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MAS DE CIEN MUJERES CITADAS POR CIRUGIAS PLASTICAS
El Lolagate de la provincia

Ayer se presentaron veinte del centenar de mujeres que fueron citadas para que los peritos determinen si tienen hechas las operaciones facturadas o si, como sospechan, se hacían plásticas.

A la sargento primero Lilia Sicher le implantaron siliconas, pero tuvo problemas.
Denunció al médico: así la justicia descubrió la estafa contra la obra social.

Por Horacio Cecchi

Más de cien empleadas de distintos ministerios bonaerenses, entre ellas un grupo de mujeres policías, comenzaron a ser inspeccionadas por peritos judiciales de La Plata para determinar si se realzaron las lolas con implantación de siliconas, que luego facturaban a la obra social IOMA como operaciones de várices, hernias umbilicales, y demás. El caso lo investiga la Fiscalía de Investigaciones Complejas platense y las sospechas recaen sobre el médico policial Guillermo Luna, actualmente detenido, y sobre sus colaboradores. Ayer, los peritos concentraron su análisis sobre unas cuarenta lolas cuyas dueñas fueron presuntas víctimas o partícipes de la defraudación. Mientras la notoriedad de la causa destapó una olla de antiguos casos de mala praxis contra Luna, incluyendo el de una mujer fallecida después de una operación de glúteos, fuentes judiciales revelaron a este diario detalles sobre la especialidad del médico policial: “No sólo no es cirujano plástico –sostuvo la fuente–. Ni siquiera aparece registrado como cirujano. Luna es médico flebólogo”.
“Son más de cien, ciento y pico”, aseguró la misma fuente. Se refería a las mujeres citadas por el fiscal Esteban Lombardo. Los datos de las operadas surgieron de sus historias clínicas obtenidas en una serie de allanamientos en clínicas donde practicaba las intervenciones Luna. Esas historias fueron presentadas ante la obra social IOMA para cobrar los gastos de las intervenciones quirúrgicas. La fiscalía intenta determinar si se repite la operatoria comprobada en el caso de la sargento primero Lilia Sicher.
La mujer policía fue intervenida por Luna el año pasado, en dos ocasiones. En su historia clínica figuraba una intervención para eliminar várices y otra por hernia umbilical. Pero Sicher, en realidad, aumentó el diámetro de sus lolas implantándose siliconas. Tras la operación, las siliconas de la sargento se encapsularon provocándole terribles dolores. Fue sometida a una nueva intervención que no solucionó nada. Y Sicher, finalmente, presentó una demanda contra Luna por mala praxis. Esa misma demanda es la que provocó el destape del caso de las lolas policiales.
Tras los primeros allanamientos en las clínicas donde trabajaba Luna, Lombardo se topó con infinidad de casos semejantes, determinándose que lo que aparecía como un síndrome de las filas policiales, en realidad se trataba de una epidemia ministerial: la mayor parte de las operadas eran empleadas de distintos ministerios bonaerenses. Luna fue detenido. Con él, un ayudante, un anestesiólogo, y un médico policial que firmaba las licencias de las operadas. Además, Sicher fue a dar con sus siliconas a una celda por pocos días: salvo a Luna, la justicia excarceló a todos bajo fianza. Además, se había ordenado la detención de la comisario Miriam Landaburu, la oficial principal Mónica Gutiérrez, la cabo primero María Cecilia Bolaño y la cabo María Mercedes Martín.
Ayer, la Fiscalía de Investigaciones Complejas dio un paso complejo al citar al primer grupo de veinte mujeres para ser inspeccionadas –ellas, sus lolas y sus supuestas várices– por los peritos judiciales.
El caso de defraudación al IOMA tuvo tanta repercusión en La Plata que comenzaron a surgir denuncias de antiguos casos en los que intervino Luna. Entre ellos, una mujer que sostuvo haber sido operada hace 8 años, y que tras la intervención –un implante de siliconas–, tuvo serios problemas de salud. Todo derivó en una denuncia por mala praxis cuya causa judicial “misteriosamente prescribió”, según señaló a este diario la misma víctima.
No fue la única denuncia. Familiares de Dolores Estela Maris López aseguraron en una entrevista al diario platense Hoy que la mujer fue operada en tres ocasiones por el mismo médico en 1989. “Quería injertarse siliconas en los glúteos”, sostuvo su hermana Olga. Dolores fue operada, tuvo problemas respiratorios y la intervención se pospuso. Fue intervenida en dos ocasiones más. En la tercera, la pacientese complicó. “La trasladaron a una sala común con un edema cerebral”. Cuatro días después, falleció. La familia le inició un juicio a Luna, “pero terminó caducando porque nuestro abogado no presentó los escritos a tiempo”.

 


 

TRES MESES DESPUES, SIGUE EL MISTERIO DE CARILO
La nebulosa del caso Perel

Por Raúl Kollmann

A tres meses de la muerte, en Cariló, del matrimonio de Mariano y Berta Perel, la causa prácticamente no avanza, al punto que todavía no han ido a declarar los médicos, anatomopatólogos, peritos balísticos y químicos que concentran las claves del mayor dilema que encierra el caso: si el 4 de febrero la pareja fue asesinada por un killer o si Perel mató a su mujer y después se suicidó.
La fiscalía de Claudia Castro recién ahora tiene acceso a las llamadas telefónicas hechas y recibidas por el matrimonio, recibió una animación computada de cómo fue la trayectoria de los disparos, pero obviamente no tiene sospechosos –para el caso de que haya sido un asesinato– ni tampoco termina de convencerse de que todo fue una trama urdida por el propio Perel. La única novedad de las últimas semanas fue la declaración de Mario Aguilar Rissi, un multi-denunciador que aduce haber avisado, tiempo antes, que iban a asesinar a Perel. Supuestamente ya había hecho lo propio antes del atentado contra la AMIA, el ataque a La Tablada y la muerte de Carlos Menem junior. El testigo tiene poca credibilidad.
Perel fue un asombroso financista, relacionado con operaciones de transferencia de dinero negro al exterior, grandes deudas impagas, extorsiones y movimientos económicos en los que aparecieron los nombres, por ejemplo, de María Julia Alsogaray y Pedro Pou. Perel y su esposa aparecieron con sendos disparos en la nuca y, de entrada, el diagnóstico fue categórico: un crimen mafioso por venganza o para silenciarlo. Sin embargo, después surgió también la hipótesis de que Perel mató a su esposa y se suicidó, dado que el arma con la que se efectuaron los disparos era de él, el propio Perel escribió un mensaje que quedó cerca de los cuerpos –”soy un gringo colaborador del Citibank, muerto por no pagar el rescate del Citigroup”– y además no hubo ningún rastro de pelea en la cabaña de Cariló.
En algún momento se especuló con que Perel, que ya había hablado de suicidio, pudo matarse porque estaba en una gran bancarrota y, además, tenía un gran seguro de vida: lo cierto es que ese seguro de vida no apareció ni hay datos de que exista.
O sea que a tres meses de las muertes, la nebulosa persiste en dos terrenos:
Los delitos económicos no se investigan en Dolores sino que las pruebas, especialmente contra el Banco Mercurio, las está evaluando la Unidad Fiscal de Investigaciones Tributarias (Ufitco): hay evidencias de una enorme red de giro de dinero negro al exterior y de la existencia de numerosas sociedades fantasmas. La pesquisa viene demorada.
En cuanto a las circunstancias de la muerte, tampoco la fiscalía ha terminado de despejar las incógnitas. Las pericias se demoran, los especialistas siguen sin declarar y continúa el manto de dudas.

 

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