Por Martín Granovsky
Carlos Chacho Alvarez terminó
de dar el portazo y pasó a la oposición. Lo había
empezado el 6 de octubre, con su renuncia a la vicepresidencia, de la
que se cumplirán mañana exactamente siete meses. Completó
el gesto ayer, cuando anunció por radio que tomaría distancia
de la política y del día a día de la fuerza que él
mismo recordó haber fundado, como si hablara de un dato histórico,
y criticó con dureza a Domingo Cavallo, que es el corazón
del actual Gobierno. ¿Y el Frepaso? Quedó incómodamente
adentro, con dificultades para salir: esta vez, Alvarez dio el portazo
y se llevó la llave.
El ex vice no lanzó ningún mensaje formal. Tampoco avisó
antes a los dirigentes de la primera línea del Frepaso desde
ayer, por su ausencia, literalmente de primera línea ni a
los funcionarios del Gobierno. Todos se enteraron de su decisión
al mismo tiempo que los oyentes de Nelson Castro y Oscar Gómez
Castañón.
El mensaje de ayer no fue un discurso escrito como aquel de la renuncia
en el Castelar. Sin embargo, al reconstruir los distintos argumentos de
Alvarez, que se reproducen textualmente aparte, aparece un hilo que puede
leerse de la siguiente manera:
Alvarez se alejó del
Frepaso. La decisión es tomar una distancia con la actividad
política, con mi fuerza política.
No se alejó la política.
La toma de distancia no es absoluta, como una renuncia a la política
y la conversión de Alvarez en un monje trapense. Siento que
tengo que tomar una distancia para pensar esa situación, para proponer
estrategias, para proponer alternativas, pero eso no se puede hacer dentro
de la coyuntura porque todos los mensajes quedan licuados en la idea de
las lógicas partidarias, dijo.
No cerró ninguna puerta.
En ningún momento Alvarez habló de que su decisión
fuera definitiva. Esto puede atribuirse a su propia perplejidad, pero
también a la interpretación de que el final en la Argentina
parece tan abierto, a corto plazo, que nadie está en condiciones
ni de pronosticar. Por eso, si no hay pronóstico y las cosas pueden
variar de manera tan extrema, ¿para qué fijar una posición
tajante que pueda ser llevada por el viento? ¿Por qué hacerlo,
si siempre queda la chance de verse obligado a desandar el camino?
Cuestionó al Frepaso.
Dijo que debe debe reflexionar sobre cuál es
su identidad, cuál es su situación.
Se desentendió del Frepaso.
Chacho planteó su separación como un favor hacia la fuerza
que creó. Pero dejó en claro que la reflexión propuesta
debe ser realizada sin ningún tipo de chachodependencia. Que es
no solo una forma de dar libertad sino, sobre todo, un modo de no involucrarse.
La brecha entre Alvarez y el Frepaso pasó a ser tan nítida
que Chacho acaba de cumplir con esta parábola: bendijo el último
lunes, hace solo cinco días, la asunción de Juan Pablo Cafiero
como ministro de Desarrollo Social, y nada menos que ayer se declaró
por encima del Frepaso.
Criticó abiertamente
a Cavallo en política. Dijo que el ministro incurre en relativismo
moral. Cuestionó que Cavallo cometiera, al sugerir que la
Corte Suprema debería ser el destino de la causa de las armas,
un error, una gran equivocación, que es disociar la necesidad
de crecimiento económico y reactivación, de la calidad institucional,
de la igualdad ante la ley, de una Justicia eficiente, de la necesidad
de que los poderosos paguen.
Negó el padrinazgo político
sobre Cavallo. ¿Usted no fue un sostenedor del ingreso de
Cavallo al Gobierno?, le preguntó Castro. No, yo lo
que vi es un proceso que se venía, que después del fracaso
de los ministros anteriores era inexorable la presencia de Cavallo.
Oficializó su visión
sobre Fernando de la Rúa. Dijo que Cavallo le fija la agenda al
Gobierno y que es un virtual primer ministro, o sea que el Presidente
no manda. Con este gesto, creo nuevos hechos consumados que impidan acercar
posiciones con de la Rúa. Si el 6 de octubre comenzó eldivorcio
de la pareja central de la Alianza, ayer se consumó el ciclo después
del cual una reconstitución necesitaría que interviniera
la Sacra Rota del Vaticano, el organismo papal encargado de anular los
matrimonios para quitar a algunos fieles el peso pecaminoso del divorcio.
Se cuidó de no criticarlo
en los objetivos de reactivación. No habló del paquete concreto
de medidas pro-competitividad, del mismo modo que en su momento solo inició
sus críticas a Machinea señalando solo que al ministro le
faltaba fuerza para plantear el crecimiento.
Al mismo tiempo, se puso a
la derecha del ministro. Recién ahora tomó conciencia
de que hay que hablarle a la gente pero hay que mirar a los mercados,
señaló.
No dio a Cavallo por muerto,
pero tal vez sí. Alvarez solo criticó a José Luis
Machinea en público cuando creyó que el ciclo del ministro
estaba acabado. A Ricardo López Murphy no le atribuyó ningún
futuro. Lo dio por liquidado de entrada. Si ahora se distancia de Cavallo
se abren tres lecturas. La primera: solo está cuestionando al ministro
de Economía por su actitud peligrosa para las instituciones. La
segunda: empieza a criticar públicamente a Cavallo porque, como
hizo con Machinea, no le ve perspectiva de éxito alguna. La tercera:
Alvarez puede haber razonado que, si Cavallo tiene éxito, él
no lo capitalizará porque quedó afuera del Gobierno incluso
antes de la decisión de ayer; y, si Cavallo fracasa, el estallido
será tan grande que le convendrá estar lejos del centro
de la explosión.
No se arrepintió de
haber renunciado a la vicepresidencia, sino de no haber formado un movimiento
parapartidario. La verdad es que tengo que reconocer que una inercia
me siguió poniendo en un lugar en el que yo estaba incómodo.
Ahí cometí muchos errores. Me dejé llevar por las
ideas socarronas de que iba a fundar una ONG. No fui sincero con lo que
sentía. Sentía que después de la crisis del Senado
no podía seguir dando vueltas alrededor del Gobierno, e inclusive
del Frepaso, y tenía que alejarme, pensar en otro lugar, actuar
en una sociedad civil. (En rigor, en su momento Alvarez no terminó
de dar el portazo por miedo a que la sociedad y los analistas financieros
lo sindicaran para siempre como el responsable del default argentino).
Elogió cálidamente
a Elisa Carrió. Tal como había hecho hace un mes en un reportaje
concedido a Página/12, ayer Alvarez destacó varias veces
el valor que le atribuye a la diputada en el combate contra la corrupción
y el lavado de dinero. En lugar de esgrimir un discurso antipolítico,
Alvarez refirmó su respeto por la actividad política,
mucho respeto por mucha gente que hace honestamente política partidaria
y que se sacrifica. Cuando dijo que hay muchísima gente
muy valiosa y muy honesta, Alvarez no mencionó a Juan Pablo
Cafiero, Darío Alessandro o Aníbal Ibarra sino a Carrió.
No es que los considere deshonestos: es que eligió tender un puente
público con Lilita. También dijo que el crecimiento de la
imagen de la diputada radical está mostrando que la sociedad
no hace una dicotomía entre la economía y la moral sino
que asocia la virtud, una sociedad más moral y más decente
con una sociedad más próspera.
Si esto es dejar la política, que Aristóteles, Maquiavelo
y Locke reescriban ya mismo sus obras.
Pequeño
Alvarez ilustrado
Estas son las principales expresiones textuales de Carlos Chacho
Alvarez, en su intento por explicar en varias radios porteñas
su alejamiento del Frepaso y de lo que él llamó la
política del día a día.
Mi decisión es tomar una distancia con la actividad
política y con mi fuerza política. Ya desde la renuncia
del Senado planteé mi visión de que había tal
nivel de desligitimación de la política que no se
puede revisar solamente en el día a día cuando todo
lo que uno dice parece obedecer a cuestiones tácticas, de
interés personal, de candidaturas, de lucha por el poder.
Considero importante tomar distancia de mi partido, que necesita
una aireación y pensarse a sí mismo como un colectivo
político y social que está pasando una etapa difícil.
También necesita romper esta idea de estar dependiente de
quien creó esa fuerza política y reflexionar acerca
de cuál es su identidad, cuál es su situación.
Cavallo fue un inexorable. Yo lo que vi es que era un proceso
que se venía, que después del fracaso de los ministros
anteriores era inexorable la presencia de Cavallo que planteaba
un programa con algunos matices respecto de las propuestas más
ortodoxas.
Yo lo que veo es que hay un pensamiento, que está
instalado en el poder, de que el desarrollo económico de
Argentina necesita convivir con niveles importantes de impunidad.
Lo veo como cultura, ya no desde el punto de vista de lo táctico,
de las opiniones políticas. Parecería que para
bajar el riesgo país, para generar credibilidad, habría
que meter toda la basura abajo de la alfombra. Y yo creo, al contrario,
que hay una relación muy fuerte entre la calidad del desarrollo
económico y la calidad de las
instituciones.
Uno puede estar de acuerdo con la entrada de Cavallo porque
es evidente que tiene más ideas económicas que otros.
Pero es el ministro de Economía y parece el primer ministro.
Nadie del gobierno le sale a contestar cuando opina sobre quién
tiene que juzgar a Menem. Creo que la Alianza tiene que salir a
hacer un pronunciamiento muy fuerte en contra de lo que planteó
Cavallo para ponerlo en su lugar al ministro de Economía.
Porque creo que si no la Alianza estaría renunciando a muchas
de las cosas que planteó.
Ahora hay un clima de ver cómo se acuerda para resolver,
no el tema Menem, porque yo no creo que el tema que se está
discutiendo acá sea Menem sino si a la Argentina le conviene
o no esclarecer qué pasó en la década del 90
con la corrupción, con la conductas de los sectores dominantes.
Yo creo que en el tema que plantea la diputada Elisa Carrió
y en el tema de las armas lo que se está poniendo en discusión
es si en serio vamos a construir una Argentina con mayor claridad
y con mayor institucionalidad, con reglas claras, con reglas igualitarias
para todos.
Cuando yo renuncié tuve una situación de tironeo
sobre dónde situarme que resolví mal. Porque tendría
que haber hecho lo que sentía en ese momento, ayudar a generar
ese movimiento de participación de ciudadanos independientes,
que creo que es muy necesario en la Argentina. Yo sabía que
después de la renuncia tenía que tomar distancia.
Eso es lo que sentí y no pude hacer. Ahora, realmente, me
doy cuenta de eso.
Yo voy a seguir interviniendo en lo que pueda para apoyar
las cosas que creo que hay que apoyar. Por eso, decía, hay
que apoyar muy fuertemente enla Cámara el trabajo de la diputada
Elisa Carrió, porque es un problema estratégico de
l Argentina que construimos.
Al Gobierno lo veo muy atascado con el tema de la salida
económica. O sea, con una agenda única, que es ver
si este país empieza a salir del pozo y se reactiva. Veo
un gobierno hiperdependiente de que el ministro de Economía
acierte en la coyuntura. Y me parece lógico, porque la gente
lo que quiere es reactivación y trabajo. Pero al ministro
de Economía se le está haciendo un poquito más
difícil de lo que él creía. Tenía una
visión más superficial de la crisis que vivía
la Argentina. El pensaba que llegaba y con su prestigio dominaba
la complicada coyuntura económica. Por eso, me parece que
planteó tan agresivamente ese discurso de dejemos de lado
a los mercados y miremos a la gente, y creo que ahora tomó
conciencia de que hay que hablarle a la gente pero también
hay que mirar a los mercados.
(Declaraciones tomadas del diálogo entre Carlos Chacho Alvarez
y el periiodista Nelson Castro.)
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Otras
voces
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Beatriz Sarlo (ensayista)
Chacho Alvarez acaba de anunciar su retiro con un lenguaje
psicológico. Para alguien que hizo política desde la
adolescencia, la falta de motivación es una fórmula
demasiado banal. Alvarez, que debe saberlo, irá encontrando
otras. Las decisiones personales deben ser respetadas. Pero las decisiones
de quien fue uno de los tres políticos más importantes
de la Argentina, no pueden recibir el trámite benevolente que
podría reclamar un hombre empeñado en cambiar de profesión
porque ha descubierto que no le gusta el medio donde la ejerce. La
decisión de Alvarez habla del fracaso que sufrió su
proyecto de renovar un vínculo político con la sociedad
después de la renuncia a la vicepresidencia. No pudo sostener
en la práctica las razones que lo habían llevado a esa
resolución. No persistió ni tuvo esa constancia a mediano
plazo que es cualidad esencial de los políticos. Se entiende
bien que quien llegó a la cima de su popularidad, y perdió
enseguida ese capital político, quiera examinar no aquella
decisión de la renuncia, sino todos los actos y omisiones que
la vaciaron, convirtiéndola en un gesto sin futuro. Nadie jugó
tanto y perdió tanto, tan velozmente. El ciudadano Alvarez
tiene todo el derecho de elegir su esfera de actividad. El político
Alvarez tiene, además, una obligación: traducir en términos
políticos las palabras con que explica su retiro. Probablemente
Alvarez, la semana que viene o el mes que viene, encuentre argumentos
mejores; quizás sea posible que decida volver a la política,
porque vuelva a sentirse movilizado o motivado.
Pero lo que ha dicho hoy no tiene sentido salvo que piense seriamente
que, como la política está muy cuestionada por la gente
(esas fueron más o menos sus palabras), el único camino
es el retiro. Si esa fuera la actitud de otros políticos, no
quiero imaginar el futuro de la Argentina. Por supuesto Alvarez no
es el único responsable de ese futuro, pero cuando alguien
ha prometido mucho, como prometió Alvarez, el retiro es una
opción cuyas contradicciones se parecen demasiado a inconsecuencias.
Elisa Carrió (Diputada, UCR)
Yo básicamente creo que por lo menos algunos de
nosotros vamos a hacer cosas para que Chacho vuelva. Yo, personalmente,
tuve enormes diferencias con él pero no por lo que él
era, sino porque no persistió con fuerza en sus propias convicciones
en materia económica y de lucha contra la corrupción.
Por otro lado, estoy convencida que Chacho es una de las personas
más buenas y decentes de la clase política argentina
que, además, me respaldó mucho en la comisión
de investigación sobre lavado de dinero. Espero que vuelva.
Vamos a tratar de construir un país para que pueda volver.
Tomás Abraham (Filósofo)
Chacho Alvarez sigue siendo una figura política,
es una figura, creo que una de las más importantes junto
con Cavallo. Cavallo ocupa cada vez más lugar y todo espacio
le queda pequeño. Alvarez transmite que los espacios que
ocupa le quedan grandes, que cada vez quiere menos lugar. Alvarez
y Cavallo son los dos nuevos políticos de la Argentina, cuando
hagan yunta algo cambiará. El partido radical está
muerto, el Frepaso nunca nació. El único partido político
con fuerza en la Argentina sigue siendo el movimiento justicialista.
Casi no existe un hombre en la política argentina que renuncia
a cuotas de poder, que haga una autocrítica sobre sus oscilaciones.
Alvarez es un político de futuro porque en un país
donde la gente se quema a corto plazo, la importancia de su actitud,
la renuncia a la vicepresidencia, el no pactar con el Senado, el
pensar, muestra a un político distinto que la sociedad todavía
no entiende, pero que quizá sea reconocido más adelante.
En la medida en que la sociedad valore este tipo de conducta política,
de gente que no quiere encaramarse a puestos de poder mientras pueda,
en la medida en que esto suceda, la sociedad argentina podrá
cambiar. Alvarez no se resigna ni renuncia sino que está
intentando otro camino para hacer política en la Argentina.
Además, una sociedad como la nuestra que está todo
el tiempo pidiendo que los políticos cambien, ahora tiene
uno que cambió: vamos a ver si lo reconocen.
Pacho O Donnell (Legislador del PJ)
La decisión de Chacho de alejarse de la política
es una pérdida muy importante porque lo conozco y sé
la excelente persona que es. Comparto su concepto acerca de lo duro
que es estar en la política cuando se tienen buenas intenciones
ya que es un medio en gran medida degradado y en donde suelen imponerse
las malas artes. De todas maneras, creo que este derrumbe de Chacho
no debe desanimar a aquellos que superan la queja estéril
en relación a la política y consideran que su deber
es el de comprometerse con ella para modificarla y mejorarla. de
esa palabra surge algo que puede ser cierto pero que aparece como
muy difícil que es la esperanza de poder construir política
por fuera de la política. Yo creo que es una posición
ingenua porque inevitablemente, en algún momento, planteos
como esedesembocan en elecciones internas, o elecciones generales,
o toda esa parafernalia que es esencial, lamentablemente, de lo
político. Inevitablemente, la política se juega en
el campo de la política y hay que tener fuerza para aguantar
todo lo que duele de la política.
Enrique Zuleta Puceiro (Analista y consultor)
Supongamos que este gesto de Alvarez es un gesto sincero
y profundo. No es la primera vez que él toma esas actitudes
y asume gestos tajantes de esta naturaleza. Sin embargo, sus declaraciones
actuales tienen un alcance mucho más tajante que situaciones
anteriores. Las doy por ciertas y profundas. Creo que esta vez no
es un movimiento táctico, como fue su renuncia o su posterior
anuncio de la creación de un movimiento. Hay esta vez un
componente existencial que nos obliga a profundizar el análisis:
Alvarez expresa con singular dramatismo la posición de una
larga serie de líderes políticos que desde posiciones
progresistas se vieron forzados a afrontar las inclemencias de la
política real y los riesgos y costos de gobernar. Quienes
llegan a esta situación, queman las naves y el regreso a
las posiciones de protesta les está vedado. Una vez que la
sociedad les entrega la confianza para gobernar, su mecanismo de
premios y castigos suele ser muy cruel. Creo que Alvarez exagera
su juicio acerca de la política y la envergadura de la crisis
de su partido. Al fin y al cabo, lo único a que se vio obligado
el Frepaso es a gobernar un país que le había entregado
toda su confianza y jamás puso condiciones que la Alianza
no pudiera cumplir. Fracasó simplemente una opción
política preparada para enfrentar victoriosamente al menemismo
pero aún inmadura para afrontar el costo de gobernar. No
creo que la actitud de Alvarez deba extenderse más allá
de su propia perspectiva personal. La política es como es
y no cómo nos gustaría que sea. Lo razonable es reconocer
estas condiciones y estimular a quienes día a día
sí están dispuestos a asumir esa responsabilidad.
Si todos tomáramos este tipo de actitudes, la política
sería sencillamente imposible y estaría en manos de
quienes no tienen mayores reparos morales.
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