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ABRUPTO AUMENTO DEL CANCER EN UN AREA DENUNCIADA POR CONTAMINACION
Las aguas bajan turbias en Las Toscas

Un estudio realizado por
una filial de Lalcec marca,
para el departamento de
General Obligado, en Santa Fe,
un aumento del 96 por ciento en los enfermos de cáncer. El dato coincide con las denuncias de Greenpeace sobre contaminación con cromo y fenol. La curtiembre acusada niega que contamine.

Por Alejandra Dandan

Las Toscas, número de muertos por cáncer de los últimos cuatro años: 28; enfermos vivos: 18. En 1997 los enfermos eran seis. Esos indicadores forman parte de un escalofriante informe de la Liga Argentina de Lucha contra el Cáncer (Lalcec) de esa región, que muestra la incidencia de la enfermedad en cada uno de los distritos del departamento de General Obligado, al norte de Santa Fe. Los datos relevados con nombre de cada paciente, médicos de cabecera e historia clínica, marcan entre el ‘97 y los primeros meses de este año un aumento del 96 por ciento de enfermos de cáncer para todo el departamento. Las Toscas, un pueblo de diez mil habitantes, es sede de una de las curtiembres denunciadas por contaminación, debido al uso de cromo y fenol. El binomio cáncer y contaminación fue denunciado por dos ONG de la zona y coincide con los estudios y reclamos que viene haciendo Greenpeace desde hace un año. Durante los últimos meses, en Las Toscas se ha producido un éxodo. Hubo diez familias que han abandonado el pueblo para escapar de los índices de cromo detectados en la sangre, mientras otras tantas anuncian ahora su próxima partida. La curtiembre acusada negó que contaminara el ambiente.
La titular del Lalcec de Villa Ocampo, Graciela da Silva, comenzó en marzo a centralizar las denuncias y datos de centros asistenciales y hospitales de la zona sobre los diagnósticos oncológicos. De esos centros se nutrió este informe que fue elaborado en el término de un mes a raíz de la solicitud del Subsecretario de Salud de Santa Fe, Claudio Huber. “Lalcec había denunciado en uno de los diarios de la provincia un incremento muy fuerte de pacientes y les pedí que lo demostraran con números y datos precisos”, explicó Huber a este diario.
Cuando en julio del año pasado, la organización ecologista Greenpeace se sumó a la denuncia la gente de Las Toscas contra la curtiembre Arlei SA por el uso de productos tóxicos, desde la Provincia se hicieron exámenes en busca de datos. “Comparamos dos pueblos, Las Toscas y Malabrigo que tienen condiciones semejantes pero uno no tiene curtiembre”, sigue Huber recordando que no encontraron diferencias llamativas entre los dos pueblos cuando rastrearon la presencia de cáncer sobre los registros de defunciones. La muestra del Lalcec en cambio, fue hecha en once poblaciones del Departamento y agregó a los vivos a la lista de difuntos.
En Las Toscas los casos detectados desde el `97 fueron 46, mientras que en Villa Ocampo, la ciudad vecina, los enfermos de cáncer totales fueron 112, 59 de ellos hoy están muertos. Villa Ana es otro de los pueblos más afectados. Allí fueron 34 los casos y 22 los muertos. En Tacuarendí hubo 6, en San Antonio 4, en Villa Guillermina 9 y en El Rabón tres. Lalcec considera que estos índices pueden ser mayores. Las planillas, ahora en posesión de la filial, están avaladas por los nombres y apellidos, DNI, datos personales, diagnóstico y médico de cabecera de cada uno de los pacientes. Estos resultados serán presentados hoy formalmente al ministerio de salud provincial. Allí darán cuenta además de la progresión detectada: de 30 enfermos en el `97, la Región pasó a tener otros 47 nuevos un año más tarde y 58 nuevos diagnósticos al terminar el `99. En el 2000 los casos fueron 68 y hasta el 30 de abril de este año ya se diagnosticaron 23 enfermos.
Aunque el rastreo de estos datos empezó en marzo, los síntomas por los cuales Las Toscas empezó a reclamar aparecieron hace cinco años. En ese momento Teresa Getar de Binaghi abandonó el pueblo con toda su familia. “Fue un error trasladarme a Villa Ocampo –explica– según los datos de Greenpeace la contaminación se siente hasta los 50 kilómetros”. Nicolás, el menor de sus hijos, de 13 años, no ha logrado perder aún los 134 microgramos de cromo detectados en la sangre. El valor considerado normal es cinco microgramos y “aunque no es causa directa de cáncer, estamos mucho más expuestos a tener metástasis de vejiga, pulmón o próstata”, asegura Teresa al frente ahora del Centro de Defensa del Medio Ambiente(CEDEMA) de Villa Ocampo. En su familia el cromo sigue abriéndose espacio. Ella presenta 46 microgramos de la sustancia, su marido 76,5 y aunque nunca trabajó en la curtiembre, se le ha detectado además plomo en la orina. Martín el mayor de 19 años tiene 68 microgramos de cromo en la sangre y Luciana 35. “En el 2001 no sé decirte la cantidad pero el año pasado –indica– hubo cinco muertos muy jóvenes con elevado cromo en menos de siete meses.” Murieron por leucemia o con cáncer, dice.
Su caso funciona como testigo de una situación denunciada penalmente por Greenpeace en diciembre del año pasado. Verónica Odriozola coordinadora de la campaña evaluó “por lo menos como muy rara” la progresión del cáncer detectada en los últimos tres años. “No solo ahora están las muestras presentadas a la justicia –evaluó–, se suman estos datos a los exámenes de orina y sangre donde se detectó cromo y plomo entre la gente”. La curtiembre Arlei, al tanto de las denuncias y reclamos volvió a rechazar ayer cualquier responsabilidad en la contaminación. En un comunicado, sus directivos aclaran que no usan cromo hexavalente (ver aparte) aunque Greenpeace insiste en sus “pésimas condiciones de funcionamiento”.
Además del cromo, Marín Cirmi, presidente de la Asociación para la Defensa del Medio Ambiente Norte Santafesino denunció fenol entre los desechos. “Daña los riñones –explica– y sospechamos que es una de las causas de los más de sesenta diálisis que se hacen en Las Toscas.”

 

Los análisis de Greenpeace

La curtiembre Arlei está localizada cerca de la Ruta 11 en el pueblo de Las Toscas de Santa Fe. La empresa tiene una red de lagunas donde descarga a cielo abierto los residuos líquidos que terminan en el Arroyo Las Toscas, uno de los afluentes del río Paraná. La organización ambientalista Greenpeace en mayo y agosto del 2000 recogió en los alrededores de la curtiembre cinco muestras donde incluyeron efluentes industriales, sedimentos asociados y desechos sólidos de residuos. Sus conclusiones fueron presentadas en una denuncia penal asentada en diciembre del año pasado.
El laboratorio de la Universidad inglesa de Exeter encontró en las muestras de líquidos y lodos de las lagunas presentados por Greenpeace una alta concentración de cromo. Los niveles, indicó la ONG, superaban más de treinta veces los hallados en promedio en sedimentos no contaminados. Los contaminantes orgánicos fueron hidrocarburos alifáticos y alquil bencenos. La muestra industrial tenía estéres de ftalato, compuestos fenólicos y fenantreno.
“Arlei no contamina con cromo ni otra sustancia, las aguas, la tierra o el aire de Las Toscas”, aseguraba ayer en su descargo la conducción de la curtiembre Arlei en un comunicado. Allí también dieron cuenta de uno de los exámenes hechos por la ART de la empresa sobre 1200 trabajadores de la planta donde, advirtieron, “no se evidenció la presencia de cromo ni ningún otro elemento por encima de los valores normales”.

 

SUSTANCIAS CARCINOGENICAS SEGUN LOS ESPECIALISTAS
El cromo como una amenaza

Por P.L.

“El cromo hexavalente, solo o en compuestos, es carcinogénico para seres humanos”, según la Organización Mundial de la Salud. No hay un límite mínimo de concentración en el medio ambiente para que la sustancia ejerza este efecto: en cualquier concentración es capaz de provocar cáncer. La mayoría de los tumores se localizan en el aparato respiratorio; entre los trabajadores que manipulan cromo, el cáncer de bronquios es 60 veces más frecuente que en la población normal.
La International Agency for Research on Cancer (IARC) es un organismo dependiente de la Organización Mundial de la Salud. Una de sus funciones es evaluar distintas sustancias para medir su potencialidad de causar cáncer. Las más peligrosas se incluyen en el grupo 1, “carcinogénicas para humanos”, y allí se ubica el cromo hexavalente.
Doris Loria, integrante del área de investigación del Instituto Nacional de Oncología Angel H. Roffo, observó para este diario que “no hay límite mínimo de concentración en el ambiente para el cromo hexavalente: toda concentración es carcinogénica”. Y destacó que “las curtiembres no deberían trabajar más con cromo hexavalente sino con cromo trivalente, que no presenta esa propiedad carcinogénica”.
En cuanto al tipo de cáncer producido por el cromo, Jorge Hercovitz, investigador del Conicet en el Instituto de Ciencias Ambientales y Salud, precisó que “lo más común son los tumores de los bronquios” y señaló que “los obreros que manipulan cromo presentan una incidencia de cáncer bronquial 60 veces mayor que la de la población en general”. Además del cáncer, la inhalación de polvos conteniendo cromo puede producir “irritación de mucosas, bronquitis, catarro, ulceración del tabique nasal. Los efectos adversos se producen aun en concentraciones muy bajas, ya que el cromo es uno de los tóxicos más severos”. En quienes trabajan con cromo se producen también dermatitis llamadas “úlceras de cromo”, por el contacto con esta sustancia: son lesiones indoloras, como si se hubieran quitado con sacabocados pedacitos de piel.
Noemí Fittipaldi, toxicóloga del Hospital Provincial de Rosario, agregó que “también el benceno y el tolueno son insumos de las curtiembres que, a falta de condiciones adecuadas, salen al ambiente: y son cancerígenos; producen leucemia y aplasia medular. En análisis toxicológicos de habitantes de Las Toscas, sobre 96 personas examinadas, se detectaron en sangre valores elevados en cromo y fenoles; estas últimas son las sustancias que se detectan cuando hay benceno en el medio ambiente”.
Por su parte Verónica Odriozola, coordinadora de la entidad ambientalista Greenpeace, sostuvo que “incluso el cromo trivalente, que en principio no sería cancerígeno, en determinadas condiciones ambientales pasa a convertirse en cromo hexavalente, lo cual es muy grave porque las normas ambientales suelen no tomarlo en cuenta”.

 

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