A los 71 años, el inglés Ronnie Biggs escribió un
nuevo final para la película de su vida: después de tres
décadas y media de un exilio dorado en Río de Janeiro, el
célebre protagonista del llamado robo del siglo ocurrido
en 1963 en Gran Bretaña comunicó a Scotland Yard su
voluntad de entregarse para cumplir con su condena. Víctima de
tres infartos en los últimos 18 meses, Biggs espera ser internado
en una clínica inglesa aunque sea de una prisión
para recuperar el habla y volver a caminar. Sin embargo, su mayor anhelo
se relaciona con lo que él llama ser parte de la cultura
inglesa nuevamente: Mi último deseo es entrar a un
pub de Margate como cualquier ciudadano inglés y comprar una pinta
de cerveza.
La decisión de Biggs fue publicada como primicia por el diario
inglés The Sun. En una declaración difundida por su abogado
en Londres, Biggs señaló: Le pedí a The Sun
que, desinteresadamente, facilitara mi regreso a Gran Bretaña.
El periódico hizo el contacto y el miércoles último
el detective John Coles, de Scotland Yard, recibió un correo electrónico
de Biggs. Quisiera entregarme. Todo lo que necesito es un pasaporte
para viajar de vuelta a Gran Bretaña. Estoy preparado para ser
arrestado al llegar al aeropuerto de Heathrow y someterme a la ley,
escribió. Al pie del mensaje colocó su firma y su huella
digital escaneadas, para que no hubiera dudas de que se trataba de él.
Sin embargo, la agencia de noticias France Press difundió declaraciones
del abogado brasileño Wellington Mousinho Lins dos Santos otro
de los representantes de Biggs en las que negó que su cliente
fuera a entregarse. Dos Santos consideró extraño
que su defendido, que luchó de manera casi animalesca
por su derecho a vivir en libertad en Brasil, haya optado ahora por volver
para vivir hasta los 99 años encarcelado.
En el robo del siglo el asalto a un tren que viajaba
de Glasgow a Londres, los ladrones se alzaron con un botín
que actualmente equivaldría a 76 millones de dólares. El
crimen le valió a Ronnie 30 años de prisión, de los
que sólo cumplió 15 meses: en abril de 1965 usó una
cuerda para escalar el muro de siete metros y medio de la prisión
de Wandsworth, y se escapó en un camión de mudanzas. Ronnie
recorrió 70.134 kilómetros alrededor del mundo con Scotland
Yard pisándole los talones. Tras esconderse en los suburbios londinenses
por un tiempo, Biggs viajó a París, donde le practicaron
una cirugía estética que le permitió llegar a su
destino final, Brasil, sin ser reconocido en sus escalas anteriores: Australia,
Panamá, Argentina y Bolivia.
En 1974, el detective Jack Slipper, que lo había apresado en Londres
y luego, tras el escape, dedicó su vida a perseguir a Biggs, fue
quien logró encontrarlo en Río de Janeiro. Ha pasado
mucho tiempo sin vernos, Ronnie. Supongo que sabrás quién
soy, le dijo al entrar a su habitación en un hotel.
Cuando el final parecía evidente, el destino se puso del lado de
Biggs: una carioca estaba embarazada de un hijo suyo, y el gobierno de
Brasil se negó a otorgar la extradición, por ser el prófugo
padre de un futuro ciudadano. Incluso, en 1981 fue secuestrado por un
comando británico para llevarlo de regreso en forma clandestina,
pero Brasil logró recuperarlo cuando Biggs ya estaba en medio del
viaje.
Ronnie se estableció definitivamente en Río y encontró
nuevas formas de ganarse la vida: grabó temas con los Sex Pistols
y con Die Toten Hosen; preparó barbacoa para los clientes de su
bar y vendió fotos autografiadas y remeras con la leyenda Yo
estuve con Ronnie Biggs: era una forma de ganar dinero luego de
que su vida de playboy evaporara la fortuna robada. Hasta su archienemigo
detective Slipper viajó a Río, luego de jubilarse, para
tomarse una cerveza con él.
Pero el tiempo ha pasado, y Biggs quiere volver a su país, aunque
eso signifique no volver a ver a su hijo Michael y a su nieta Ingrid.
Sé que cuando parta será la última vez que
la vea, pero he tenido una vida maravillosa. No me lamento de nada.
Las autoridades inglesas señalaron que Ronnie será arrestado
tan pronto como ingrese al Reino Unido; será llevado a prisión
y podría enfrentar cargos adicionales por haberse fugado
de Wandsworth. La única esperanza para Ronnie es que el ministro
de Interior británico, Jack Straw, use el poder que tiene para
liberar prisioneros bajo circunstancias excepcionales. Un
vocero de la cartera señaló que la persona tendría
que estar muy enferma para que el ministro intervenga. Normalmente,
se aplica cuando alguien está cerca de morir, agregó.
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