Por Javier Lorca
Debilidad estructural. Poca
inversión y pocos investigadores, pero creativos y con trabajos
de buena calidad. A esas conclusiones llegó un minucioso estudio
sobre el estado de la ciencia y la tecnología durante la última
década en América latina y el Caribe, realizado por la Red
de Indicadores de Ciencia y Tecnología Iberoamericana (RICyT).
Por primera vez, se pudo hacer una evaluación de toda una
década, desde 1990 a la actualidad. Nunca se tuvo información
como ésta sobre la región, dijeron a Página/12
Mario Albornoz y Ernesto Fernández Polcuch, coordinador y secretario
técnico de la red, ambos de la Universidad Nacional de Quilmes.
El estudio completo puede consultarse en Internet: www.ricyt.edu.ar
Pobre inversión.
Según los últimos datos, Latinoamérica y el Caribe
invierten al año 15.373 millones de dólares en ciencia y
tecnología. La inversión mundial se divide así: Estados
Unidos y Canadá aportan el 43 por ciento; la Unión Europea,
el 25 por ciento; Japón, el 16; el resto de Asia, el 10; el resto
del mundo concentra el 4; y América latina y el Caribe, el 1,9.
Por promedio, en Europa la inversión científica es el 1,81
por ciento del PBI. En Estados Unidos es el 2,84 y en Japón supera
el 3. En América latina es del 0,59 por ciento, un promedio
que es sostenido por Brasil, advirtió Polcuch. Por debajo
de la media regional, Argentina sólo destina a la ciencia el 0,47
por ciento de su PBI. Costa Rica el 1,13 y Cuba el 0,83. Para completar
el cuadro, señalan los investigadores, cabría agregar que
el PBI de los Estados Unidos, en los últimos años, quintuplicó
al de Latinoamérica. Su inversión en ciencia fue 25 veces
mayor.
En los 90 aumentó la inversión latinoamericana.
Pasó del 0,39 por ciento del PBI en 1992, al 0,59 de 999. Pero
en valor real, la inversión creció un 70 por ciento, que
es lo mismo que creció en el resto del mundo. Excepto en la Unión
Europea, donde aumentó el 30, dijo Albornoz.
Situación dramática.
En nuestra región hay pocos investigadores. En toda América
latina hay muy pocos más que en Canadá. Y, además
de ser pocos aclaró Albornoz, trabajan en condiciones
mucho más pobres. Las personas dedicadas a la actividad científica
y tecnológica en la región son 260 mil: 128 mil investigadores
(el 2,7 por ciento del total mundial), más becarios, técnicos
y personal de apoyo. La mayoría se concentra en Brasil (casi 50
mil), Argentina (26 mil) y México (19 mil).
La cantidad es poca, pese a que aumentó durante los 90
al mismo ritmo que en el resto del mundo. El problema es que arrancamos
muy abajo. Deberíamos crecer a una tasa mucho más alta.
Si no, sólo se acrecienta la desventaja, analizó Albornoz.
De hecho, el número de investigadores de Japón cuadruplica
al de América latina, y el de la Unión Europea es siete
veces mayor.
La situación de Argentina es casi dramática. Somos
el país de la región que tiene más investigadores
en su Población Económicamente Activa: 1,6 por cada mil
personas. Pero estamos estancados y no aprovechamos esa ventaja advirtió.
La gente se va. Exportamos investigadores y terminamos subsidiando a la
ciencia del Primer Mundo.
Científicos creativos.
La magnitud de las diferencias económicas reaparece en la inversión
anual por investigador. Incluyendo salarios, equipos y otros gastos, en
América latina, por promedio, se invierten 85 mil dólares
por investigador. Mucho menos en Argentina: 46 mil. Más en Brasil:
123 mil. Mientras, en los Estados Unidos la cifra trepa hasta 190 mil
y en Europa, a 161 mil. La diferencia es aún mayor, porque
acá los instrumentos y materiales son más caros, por lo
que el dinero se aprovecha menos, avisó Albornoz. Con esa
carencia, los investigadores latinoamericanos afrontan los mismos parámetros
y exigencias de calidad y productividad que sus pares del Primer Mundo.
Con el 1,9 por ciento de la inversión global en investigación
científica, y con el 2,7 por ciento de los investigadores del mundo,
América latina logra tener una presencia del 2,5 por ciento en
las publicaciones consideradas referentes. Esto es muyimportante. Quiere
decir que nuestros científicos están supliendo la falta
de inversión con creatividad y trabajo, diagnosticaron Albornoz
y Polcuch.
Ausentes con aviso.
Cuanto más industrializado es un país, más
fuerte es la presencia del sector privado en el financiamiento de la ciencia,
concluyó el estudio. En Japón, los privados aportan tres
cuartos del total invertido; en los Estados Unidos, dos tercios; y en
la Unión Europea, la mitad. El sector privado está casi
ausente, en cambio, en los países menos desarrollados. En Latinoamérica
sólo representa un tercio, a pesar de que a lo largo de los 90
aumentó (del 20 al 36 por ciento). Esa expansión creció
en detrimento de la inversión de los organismos públicos
(cayeron del 27 al 22 por ciento) y de las universidades (del 52 al 42).
Los privados de Argentina aportan el 26 por ciento de la inversión;
el Estado, el 40,4; las universidades, el 29,1; y capitales extranjeros,
el 2,6. En otros países, como Costa Rica y Ecuador, las organizaciones
sin fines de lucro, las ONG, realizan importantes inversiones. Pero en
Argentina no alcanzan al 2 por ciento del total, agregó Polcuch.
Políticas activas.
La debilidad estructural de la región sólo podrá
modificarse con políticas activas, como lo están haciendo
España y Brasil concluyó Albornoz. El problema
es grave porque ya es muy largo, lleva 30 o 40 años: para solucionarlo
hace falta un cambio político drástico. Y es más
grave todavía porque el conocimiento es el motor de la economía
y el desarrollo. Sólo Brasil, Chile y Costa Rica parecen haberlo
comprendido. México y Argentina, no. Si no cambiamos, estamos perdidos.
Paradoja a la latina
Los países menos desarrollados, paradójicamente,
hacen más investigación básica y aplicada que
experimental, concluyó el estudio. Investigación
básica es la que se realiza por motivos de conocimiento,
mientras que el desarrollo experimental es el directamente vinculado
a una práctica. La paradoja consiste en que los países
de América latina y el Caribe, en un contexto de crisis económica
y social, aparecen como fuertemente inclinados hacia el extremo
más básico y teórico de la investigación
científica, apuntaron Albornoz y Polcuch. En Estados
Unidos, la investigación experimental se lleva el 61 por
ciento de la inversión, cifra que se reitera en los países
desarrollados. Entre los latinoamericanos y caribeños, sólo
en México el desarrollo experimental supera el 25 por ciento.
Esto tiene que ver con la poca relación que tiene el
sistema de ciencia y tecnología con el sector productivo
en Latinoamérica. Y también tiene relación
con la escasa inversión del sector privado: cuando éste
invierte, exige resultados concretos, dijo Albornoz.
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Para
el tiempo libre... (si queda)
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Medios. La UCES organiza una jornada sobre Violencia
en los medios de comunicación. El miércoles, de
8.30 a 18, en la sala Picasso del Complejo La Plaza. Informes: Paraguay
1338, piso 1º, 4815-3290/1 (interno 212).
Inglés. Icana abrió la inscripción para
sus cursos de inglés, en todos los niveles, para niños,
adultos y adolescentes. En Maipú 686, 4322-3855.
Sexual. Mañana empieza el posgrado Formación
en educación sexual, de la Asociación de Psicólogos
de Buenos Aires. En Avenida de Mayo 950, piso 1º, 4345-7422/7359.
Padre. La banda Padre presenta Salva tu inocencia.
Este y todos los sábados de mayo, a las 20.30, en Scalabrini
Ortiz 1685.
Foto. La cátedra libre de Derechos Humanos (UBA) dará
un taller de Fotografía. Los martes, a las 19, desde el 8 de
mayo. Informes: Puán 480, oficina 244 bis, 4432-0606 (interno
128). Gratis.
Guitarra. Hasta el 10 de mayo se inscribe para un seminario
sobre técnica y repertorio de la guitarra. En el Rojas, Corrientes
2038, 2º piso, 49545521/23.
Dinero. Hoy, a las 18, se hará una mesa redonda sobre
El lavado de dinero. En la Universidad de San Andrés,
Vito Dumas 284 (Victoria).
Concierto. Mañana, a la 20.30, en la Facultad de Derecho
(UBA), actuará la Orquesta Sinfónica Nacional. En Figueroa
Alcorta 2263. Gratis. |
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