. Ahora, Gallina fue transferido al cargo de subsecretario de Formación y Capacitación, en el cual reemplazará a Santiago Fazzini.
Verón negó que la remoción responda a un “enojo” del gobernador Carlos Ruckauf por la falta de resultados en seguridad: “Enojados estamos todos respecto a la seguridad, pero la Policía no es la única responsable”.
El ministro apeló a un término militar al señalar que la reestructuración se vincula con “algunas bajas que tenemos que cubrir”, y mencionó la renuncia del coronel Raúl Harsich, quien debió resignar su cargo de subsecretario de Planificación del Ministerio de Seguridad luego de que una investigación de Página/12 revelara su participación –en 1976 y cuando era teniente primero– en el secuestro y tortura del niño Floreal Avellaneda.
También serán desplazados de sus cargos –anticipó Verón– todos los titulares de las direcciones del ministerio, que son más de 20, pero no los jefes de las 18 jefaturas departamentales de la Policía Bonaerense, aunque el funcionario admitió que “uno o dos pasen a ocupar direcciones en el ministerio”. También sería reemplazado el subsecretario de Relaciones Políticas e Institucionales, José Hermindo María, quien fue designado durante la gestión de Aldo Rico en Seguridad e integraba el Modín.
Ayer Eduardo Sigal, presidente del bloque provincial de senadores del Frepaso, sostuvo que las medidas son “una nueva cortina de humo que intenta disimular la falta de medidas para resolver la corrupción policial”, mientras “no existen políticas de seguridad preventivas y fracasan las represivas”.

 

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