Lo sucedido ayer en Medio Oriente fue completamente ilógico. Al
menos, lo fue si se insiste en usar el singular para hablar del gobierno
israelí. En Washington, el canciller de ese gobierno, Shimon Peres,
se reunía con el secretario de Estado, Colin Powell, para discutir
un plan de paz egipciojordano. Casi simultáneamente, el ejército
israelí montó una miniinvasión de la ciudad de Rafah
en la Franja de Gaza, muy cerca de la frontera con Egipto, matando a un
joven palestino e hiriendo a 12. Poco después, en una visita a
una colonia judía, el primer ministro Ariel Sharon disparó
que si Arafat no termina la violencia, Israel lo hará en
su lugar, y advertía con tono ominoso que desmentimos
algunos de nuestros métodos, y otros quedarán siempre en
el misterio. El resultado de todo esto era lo que podía esperarse.
Powell imprecó a Peres que la incursión (que ya había
concluido para ese entonces) erosiona los intentos de distender
la situación y poner fin a la violencia. Egipto reforzó
su frontera. Y Sharon volvió a Jerusalén. Había logrado
su objetivo. La división entre halcones y palomas dentro
de su gabinete había dejado de ser teórica.
Varios analistas israelíes ya habían notado antes un cambio
en ese sentido, pero su cálculo era inverso a lo que realmente
pasaba. Primero, porque todavía trataban la política del
gobierno como una unidad. Si bien identificaban correctamente que había
una lucha entre Sharon y Peres (entre el general y el diplómata,
según Aluf Benn del Haaretz) por decidir esa política unívoca,
no contemplaron la posibilidad de que ambos políticos simplemente
fueran en direcciones opuestas. Segundo, estos analistas pensaban que
quien estaba ganando en esa contienda era Shimon Peres. Peres convenció
a Sharon de aceptar el plan de paz egipciojordano, aseguró
anteayer el Haaretz. La jugada del canciller se reforzó luego de
que Yasser Arafat declarara el fin de los ataques con mortero contra objetivos
israelíes y ordenara la disolución de las milicias de su
partido (que no perdieron tiempo en ignorarlo). Al llegar el lunes a Nueva
York, Peres se sentía lo suficientemente confiado como para decir
que creo que hemos llegado a un entendimiento con los palestinos
para un cese al fuego. Era un excelente preludio para su encuentro
con la administración Bush. La prensa informó que Powell
enfatizaría que Israel debe volver a la mesa de negociaciones,
lo que coincide exactamente con la posición del canciller. Asi,
este último parecía pronto a obtener el aval del amigo americano
para su plan, legitimando su heterodoxia dentro del gabinete israelí
y asumiendo la dirección de la política de paz.
Pero Sharon tenía otras ideas. No es claro hasta qué punto
estaba de acuerdo con los planes de su canciller, pero parece probable
que fue sólo en los últimos días que terminó
de decidir que los sabotearía. Un factor fue el alarmante hecho
de que las milicias Tanzim desobedecieran la autodisolución que
les impuso Arafat, lo que cuestionaba o la sinceridad o la eficacia del
líder palestino como interlocutor de paz. Otro, más circunstancial,
fue el asesinato el martes de un colono judío en Cisjordania, lo
que enfureció a las agrupaciones de colonos y llevó a Sharon
a denunciar que el ataque era obra de los servicios de seguridad
de Arafat. No era ningún accidente, entonces, que Sharon
eligiera ayer el funeral de este colono para revelar su verdadero plan
de paz.
Nuestra misión es reinstaurar la seguridad... Exige paciencia
y perseverancia, pero ninguna consideración política limita
nuestros esfuerzos para restablecer la seguridad, proclamó
ante los periodistas reunidos. No sólo no hizo mención al
plan de paz que manejaba Peres, sino que disparó que no exigimos
la reducción sino la eliminación total de la violencia.
Y ante la incapacidad de Arafat de lograr esto, hay que actuar contra
el terrorismo con métodos y medios adicionales: Hay cosas que diremos,
otras que desmentiremos y otras más que permanecerán para
siempre en el misterio. Fue muy significativo que Sharon identificara
como co-autor de ese plan al ministro de Defensa, Benjamin Bel-Eliezer,
uno de los halcones del laborismo y, por lo tanto, un enemigo
a la vez ideológico y político de Peres, su superior jerárquico
en el partido. El Ejército israelí ya había comenzado
a implementar la nueva política en Rafah.
Así, referirse a las gestiones restantes del canciller en Washington
parece casi un epílogo a algo que ya se decidió. Sin embargo,
el encuentro de Peres hoy con George W. Bush podría ser lo único
que logre darle la influencia suficiente para que, cuando regrese a Jerusalén,
tenga alguna posibilidad de arrancar a Sharon de sus políticas
hacia la intifada.
HABLA
EL NUEVO PRESIDENTE SIRIO, BASHAR EL-ASSAD
No tenemos deseo de guerra
Por Berna G. Harbour
Desde
Damasco
Después de tres décadas
de autocracia en Siria, la llegada al poder de Bashar el-Assad en junio
del año pasado despertó esperanzas de apertura política
y reforma económica. El nuevo presidente las reconoce como legítimas,
aunque no necesariamente en ese orden. A sus 35 años, y a pesar
de su breve experiencia política, el líder sirio demuestra
haber heredado la prudencia y la cautela de su progenitor, aunque parece
haber renunciado al puño de hierro. Ha amnistiado a 600 presos
políticos y manifiesta con franqueza que la ley de emergencia se
ha utilizado de forma errónea. Heredero de una república
a la que la geografía ha situado en la línea de frente del
conflicto árabe-israelí, El-Assad ha optado por seguir la
línea que marcara su padre Hafez: la paz será global o no
será. Esta es la primera entrevista que concede a un medio occidental
desde su llegada al poder.
Hemos oído hablar de avances políticos en Siria: mayor
libertad de expresión, aparición de nuevos periódicos,
mayor debate público. Sin embargo, según algunos observadores
esa primavera siria se frenó...
La apertura a la libre expresión ya había sido iniciada
por el presidente Hafez el-Assad. Yo mismo fui una de las personas que
concurrían a esas reuniones de diálogo (político)
en distintas partes de Siria. Por eso, este tema ha sido vinculado a mí
personalmente. Hay un periódico que surgió a la luz hace
dos meses y otro en proceso de ser editado. Son dos periódicos
independientes. Esta también es una de las cosas que habían
sido decididas durante el mandato del presidente Hafez el Assad. Pero,
debido a cuestiones administrativas, se retrasaron.
¿Existe alguna intención a corto plazo de anular la
ley de emergencia que rige en el país desde 1963?
La ley de emergencia está vinculada con la situación
de ausencia de la paz que aún vive Siria y ligada expresamente
a las cuestiones que afectan a la seguridad del Estado. Durante muchos
años esta ley ha sido erróneamente utilizada por algunos
responsables. Ahora, insistimos en que sólo se utilice dentro del
marco para el que fue promulgada. No podemos aislar la situación
interna de Siria de la vivida por la región.
Hace dos semanas, Israel bombardeó una instalación
siria de radar en Líbano. ¿Cuál va a ser la respuesta?
Por supuesto, no vamos a decir cuál va a ser nuestra respuesta.
¿He dicho acaso que vayamos a responder militarmente? De hacerlo
así, estaríamos correspondiendo al deseo de Sharon que quiere
empujar la región hacia la guerra. Eso no quiere decir que la respuesta
militar esté descartada, pero Siria no busca la escalada militar.
Lo importante es que esa respuesta sea en el momento elegido por nosotros,
a nuestra manera y de la forma que materialice nuestro objetivo.
Entonces, ¿no debemos temer una guerra regional en las próximas
semanas?
Ese tema depende de dos partes: Siria e Israel. Respecto de Siria,
no tenemos deseo de guerra, pero los indicios respecto a Israel apuntan
en sentido contrario. Si se nos impone la guerra, vamos a defendernos.
Sin embargo, no creo que Israel ose lanzarse a esa aventura, a pesar de
que todo indica que Sharon tiene afición al asesinato.
Israel les acusa de utilizar Líbano para atacar sus intereses
por mediación de Hezbolá. ¿Qué relación
mantiene Siria con ese grupo libanés?
Las mismas que con el resto del pueblo libanés. Sin embargo,
Hezbolá no hubiera sido una parte importante de la resistencia
libanesa si no hubiera tenido el respaldo del pueblo libanés. Se
trata de un partido como cualquier otro, con relaciones diversas y tiene
amigos que le apoyan y un pueblo que le respalda. Estamos al lado de Líbano
en su causa (contraIsrael) y, por ende, es lógico que nos coloquemos
al lado de la resistencia libanesa.
¿Aceptaría Siria un acuerdo bilateral entre los palestinos
e Israel?
Se trata de un asunto que incumbe a los palestinos, sería
más adecuado preguntarse si tal acuerdo traerá la paz. Nosotros
consideramos que la paz si no es global, si no abarca todos los frentes
árabes (libanés, sirio y palestino), producirá un
mero acuerdo de paz y no una paz verdadera. El proceso de paz es la vía
para llegar a la paz verdadera y a la estabilidad. Si se olvidan las circunstancias
regionales objetivas, se producirá un mayor desajuste en el futuro.
Tomemos como ejemplo lo que está ocurriendo ahora en Palestina.
¿Bajo qué condiciones estaría Siria dispuesta
a volver a la mesa de negociaciones con Israel?
Los parámetros de paz son muy bajos en Israel. No hay condiciones
sirias sino derechos sirios y condiciones internacionales acordes con
los derechos sirios, y árabes en general, a los que Israel se opone.
Cuando se supere esa situación, estamos listos para continuar las
negociaciones.
¿Incluso con Sharon?
Sólo vemos las señales de lo que ocurre en Israel
y, en ese sentido, la llegada de tal o cual persona a la jefatura del
gobierno nos plantea preguntas: ¿cómo un pueblo que dice
querer llegar a la paz elige a alguien con un pasado de criminal de guerra?
Dado que la paz es un proceso ligado a todas las capas de la sociedad
y no sólo al jefe del gobierno, y en la medida en que cuando una
persona elige a un candidato para un cargo opta por sus convicciones...
Es lógico que deduzcamos que la voluntad de paz sigue siendo limitada
y débil en Israel.
¿Cuál ha sido, hasta la fecha, la contribución
de la administración Bush en la región?
Hay dos asuntos fundamentales: la paz e Irak. No pueden aislarse
una de la otra porque los lazos sociales son muy grandes entre los países
árabes; compartimos la cultura, la historia... lo cual produce
sentimientos comunes. Lo que hemos oído hasta ahora de la Administración
Bush es que se inclina por el levantamiento del embargo a Irak, pero no
se ha pronunciado aún respecto al proceso de paz.
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